Estrella en el set y seductor nato en la vida real. Amante apasionado. Warren Beatty hizo de su vida sexual una verdadera maratón de conquistas y encuentros. Peter Biskind, su biógrafo, apeló a la estadística en Star: How Warren Beatty seduced America. En esas páginas, en donde desmenuzó con detalle y sin pudores las intimidades del icónico actor, se dio el lujo de contabilizar que "12775 mujeres" habrían tenido vínculo íntimo con él. Sin contar los encuentros casuales, se encargó de precisar el periodista especializado en celebridades. ¿Puede ser posible? ¿Acaso alcanza una vida para lograr ese número? Se dice que el director y protagonista de El cielo puede esperar perdió su virginidad a los 20 años y todo indica que recuperó, con creces en su adultez, aquella adolescencia casta, apartada de las sábanas compartidas. Alguna vez confesó que jamás se iba a dormir sin haber tenido sexo en algún momento del día. Eso explica, de alguna manera, la impactante cifra de mujeres que acariciaron su piel. Con la cifra sugerida por Biskind en mente, la ecuación daría unos 35 años continuados de sexo diario con distintas mujeres. Si debutó a los 20, quiere decir que llegó a los 55 probando cada día un nuevo amor, pero, como estuvo en pareja en más de una oportunidad con algún grado de fidelidad, el récord se extendería hasta entrada su vejez y esas 12775 damas lo habrían acompañado a lo largo de toda su vida. El único problema es que desde hace 29 años conforma un feliz matrimonio con Annette Bening.
Warren es el exponente de un tipo de galán todopoderoso, pero que hoy -evolución mediante- resuena demodé. Aunque el astro de 82 años pertenece a esa estirpe en la que la cantidad hablaba de la virilidad. Paradigmas añejos. Se dijo que no dejaba de seducir a ninguna de sus compañeras de elenco y que el mismo pedía que los cast tuviesen un buen número de actrices. Sorprende repasar la vida de este hombre que sedujo no solo a través de sus personajes sino que aprovechaba hasta los recreos, entre toma y toma, para disfrutar del sexo detrás de las escenografías o en su propio camarín. Aunque él habló poco de sus amores, algunas de sus conquistas no fueron tan discretas y agigantaron su mito.
Así en la vida como en el cine
Tenía predilección por las actrices y si eran famosas, mucho mejor. Bajo ese impulso fue que llegó a su vida Jane Fonda, su amor de la primera juventud. Claro, aún ninguno de los dos conocía las mieles del éxito y la repercusión pública, pero él se encantó con su inclinación artística. Se conocieron en las audiciones para integrar la película Parrish, dirigida por Delmer Daves. No fueron seleccionados, pero eso no impidió el nacimiento de un amor profundo y algo duradero. Lo perdurable que pudo sostener Warren hasta que apareció otra mujer que lo encandiló: Joan Collins. Con la protagonista de Dinastía se topó en un restaurante mientras comía con Fonda. La atracción fue mutua. La pobre Jane pasó a un segundo plano rápidamente. Entre enojos y portazos, ella dio por concluido el vínculo. Warren no intentó una reconciliación. Jamás lo hacía con las mujeres con las que se distanciaba. Era el momento de disfrutar de la cama compartida con Joan, acaso la mayor diva del cine con la que haya salido. La cosa prosperó inmediatamente. Había piel, entendimiento intelectual y química corporal. Gozaban al punto tal que algunos vecinos se encargaron de contar infidencias como los gemidos a viva voz de ella y las palabras subidas de tono de él. Se dijo que hacían el amor hasta siete veces por día. Cuando la consultaron al respecto, Joan confesó que no podría asegurarlo: "Quizás era así, pero yo me limitaba a estar tumbada en la cama, era demasiada pasión". Décadas después de la ruptura se animó a revelar que, si hubiese seguido con él, su cuerpo habría quedado destrozado por la regularidad e intensidad del sexo compartido. "Será por todas las vitaminas que toma, no para", manifestó quien le diera vida a Alexis Carrington, quien, además, no se privó de contar que Warren hasta podía mantener sexo mientras hablaba por teléfono. ¿Un verdadero gozador o un adicto al sexo?
Corría la década del ´60 y Warren comenzaba a tener repercusión pública. Por su rol en la película Esplendor en la hierba, de Elía Kazan, su nombre cobró notoriedad definitiva. Debut en el cine y con un protagónico, lo cual, según su entender, lo habilitó para potenciar sus conquistas. Ninguna se le resistía. La lista seguiría con las actrices Natalie Wood y Vivien Leigh. Esta última, al igual que lo experimentado por Joan Collins, dio por concluido el vínculo al no poder responder al apetito sexual del galán. ¿Habrá sucedido lo mismo con la princesa Margarita? Ni la realeza pudo evitar la seducción del caballero andante que ya se daba el lujo de rechazar proyectos como What's New Pussycat?, de un debutante actor y guionista llamado Woody Allen.
