Yanina y Diego Latorre: un primer ninguneo, una noche de bodas que terminó en el hospital, infidelidades y una historia de amor de 30 años
Ella no aceptó salir con él, pero el futbolista insistió y terminó convenciéndola de mudarse con él a España; se casaron, tuvieron hijos, superaron algunas crisis y, tres décadas después, permanecen juntos
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Se conocieron en los últimos meses de 1993 y ella lo plantó en la primera cita. Sin embargo, Diego Latorre se anotó un punto cuando llamó a Yanina Arruza el último día del año para saludarla y desearle un buen 1994. Empezaron una relación a distancia y volvieron a verse al año siguiente. Se casaron, tuvieron dos hijos, fueron felices, superaron crisis e infidelidades y hoy siguen juntos, después de 30 años.
La primera vez que se vieron fue en un solárium. Diego ya era una estrella del fútbol que jugaba en el Club Deportivo Tenerife, en España, y aprovechó las vacaciones para visitar a su familia y amigos en la Argentina. Fue entonces cuando conoció al amor de su vida, al verla entrar a Yanina junto a su hermana Maite. Sin perder el tiempo les sacó charla y recordó ese momento en algunas entrevistas: “Maite era más espectacular mientras que Yanina era linda, flaca y muy tímida. Por eso le pedí a Maite que me presentara a su hermana”.
En esa primera charla, él se enteró que Yanina estaba a punto de cortar la relación con su novio de entonces. Diego la invitó a salir, pero cuando llegó el día ella se excusó diciendo que se le había muerto un familiar. Hubo otras invitaciones que Yanina rechazó sistemáticamente. Él volvió a España sin concretar un encuentro y el 31 de diciembre de 1993 la llamó para desearle un feliz comienzo de año. “Decidí jugarme la última ficha”, contó en una entrevista. Le fue bien porque ella se desarmó con ese gesto. “Se re emocionó porque me había acordado. Estuve atento, detallista, algo que ahora no”, reconoció en Pampita Online, hace unos años. A partir de ese momento empezaron a hablar casi a diario. “¡Me vino una cuenta de teléfono horrorosa!”, decía Latorre.
Volvieron a verse cuando Diego volvió a viajar, casi un año después de la primera vez. “Yanina tenía miedo porque una cosa es ser amigos por teléfono y otra es el contacto. Había cierto compromiso. Para entonces ella ya se había recibido de contadora y de profesora de francés”, explicó él. Durante esas vacaciones tuvieron tiempo de conocerse mejor y se enamoraron. Cuando llegó el momento de volver a Tenerife, Diego le propuso que lo acompañara. A Yanina, con 22 años, le pareció justo pedirle permiso a sus padres. “No sabíamos qué futuro podíamos tener juntos, no había una convivencia”, indicó la mediática.
¡Qué noche de casamiento!
La experiencia fue tan exitosa que volvieron a Buenos Aires y se casaron el 11 de agosto de 1994. Sobre esa noche, la panelista de LAM contó que fue para el recuerdo porque terminó internada: “Yo no tenía tetas, me operé para casarme, para que se viera un escote con dos tetas (risas). Benito Fernández me hizo el vestido y le pedí que me apretara bien en el pecho para que se notara el escote. Vomité toda la noche porque no me pasaba la comida. Diego me decía ‘bailá que la gente se va a ir’ y yo le decía ‘no puedo más’. Al otro día me internaron porque vomité sangre”.
“Diego era la estrella de Boca en ese momento. Nos casamos un lunes porque el martes [Carlos Salvador] Bilardo se lo llevaba para concentrar. La noche de bodas era dormir en el hotel y él a la mañana se iba a concentrar. Y así fue, Diego tuvo que irse, y yo seguí vomitando sangre… Se ve que se me había lastimado el esófago de tanto darle. Llamamos a la ambulancia y me internaron”, relató Yanina. “Me acuerdo que los médicos me preguntaban qué había pasado, les conté que me había casado la noche anterior con Diego Latorre. Se miraron y empezaron a decir que había que hacerme un lavaje de estómago porque pensaban que me había drogado. No me creían. Entonces me agarró un brote y los mandé a comprar el diario, y Diego y yo éramos tapa por nuestro casamiento. Y ahí me creyeron y me mandaron a mi casa”.
Desde entonces vivieron entre la Argentina y México, según los compromisos laborales de Latorre. En 1998 perdieron un embarazo y, tres años más tarde, nació Lola; en 2003, en tanto, llegó Dieguito. Se instalaron definitivamente en nuestro país cuando él se retiró del fútbol y empezó a trabajar como comentarista deportivo. La pareja encontró así su lugar en el mundo. A él le iba muy bien, ella llevaba sus contratos hasta que empezó a hacerse notar en Twitter con sus filosos mensajes y desembarcó en los medios.
