Por siempre jamás: dos trágicas desapariciones para un thriller francés que sostiene la intriga hasta el final
La miniserie, ambientada en el costado menos glamoroso de la Costa Azul, sostiene el suspenso y la tensión a lo largo de sus cinco episodios
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Por siempre jamás (Disparu à jamais, Francia, 2021). Creadores: David Elkaïm y Vincent Pymiro. Elenco: Finnegan Oldfield, Garrance Marillier, Nailia Harzoune, Guillaume Gouix, Nicolas Duvauchelle, Tómas Lemarquis, Grégoire Colin. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
La narrativa del escritor estadounidense Harlan Coben resulta perfecta para el clima europeo y su exquisita convicción de que el secreto mejor guardado siempre se encuentra a la vista de todos. O por lo menos del inocente Guillaume (Finnegan Oldfield), quien siempre parece llegar tarde a las más importantes revelaciones. Presente y pasado se conjugan para hacerlo perder una y otra vez a las mujeres de su vida.
Creada por David Elkaïm y Vincent Pymiro, esta miniserie francesa está ambientada en la región de Niza, no tanto en su glamour cosmopolita propio de la Costa Azul sino en sus zonas marginales, sus recovecos dedicados al tráfico de drogas y el crimen organizado, su aire de sueños rotos. Allí vive Guillaume en el pasado, después de su separación de Sonia (Garance Marillier), a la que ve morir ahogada mientras su propio hermano huye de un agresor y se pierde en los acantilados. Diez años después Guillaume vuelve a esa casa de su adolescencia para el funeral de su madre y para asistir ahora a la desaparición de su nueva novia, Judith Conti (Nailia Harzoune). La historia se repite, esta vez como decidida burla del destino.
La miniserie, de tan solo cinco episodios, se estructura en la alternancia entre los sucesos del pasado –de Guillaume y de los distintos personajes-, y el mundo del presente, en el que Guillaume trabaja como asistente social en las zonas marginales de Niza, tarea que compartía con Judith. Como siempre ocurren en los mundos de Coben, es ese entorno íntimo y cercano el que dispersa sus oscuridades, en el que aquellos seres más queridos dejan traslucir sus crímenes y traiciones. La historia, aún en sus volteretas argumentales, se mantiene firme en la intriga, adherida siempre a la impronta literaria.
Tanto Finnegan Oldfield como Guillaume Gouix, quien interpreta a Daco, otro redimido con pasado sombrío, funcionan como par de improvisados investigadores en un mundo que desconocen, intentando encontrar sentido a todo lo ocurrido. Y es Garrrance Marillier –a quien se la puede ver en la serie Ad Vitam y por supuesto en la excelente Raw, de Julia Ducournau-, quien logra teñir de cierta fatalidad fantasmal a su presencia en la historia, marcada por el sino de la repetición.
Lo que no resulta tan convincente es la puesta en escena elegida, ablandada en tópicos universales para el retrato del submundo criminal, construido con pinceladas demasiado superficiales. En ese sentido, lo que mejor funciona es el punto de vista de Guillaume, corroído por las sombras que lo aquejan, aquellas que se remontan a su origen familiar, a sus culpas silenciadas y a esa hermandad herida para siempre en una noche fatídica.
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