Pierce Brosnan: la era de la madurez
AUSTIN, TEXAS
El bar tiene un aspecto sombrío, dado por una iluminación tenue y la madera oscura como material predominante. Colgado en una de las paredes llama la atención la piel de un animal, detalle decorativo que sería lo más impresionante de todo el ambiente si no fuera porque sobre la barra hay un gran frasco de vidrio con huevos flotando dentro de un extraño líquido de color rojo.
En la sala se toma whisky y se juega al póker; se cultivan amistades y enemistades. A su alrededor, la ambición y los prejuicios hacen correr sangre. Al menos eso sucede en la ficción, ya que este bar no es más que un sofisticado decorado de televisión.
"¡Bienvenidos al saloon de Gilbert!", saluda una inconfundible voz fuerte, con un dejo de acento irlandés modificado por años de vivir en Estados Unidos. Es Pierce Brosnan, exagente 007 al servicio de Su Majestad, con una frondosa barba y bastante más canoso que en sus días como James Bond, pero con los mismos ojos celestes que brillan frente a la cámara y la misma figura elegante. El escenario y el look de Brosnan están en sintonía: el encuentro con LA NACION revista se produce durante el rodaje de The Son, la serie que protagoniza y cuya segunda temporada se podrá ver a partir del sábado próximo, por AMC.
"Creo que Eli me encontró en un buen momento de mi vida –dice Brosnan, sentado en una de las sillas del saloon–. Tengo muchos kilómetros recorridos en mis propios años como hombre, como actor y como padre. Tuve que lidiar con muchos traumas y tragedias en la vida. Es como si Eli y yo tuviésemos una amistad, quiero mucho al personaje y disfruto mucho de interpretarlo. Trabajar en televisión no es algo que estaba en mi radar hasta que hace un tiempo un proyecto se cayó y le dije a mi agente: "Quiero trabajar". Al otro día llegó a mi vida este guion maravilloso. Leí el libro, el cual ya había comprado cuando salió. Hay mucho de este personaje que puedo sacar de mi propia experiencia de vida".
La serie, basada en la novela homónima de Philipp Meyer, cuenta la historia de Eli McCullough, el patriarca de una familia en la Texas de 1917. La primera temporada de la serie divide la trama entre la difícil infancia y adolescencia de Eli y su presente como dueño de un rancho, cuya actividad ganadera está a punto abandonar en pos de la más lucrativa explotación petrolera, situación que lo enfrenta con su hijo Pete. En los nuevos episodios, aparecerá una nueva línea temporal que ahondará en las consecuencias que las acciones de Eli y sus hijos tuvieron en la siguiente generación de la familia McCullough.
"La segunda temporada tiene cierta emoción para mí como padre de cuatro hijos varones –explica Brosnan–. Me identifico muy fuertemente con Eli en ese aspecto. Sé lo que es ser un marginado, sé lo que es ser un inmigrante, sé lo que es ser un sobreviviente. Eli es todas esas cosas. Me gustaría decir que no fue necesario actuar, pero la verdad es que uno tiene que hacer una performance. Como fue un trabajo inesperado usé mucho la intuición y la sensibilidad, fue puramente visceral".
La relación padre-hijo es el centro de la trama de The Son, aunque la serie tiene mucha acción y también plantea diversos tipos de conflictos. Brosnan pudo apelar a su propia experiencia como padre para interpretar ese vínculo en la ficción. "Tener hijos es difícil y muy gratificante –dice el actor–. Hoy es el cumpleaños de mi hijo, Paris Beckett. Un joven muy poderoso. Hay mucho con este aspecto de Eli en lo que me siento cercano. Me encanta su pasión, su corazón y espíritu. Es muy irlandés en ese sentido. Así que voy a esas raíces mías que son irlandesas, la gente que conocí y la que me educó. El costado espiritual de su naturaleza es muy importante para mí".
Brosnan nació en un pueblo de Irlanda el 16 de mayo de 1953. No pudo experimentar el vínculo paternal como hijo porque su padre abandonó el hogar cuando el actor era chico. Solo volvió a verlo una vez, ya de adulto, y apenas compartieron algunas cervezas y una breve charla. A los 11 años, Brosnan se mudó a Londres, a donde su madre había ido en busca de trabajo. Según ha contado, su gran aliada en los años de su infancia, en los que vivió con parientes en una pensión, fue la imaginación alimentada con su amor por los westerns, género que ahora transita en The Son.
Esas fantasías infantiles no incluían el sueño de ser actor. Eso vendría luego. La pasión de Brosnan estaba puesta en el arte plástico y pensó que ese sería su camino. "El arte siempre estuvo en mi vida –cuenta el actor, quien aún sigue pintando–. Terminé el colegio a los 16 o 17 con una carpeta de dibujos y nada más. No tenía ninguna otra habilidad. Conseguí trabajo en un pequeño estudio en el sur de Londres, dibujando líneas rectas, preparando tazas de té y regando las plantas. Después descubrí la actuación".
