Please Like Me: la perlita de Netflix que no te podés perder
Te contamos de qué se trata una de las gemas ocultas de la señal streaming
1. La vida de Josh
Una pareja está en plena ruptura y ella le dice a él: “Te dejo porque entre otras cosas, sos gay”. Josh recibe ese mensaje con una naturalidad absoluta, y su vida sigue adelante sin más. Desde ese momento, su ex novia será su mejor amiga, sus romances serán con otros hombres, y su familia seguirá teniendo los mismos conflictos de siempre (padres divorciados, ella con tendencias suicidas y él con una novia tailandesa a la que le da culpa presentar). Pero la vida de Josh transcurre con naturalidad, viviendo su sexualidad en forma plena mientras no le queda más remedio que atajar los problemas que sufre su entorno, porque si bien él pareciera moverse impulsado por sus deseos más elementales (el comer, el sexo y el pasarlo bien), no deja de estar destinado a solucionar los conflictos emocionales de su círculo íntimo. Josh es un personaje alegre insertado en una familia que se debate entre las culpas absurdas y los miedos reales, mientras que Tom, su mejor amigo, está encapsulado en un noviazgo que odia. En ese contexto de puro caos, Josh será un involuntario catalizador de todo tipo de historias disfuncionales.
2. Josh Thomas, el hombre detrás de la ficción
El gancho inmediato que provoca una simpatía enorme por esta ficción es Josh Thomas, su creador, guionista y protagonista. Este australiano de menos de 30 años, que a todos lados pareciera ir acompañado por su perro John, se consagra como un autor de comedia sólido, creador de un universo rico en historias que oscilan entre el humor y el drama sin perder efectividad en ninguno de esos campos. Thomas, que a los 17 años se convirtió en el comediante más joven en ganar el festival internacional de humor de Melbourne, tuvo una breve carrera por los medios y a los 26 estrenó Please Like Me, convirtiéndose automáticamente en uno de los autores televisivos más importantes de su generación.
En su serie, el mayor atractivo es la autenticidad con la que puede acercarse sin posturas fingidas a temas tan disímiles como la sexualidad, la muerte, el suicidio, el ensamblar una nueva familia, fracasar a la hora de vencer miedos propios o incluso el intentar vivir como a uno se le dé la gana. Y esos temas, que en manos de guionistas menos iluminados se convertirían en pretenciosas y acartonadas lecciones de vida, en manos de Thomas se naturalizan, se alternan con otros como la pereza que da madrugar para ir a trabajar o el placer de preparar y degustar un suculento plato de pastas. El valor de Josh como figura de la tele, tiene que ver con que entiende las ventajas inherentes de ese medio para contar una extensa historia en la que sus personajes transitan mil etapas llenas de frustraciones y alegrías. En definitiva, Thomas comprende a la perfección cómo construir personajes fascinantes que terminan siendo muy cercanos para el espectador.
3. Dos mundos unidos
En Please Like Me el personaje de Josh transita a través de dos grupos bien definidos: uno se compone por sus amigos y relaciones amorosas (Claire, Tom, Arnold, etc.), y otro por su fragmentada familia: su madre Rose, divorciada de su padre Alan, que a su vez está casado y tiene una bebé con Mae. Cada uno de esos mundos depende activamente de Josh: Tom siempre le plantea los problemas que tiene con su novia; Alan comparte solo con su hijo la alegría por haber podido formar pareja, mientras que Rose, luego de varios intentos de suicidio, encuentra también en Josh su principal sostén. Se nota que para el protagonista, el nivel de demanda de su entorno es tan exigente que incluso pareciera tener poco tiempo para él mismo (¿será por eso que su novia fue la que tuvo que contarle cuál era su sexualidad?), y por ese motivo la serie pareciera comenzar en un momento bisagra, y es cuando justamente Josh se asume como gay. A partir de allí, su vida da un vuelco notablemente positivo, y no porque pasen cosas buenas alrededor de él, sino porque decide tomarse las cosas de otra forma y empezar a integrar esos universos afectivos que hasta ese momento estaban separados, para que se conviertan en uno solo. Thomas construye una galería de personajes secundarios entrañables, aunque no por eso menos dueños de sus miserias y egoísmos.
