Poco queda de aquella chica de tez blanca y pelo rojo furioso que manejaba a la perfección la agenda del mundo del espectáculo y los chimentos de la farándula argentina. Tras un impasse de casi seis años –en el que se alejó del medio para dedicarse de lleno a la maternidad– Viviana Canosa logró reinventarse, no sólo en lo que respecta a su imagen sino también en cuanto a sus intereses profesionales, y decidió cambiar el rumbo de su carrera, interesándose por los temas políticos y de actualidad nacional.
"Descubrí que me siento más cómoda en este lugar. Es lo que más me gusta hacer. De todos modos, siempre trato de salir de mi zona de confort. No sería extraño que, en un par de años, me vean haciendo otra cosa", le comenta la periodista a LA NACIÓN. Y si bien reconoce los riesgos que muchas veces estos cambios conllevan, asegura que no concibe la vida de otra manera. "Uno no es el mismo que hace treinta años, que hace diez, incluso que hace dos meses, y salir de lo conocido siempre fue parte de mi esencia. Sé que es difícil porque se arriesga mucho pero eso me hace sentir viva, percibir más las emociones, volver a conectarme conmigo. Me considero un alma libre".
A horas de volver a la pantalla de elnueve con la segunda temporada de Nada personal (programa que se emitirá desde este lunes 9, de lunes a viernes, a las 23), la periodista se muestra entusiasmada, aunque bastante nerviosa. "Lo vivo con mucha alegría pero, a la vez, con la presión de saber que es el prime time. Igual cuando empieza el ciclo ya me relajo pero la adrenalina del debut en la tele no se compara con nada", expresa quien también se luce todas las mañanas en radio, en FM Milenium.
Tras remarcar que le gusta "estar en todos los detalles", la conductora cuenta cómo hace para mantener el equilibrio entre su vida laboral y personal. "Arranco a trabajar a las 8 de la mañana en la radio y termino a la medianoche. A veces en el corte voy organizando mi casa: la cena de mi hija, el alimento de las perras, la mochila del colegio, el desayuno para el otro día", reveló al punto de ejemplificar los malabares que hace a diario con una divertida anécdota. "Por ahí, mientras estoy entrevistando a un político re potente a las 23.45 de la noche, entra una madre al grupo de WhatsApp del colegio y pregunta: ‘¿mañana tienen que llevar el uniforme o el equipo de gimnasia?’ y bueno, así es la vida de una mujer emprendedora", confiesa, demostrando que su rutina no es muy distinta a la del resto de las mujeres.
Mientras asegura que ya se encuentra en plena negociación para tener de invitados a los grandes referentes de la política actual (entre ellos el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner), la cara visible de Nada personal habla de sus expectativas para este año: "Estoy muy feliz, porque en la tele de hoy y en un país tan complejo, seguir hablando de política y actualidad es un privilegio. Además, volver a tener ese cien por ciento de libertad que siempre me da el canal es la gran motivación para poder decir lo que pienso y mostrar todas las voces", señala entusiasmada.
–Además de la pluralidad de voces, ¿cuál es del desafío para este 2020?
–Me parece que es un año para decir lo que uno opina, lo que uno piensa. No puede faltar el valor de la palabra, ni el compromiso con la gente. A la vez, siento la responsabilidad de estar en todos los detalles junto a mi equipo de producción, ya que me gusta involucrarme en todo lo que hago. Es un momento de mi vida en el que estoy muy comprometida con el mundo de la política, con mis colegas, con la gente que nos ve todas las noches, conmigo misma. Entonces, eso me pone en un lugar de mucha responsabilidad.
–¿Cómo te llevas con los políticos?
–Muy bien. Me gusta empatizar y generar vínculo con ellos. Yo trabajo como la vieja escuela, lo cual a veces es difícil porque no sé delegar y creo que, en definitiva, es por propia inseguridad. Me ocupo de llamar personalmente a cada entrevistado y de cada detalle, no sé trabajar de otra manera. Por ejemplo, esta semana estuve tomando café con todos en el Congreso. Para mí no son un número más. O el fin de semana -sabiendo que estoy sola- me llamaron dos políticas del palo peronista para salir. Suelo generar empatía con la mayoría, ya sean de la izquierda, del peronismo o de Cambiemos. Con este programa aprendí a escuchar mucho. Me sirvió para crecer profesionalmente pero, sobre todo, personalmente y espiritualmente y así poder conectar con las historias de los otros.
–¿Cómo ves la lucha por la paridad de género en los medios? ¿Sentís que faltan voces?
–Yo soy feminista desde que tengo 18 años en un mundo que era muy masculino, básico y mediocre. Hoy por supuesto que no permitiría las cosas que he permitido y disfruto mucho de este momento nuevo. Soy muy prudente, voy de frente, digo y defiendo lo que pienso pero no soy fanática de ningún bando ni movimiento, porque no creo en los fanatismos ni en los fundamentalismos. En cuanto a la paridad, a mi me seduce la inteligencia, el talento de las personas. No sé si hay más hombres que mujeres en los medios, no me fijo en eso. Si alguien es talentoso y se merece el lugar, bienvenido. Hay espacio para todos.
