Yanina Zilli, la vedette que tuvo romances con Luis Miguel y Maradona y escondió a Martín Palermo en el baúl de un auto
Soñaba con ser actriz pero su figura exuberante la llevó por el camino de las plumas; alejada del medio desde hace más de diez años, vive en Mar del Plata y no descarta volver a la televisión o al teatro
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Fue una de las vedettes más populares de los 90, una verdadera sex symbol que trabajó con muchos capocómicos, tuvo romances súper comentados y se subió a los escenarios más emblemáticos del teatro de revista de nuestro país.
Sin embargo, todo eso parece haber sido en otra vida, ya que Yanina Zilli se alejó del medio cuando fue mamá de Ornella (20) y de Santino (14), sin cumplir su sueño por completo. “Lo que yo más quería era ser actriz, no me interesaban las plumas pero tenía un cuerpazo y mi carrera fue para ese lado”, se sincera hoy en charla con LA NACION.
Hace casi diez años que la exvedette vive en Mar del Plata, donde tiene una franquicia de Regina Cosméticos y viaja seguido a Miami porque allí se mudó su hija, hace un año y medio. “En abril viajo con mi hijo para verla y, quizá, comprar un departamentito o poner algún negocio. Estoy buscando, justamente. Cambié a Santino de colegio, para que podamos ir y venir”, cuenta Zilli.
Durante la charla, rememora su mudanza a Buenos Aires desde su Arequito natal, habla de sus inicios, revela sus sueños y da detalles de sus romances con Luis Miguel, Diego Maradona, Martín Palermo y Ricardo Bochini. “Disfruté intensamente cada etapa de mi vida. Fui mamá recién a los 36 años y ahora cuando me dicen que tengo que tener un novio, porque estoy soltera, les contesto que tengo crédito en mi vida porque estuve con quien quise cuando fui joven y me di todos los gustos. Y desde que soy mamá voy con mis hijos a todos lados. Todos son momentos, todo se acomoda”, asegura.
-¿Te mudaste de Arequito a Buenos Aires para ser actriz?
-Era un sueño pero no lo tenía claro, en ese momento. Hice la primaria en un colegio de monjas y la secundaria en Casilda (Santa Fe), también en un colegio de monjas y medio pupila porque quedaba a 30 kilómetros de Arequito (Santa Fe) y volvía a casa los fines de semana. Me la pasaba rezando, las monjas se habrán descompuesto cuando, años después, me vieron en tanga en la tele. Después me fui a Rosario, estudié Derecho y me fue súper bien pero me estresaba demasiado porque soy muy perfeccionista. Abandoné cuando me faltaban dos años e hice Educación Física pero también dejé cuatro meses antes de recibirme para venir a Buenos Aires con una amiga. Durante un tiempo vivimos en San Telmo. Mi papá estaba muy bien, era acopiador de cereales, tenia estación de servicio, camiones, pero un socio lo estafó así que de ser los millonarios del pueblo pasamos a no tener nada. La vida da muchas vueltas y pasé por todas. Siempre quise ser actriz, de chica me hacía un rodete, me ponía anteojos, me miraba al espejo y soñaba con ser famosa. Ese era mi sueño, ser actriz.
-Pero fuiste vedette…
-El cuerpo me daba para eso y aproveché. Un amigo me dijo que fuera a Telefe, que conocía a un productor y me mandé; estaban haciendo Brigada cola, me dio un papelito, un bolo. Después fui a ver a otro productor y enganché bolos en Los Benvenutto pero con eso no subsistía en Buenos Aires porque tenía que pagar el alquiler, comer. Entonces, con Mónica Ayos, Fabiola Alonso y algunas chicas más, hacíamos mucha plata con los bikini-open en los boliches y con eso vivía. Después tuve una oportunidad en Canal 9, con las Jau Match, que salían en ropa interior. Primero dije que no, pensando en que mi familia se moría si me veían así en televisión. Y mira como terminé, en tanga en el escenario. Tenía un cuerpazo y me llamaban para eso. Yo disfrutaba de las revistas lo que hacía justamente en los sketchs, porque no me gustaban los musicales ni las plumas ni nada de eso. Un día me encontré con Alberto Migré y le conté que quería ser actriz pero que cuando me contrataban siempre había una excusa para sacarme la ropa. Me respondió que me hiciera conocida por donde me llevara la vida y que después diera vuelta la carrera. Y nunca pude hacer eso, en definitiva.
-¿Por eso abandonaste?
-No sé por qué tomé esa decisión… Creo que porque estaba cansada de la situación que estaba viviendo. Con Ornella estuve sola porque su papá vivía en Paraná y no le daba para mantenernos tampoco. Y después me puse en pareja con el padre de Santino y era muy celoso, no me apoya en la carrera. Creo que tampoco era feliz haciendo lo que hacía. Un día, sobre un escenario, me pregunté qué hacía ahí con las plumas, no estaba contenta. Sentía que el mostrar el cuerpo había tenido su etapa, que había disfrutado pero ya estaba. No podía dar vuelta eso porque seguía siendo una bomba.
-¿Entonces te pesó ser una bomba?
-No me pesó porque, mirando hacia atrás, solo tengo buenos recuerdos. Fue una etapa maravillosa, fui plenamente feliz, rodeada de gente linda, los medios me trataron amorosamente pero esa etapa se terminó cuando fui mamá. A lo mejor de grande tengo una oportunidad de trabajar como actriz.
-¿Volverías al medio?
-Sí, claro. Nunca se sabe, hay que ser flexibles en la vida. Siempre estoy dispuesta a subirme a un escenario porque soy artista.
-¿Cuál fue tu primera oportunidad de trabajo?
