Personal Fest 2016: la noche en que Andrés Calamaro selló un círculo con su pasado
El show de "El Salmón" incluyó un homenaje a Los Abuelos de la Nada, la banda que lo cobijó en los ochenta
La primera jornada de la edición 2016 del Personal Fest será recordada como la noche en la que Andrés Calamaro selló un círculo completo con su propio pasado. Después de una primera hora de hits tamaño estadio y versiones electrificadas de su cancionero más rockero, El Salmón invitó al escenario a Cachorro López, Gustavo Bazterrica y Daniel Melingo para hacer juntos un homenaje a Los Abuelos de la Nada, la banda que los cobijó a los cuatro en los ochenta. Con sus ex compañeros incorporados a su banda estable, Calamaro y sus invitados primero timonearon una versión bailable y juguetona de “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí” con imágenes de Miguel Abuelo en la pantalla de fondo. Casi en continuado, “Costumbres argentinas” fue una descarga emocional que tuvo escales en “Oye cómo va” de Tito Puente (con un gran solo a cargo de Bazterrica) y “My Sweet Lord” de George Harrison. Terminados ambos temas y con un abrazo sincero como despedida, la reunión esporádica de Abuelos fue un hecho tan cierto como inesperado.
Antes, Calamaro demostró por enésima vez cuán bien le sientan los conciertos masivos al aire libre. Sostenido por el tándem que forman las guitarras de Baltasar Comotto y Julián Kanevsky, hizo gala del costado más rockero de su repertorio desde un comienzo, con una intensa lectura de “Alta suciedad” y una “El día de la mujer mundial” espesa y a medio tiempo que desembocó un “Stairway to Heaven”. Como para mostrar su otra faceta (quizás la más prolífica), “Crímenes perfectos” y “Cuando no estás” fueron dos estocadas certeras del Andrés baladista, ese que compone canciones con estribillos XXL. Poco después, “Rehenes” y “Algún lugar encontraré” ayudaron a completar el cuadro con otra arista más: el Andrés del cancionero todoterreno.
El show de Calamaro en GEBA rompió además con la dinámica de la gira que lo tiene recorriendo el continente en formato acústico y reducido para presentar Romaphonic Sessions. La prueba más fehaciente de esta antinomia fue evidente en el segmento que unió “Siete segundos” con “El día que me quieras”. Lejos de la lectura despojada, el hit interno de Los Rodríguez fue una pequeña pieza de alt country con el slide de Kanevsky como eje; el tango de Gardel y Le Pera sonó como una pieza de easy listening bien formulada con el tecladista Germán Wiedemer como protagonista y partícipe necesario.
Después del pico emotivo de “Carnaval de Brasil” y su cita a “Walk on the Wild Side” de Lou Reed, Calamaro volvió a dejar bien alta la vara de la intensidad. De un lado, “Output Input” y “El salmón” fueron la enésima prueba de la solidez de su comentario. Del otro, el confesionario a cielo abierto de “Estadio Azteca” y “Paloma”, y en medio de todo la tranquilidad de haber podido atestiguar el cultivo de una actitud bajo personal por parte de Calamaro. Con escasas intervenciones entre un tema y otro, por una noche Andrés dejó que el repertorio fuese quien hablase al público. Vaya si lo logró.
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