Piñón Fijo contó la dura situación que enfrentó antes de la muerte de su madre: “Tuve que tomar la decisión e irme”
A corazón abierto, el animador infantil habló de los desafíos de su extensa carrera y de la dura resolución que debió que tomar con el fin de cumplir con sus compromisos laborales
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Piñón Fijo es uno de los payasos más queridos de la televisión, pero pocos conocen su costado más íntimo. El artista participó del ciclo de entrevistas Caja Negra (Filo News) y contó, entre otras anécdotas de su vida, la dura situación que enfrentó antes de la muerte de su madre.
“Por respeto a los payasos, siempre aclaro que no lo soy”, sostuvo Piñón Fijo para romper el hilo. “En realidad, yo soy una mezcla rara de caradureces”, indicó y dijo que su personaje le sirve para prolongar su niñez en el tiempo. “Me hace sentir niño en mucho más tiempo de lo que la sociedad soporta. Y también me parece que eso contagia a otros”, sostuvo el artista cuyo verdadero nombre es Fabián Alberto Gómez.
En un momento de la entrevista, el conductor del ciclo, Julio Leiva, comenzó a hacerle preguntas a Piñón Fijo y también Fabián, para indagar sobre esta dualidad con la que convive hace más de tres décadas. “El payaso en un punto es felicidad, pero también es esta lagrimita”, sostuvo el periodista haciendo referencia al maquillaje. “Te preguntaba también de lo triste. A Fabían, ¿qué lo puso triste?”, consultó.
“Me han pasado cosas, como a todo ser humano. Imagínate, en 32 años... pero siempre he tenido esa esa ductilidad de transformar las supuestas tristezas en aprendizaje. Y en redoblar la apuesta”, comenzó a responder Fabián y recordó: “Cuando falleció mi mamá, ya venía mal la cosa. Yo me tenía que ir de gira a la Patagonia y el médico me dijo: ‘Mirá, andá de gira porque esto es un período de cosas que puede durar un día o tres años’. Y me pasó que tuve que tomar la decisión e irme”.
El artista aclaró que la anécdota es “media tragicómica” y que siempre fue muy controlador de las personas de su entorno. Ya con la decisión tomada de hacer la gira, arregló con su hermana los pasos a seguir. “Así que la vida me encontró con mi hermana eligiendo un féretro para mi vieja, que todavía estaba viva”, dijo Piñón entre risas. “Y el vendedor: ‘Bueno, este tiene palanca de cambio al piso, este tiene aire acondicionado’. Y en un momento me sacudí ahí y dije: ‘¿Qué estoy haciendo?’”, agregó.
Finalmente, viajó a hacer la gira y ese mismo domingo era el Día de la Madre. “Subí al escenario, hice el show y cuando bajé vi la mirada de mi productor de ese momento y me di cuenta de que había sucedido”. Sorprendido, Leiva repreguntó: “¿En el Día de la Madre?”, a lo que el artista respondió: “Sí, 15 de octubre de 2006. Y volví, al mango volví a Córdoba, enfundado en esa responsabilidad de querer resolver todo. No me terminaba de caer la ficha”.
Cuando llegó a su casa, se encontró con su hija Sol, también artista, quien le preguntó qué iban a hacer con el cuerpo de su abuela. Fabián le explicó que iban a cremarla, pero Solcito Fijo le advirtió que eso no era lo que quería la mujer, sino que había pedido estar con sus hermanos en San Antonio de la Paz. “Recalculando. Salir a buscar féretros, combi para llevar eso, combi para la familia. Y nos fuimos a San Antonio de la Paz, un pueblito muy chiquitito de Catamarca donde nació mi mamá”.
Una vez en el pueblito catamarqueño, Piñón Fijo se encontró con una realidad de novela. “La experiencia fue muy García Márquez porque salimos con el cajón de la iglesia a pata hasta el cementerio, por las calles de tierra. Y vos sabés que pasó una cosa muy hermosa esa vez, dentro de todo lo trágico, porque yo obviamente estaba de Fabián, pero todo el mundo sabía que yo era Piñón. Yo iba con el cajón de mi vieja, venían los chicos. ‘¿Usted es Piñón? ¿Le puedo dar un beso?’ Sí, bueno, y le daba un beso. Y dale que va”, recordó.
El payaso contó que su mamá era la menor de 11 hermanos, la nena mimada, la joyita de unos sirio-libanés muy conservadores, explicó. Y su papá, al principio, no cayó muy bien. “Y viene el morocho este criollo, de traje, hablando en difícil, medio gardeliano, a hacer el filo. Y lo sacaron... entonces, mi papá le escribía cartas a mi mamá y se la mandaba con un señor, con un muchacho de esa época. Le golpeaba la ventanita a mi mamá, le daba una carta. Y así fue la relación amorosa el primer año”, sostuvo. Y precisó: “Ese señor se llama Mundo”.
“Bueno, yo iba ahí, beso por acá, alguien que se acercaba, ‘yo lo veo siempre por la tele’. En un momento ya la cosa estaba medio fastidiosa. Y viene un señor así, grande, morocho, morocho, morocho, muy oscuro de piel. Le digo: ‘Sí, maestro, ¿qué pasa?’ Yo soy Mundo, el que le lleva las cartas de su padre a su madre. El momento fue surrealista, te juro. Después me di vuelta para buscarlo y no estaba más”, relató.
Como si fuera poco, Piñón Fijo reveló que después de un tiempo, en un aniversario del fallecimiento de su madre, le escribió una canción a Mundo, pero desgraciadamente la perdió. “La tengo que recuperar, en algún lado tiene que estar. Era una carta a Mundo, pero con doble sentido. Era ese hombre pero también al mundo. La voy a rescatar”, aseguró.
La entrevista completa:
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