Por qué Cersei merece quedarse con el Trono de Hierro
«Cuando participás del juego de tronos morís o ganás»: fue la primera advertencia que recibió el honorable Ned Stark de parte de Cersei Lannister, la cabeza de la familia que siempre paga sus deudas. En términos narrativos convencionales, Cersei es la última villana que amenaza el recorrido final de los héroes hacia el Trono de Hierro. Pero ¿es posible supeditar a categorías morales las decisiones que toma la nueva monarca frente al avance de sus enemigos? Como ella misma explicaba a su hijo: "De esto se trata gobernar: dormir en una cama de hierbas que hay que arrancar del tallo, una por una, antes de que te ahorquen mientras descansás".
Es la personificación de aquella directriz maquiavélica que propone que, si hay que optar por uno, es mejor ser temido que amado. Cersei no ejerce un liderazgo carismático como el de Jon Snow ni tampoco construyó su camino liberando a los oprimidos como Daenerys Targaryen. Su reclamo por el trono no obedece al orden simbólico: está sentada ahí porque llegó al final del juego venciendo a sus enemigos con la inteligencia. Aunque es pragmática (no cree en designios divinos para erigirse como gobernante), y se puede argumentar que lo que hizo lo hizo para sobrevivir, no puede evitar actuar por amor a su familia.
Como Sansa, su mejor aprendiz, Cersei tomó el sufrimiento de su vida para convertirlo en un arma. Resintió toda su vida que su madre muriera al dar a luz a su hermano, Tyrion Lannister. Pero la relación con Tyrion es de amor y odio: en la cosmovisión de Cersei todos los que no pertenecen a su vínculo sanguíneo son el enemigo. De alguna manera ambos destinos funcionan como una suerte de espejo irónico: Sansa al principio creía vivir una historia de príncipes azules y felicidad para toda la vida. El mundo de Game Of Thrones no funciona bajo los tropos de la fantasía clásica. Cersei, alguna vez, también supo amar a Robert Baratheon, el marido que le fue impuesto como un acuerdo político entre las casas que vencieron al rey loco Aerys Targaryen.
Su hijo Joffrey, producto de la relación incestuosa con Jamie Lannister, era un psicópata que ella intentaba controlar sin demasiado éxito: un secreto a voces que todos en King’s Landing sabían. En los libros, cuando Robert lo golpeó, provocó una de las pocas veces en las que la mujer de los cabellos dorados amenazó antes de atacar: aunque ella decía que estaba dispuesta a mostrar las marcas de los golpes como insignias de orgullo, no iba a permitir que alguien le pegara al hijo. El amor filial que tienen los Lannister es comparable con el de los Stark, quizás de un modo más retorcido. Por eso fue la primera en advertir la injerencia de los Martell y la segunda prometida de su hijo, Margaery. También logró vencer en el juego a las rosas llenas de espinas.
Aunque el padre, Tywin Lannister, alguna vez haya remarcado que nunca la menospreció por ser mujer, sino porque «no es tan inteligente como se autopercibe» eso no es del todo cierto: a pesar de ser más inteligente, fue usada como instrumento de negociación (primero, en un intento fallido, con Rhaegar, luego con Robert) y hecha a un lado en favor de su hermano Jamie. El hermano que ella siempre amó en secreto. Cersei tuvo la oportunidad de hacer matar a Jamie cuando él decidió traicionarla y combatir en el norte contra el ejército de los muertos, pero no lo hizo, como también tuvo misericordia por su otro hermano, aún cuando oficiaba como Mano de su archienemiga política.
Tal vez el mejor momento de este personaje sea la conclusión del arco dramático que involucraba al High Sparrow y la secta de la fe militante que venía a juzgar la moralidad de todos en King’s Landing. Cersei era un blanco a todos luces: una figura de gran importancia, la madre regente de Tommen, el sucesor del trono. La relación con su hermano era inmoral y los religiosos la hicieron caminar desnuda mientras el pueblo la humillaba y agredía. La septa que la acompañaba sonaba una campana mientras anunciaba a viva voz «¡vergüenza!» como una manera sádica de expiar los pecados de Cersei. La venganza no tardó en llegar y culminó con una explosión gigante de fuego valirio.
Uno de los disparadores de toda la tormenta que cierne sobre los personajes de Game Of Thrones fue el intento de asesinato de Jamie contra Bran Stark: «Las cosas que hacemos por amor». Se puede encontrar una directriz que motiva a todas las casas de Westeros en ese sentido. Hasta Lord Baelish, uno de los mejores jugadores en esta historia, había advertido que dadas las circunstancias somos capaces de hacer cosas increíbles por la gente que amamos. Cersei también lo entendió: «El amor es un veneno. Es un veneno dulce, sí, que de todas maneras te va a matar».
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