Idas y venidas
Tuvieron crisis, como cualquier matrimonio, pero la peor se desató cuando salió a la luz un affaire que Diego Latorre tuvo con Natacha Jaitt, en 2017. Tiempo después, en Pampita Online, él contó: “Me mandé muchas cagadas. Como padre pocas, pero como marido hubo deslices que se conocieron y me arrepiento, pero son vivencias. Estas cosas se hacen públicas y a veces se pone al otro en el banquillo de los acusados. En mi caso puntual, me arrepiento porque mis hijos sufrieron y Yanina, que me bancó en todas, también. Mis hijos me perdonaron y hoy tengo una relación buenísima con ellos, y creo que siempre fui un padre ejemplar. La familia para nosotros fue algo sagrado. Lola lo entendió, le expliqué y salimos adelante. No me pide explicaciones, pero también me vio sufrir porque hubo muchas mentiras, exageración, una operación y la exposición que hubo. Es un tema sensible porque estamos hablando de alguien que ya no está. Creo que fui infiel por cierto cansancio (...). Me faltaba la adrenalina y ese peligro. Creo que está la infidelidad por necesidad física y también la otra que es más jodida, que es cuando hay una vida paralela, pero yo no dormí ni un día afuera de mi casa. Nunca fallé en ese sentido”, se sinceró.
También Yanina habló del tema, en LAM: “Yo no creo en la fidelidad. Creo que él fue un boludo. Me hubiera dolido si era un vínculo y se enamoraba, pero tenía claro que no me iba a separar. Me dolió más verlo boludo que pajero porque fue una calentura. Yo dije que lo iba a ayudar porque la está pasando mal. Cuidé a mi familia y a mis hijos porque tengo un concepto de proyecto de vida y lucho por eso. No es mal tipo, no es miserable, no es maltratador y es el padre de mis hijos. Puse todo en la balanza”, aseguró.
Sin embargo, en varios períodos estuvieron separados y ella lo contó: “Tengo 50. La mitad de mi vida la pasamos juntos. No tengo pasado, no tuve amantes, no tuve muchos novios, quiero saber si es amor, si lo elijo. Si él me quiere esperar, que me espere. Pero le digo que no tiene esa obligación. Ahora tengo ganas de estar sola, y si aparece alguien me quiero dar el placer o la oportunidad de ver qué pasa. Pero por ahora no me pasó, no he tenido ganas. Ahí es cuando pienso: ‘¿Lo seguiré queriendo a Diego?’. Cuando cumplí 40 me pasó lo mismo y también fui yo la que lo dejé. Esa vez fue distinta a esta, que fue una separación armoniosa. Nos matamos: él me reprochó, me insultó. Pasó de todo... Fue después de las fiestas, yo me fui con Lola y Dieguito a Punta del Este y Diego apareció el 20 de enero para decirme que quería volver. La remamos todo febrero, salió bien y nos reconciliamos”, le contó a Marcelo Polino en Radio Mitre.
Las separaciones fueron cortas y siempre se reconciliaron y Yanina lo resume así: “Diego es mi familia. Es el amor de mi vida. Es hermoso y lo amo”.
Otro motivo de conflicto en la pareja fue la relación de Yanina con los padres de su marido. La panelista de LAM contó varias veces que los problemas empezaron cuando Diego volvió a España con ella. “En ese momento, si el padre del futbolista tenía un cierto nivel intelectual, como era el caso de mi suegro, que era un tipo bien, empresario, le manejaban la carrera al hijo. Y en el manejo de la carrera estaba el gasto. Entonces, era difícil gastar un mango sin que se enteraran. Yo era una nena de mamá. Dora, mi mamá, me malcrió como yo malcrío a Lola. Y una o dos veces por semana hablaba una hora y pico con mi vieja, la extrañaba. Si no hablaba una vez por semana, no tenía conexión con mi familia. Un día mi suegro me llamó por teléfono para decirme que estaba gastando mucho de teléfono. ‘¿Pero lo pagás vos o Diego corriendo la pelota?’, ‘¿Quién sos vos para decirme si me viene mil, dos mil o tres mil de teléfono?’, le dije. Una cosa es si Diego viene y me dice: ‘Mirá, flaca, está viniendo mucho en la cuenta del teléfono’, que igual lo mando a la mierda. ¡Pero que me lo diga mi suegro me parece mucho peor!”, repasó.
“Tuve un año de padecimientos y un día me harté. Me apersoné a la casa de mis suegros y les dije de todo. Me tenía que defender: me decían que era una puta, que era una ladrona, que le mentía con la edad, que le mentí con mi título y que no era contadora, que conocían al del puesto de diario de enfrente de la casa de mi mamá y que les contó que tenía el documento cambiado, que iba a tener un hijo y me iba a escapar… Y mira, acá, cornuda, y sigo cuidándolo y lo amo, por más que nos matemos. Un día me apareció mi auto chocado. Mi suegro me había chocado el auto para decirle a Diego que había salido a bailar borracha. Yo me preguntaba cómo le decía a Diego. Mis suegros vivían a 10 cuadras… Enloquecí. Caminé las 10 cuadras enloquecida, con el perro. Entré y les dije: ‘Hola. Yo no soy puta, ¡soy muy puta! Y me dedico a eso’. Estoy con él para sacarle guita y cada noche le hago todo por guita. Mucho peor es tener 60 años y pelear con una puta de 20 por la guita del hijo. Laburen, sean dignos’. Después, nunca más los vi”, detalló.
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