Walter “Alfa” de Gran Hermano: la enfermedad que casi le cuesta su vida, su relación con Ricardo Fort y cómo lo trata la gente ahora que está fuera de la casa
Uno de los jugadores más populares del certamen, se sinceró sobre su paso por el juego y su historia de vida
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Walter “Alfa” Santiago divide aguas. Sus estrategias, sus vínculos y su forma de juego, generaron amores y odios en partes iguales. Como si fuera una grieta política, este jugador polarizó opiniones y su figura resulta ineludible al momento de comprender el fenómeno televisivo (y social) en el que se convirtió esta edición de Gran Hermano.
En una entrevista con LA NACIÓN, el último eliminado del reality habló sobre su vida, la dura enfermedad que le tocó atravesar, repasó anécdotas y contó por qué no espera el reencuentro con Romina ni con otros miembros de la casa.
-¿Cuál es el balance que hacés desde tu salida de la casa?
-Cuando entré, mi idea era quedarme hasta el final, como todo lo que hago en mi vida. Pero hay algo que es real, que lo vivís cuando estás ahí adentro, y es que la casa te va gastando. De a poco te va consumiendo el estar en el mismo lugar, en el mismo ambiente con un montón de gente con la que, al fin y al cabo, no compartís nada. Y yo lo decía: ´Me estoy quedando sin energía, sin gasolina, esto me consume psicológicamente, físicamente y sentimentalmente’. Entonces los últimos tiempos eran complicados para mí. Y creo que todo pasa en el momento que tiene que pasar, nada es casual, todo es causal, y yo tenía que salir en ese momento.
-¿No volverías a entrar?
-Te aseguro que si hoy la producción, Kuarzo y Telefe, me dijeran que entro el lunes a la casa, les digo que no, aunque me den los quince millones. Ya no podría entrar de nuevo, yo cerré la puerta de la casa, pero abrí un montón de puertas en mi vida y no estoy triste porque la vida es un transcurrir, vas viviendo el día a día. Hoy es 15 de febrero del 2023, y lo que no hacés hoy, no lo volvés a hacer nunca más.
-Y hoy mismo, ¿vos qué querrías hacer?
-Hoy estoy feliz con lo que viví. Este fue un desafío, me siento satisfecho de haber cumplido con lo que yo quería. Demostré que con 60 años podés tener proyectos, y que no estás obligado a sentarte en un sillón a ver pasar la vida. Yo tengo una frase que dice que “hay gente que vino a la vida para comprar un ticket, y otra que hace el show”, y el show lo podés hacer hasta la edad que quieras, la decisión es de uno. Hoy estoy disfrutando de todo esto, y recibiendo cariño de mucha gente que me conoce y me siente como un referente. Yo no soy nadie, pero a través de una pantalla el público compartió cosas conmigo, se fueron emparentando. Ayer estábamos tomando un café en Pepino y llegó un muchacho de 25 años que me dice: “Alfa, vengo de San Fernando, me enteré que estabas acá”, y que una persona haga eso… Yo le di un abrazo como si fuera Bo Derek. Esas son las cosas que me llevo y que me regala mi paso por Gran Hermano, es algo que voy a agradecerle toda la vida a Telefe y a Kuarzo, el que me hayan elegido.
-Mientras vos estabas en la casa, aparecieron imágenes tuyas en MasterChef. Uno cree entonces que siempre hubo un interés por la exposición... ¿Cómo nace ese amor por querer estar en los medios?
-Yo no tengo amor por la exposición. A MasterChef fui porque amo cocinar. Mis pasiones son cocinar, los fierros y los viajes, yo invento platos y cocino mejor que muchos. Entonces lo de MasterChef no fue por exposición, sino porque se presentó una competencia de cocina y quise estar ahí. Yo conocí en el 95 a Donato De santis, él estaba en un supermercado. Donato no era nadie, y me acerqué a hablar con él, y dije “en algún momento voy a hacer algo con el tano este”. Cuando entré en MasterChef, el tano estaba ahí y probó mi comida, entonces me dijo “esto está muy bueno”. Ahí me di cuenta que estaba haciendo lo que me gustaba, y por eso había llegado a MasterChef.