Las mujeres se cansaban de su potencial viril. Lo que podría ser una cualidad de seducción, se convirtió en un obstáculo a la hora de ciertas conquistas y así algunas figuras lo evitaron. Julie Christie no la pasó bien. La actriz debió esquivar más de una infidelidad. Es que Warren, mientras filmaba, convertía su camarín en una suerte de hotel de tránsito. Ella se lo reprochaba, pero él no podía frenar sus impulsos. Cuando compartieron el set de la película Shampoo, en 1975, la cosa se terminó y en muy malos términos. Uno de los mitos de Hollywood habla de una discusión encarnizada donde se dijeron de todo a la vista de todos. Y no faltó quien dice haber sido testigo de un rotundo cachetazo de Julie, que ya era una gran estrella y no podía soportar más el escarnio público y la humillación del engaño. Fue una de las pocas rupturas traumáticas que tuvo que sobrellevar.
Sin límites
Warren Beatty supo conducir, como nadie, el timón de su carrera siempre ascendente. Y, mientras iba dejando sus romances -fugaces o no- al costado del camino, él se esforzaba para que cada nuevo desafío laboral lo posicionase mejor. En no pocos casos, la vida personal desordenada atenta contra el propio trabajo, pero con él esto no sucedió. El protagonista de Reds supo crecer y sostener su nombre estelar, mientras alimentaba sus morbos con mil y un amoríos.
Cuando comenzó la década del ´70, Warren vivió momentos de cuestionada intensidad. Otras de las leyendas que merodean la industria es el pedido que le habría hecho a Carole King, en pleno embarazo, para que tuviese un affaire con él. La adicción al sexo no sabía de fronteras. No todos saben que la gran Shirley MacLaine es la hermana de Warren y que había sido convocada para protagonizar Bonnie & Clyde. Sin embargo, y según sus propias palabras, cuando su hermano se unió al elenco, ella fue automáticamente despedida. La actriz, alguna vez bromeó con sus deseos de "realizar una escena romántica con Warren".
En general, las mujeres que pasaron por la cama de Beatty tienen un muy buen recuerdo de él. Con todo, no son pocas las amantes que declaran haber terminado exhaustas física y psíquicamente. Britt Ekland y Joyce Hyser son algunas de las stars que no pudieron olvidarlo, aunque la segunda hasta lo llevó a su terapeuta para tratar su patología sexual. Como sucede con todo lo que es desmedido, también la abundancia de ímpetu erótico puede convertirse en un hábito tóxico. Ahora bien, tampoco faltaron quienes que se animaron a derribar ciertos mitos y confesar que a Warren le interesaba más acomodarse sus pelos en el espejo para dar siempre la sensación de haber terminado de hacer el amor que de hacerlo realmente. Diane Keaton fue otra de las celebridades que sucumbió a sus encantos: "Nunca pude entender cómo estaba en la cama con él. Era un seductor y muy inteligente, eso lo hacía irresistible". Se dice, otras vez las habladurías, que Madonna fue la única mujer que logró doblegarlo en la cama.
¿Sentar cabeza?
Mientras mantenía escarceos con la gran dama del pop, durante el rodaje de Dick Tracy, sus impulsos comenzaron a calmarse. Quizás porque Madonna lo agotó con noches intensas en discos y humillaciones verbales, o bien porque apareció el amor verdadero, ese que trasciende todo. Y lo impensado sucedió y el eterno conquistador se animó a constituir un matrimonio formal. Lo que parecía una empresa imposible, se convirtió en realidad. Annette Bening fue la responsable del milagro. Llevan casi tres décadas juntos. Se conocieron en el rodaje de Bugsy, aquella pieza para la pantalla grande dirigida por Barry Levinson. El film tuvo varias nominaciones al Oscar y se llevó un par de ellos.
Annette Bening le dio paz, serenidad a un alma inquieta que no terminaba de encontrar "el amor". La pareja, que tuvo cuatro hijos, es una de las más estables del mundo del entretenimiento. En más de una oportunidad, la actriz reconoció: "Warren es un excelente esposo y padre de familia". Increíble jugada del destino. Paradojas en la vida del seductor implacable y el amante incansable. Ese que también habría roto los corazones de Brigitte Bardot, María Callas, Maya Plisétskaya y hasta el de la mismísima Cher. Variopinta galería de mujeres talentosas y bien disímiles. Aunque, hay que decirlo, la vida de Beatty, si bien estuvo marcada por los placeres, pocas veces se vio atravesada por el amor verdadero, ese que cala hondo y no se sostiene, solamente, bajo las sábanas de una cama. Pero Bening operó el milagro.
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