Tras estudiar en The Oval House y The Drama Center, Brosnan actuó en obras de teatro del West End londinense, incluyendo una producción de Filomena Marturano, de Franco Zeffirelli, y The Red Devil Battery Sign, de Tennessee Williams. Esos trabajos le permitieron ganar experiencia como actor, además de algunas otras habilidades para el espectáculo, entre ellas, tragar fuego. Años más tarde, recicló esa habilidad circense para El show de los Muppets (el video de aquel programa vive en la inmortalidad de YouTube).
En 1982, el actor decidió dar el gran salto y se mudó a Los Ángeles en busca de nuevas oportunidades. Pronto consiguió el papel del investigador privado Remington Steele, en la serie homónima, que gozó de gran popularidad. La elegancia y el sentido del humor con los que Brosnan interpretó el rol lo convirtieron en el candidato ideal para ser el nuevo James Bond, como sucesor de Roger Moore.
Pero fue la misma serie que lo catapultó a la fama la que le impidió aceptar el protagónico de 007: su nombre es peligro. Aunque ya se había tomado las fotos promocionales sosteniendo un arma entre sus manos en la clásica pose Bond, el compromiso con Remington Steele hizo que su participación en el film fuese imposible. Timothy Dalton tomó la posta en esa película y luego pasaron varios años en los que hubo una pausa en la franquicia, debido a conflictos con los derechos.
A principios de los 90, Brosnan fue convocado de nuevo para interpretar a James Bond en GoldenEye. En la película dirigida por Martin Campbell, el actor demostró ser perfecto para el personaje, elegante como Sean Connery y con cierto sentido del humor como Roger Moore. El éxito fue tal que continuó con el papel en tres películas más: El mañana nunca muere; 007, el mundo no basta, y Otro día para morir.
"Amo a todos mis personajes –dice Brosnan–. El solo hecho de ser actor tiene un sentido romántico para mí. Cuando encontré a la actuación, y a todo el mundo de los actores, fue una salvación. Crear arte cinematográfico, crear arte a través de la actuación, es maravilloso. Por supuesto que James Bond se impone sobre todo y tengo una gratitud enorme porque me permitió estar todo este tiempo en frente de la cámara. Pero las películas que hicimos con mi socia productora, Beau St Clair, fueron muy conmovedoras y las llevo en mi corazón debido a ella, porque pudimos hacer cine juntos y tener una amistad de 30 años. El caso Thomas Crowne, The Matador, Las reglas de la seducción... Hicimos diez películas muy buenas. No miro hacia atrás, excepto cuando tengo estas entrevistas; si no, no lo hago. Hago las cosas y sigo adelante. Me guste más, o menos, o no me guste, siempre sigo para adelante. Lo único que tengo es el proceso de actuación. Conseguir un trabajo es siempre el mejor momento. Es la emoción de haberlo conseguido y después: ‘Uy, carajo, ¿ahora cómo hago esto?’. Después, está la alegría de hacerlo, junto con grandes artistas y grandes personas, ya sea en Austin, Berlín, Irlanda, Londres, Cleveland, donde sea. Una vez que dijiste que sí y te comprometiste, estás adentro. Una vez que lo terminaste, por supuesto que deseás que sea bien recibido y tomado en alta estima. Ya no es tuyo, está fuera de tu control. Hasta que tenés que hablar de eso y venderlo".
En esta vida vas a sufrir de una manera u otra, así que mejor que sepas cómo ser feliz en medio de todo eso.
Mientras su carrera iba creciendo, su vida personal se vio ensombrecida por varias pérdidas. Su primera esposa, Cassandra Harris, murió en 1991 de cáncer de ovarios, dejando a Brosnan con el hijo que tuvieron en común, Sean, y los dos hijos del anterior matrimonio de la mujer, Charlotte y Chris, a quien el actor había adoptado tras la muerte de su padre. Charlotte murió en 2013, a los 41 años, a causa de la misma enfermedad que su madre y la que también cobró la vida de Beau St Clair, la socia productora de Brosnan, en 2016.
"Las experiencias difíciles me hicieron mejor hombre y mejor actor –dice Brosnan–. No podría ser de otra manera. En esta vida vas a sufrir de una manera u otra, así que mejor que sepas cómo ser feliz en medio de todo eso. Mejor que sepas cómo devolver lo bueno y cómo arriar las velas y navegar la corriente cuando las cosas se ponen difíciles. Con suerte tenés fe, una buena familia y buenos amigos que te ayuden a sobrevivir".