-Y si te llamaran de MasterChef, ¿te gustaría ir de participante o de jurado?
-En la vida me gusta hacer el show, y como jurado estaría juzgando a los demás, pero a mí me gusta cocinar, como hacía en la casa para todos. Y con respecto a la exposición, yo no fui por eso, no sabía lo que Gran Hermano iba a generar, solo quise entrar como un desafío personal. Yo hace dos años estaba a punto de morirme, me sacaron un tumor de más de un kilo y medio en la tiroide, estuve sin poder hablar y me quise morir cuando me dijeron que me iba a quedar sin voz. Y superé todo eso, entonces dije: “¿Y por qué no? Ahora que estoy bien, ¿por qué no voy a entrar y demostrar lo que puedo hacer?”.
-Tu hermano siempre estaba en el estudio del programa y tu hija habló mucho de vos, aunque alguna vez dijo que no le gustaba tu exposición. ¿Cuál es tu relación con ellos, te dieron alguna devolución sobre tu paso por Gran Hermano?
-Si alguien entra en mi Facebook, va a encontrar fotos de cuando yo tenía veinte o veintidós años, y va a ver que yo era el mismo de hoy. Mi hija se acostumbró a vivir con un padre medio loco, que hizo siempre lo que quiso. A mí me gusta usar pañuelos y bandanas en la cabeza, desde que tengo veinte años. Yo no inventé un personaje para entrar en Gran Hermano. Entonces mi hija sabe cómo soy, y somos muy diferentes: ella tiene un perfil muy bajo, una familia muy hermosa y un esposo que la adora, tiene su vida hecha y yo soy feliz. Ella es el regalo más lindo que me hizo Dios, pero a ella no le gusta la exposición, y a mi hermano tampoco. Mi hermano y yo somos el agua y el aceite, pero cuando a mí me ingresaron en la sala de operaciones, yo no sabía si iba a salir, y la mano que tenía era la de mi hermano. Y cuando salí de esa sala tenía un dolor terrible, y miré para arriba y lo primero que vi fueron los ojos de mi hermano.
-¿Cómo explicás que la gente te siga con tanta fidelidad, cuando a la vez se te acusa de cuestiones muy serias como ser homofóbico o cuando señalan el comentario fuera de lugar que le hiciste a Coti?
-Creo que el 99 por ciento de las personas está cansada de la mentira, de la hipocresía, del tipo que se muestra como pobre y no es pobre, o el que dice que te ayuda pero no te ayuda. Yo no miento, soy genuino, me muestro tal cual como soy. Lo que recibo desde que salí es que la gente vio a un tipo que dice lo que piensa, que hace lo que dice y que no tiene doble discurso. Lo de Coti fue un invento para sacarme, porque está editado, y el que me quiso sacar con eso fue Maxi, que dijo “¡es una chica de veinte años!”. Esos chicos de veinte años también estaban teniendo relaciones sexuales cuando yo dormía, entonces no nos rasguemos las vestiduras. No es que yo estaba en un jardín de infantes, e hice una broma ante chicos de cinco años para tratar de sacar un provecho. No confundamos, porque desde que salí no hubo una sola persona en la calle que me dijera “vos sos homofóbico”, o “sos esto o aquello”. Quizás vos estás en un asado y hacés un comentario sobre swingers o sobre lo que sea, y lo hiciste y ya está, pero si hacés un comentario en una casa donde tenés 35 cámaras y micrófonos de alta fidelidad, ya pasaste a ser un tipo al que apuntan con un “¡mirá lo que dijo!”.
-¿Considerás que sos el mejor jugador que tuvo esta edición?
-Eso lo juzga la gente, no yo. Yo intenté ser el mejor, y creo que cuando intento algo, lo logro. Y la gente y el rating me está demostrando que hasta ahora fui el mejor.