-Con Mario Sapag en ATC, y en teatro con Hugo Sofovich, haciendo Más pinas que las gallutas. Hice Rompeportones, Los hermanos Pérez Conde y creo que fue en Atorrantes, con el Pato Galván, que la gente empezó a asociar mi cola con mi nombre. Hice muchas obras de teatro, casi todas de Hugo Sofovich, y muchas temporadas con Jorge Corona.
-Era una época en que todo se naturalizaba, ¿sufriste acosos?
-Nunca fui Gatúbela ni hablaba de forma sensual. Nací en un pueblo y la gente tenía conmigo una relación más de amiga. Una sola vez viví una situación espantosa con un productor de Canal 13. Yo había ido a hacer un casting para un programa de Jorge Guinzburg. Me dieron una malla para probarme y este productor entró al camarín y se me tiró encima. Lo saqué corriendo, le pregunté si se había mirado al espejo y si pensaba que una bomba como yo le iba a dar bola a él, por un trabajo. Fue una situación espantosa y terminé mandándolo al psicólogo. No tuve otras situaciones feas.
-Cuando nació Santino ya no estabas trabajando…
-No. Cuando nació Santino casi me muero porque se me desgarró el útero y estuve tres días en coma farmacológico. No me morí porque no era mi momento. Por eso a partir de ahí hice un quiebre muy grande en mi vida, porque volví a nacer y tengo 14 años, como mi hijo. El médico me dijo que me había salvado porque tengo un corazón fuerte.
-¿Qué hiciste en los últimos 14 años?
-Me mudé a Mar del Plata porque no me gustaba la inseguridad que se vivía en Buenos Aires. Abrí otros tres negocios que no prosperaron pero el de Regina Cosméticos funciona muy bien.
-Tuviste varias parejas, ¿podés compartir algunas anécdotas?
-Tuve muchas historias de amor, por eso siempre digo que tengo crédito. Ahora no estoy con nadie pero ya voy a volver a estar, porque me gustaría encontrar un compañero, alguien con quien compartir la vida con amorosidad y respeto. Tuve una noche de amor con Luis Miguel, un touch and go. En ese momento no era tan conocida. Silvia Pérez me invitó a ir a un cóctel en un hotel, fuimos y cuando entré Luis Miguel se tiró al suelo, como alabando mi cola. Me quedé un rato, porque tenía que grabar, y cuando agarré la cartera para irme, vino su representante para decirme que Luis Miguel quería charlar un rato conmigo. Y tuve una noche de amor con él. Se notaba que no tenía calle, era muy para adentro, un amor de persona pero no era mi tipo. Tuve una relación con Martín Palermo y todos hablaban sobre un día lo saqué de mi casa en el baúl de un auto.
-¿No es una leyenda urbana entonces?
-No, fue real. Y lo hice por cuidarlo, porque como estaba en su mejor momento, iban a decir cualquier cosa. Si un jugador salía con una actriz, era cool y si salía con una vedette, era un desastre, enseguida decían que andaba de joda. Él se había separado, me lo presentó Miguel Del Sel mientras hacíamos Rompeportones y vino a Mar del Plata. Un día estaba por ir al teatro, la prensa estaba abajo esperándonos para hacer una foto, entonces le dije que se escondiera en el auto. En realidad se escondió debajo de los asientos de atrás de la camioneta, no en el baúl. Y así fue, salimos y nadie lo vio. Salí de la cochera del departamento que alquilaba y después no sé qué pasó, habremos ido al teatro. Estuvimos todo el verano juntos, nos volvimos a ver en Buenos Aires pero después me fui a Miami. También tuve una historia con Maradona.
-¿Con Maradona tuviste una historia larga?
-Fue una historia durante un tiempo pero que tuvo más que ver con algo emocional, de charla, de conexión, de contención. Yo tendría unos 30 años y él estaba en un momento intenso. Conversábamos mucho, me hablaba de sus hijas, me decía que las amaba, que Dalma lo tenía cortito. Lindos recuerdos. Me llamaba (Guillermo) Coppola y me decía que Diego quería hablar conmigo, que le hacía bien. Lo recuerdo con mucha ternura, un tipo necesitado de contención. Cuando Diego se murió yo estaba en Miami y a los dos o tres días, soñé que él se agarraba del tobillo, y me decía que le dolía. Después me enteré que tenía los tobillos muy hinchados, que le dolían. Y sin saber mira lo que soñé. Me decía también que extrañaba a su mamá. Con quien tuve una historia larga fue con [Ricardo] Bochini.
-¿Cómo fue esa relación con Bochini?
-Tuve una relación de años con el Bocha. Lo conocí por Hugo Saggioratto que jugaba en Independiente y un día aparecieron en Arequito. En ese entonces no era famosa, ni siquiera vivía en Buenos Aires sino en Rosario. Fue una de las mejores personas que conocí en mi vida, un tipo excepcional. Cuando falleció mi papá yo estaba en México, no me podían ubicar y él movió cielo y tierra hasta que lo logró.
-¿Qué hacías en México?
-Había conocido a Emilio Azcarraga hijo [principal heredero de Televisa] en Buenos Aires, tuvimos onda, me invitó a México, con la posibilidad de trabajar en su canal. En ese momento no me conocía nadie, apenas hacía algún bolo en televisión. Viajé, me atendieron como una reina, comenzaron a hacerme la visa de trabajo y me fui un fin de semana a Cancún a pasear, y no les avisé a mis padres porque era apenas tres días. Y falleció mi papá y no pudieron encontrarme. Entonces el Bocha empezó a llamar a todo el mundo hasta que me encontró, pude viajar y llegué al velorio. Ya no volví a México, empecé a trabajar en Argentina y no paré más.
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