Perturbadora intimidad transmitida por la Red
Jueves, 23 horas. Dan sala. En el escenario, el espacio está dominado por un pasillo de un típico departamento. Al fondo, un dormitorio. A los costados, algunas puertas. Adelante, un living y una cocina. En el dormitorio está el bailarín y coreógrafo Iván Haidar. Solo. Solo y habitando un espacio por el cual circula en el cotidiano desde hace dos años. Mañana, como vence el contrato, dejará de habitarlo hasta dar con otro lugar en el mundo. Durante 30 minutos, y con una base sonora de inquietantes pliegues y dispositivos lumínicos caseros, su cuerpo deviene en fantasma, en sombras, en animal, en densidades e intensidades de una fuerza poética inquietante. El espacio escénico es su departamento en La Plata. El público accede a él desde su computadora. La perfomance se transmite en vivo desde su página www.lugarpropio.com.ar. Una experiencia similar tuvo lugar el año pasado. A la ciudad de las diagonales llegó público de todos lados. Fueron 4 funciones presenciadas por 1200 espectadores. O sea, una sala Martín Coronado, la central del Teatro San Martín; a pleno.
Lugar propio termina con el performer caminando hacia la cámara fija. Primer plano. Pura mirada. Pura conexión con el que está del otro lado, en su casa, en la intimidad. Puro lugar. Puro aquí y ahora. De la experiencia no quedará nada colgado en la Red. Iván Haider respeta (y radicaliza) la lógica de lo efímero de las artes escénicas en un trabajo con una matriz conceptual de enorme solidez interna. Desde mañana habitará una nueva morada. Habrá que esperar hasta el momento en que, nuevamente, abra la puerta de su casa y nos deje entrar en otro de sus trabajos de perturbadora intimidad.
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