4. Posibles filiaciones
Como cualquier grupo de amigos, el de Josh tiene su propio código de ética y comportamiento, y a quien no lo respeta, afuera. En tren de comparaciones, podría decirse que los noventas dieron dos tipos de amigos televisivos: el grupo Seinfeld y el grupo Friends. El primero, se caracterizaba por ser muy hermético, y a lo largo de las nueve temporadas que duró la serie, solo incorporó de manera activa a muy pocos personajes (Puddy y Newman, probablemente), mientras que muchos ajenos a ese núcleo y que pretendían sumarse, salían heridos o incluso muertos (ver el affaire de Susan y los sobres). El grupo Friends, por otra parte, es la antítesis de esa lógica. Ese grupo es abierto, amistoso y siempre recibe con cordialidad (más allá de sus excepciones) a posibles nuevos integrantes. Y Josh Thomas, atento a estos modelos, construyó un grupo de amigos que se quieren mucho más de lo que le gusta aceptar, que no necesita verbalizar sentimientos y que es muy severo a la hora de incorporar nuevos miembros, o sea, Josh siguió el modelo Seinfeldiano (el chiste de las alas con Jenny, la novia de Tom, y lo dolida que queda ella luego de sufrir las risas de Josh y sus amigos, remite perfectamente a esa mecánica).
A lo largo de la historia, el propio Thomas tiene actitudes que lo emparentan a Larry David, y en el cuarto episodio de la segunda temporada (Gang Keow Wan), hay una escena que particularmente se asocia al estilo del cocreador de Seinfeld. En ella, Josh tiene una primera cita con un muchacho que entre otras cosas, le cuenta que le hicieron un masaje Reiki. Josh no puede evitar contenerse, y empieza a insistirle con lo absurdo que es el concepto de una terapia en la que no hay contacto físico ("¿acaso irías a un restaurant para pagar y no comer?"). El muchacho aguanta con paciencia, pero Josh no puede evitar seguir cuestionándolo entre risas, hasta que agotado, el joven se levanta y se va, mientras que Josh se queda para comer un banquete vegetariano que era para dos. Esa escena, la tozuda obsesión del protagonista con la terapia de su compañero, y la casi indiferencia que presenta cuando su cita se levanta y se va, es el mismo espíritu rebelde y casi anti social que tanto caracteriza al humor de Larry David y Jerry Seinfeld. Y por cierto, la cita de Josh en ese episodio se llama Cosmo, el mismo nombre de pila que tiene Kramer.
5. Una serie perfecta
No tiene sentido intentar caratular el género al que pertenece Please Like Me. Muchos dirían que es una especie de dramedy (ese género bastardo que tanto ama la televisión norteamericana, y que juega con elementos del drama y la comedia por igual), pero lo cierto es que esta serie construye una identidad tan única, que rotularla sería no comprenderla, o peor aún, no dejarla ser. Please Like Me es una ficción con un protagonista que no necesita hablar de sexualidad, ni bajar línea de manera grosera ni hacer un panfleto descartable y políticamente correcto, Josh es Josh y su encanto radica en su naturalidad. Esta es una serie que puede jugar con la comedia sin miedo a construir escenas notablemente conmovedoras (atención al funeral/ cumpleaños del sexto capítulo), poniendo al frente del barco a uno de los personajes televisivos más encantadores de los últimos años, que puede divertirse a partir del drama aún relativizando los conflictos de sus amigos y familiares. Cada minuto de esta ficción tiene más personalidad que capítulos enteros de muchas series vecinas, y basta ver cualquier episodio para comprobar eso. Pero el instante que mejor resume conceptualmente a Josh, es cuando dice le da “fiaca” contarles a sus padres que es gay, y esa postura tan relajada y despreocupada, es la mejor actitud que Thomas le regala a sus seguidores a través de Please Like Me, una de las grandes series de los últimos años.
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