Personal Fest 2016: El jazz irreverente y lúdico de Jamie Cullum
El carismático cantante, pianista y compositor británico cautivó al público con su energía contagiosa y su reconocido perfil crossover
Sumado a último momento al line up del Personal Fest 2016, Jamie Cullum le otorgó el toque cool a un evento dominado mayormente por el pop, el rock, el hip hop y la música electrónica en sus más amplias y diversas variantes. Sin embargo, desde su reconocido perfil crossover, su presencia no sólo no desentonó para nada con el contexto festivalero sino que, además, le sumó brillo y calidad.
A diez años de su primera visita al país, el carismático cantante, pianista y compositor británico evidenció que aún conserva ciertos rasgos adolescentes amén de una notable evolución como intérprete e instrumentista. Partiendo desde sus inocultables raíces jazzeras, y aprovechándose al máximo de la libertad que otorga la improvisación tan propia del género, Cullum rompe todas las reglas y juega como un niño fusionándolas con el pop, el rock, el funk y el hip hop con una irreverencia, una desfachatez y una falta de prejuicios por demás notable.
Así sean temas propios (“The same things”, “When I get famous”, la irresistible balada “All at sea”), standards de jazz o alguno de sus muchos covers (aquí sonaron “Don’t stop the music”, de Rihanna, y el clásico de Radiohead “High and dry”, entre otros), Jamie les otorga a todos y cada uno de ellos una impronta tan única y personal procesándolos, reinventándolos y devolviéndoselos al público como composiciones totalmente nuevas.
Secundado por un prolijo y versátil cuarteto de neto corte jazzero (contrabajo, batería, teclados, guitarra y eventuales vientos), que con su groove y sus pasajes instrumentales de alto vuelo por momentos pareció trasladar a la multitud a un pequeño club de Nueva Orleans, Cullum se mostró como un experimentado, ágil y estupendo pianista, un correcto cantante y un fervoroso showman, parándose arriba de su piano de cola, utilizándolo como instrumento de percusión en los momentos más rítmicos, grabando al público con su teléfono celular y generando un constante ida y vuelta a partir de una energía y una vitalidad contagiosas.
Demasiado rockero quizás para los puristas del jazz y probablemente un tanto atildado para los amantes del rock, lo cierto es que, con su mirada fresca y contemporánea, esta especie de rara avis musical logró, sin proponérselo, despertar en audiencias bien jóvenes el interés por un estilo tradicional, cautivador y que, como todo lo clásico, jamás pasa de moda. Eso fue, ni más ni menos, lo que se vivió en la fresca noche de GEBA.
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