Netflix: Will Ferrell ahora es un bizarro cantante islandés que busca ganar en Eurovisión
Tal vez sean los ojos, notablemente chicos para el tamaño de su cara en general y más aun cuando los entrecierra como pensando en algo que no termina de ocurrirsele. O quizás sea ese corpachón que mueve como si midiera y pesara la mitad de lo que mide y pesa. Claro que si se trata de encontrar los motivos por los que Will Ferrell es tan gracioso probablemente sus rasgos físicos tengan alguna influencia pero lo esencial, como se sabe, es invisible a los ojos.Y en este caso inexplicable. Porque el actor que se hizo conocido como uno de los integrantes de Saturday Night Live tiene algo que nadie más posee. Sus personajes, ya sean conductores de noticiero,pilotos de Nascar, policías, elfos o cantantes frustrados hacen reír y provocan ternura aun cuando explotan de ira y emoción.
Cuando Ferrell acierta, lo que no sucede siempre pero si bastante seguido, es cuando interpreta a esos hombres grandes con la mente de un preadolescente tan terco como inofensivo. Su inocencia y el modo de maravillarse frente al mundo que lo juzga raro, tonto y distinto se destacan en casi todos los films que hizo cuando dejó el ala protectora del programa que lo convirtió en estrella. Esa representación del hombre inmaduro, torpe y con una ambición que supera ampliamente sus capacidades vuelve a aparecer en Festival de la canción Eurovisión: la historia de Fire Saga, la película disponible desde este viernes en Netflix. Allí, Ferrell interpreta a Lars Ericksson, un fanático del colorido concurso musical europeo que sueña con participar en él junto a su amiga y compañera de banda Sigrit Ericksdottir, interpretada por la siempre luminosa Rachel McAdams. La acción transcurre en un pequeño pueblo pesquero de Islandia dónde Erick es un personaje local al que todos consideran delirante salvo su papá, interpretado por Pierce Brosnan, que cree que es un vago sin remedio.
Lo cierto es que el empeño del personaje no compensa el hecho de que sus canciones dejan mucho que desear y que su idea de espectáculo resulta bastante bizarra aun para los estándares del estrambótico Eurovisión. Pero claro, con bastante suerte y mucho viento a su favor resulta que el dúo es elegido para representar a su país en la nueva edición del concurso que se llevará a cabo en Edimburgo. Y hacia allí marchan con el apoyo de su gobierno encabezado por el funcionario Neils Brongus que interpreta el actor islandés Ólafur Darri Ólafsson, el reconocido protagonista de la serie Trapped.
De algún modo el film -coescrito por Ferrell- y su personaje sirven como una buena muestra de su estilo de humor. Para quienes no lo conozcan aquí se encontraran con todos elementos imprescindibles de su marca de fábrica. Aun cuando no todos funcionan tan bien como lo hacían en El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (disponible en Amazon Prime Video), Ricky Bobby-Loco por la velocidad ni Elf, el duende, su primer protagónico absoluto en cine y el film que confirmó su atractivo en la taquilla.
De hecho, la película de 2003 que dirigió Jon Favreau (El rey león), y Festival de la canción Eurovisión: la historia de Fire Saga tienen más de un punto en común. En el film de Netflix, además de que el protagonista se la pasa insistiendo que no cree en los elfos, a diferencia de lo que sucede con Sigrid, las mágicas criaturas tienen un rol importante pero, sobre todo, algo de la ingenuidad de aquel ayudante de Santa Claus se puede ver en Erick. Que, como Elf, daría lo que fuera por contar con la aprobación de su papá. Ambas películas también coinciden en sostener la cada vez más difícil tarea de confiar en el humor propio. Puede tratarse de la loca fantasía de un elfo demasiado grande para sus calzas o la posibilidad de hacer bromas con las extravagantes costumbres de los islandeses, sus acentos y de paso reírse con-y nunca de-, un personaje ruso que interpreta Dan Stevens (Downton Abbey), que además sirve como excusa para hacer referencia a la homofobia de ese país sin aleccionadoras moralejas.
En tiempos de corrección política y autocensura feroz la película transforma los prejuicios en bromas y si el truco funciona es gracias a Ferrell. Que ya lo había intentado antes con un caprichoso delirio como Casa de mi padre (disponible en Netflix), el film que protagonizó junto a Diego Luna y Gael García Bernal enteramente hablado en castellano. Reconocido por sus pares desde la época de SNL dónde, según cuentan, solía llevar los sketches y sus personajes a tal extremo que podía vestir y actuar como ellos meses después de su aparición en televisión, un comportamiento del que también participaba su guionista y socio Adam McKay. Juntos, Ferrell y el director de El vicepresidente: más allá del poder, hicieron comedias perfectas como Hermanastros, Policías de repuesto y las insuperables Ricky Bobby y El reportero,en su momento en la Argentina todas editadas directamente en video sin pasar por las salas.
Como invitado el actor también consiguió destacarse en Zoolander, The Office y en proyectos directamente incomprensibles como A Deadly Adoption, un telefilm del canal Lifetime que coprotagonizó junto a Kristen Wigg, y el especial que condujo sobre el tradicional desfile de carrozas de Los Ángeles. En aquella ocasión en vivo, sin que el público lo supiera, el actor apareció con la ayuda del maquillaje como Cord Hosenbeck, un entusiasta conocedor del evento que podría haber sido un primo cercano de la hilarante versión de James Lipton que solía hacer en Saturday Night Live.
Intrépido y aparentemente inmune a las presiones que otros comediantes sufren por estos días, Ferrell es un caso raro. Un personaje original que confirma con cada proyecto que aunque las calzas de Peter Pan le ajusten un poco aquello de negarse a crecer le queda como anillo al dedo.
Festival de la canción Eurovisión: la historia de Fire Saga, disponible desde este viernes 26 de junio en Netflix.
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