Fue vedette y modelo, aunque se hizo famosa por un supuesto affaire con Diego Maradona; encontró su vocación manejando las carreras de sus maridos y no tiene pudor en mostrar su fortuna
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Wanda Nara nació el 10 de diciembre de 1986, en el seno de una familia de clase media de Boulogne, una populosa barriada al norte de la ciudad de Buenos Aires. Sus padres, Nora Colosimo y Andrés Nara -divorciados desde hace muchos años- también tuvieron a Zaira, que eligió la actividad pública como modelo y conductora, pero que maneja un perfil más recatado. De pequeña, Wanda quiso sobresalir sin importar el precio, rasgo que le trajo más de un dolor de cabeza a sus padres.
En su adolescencia ya había despertado en ella su pasión por la vida lujosa y los gustos sibaritas, aunque aún le faltaba salir de su barrio, conocer el mundo y regodearse con los poderosos. En aquellos tiempos compraba ropa en Munro, buscando emular los modelos de las grandes marcas internacionales. Todavía no eran tiempos de estrellato y la blonda trabajaba de niñera, moza de bares, vendedora de boutiques o en la animación de fiestas infantiles.
Precoz
A los 19 años, Wanda consideró que ya era tiempo de debutar en la industria del entretenimiento. Sin formación artística, pisó por primera vez un escenario en 2005 como parte del elenco del espectáculo Humor en custodia y un año después acompañó a Jorge Corona en Corona Rey, espectáculo al que renunció a los dos meses del debut debido a sus malos vínculos con el famoso humorista y su mujer, Mónica Corona. En 2007 llegaría su primer envión de popularidad al participar en el certamen Patinando por un sueño, conducido por Marcelo Tinelli.
Fue en aquellos primeros años laborales cuando Wanda comenzó a elucubrar estrategias de promoción que la posicionaran en lo más alto de la farándula en poco tiempo. Así fue como durante una tarde calor en una reunión en la que también participaba Diego Armando Maradona, no dudó en mostrarse ante los fotógrafos vistiendo un calzoncillo.
Los reporteros, siempre de guardia siguiendo al eximio futbolista, la vieron salir al jardín enfundada en la ropa interior masculina. Así fue como comenzó a tejerse el mito en torno a la propiedad de la prenda, adjudicada al vestidor del jugador. Lo que pocos saben es que el calzoncillo pertenecía al futbolista Alejo Clérici, entonces novio de la modelo Celeste Muriega. Wanda habría pedido una prenda para poder darse un chapuzón, sabiendo que nadie contaba con traje de baño y que un slip podría ser su verdadero trampolín a la fama.
Las repercusiones se dispararon rápidamente y ella, alentando el mito, declaró: “Todavía soy virgen, no me tocó”. Lo cierto es que aquel verano, habría tenido un entuerto con el deportista en una suite del Costa Galana de Mar del Plata, pegada a la que hospedaba a Mirtha Legrand. En un pasillo del hotel, no habría dudado en reclamarle a la diva: “¿Por qué no me invitás a tu programa?”, a lo que Chiquita le habría respondido: “¿Vos sos la de Maradona?”. El fenómeno Wanda comenzaba crecer.
Primer amor
En 2008, luego de los escándalos mediáticos que la llevaban a visitar los sets de los programas de chismes, Wanda formalizó con el jugador de fútbol Maxi López. Juntos tuvieron tres hijos: Valentino, Constantino y Benedicto. El matrimonio significó una pausa para la ajetreada vida de la exvedette, quien comenzaba a interiorizarse sobre los negocios deportivos y a tomar cartas en el asunto en la negociación de los contratos de su marido.
La pareja estuvo unida cinco años, viviendo gran parte del tiempo en Italia, donde él jugaba. Eran tiempos donde era común verlos compartir gratos momentos con el jugador Mauro Icardi, un amigo íntimo de López. A pesar de los rumores que circulaban y denunciaban infidelidades de uno y otro lado, pero que nadie pudo constatar, la pareja entre Wanda y Maxi seguía firme. A esta altura, la joven de Boulogne ya disfrutaba de la buena vida, manejar autos lujosos, lucir carteras valuadas en dólares y a mostrar un rostro y una silueta transformadas fruto de ejercicio físico y tratamientos estéticos.
