Piel de Lava y El Pampero Cine: el vínculo entre dos potentes maquinarias de ficción
Retrospectiva de un grupo icónico fundado por cuatro actrices que, a la vez, protagonizan La flor, la película de Mariano Llinás que demandó 3500 días de filmación
La retrospectiva actual de Piel de Lava, esa banda de mujeres actrices, directoras, dramaturgas y productoras que integran Valeria Correa, Elisa Carricajo, Pilar Gamboa y Laura Paredes, tiene algo de desbocado, de grandilocuente, de viaje en los tiempos. La nueva película de El Pampero Cine, La flor, podría definirse por similares parámetros tan -casi- épicos como endebles en su artesanato. El Pampero lo comandan Mariano Llinás, Laura Citarella, Agustín Mendilaharzu y Alejo Moguilansky. La flor la dirige Llinás, el de Historias extraordinarias y Balnearios. La protagonizan las cuatros actrices de Piel de Lava.
Esta especie de díptico tan teatral como cinematográfico, y viceversa, actualmente se despliega de esta forma: Piel de Lava está presentando en el Teatro Sarmiento sus cuatro obras (Colores verdaderos, Tren y Museo, y una revisita de Neblina que tiene algo de una lúcida conferencia performática). Simultáneamente, El Pampero estrenará mañana La flor, esa maratón de 14 horas en tres partes y seis episodios que se presentará en el marco del Bafici, el festival que cumple 20 años.
"Esto es casi la unión o el casamiento entre dos tradiciones. La del cine independiente que yo defiendo desde siempre y la del teatro independiente. Como si fuera la unión de dos formas de entusiasmo", dijo Llinás cuando, en caravana, se mandaron hasta Trenque Lauquen para estrenar allí la primera parte del film en plan onda viaje de egresados, gesto patrio o manifiesto contra toda fórmula de lo comercial.
El tiempo, la paciencia
El proceso de esta película filmada durante 9 años, o la serie de películas filmadas durante ese lapso, podrá entenderse como una reflexión sobre el paso del tiempo. Ese aspecto atraviesa a la retrospectiva de Piel de Lava, que culminará con el estreno de una nueva obra que llamarán Petróleo. "La actuación es el cuerpo y, de alguna manera, la retrospectiva es volver a lo que hacías sabiendo que no hay manera de volver a ser aquella", reconocía, hace unas semanas, Carricajo sobre las cuatro obras en el Sarmiento, sobre cómo es habitar aquellos cuerpos ahora que son otros. Hay que admitir que, como espectador de la retrospectiva, esa sensación se cuela inexorablemente.
Pilar Gamboa, una de las topadoras de Piel de Lava, escribió en su muro: "Hoy estrenamos nuestra retrospectiva. Son muchas cosas a la vez. Hoy se festeja el paso del tiempo que a veces tanta mala prensa tiene. Me emociona fuertemente haber crecido junto a ellas y me enorgullece derribar ese mito ramplón que dice que ?las mujeres son conflictivas, que no pueden permanecer en el tiempo'. ¡Tomá, mito!" Cuando apenas superaban los 20 años se referían al grupo en masculino. En la visita que hacen de Neblina se ríen de eso con la misma sonrisa expansiva que se las ve a las cuatro con sus pañuelos verdes firmando a favor del aborto legal, seguro y gratuito.
La génesis, las fusiones
Pilar y Elisa se conocieron en un taller de Alejandro Catalán. Ahí fue tomando forma Colores verdaderos, la primera obra de Piel de Lava. Mientras tanto, y antes y después, se cruzaban en talleres y obras de Spregelburd y Daulte (Acassuso, Bizarra, Proyecto vestuarios). El segundo espectáculo se llamó Neblina, esa fiesta pop que dirigió Héctor Díaz. Fue él quien le propuso a Llinás hacer una versión cinematográfica de la obra. Llinás quedó fascinada con esas "armas letales de ficción" y se reunieron varias veces. En ese tránsito, unos y otros se dieron cuenta de que la pasaban bien, muy bien. Así fue que le propuso a las "chicas" ser las protagonistas de una película que ni tenía fecha de estreno ni subsidios ni nada de esas cuestiones.
Ninguna había hecho cine. Lo aprendieron haciendo La flor. En plan de permanente cruce de lenguajes, Llinás y Mendilaharzu hicieron el trabajo audiovisual de Tren, la tercera obra de Piel en la que se sumó al grupo Laura Fernández. La cuarta obra se llamó Museo. En ese espectáculo se preguntan: "Si una de nosotras faltara, ¿el grupo seguiría existiendo?"
Esa pregunta se la formulaban cuando cumplieron 10 años de trabajo en conjunto. Luego vino la publicación de un libro con las cuatros obras que contó con prólogo de Spregelburd. "El sistema de trabajo de Piel de Lava no sabe de productos ni de urgencias ni de especulaciones estilísticas", escribió el director y dramaturgo. Durante todos estos años esta banda de teatro produjo un hecho tan singular como potente como alguna vez sintetizó Gambas al Ajillo, las cuatro indepilables del Parakultural. En ese otro colectivo de mujeres arrasadoras estaba Verónica Llinás, hermana de Mariano y codirectora de La mujer de los perros, una de las 12 películas generadas por la factoría Pampero.
Piel de Lava nació el 16 de diciembre de 2003 en la que era la casa de Elisa, que estaba en Gorriti y Serrano. Esa noche comieron un potente guiso mientras, afuera, hacía unos 30°C. La flor comenzó a gestarse el 5 de septiembre de 2009 en lo que era la casa de Agustín Mendilaharzu. Estaba él, Mariano Llinás, Laura Citarella y las cuatro actrices de Piel de Lava. La última escena, unas placas, se filmó el viernes pasado en un aula de la FUC. Entre aquel sábado inaugural y el último pasaron 3500 días (sí, leyó bien, número tan redondo como si respondiera a un preciso cálculo). En todos estos años de La flor nacieron Lucía, Pedro, Lucero, Bruno y Cleo (todos hijos de ambos cuartetos). Se fueron Hugo Santiago, leyenda del cine argentino que formó parte de algunas jornadas de rodaje, y Oscar "Cata" Mauregui, a quien está dedicada la segunda parte del film.
El viernes pasado, cuando Mendilaharzu e Ingrid Pokropek filmaron esas placas que vinieron a cerrar la larga aventura de esta filmación, las mujeres de Piel de Lava iniciaban su retrospectiva. La patota de Pampero estuvo ahí. Mañana, cuando se estrene La flor, Valeria, Elisa, Pilar y Laura estarán rockeando teatro en el Sarmiento en esa fiesta desbocada de sensaciones que es la potente retrospectiva.
Entonces: una lava, un viento pampero, una flor y una gran maquinaria de ficción que despliega sus múltiples formas en un cosmos habitado por dos potentes colectivos de artistas.
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