La suerte de Brosnan, según él mismo expresó públicamente incontables veces, fue encontrar a Keely Shaye Smith, su actual esposa. La exmodelo, protagonista del video Stuck With You, de Huey Lewis and the News, trabajaba de periodista para la televisión cuando fue a una playa mexicana a entrevistar a Ted Danson y se cruzó con Brosnan. Aquel encuentro en 1994 marcó el comienzo de una relación que se confirmó con su casamiento en 2001, en un castillo en Irlanda, y continúa hasta hoy. La pareja tiene dos hijos que llevan nombres de escritores: Dylan Thomas y Paris Beckett.
Regreso a la TV
Interpretar a James Bond le permitió a Brosnan construir una prolífica carrera en cine, explotando tanto su faceta de seductor como de héroe de acción. Tuvo papeles de galán en películas como Papá por siempre, El espejo tiene dos caras, No sé cómo lo hace, Love Punch y Mamma Mia. El musical con canciones de ABBA puso a prueba su capacidad como cantante, pero, a pesar de las críticas, el actor se animó a volver a hacerlo en la secuela. Su voz tuvo más éxito como protagonista de un episodio de Los Simpson, en el que la familia amarilla vive en una casa inteligente, cuya computadora se enamora de Marge e intenta asesinar a Homero, en una clara parodia a Hal 9000 de 2001: Odisea del espacio.
Brosnan también actuó en una gran cantidad de films dramáticos y de acción, entre los que se destacan las notables El escritor oculto, de Roman Polanski, y El sastre de Panamá, de John Boorman. A pesar de estar viviendo la edad dorada de las series, su regreso a la televisión no se concretó hasta que llegó a sus manos la propuesta de The Son.
"Uno tiene que ir a donde está el trabajo y los mejores trabajos ahora están en la televisión. El mundo del cine siempre fue difícil, pero ahora es aún más complicado porque la inmediatez de la narración es muy potente en la televisión. La gente no quiere ir al cine y las salas están cerrando. Al final, solo van a quedar las películas-evento, y eso es todo. Voy donde está el trabajo, siempre lo hice. A veces podés elegir y otras no. Cuando no podés hacerlo, es complicado porque… –hace una pausa con una carcajada llena de ironía– el trabajo atrae más trabajo, esa es mi filosofía. Así que a veces tenés que correr riesgos con un material dudoso, que te gusta solo un poco, pero seguís la corriente. Es como un juego de dados. Complicado, peligroso".
Pierce no se considera fanático de la televisión en particular, pero sí de la ficción en forma general, ya que para él ahí radica el interés del público. Disfruta de interpretar un personaje en la pantalla chica, pero admite que no le interesa demasiado como espectador. "Solo miro algunas cosas, House of Cards, Game of Thrones. Leo sobre la TV y escucho sobre ella. ¡Hay tanto ruido alrededor de la televisión! Pero, ¿sentarme y entregarme a una serie? Prefiero quedarme seis horas en mi estudio frente a un lienzo intentando pintar algo".
Si no le interesa demasiado ver cualquier otra serie, lo que definitivamente rechaza es dedicar tiempo a verse a sí mismo en la pantalla. "Solo vi los dos primeros episodios de The Son –confiesa–. Me prometí que iba a ver el resto, pero todavía no lo hice. No por ninguna razón en especial; es difícil verse a uno mismo. Tenés que hacerlo, pero es pura agonía. Con un película, la ves en el estreno y ya está. Pero con esto, tengo los discos listos para verlos y digo: ‘Hoy mejor no’. Llegó y se fue el verano. Cuando me quise dar cuenta, ya estábamos filmando la segunda temporada. Se me ocurrió que lo podía dejar ahí y que quede en mi imaginación".
El discurso de Brosnan sobre su profesión parece apuntar a desmitificarla. Así como rechaza mirarse en la pantalla, también desestima la noción de que la actuación sea algo misterioso. Esto, por supuesto, no quiere decir que no le resulte un desafío.
"Hay días que son muy difíciles porque la televisión se come todo, así que tenés que entender cómo hacerlo –continúa–. Pero tenés que concentrarte en lo que está escrito. De eso se trata ser actor. Si realmente te importa, querés ser bueno y querés avanzar, te vas a chocar contra todas las fragilidades de tu psiquis. Tenés que tranquilizarte, mirar el guion, mantenerlo simple. Tenés que hacerte las preguntas básicas de la actuación: ‘¿Qué pasaría si?’; ‘¿quién soy?’; ‘¿dónde estoy?; ‘¿qué es lo que quiero?’. Se trata de volver a las cuestiones básicas del oficio. Llegás a escenas que son muy elaboradas y tienen muchas capas de sentido y lo hacés bien; después tenés una escena chiquita, de transición, y te embrollás. Cada día es un desafío".
