Por qué bancamos a Tom Cruise...
Repasamos la carrera de la estrella, quien llega esta semana a nuestro país para presentar Oblivion: el tiempo del olvido
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Vincent entra a un boliche, empieza a mezclarse entre la gente, rompe un cuello en el camino y sigue caminando. No necesita decir nada. Su mera presencia es lo suficientemente intimidante como para que no podamos (si es que lo veníamos haciendo) sacarle los ojos de encima. Vincent es el protagonista de Colateral, esa gran película de Michael Mann donde, más allá de su estatus de estrella, más allá de lo que diga o haga por fuera del set, Tom Cruise demuestra que es, por sobre todo, un actor que sabe cómo ejecutar bien las cosas. Repasar su filmografía implica, en primer lugar, detenerse en personajes icónicos y en escenas que han sido parodiadas y homenajeadas en incontables ocasiones. Basta citar uno de sus primeros papeles, el de Joel Goodson en Risky Business, para inmediatamente evocarlo bailando con medias, camisa blanca y calzoncillos. Si a esto le sumamos Top Gun, entonces está claro que la carrera de una estrella se había configurado antes que la de un actor. Es decir, lo mejor de Cruise vendría cuando lo icónico, paradójicamente, empezaba a desaparecer, cuando ya dejaba de ser Maverick o Brian (porque... ¿cómo omitir Cocktail ?) para convertirse en Charlie en Rain Man o en Ron en Nacido el 4 de julio.
Por lo tanto, detenerse en su filmografía también requiere observar cómo, al menos ya pasados los ´80, Cruise empezó a tomar las riendas de su profesión con sumo cuidado. Esto se nota no solo en cómo posteriormente pasaría a ser el productor de varias de las películas que protagonizó ( Vanilla Sky, El último Samurai, Jack Reacher, entre otras) sino en su carácter metódico para controlar las fluctuaciones de su carrera. No es casual que para comienzos de los ´90 ya se hubiera emancipado del preconcepto de actor joven, atractivo, efímero y reciclable para apropiarse de las palabras de Aaron Sorkin en el brillante film de Rob Reiner Cuestión de honor o para hacer lo mismo con otro thriller como Fachada. De hecho, tampoco resulta arbitrario que después del mal paso que significó Entrevista con el vampiro -incluso la propia Anne Rice criticó su interpretación de Lestat en el film de Neil Jordan-, haya incursionado en uno de sus múltiples intereses, y acaso el más rendidor: la acción y de la mano de la saga de Misión imposible; saga que terminó de cimentarlo como verdadera estrella de Hollywood (sí, aquellas que logran solo con su nombre conseguir que el espectador pague la entrada) y como un obseso del cine y sus proyectos. "Me encanta hacer estas películas porque es un desafío siempre, la concepción de las secuencias, cada una de las situaciones que protagoniza Ethan, todo lo que implica la saga". La saga también implica que, nuevamente, se la quiera parodiar. Y Cruise lo sabe. Por eso, no dudó en reírse de sí mismo en "Misión improbable", el brillante clip de los premios MTV co-protagonizado por Ben Stiller como Tom Crooze, el doble de riesgo del actor.
Desde Kubrick hasta Spielberg: Cruise y los directores
Cuando aludía a cómo Cruise manejaba su carrera, también me refería a que, una vez consolidado en la industria, optó por colaborar con quienes supieron sacar lo mejor de él en papeles totalmente disímiles. Lo más sólido del actor, en cuanto a duplas con realizadores, comenzó con De Palma en la primera Misión imposible, pero se hizo más notorio con Cameron Crowe. En Jerry Maguire lo encontramos oscilando entre diversos estados emocionales, desde su faceta de ganador que cree tener su futuro asegurado, hasta su necesidad de cambio con la publicación de un manifiesto ("it was a mission statement"), pasando por su trabajo modesto con ayuda de un jugador de fútbol americano y de una madre soltera, hasta ese gran final donde con solo una frase (ese clásico "you complete me") despliega su carisma de manera notable. Sin embargo, el mejor año del actor fue 1999 y, curiosamente, de la mano de un director de culto y su heredero. Por un lado, Stanley Kubrick, quien lo dirigió en Ojos bien cerrados (el último film que realizaría junto a su segunda ex mujer, Nicole Kidman), donde su interpretación se contrapone absolutamente a la de Jerry Maguire: es implosiva, centrada en toda la tormenta cerebral de ese hombre que emprende, como todo anti-héroe kubrickiano , un viaje hacia lo incierto.
Por otro lado, lo tenemos a Paul Thomas Anderson acaso en su época más influenciada por Robert Altman que por Kubrick, y con la devastadora obra coral Magnolia . Cruise logró destacarse gracias a otro rol carismático aunque, tratándose de Anderson, sabemos que el carisma acá es diferente, atípico, incómodo. Porque Frank T.J. Mackey lo es. Porque en su microhistoria, Cruise pasa del dominio escénico que implica su papel hasta lo más íntimo y triste de ese desenlace inevitable. Posteriormente, el actor colaboraría en dos oportunidades (y con resultados que también podemos contrastar) con Steven Spielberg, en la (también) kubrickiana Minority Report: sentencia previa y en La guerra de los mundos. Un año antes de este film, sin embargo, nos topamos con el mencionado Vincent de Colateral, posiblemente su mejor interpretación, figura que combina magnetismo, terror y, nuevamente, carisma, tanto en ese bar donde pelea contra el mundo como en ese taxi donde enarbola una diatriba sobre la indiferencia y la falta de razones/motivaciones como si fuera un témpano, imperturbable ante su entorno.
Tom sólo quiere divertirse
En el 2008 todavía quedaba algo de Cruise versión 1983. A los fines, tanto en Una guerra de película como en Risky Business hace lo mismo. Bailar, sí. Pero no solo eso. Reírse de lo que se espera de él, tener la astucia suficiente como para prolongar la saga de Misión imposible y al mismo tiempo detectar la inteligencia de Ben Stiller aceptando un papel secundario en ese delirio sobre el cine que concibió el comediante. De hecho, no es secreto que Les Grossman, además de ser una máquina de disparar insultos, es un ejecutivo desagradable que adora bailar y tampoco es secreto que ese baile (gran epílogo del film) fue pensado por el propio Cruise. Y si de reírse de uno mismo se trata, explica mucho que haya protagonizado Encuentro explosivo, donde junto a Cameron Diaz disfruta (porque eso se nota) de la acción por la acción misma, reflejando así la actitud del espectador ante esta clase de películas. Porque ante todo, Cruise es alguien que la pasa bien en los rodajes, que, más allá de todo lo que se pueda decir sobre él, respeta y comprende como nadie los códigos de la industria, incluso cuando esa diversión no se traduce en pantalla, como en su fallida intervención como Stacee Jaxx en el olvidable musical La era del rock . Desde Taps (1981) hasta la flamante Oblivion, la película de acción de Joseph Kosinski que lo trae a nuestro país, Cruise siempre pareció aplicar ese mantra que dice Vincent en otra gran escena de Colateral: "La mayoría de la gente siempre tiene el mismo trabajo, hace lo mismo durante diez años, no cambia. Pero la gente como uno... bueno... la gente como uno no sabe bien qué va a hacer mañana". Porque, por más controlada que esté su filmografía, también hay algo cierto: no sabemos qué esperar de Tom Cruise. Y es en eso, indudablemente, donde reside su atractivo.
De yapa: el baile de Tom
Participación. ¿Cuál les parece el mejor papel de Tom Cruise?
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