-¿Qué es lo primero que le vas a decir a Romina cuando salga? Hay mucha gente que espera ese reencuentro…
-El reencuentro que yo tuve fue ayer con mis amigos, con la banda que tengo desde hace años, nos abrazamos y con algunos hasta lloramos. La palabra amistad es muy grande, y la gente la usa muy por arriba. Yo no creo que sienta nada cuando salga Romina, porque por una cuestión circunstancial, ella compartió un reality conmigo, pero yo no la elegí ni ella me eligió a mí.
-¿Pero no considerás la posibilidad de un vínculo de amistad con nadie? Porque con Camila tuviste una relación muy cercana...
-Quizá con los años, y con la gente que yo elija o que me elija a mí, sí podamos llegar a ser amigos. Y sobre la relación con Camila, para mí ella es brillante, toca el piano como una diosa, estudió, no perdió el tiempo en su vida, y de un día para el otro se quedó sola. Su papá murió delante de ella, y con su hermana se puso la mochila de tener que parar la olla.
-Alejándonos de Gran Hermano, quisiera preguntarte por la historia detrás de la foto que tenés con Ricardo Fort, ¿eran amigos?
-Yo tenía un local de autos usados en Miami, lo conocí a Ricardo Fort, y me pareció un tipo brillante. Ahí tenés otro ejemplo: él generaba mucha bronca y envidia, y todo el mundo hablaba de él. Ricardo Fort era un tipo que hacía lo que quería y lo que tenía ganas, dentro de sus posibilidades. Él quiso tener un programa, lo tuvo y se dio el gusto, y vos fíjate, ¿cuántos años vivió Ricardo? Él se fue muy joven, y durante el tiempo terrenal que tuvo, hizo lo que quiso. Yo no fui su íntimo amigo ni compartí más que una charla, tomar algo o ir a su programa para estar detrás de cámara, y no juzgué nunca lo que él hacía, porque me parecía brillante.
-¿Cuál es ahora tu próximo paso?
-Mi próximo paso es ser feliz hoy y mañana. El próximo sábado estar con mis amigos de Pepino, tomando café. También hablé con un amigo de Miami al que adoro, que me dijo: “Alfita, quiero que vayamos juntos a Daytona en moto”. Entonces quiero hacer lo que hice toda mi vida: viajar, andar en moto, reírme, ser feliz y disfrutar del espacio y el tiempo que nos dio la vida, que es muy corto. Uno no tiene que tener mucho para ser feliz, vos decidís ser feliz con lo que tenés, con lo que disfrutás, y eso es así. Yo nunca tuve un sueldo, y logré llegar a los 61 años y ser feliz. Y hoy me toca esta realidad que me encanta, recibir el cariño de alguien que no conozco, eso me lo está regalando la vida, Dios, el destino, mis ángeles que siento que son mis viejos y mis amigos que se fueron muy jóvenes.
-¿Sos alguien creyente?
-Soy religioso, no de la Iglesia Católica Apostólica Romana, pero sí creo en la fuerza del bien, creo en la existencia de Dios y tuve pruebas de que hay algo más allá. Sino sería lo mismo ser un asesino o ser un tipo que ayuda a la gente. Mi amigo Héctor falleció a los 35 años, en el accidente del vuelo 2553 de Austral, que cayó en Fray Ventos; yo iba a viajar con él, y resulta con el tiempo tuve pruebas de que hay algo más allá, y que Héctor estaba en otro plano. Entonces creo firmemente que esto no termina acá. Mirá, yo pienso que creer es crear. Hace muchos años, me gustaba jugar a un jueguito llamado Out Run, en el que vos pasás por un montón de lugares de Estados Unidos, y el final era en Florida, y atravesabas un cartel que decía “Welcome to Miami”. En esa época, yo tenía trece años y pensaba que un día quería pasar ese cartel, con una Ferrari como la del juego. A los 42 años logré eso, y las lágrimas volaban por mi cara. En la última fiesta de Gran Hermano, yo estaba convencido que me iba, y me puse a llorar delante de una foto grande mía; algunos pensaban que estaba actuando, pero yo lloraba porque me miré y dije “lograste todo lo que quisiste”.
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