Dentro de esos desafíos para el actor, uno de los mayores en su trabajo en The Son es no saber hacia dónde va la historia, una característica propia de las series de televisión, a diferencia de las películas o las obras de teatro cuyas tramas, en general, ya están terminadas cuando los actores empiezan a trabajar en ellas.
"Cada semana hay un nuevo capítulo de la vida de este hombre que tenés que seguir –dice Brosnan–. Se van construyendo a partir del anterior y se vuelve acumulativo. Tenés que volver a la génesis de quién es, cuáles son sus intenciones en la vida y qué es lo que quiere. Y eso siempre es la familia. Para cuando el público conoce a este hombre, ya perdió tres familias, así que tiene un estado mental y del corazón bastante corrosivo. Sin embargo, es un buen hombre que hace cosas malas, pero todo es por el bienestar de su familia".
Además de las experiencias de vida que contribuyeron a que Brosnan comprendiera la psicología de Eli, el actor también contó con algunas habilidades prácticas que lo ayudaron en la composición del personaje. "Sabía montar a caballo y algo sobre armas –cuenta–. El resto es solo fingir que sabés lo que estás haciendo. Montar a caballo siempre es difícil. Pero hubo una época en la que viví en Malibú, en las montañas, y tenía algunos caballos que solía montar. La televisión es rápida así que tenés que llegar muy bien preparado. Va como un tren de carga. Por suerte en la línea narrativa ahora llegamos a la edad de los motores, y ando en auto. A Philipp Meyer, el autor del libro, le encantan las armas y le dio a Eli todas las últimas armas que este hombre hubiera tenido. Es un hombre moderno, adelantado a su época. Es un buen look: buen sombrero, buen caballo, un arma que se vea bien, dejarse crecer la barba y ¡a correr!".
El trabajo en conjunto con el elenco de The Son, durante varios meses en cada una de las temporadas, le trajo al actor gratos recuerdos de sus comienzos en el teatro, al que ya no cree que vaya a volver.
"Trabajar con este elenco fue lo más parecido que pude tener a una experiencia teatral. Sueño con volver a los escenarios, pero creo que no tengo el coraje para hacerlo. Tengo una noción romántica de volver a los escenarios, pero ¿realmente quiero hacerlo? Es necesario quererlo de verdad y tener el puro coraje de actuar durante dos horas, subir ahí y que el escenario sea todo tuyo. En una serie como esta tenés escenas de cuatro minutos, eso es estimulante. Amo lo que hago, estoy haciendo lo que siempre quise: estar frente a la cámara, hacer películas y hacer algo que tenga algún atractivo duradero y que quede en un estantería por una buena cantidad de años para ser vuelto a ver".
Tal vez el teatro esté fuera de los planes de Brosnan, pero el cine se mantiene ahí. "Después de esto voy a hacer una película que estuvo en marcha, patas para arriba, sobre la mesa, abajo de la mesa, pero finalmente estamos de vuelta en carrera –cuenta lleno de entusiasmo–. Con Martin Campbell vamos a hacer una película en Venecia (Across the River and Into the Trees). Eso es todo lo que sé. Si alguien me acerca una propuesta buenísima para televisión, claro que lo haría de nuevo. No podés decir que no vas a hacer televisión porque esos días se terminaron. Como actor tenés que trabajar, es así de simple".
Buscando siempre el próximo proyecto, Brosnan fue construyendo una carrera que ya tiene casi 30 años. El actor parece entender los cambios en su profesión y adaptarse a ellos. Como le gusta repetir, siempre mira hacia adelante y tiene esperanzas para lo que se viene, no solo para él, sino para toda la industria del entretenimiento, en un momento en el que se empiezan a escuchar nuevas voces en Hollywood que ya no aceptan mantenerse en silencio, gracias a movimientos como Me Too y Time’s Up. "Todos tienen su voz en estos días. Se acabó el tiempo para algunos y se tendría que terminar también para otros. Buena suerte para todos nosotros. Tenemos que estar todos juntos en esto, respetarnos, contagiarnos gracia y pasión para nuestras vidas. Hay que abandonar el odio y encontrar la mejor gente y trabajar. El trabajo trae más trabajo y, espero, el amor trae más amor", concluye, con la tranquilidad reflexiva de alguien que está ensayando una filosofía de bar. Aunque el bar sea un decorado.
Estreno
La segunda temporada de la serie The Son se podrá ver a partir del sábado próximo, a las 13, por AMC. Los primeros tres episodios se emitirán juntos, como en una maratón, al sábado siguiente otros tres, y luego de a dos hasta terminar la temporada. FOTOS: AMC y AP
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