Woody Allen: "Sé que me recordarán como un pedófilo"
Cada vez que habla Woody Allen, el mundo escucha. Mal que le pese al director de 84 años, cada entrevista que otorga genera polémica, especialmente desde que fue acusado de abuso por su hija Dylan. Y aunque él repita hasta el cansancio que su caso fue desestimado por la justicia norteamericana, el tribunal público lo cree culpable y aplicó con él la política de la "cancelación". Claro que todo eso no logró, al menos hasta ahora, callar al realizador de Crímenes y pecados.
En medio de la promoción de su libro de memorias A propósito de nada, ya editado en España, se publicó ayer una entrevista en el diario catalán La Vanguardia dónde Allen habla de todo y, fiel a su estilo, la muerte aparece como una posibilidad cercana y cada vez menos temida. Además, sin eufemismos, el director expone su certeza de que muchos lo recordarán como un pedófilo.
"Básicamente, soy un hombre feliz que lleva 22 años junto a mi esposa Soon-Yi.Tenemos dos hijas preciosas que ya van a la universidad, tengo buena salud y he pasado una vida entreteniendo a la gente. He tenido mucha suerte. Podría morirme ahora mismo, hablando con usted, y no pasaría nada. Unos me recordarán como un pedófilo, aunque sea falso, y otros como un cineasta que les entretuvo, ¿qué más da? La suerte es lo más importante en la vida, y yo he tenido más buenas que malas manos. Las malas han sido catastróficas, eso sí", dice Allen en el reportaje en el que también cuenta su afición por las apuestas -"nunca tuve una noche mala, quería ser jugador profesional"-, y repasa los pasajes de su libro en los que recuerda su tormentosa relación con Mia Farrow.
"Sometió a su hijo Ronan a cirugía plástica para que fuera más alto porque eso le ayudaría a hacer carrera política. Dos de sus hijas se han suicidado. Tiene un historial de maltratos. Soon-Yi fue golpeada con un teléfono", apunta el director cuando su entrevistador le pregunta por su expareja, a la que también acusa de haberle hecho un lavado de cerebro a su hija Dylan, que a los siete años lo denunció por abuso.
Con una nueva película terminada, Rifkin's Festival, filmada en San Sebastián, en la entrevista minimiza su talento como director -"He hecho buenas y malas películas, pero, no nos engañemos, nada comparable a Un tranvía llamado deseo o El ladrón de bicicletas"-, y promete que, Coronavirus mediante, volverá encantado en septiembre a San Sebastián. Allen también se ríe de su situación actual en la industria del entretenimiento.
"Tengo algunos problemas para que se distribuyan mis películas en Estados Unidos. Algunos actores rechazaron trabajar conmigo, pero escogí a otros y asunto solucionado, tampoco es como el maccarthismo, cuando la gente lo perdía todo y no podía volver a trabajar. Me defendió gente como Alec Baldwin, Javier Bardem o Scarlett Johansson. Sin embargo, Hillary Clinton rechazó mi modesta donación de dinero. Creo que esos 4.500 dólares de menos seguramente le hicieron perder ante Trump", ironiza.
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