Post Mortem: Nadie muere en Skarnes: la serie noruega que mezcla vampiros y terror con dosis justas de humor irreverente
Esta entretenida serie se atreve a deconstruir las claves del scandi noir para poner un pie en la sátira
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Post Mortem: Nadie muere en Skarnes (Post Mortem: No One Dies in Skarnes / Noruega, 2021). Dirección: Petter Holmsten, Harald Zwart. Guion: Petter Holmsten, Sofia Lersol Lund, Øyvind Rune Stålen. Elenco: Kathrine Thorborg Johansen, Elias Holmen Sørensen, André Sørum, Kim Fairchild, Sara Khorami, Øystein Røger. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
“¿Sabés lo que cuesta hacer una autopsia?”, repite una y otra vez la oficial Judith (Kim Fairchild) ante el cuerpo de la joven Live Hallagen (Kathrine Thorborg Johansen) tendido campo abierto en el pequeño pueblo noruego de Skarnes. Skarnes no tiene demasiado presupuesto para forenses ni investigaciones porque hace tiempo que no hay muertes ni crímenes en aquel bucólico paraje. Por ello la funeraria Hallagen se encuentra al borde de la quiebra y el negocio familiar custodiado por cuatro generaciones a punto de desaparecer. Sin embargo, el aviso policial de la muerte de Live no despierta buenos augurios para la economía familiar sino la sombra de una maldición de antaño y el desconcierto de convertirse en sepultureros de su propia sangre.
Pero nada es lo que parece en Skarnes, ni la muerte de Live, ni su repentina voracidad al despertar, ni el tono de la serie que conjuga la reinvención moderna de la traición vampírica con los humores radicales de la comedia negra. Petter Holmsen, guionista de los seis episodios y director de dos de ellos, equilibra con astucia el retrato de pueblo rural, con sus policías obnubilados al estilo Twin Peaks y las tribulaciones existenciales de Odd Hallagen (Elias Holmen Sørensen) respecto a su negocio heredado y las sorpresas que sacuden a su familia, con el derrotero inesperado de Live, ahora resucitada, cuyos pasos resuenan a tragedia pese a estar siempre envueltos en los efectos de la farsa.
No es tan fácil encontrar el tono justo en el híbrido de géneros, y ese es el mérito mayor de Post Mortem: respetar el espíritu de un horror inexplicable, cuyos efectos devastadores radican siempre en un pasado silenciado y ominoso, y vestirlo de un humor irreverente, capaz de convertir las situaciones más terribles en los gags más disparatados.
No es todo autóctono en la imaginería de Holmsen: hay referencias al tono sarcástico de Six Feet Under, ecos de Let The Right One In del sueco Tomas Alfredson y una consciente deconstrucción de las claves del scandi noir para convertirlo en sátira. De esas múltiples influencias nace una historia divertida y original, absolutamente inclasificable, que tiene en las actuaciones de Kathrine Thorborg Johansen y Elias Holmen Sørensen el perfecto contrapunto entre el drama y la comedia. Y un uso inteligente y nada redundante de la puesta en escena, algo que distingue siempre a los nórdicos: la construcción inquietante del espacio permite sentir esa transformación del mundo sin tener que subrayarla en cada diálogo.
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