Lo primero es la familia
En simultáneo al crecimiento mediático de Wanda, su hermana Zaira, con un perfil muy diferente, debutaba en televisión acompañando a conductores como Julián Weich y realizando campañas publicitarias. Estando ya separados los padres de las hermanas, Andrés también empezó a gozar de las mieles de ser una figura pública, así que no dudó en llegar hasta los medios contando algunas indiscreciones sobre su hija. Al hombre de cabellera rubia se le iba la lengua buscando la repercusión. Sus parejas ocasionales y no tanto enfurecían a sus hijas, pero sobre todo era Wanda la que peor tomaba la vida de su padre con alguna desconocida.
En 2013, Wanda se separó de López, algo que nunca fue bien digerido por su padre, quien comenzó a tomar distancia. Ambos estuvieron sin hablarse durante años, y hoy la relación, si bien mejoró, no es del todo fluida. La verdadera razón por la que la mediática y Andrés se enfrentaron tuvo como protagonista a López, quién mantendría -aún hoy- algunos negocios comerciales con el señor Nara, algo que logra sacar de quicio a su primogénita.
Los motivos por los que se separó fueron confusos, aunque ella aclaró que se cansó de padecer infidelidades. Al punto tal que, una vez terminado el matrimonio, armó las valijas y se marchó a Buenos Aires. “Basta para mí”, publicó en su cuenta de Twitter el 31 de octubre de 2013. Atrás habían quedado aquellos días en los que Maxi y Wanda habían cobijado en su casa a un jovencísimo Icardi, jugador de la Sampdoria, dándole protección y afecto ante el desarraigo que significa estar solo en Europa.
Volver a empezar
A poco de la separación, Mauro publicó en las redes sociales una verdadera declaración de amor: “Nunca me será sencillo decir lo que siento, porque descubrí que esas dos palabras llevan consigo un sentimiento sin límites”. Touché. En Italia, había entablado con Wanda un vínculo estrecho, ya que había sido confesor de la rubia cada vez que ella se derrumbaba por lo que intuía que serían traiciones de su ex.
Al principio, ni ella misma creyó en esas declaraciones que provenían de un veinteañero al que le llevaba seis años. En ese tiempo, era una madre de tres hijos, responsable de su educación y crianza, y él un jovencito que podía llevarse Europa por delante. Sin embargo, el amor pudo más y la pareja se consolidó ante la mirada crítica de muchos y un pequeño gran escándalo mediático. Si hasta se generó un verbo propio para definir la situación: “Icardear”, algo así como “salir con la mujer de un amigo”.
A comienzos de 2014, él le propuso matrimonio y no dudó en mostrar, en pleno estadio del Inter, una camiseta con la leyenda: “Wan te amo”. Se casaron el 27 de mayo de ese año y lo celebraron con una fiesta en el Palacio Sans Souci, en Victoria, el mismo lugar donde años después contraería enlace Pampita Ardohain. En 2015 y 2016 nacieron Francesca e Isabella, sus dos hijas.
Lejos del mundo artístico, pero siempre con repercusión mediática, Wanda Nara se convirtió en una exitosa empresaria que negocia los contratos de su marido, como sucedió con el Inter y el París Saint-Germain. Desde ya, toda aquella actividad de Icardi que genere dinero, como algunas campañas publicitarias, son regenteadas por ella. Se dice que el contrato futbolístico de él asciende a diez millones de euros por año.
Todo tiene un final
Wanda y Mauro realizaron un viaje a África durante el mes de junio. “Somos el agua y el aceite”, dijo la blonda, acaso confirmando lo que intuía que acontecería o como una solapada profecía que Freud llamaba autocumplida. La comezón del séptimo año haría estragos.
En octubre, estalló el escándalo cuando los rumores de separación minaron las redes sociales. Eugenia “China” Suárez fue involucrada y caratulada como la tercera en discordia. Hoy, tanto Nara como Icardi y la actriz argentina se muestran solos y libres.
Aún no se escribió el nuevo episodio de este culebrón en el que Wanda convirtió a su poco convencional historia de vida. Si algo está claro es que la exvedette maneja los números como nadie y disfruta de los millones conseguidos sin pudores y con mucha ostentación. A ella, hasta las infidelidades propias y ajenas le suman millones en su cuenta bancaria, y en los próximos días le contará sus pesares a Susana Giménez por una suma con varios ceros.
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