–Decís que, a lo largo de tu carrera, sufriste destratos por ser mujer, ¿qué cosas toleraste que ya no tolerarías ahora?
–No toleraría nada que se parezca al maltrato, a la violencia emocional. Hace 20 años nadie entendía eso y se naturalizaba. Es verdad que eso me hizo ser quien soy porque todo lo vivido te fortalece siempre. Pero hoy no me pasaría porque no lo permitiría yo, ni en mi trabajo, ni en mi casa, ni en mi vida. Me parece que las nuevas generaciones ya lo entienden distinto.
–Como militante "provida", ¿cómo tomaste el anuncio del presidente sobre el proyecto que va a presentar para la legalización del aborto?
–Yo soy una ciudadana más que, en un momento, dije lo que pensaba por mi creencia. Sin meterme en ningún debate, trato de respetar todas las posiciones. Si bien yo tengo clara la mía y no la voy a modificar, espero que se haga lo mejor para la sociedad, para que nadie sufra. Sé que para el Presidente es un tema muy importante y me parece bien que vaya para adelante.
–En su momento te relacionaron sentimentalmente con él, ¿querés aclarar algo sobre ese rumor? ¿Cómo es tu relación con Alberto Fernández hoy en día?
–No tengo nada que aclarar, de hecho no me pareció para nada agradable la situación. No sé de dónde pudo salir semejante cosa, quizá sea por el vínculo que genero por mi profesión, por esto de hablar directamente con los protagonistas. Pero lo hice siempre. Así como lo tuve a Mauricio Macri o a Roberto Lavagna en mi programa, también lo tuve a Alberto (Fernández). Como también fui a tomar mate con Axel Kiciloff antes de que sea gobernador o con Juan Grabois, que me junté un viernes a la noche en su oficina para que me conozca, se saque los prejuicios y venga al ciclo. Yo hago mi laburo lo mejor que puedo, después ya lo que opinen de mí no es asunto mío. A esta altura de mi vida no me puedo dejar llevar por rumores, que inventen lo que quieran. Eso sí, espero que esto no me baje los candidatos reales (risas).
En 2014, la conductora se casó con el arquitecto, productor y escritor Alejandro Borensztein, uno de los hijos del recordado Tato Bores. Juntos tuvieron a su hija Martina, que el próximo 24 de mayo cumplirá siete años. Sin embargo, en 2017, la pareja se divorció por "problemas de incompatibilidad en la convivencia", y aunque al año siguiente intentaron una reconciliaron, las cosas no funcionaron.
–¿Tenés ganas de volver a enamorarte?
–Pensé que sí porque toda la vida viví en pareja y nunca estuve mucho sola, pero la verdad es que ahora estoy muy bien así. La soledad hace que te conozcas más, que pienses en lo que realmente deseás. Te hace evolucionar. Cada tanto me voy a unos retiros espirituales en Rocha, Uruguay, con gente muy copada que me ayuda a conectar con la alegría que había perdido. Además, estoy en un momento en el que toda la energía la pongo en mí. Cuando estoy en pareja, regalo mucha energía, soy muy geisha y suelo mimetizarme mucho con el otro, entonces me viene bien cuidarme un poco, conectar conmigo misma para sanar el dolor del pasado.
–¿Qué es lo que más disfrutás de la soledad?
–Al principio fue durísimo pero ahora estoy en un momento de mucha paz. Amo estar un domingo tirada viendo una serie o una peli o quedarme hasta las tres de la mañana en patas charlando y riéndome con una amiga. Supongo que en algún momento aparecerá algún hombre que se interese en mí, pero por ahora estoy bien así. Tampoco es fácil enamorarte cuando tenés una hija tan chiquita, así que prefiero ir despacio. Igual sé que cuando aparezca el indicado me voy a dar cuenta.
–¿Y qué tiene que tener "el indicado"?
–Yo soy una persona muy apasionada e intensa, de "mariposas en la panza", así que tiene que ser un caballero muy generoso desde lo amoroso, que me dedique calidad de tiempo y que tenga una espiritualidad que conecte con la mía. Un hombre que esté a la altura de las circunstancias, que vibre muy alto, que disfrute de la naturaleza, de la vida y de las cosas más simples. Espero que no me llegue a destiempo (risas).
–¿En qué te cambio la maternidad?
–Siempre trato de ser mi mejor versión en todos los aspectos de mi vida, pero Martina me enseñó a aprender todo el tiempo. Me devolvió la confianza en mí y me ayudó a valorarme mucho más, a sentirme más valiosa. Sin dudas es un regalo que me mandó Dios. Me hace ser mejor persona y me ayuda a conectar con mi corazón más seguido. El día que me desconecto por alguna razón, ella me lo hace saber y ahí es cuando me devuelve las mejores sonrisas, las mejores miradas, los mejores abrazos.
–¿Cómo sos como mamá?
–Muy libre, del poco límite pero preciso. Aunque Martina tiene seis años, conversamos mucho y yo le hablo en el idioma de los adultos. Meditamos juntas, hacemos yoga, vamos a baile una vez por semana, dormimos juntas, soy re del colecho. Martina va para siete y sigue durmiendo conmigo en mi cama matrimonial. La verdad que a veces intento sacarla pero después pienso que crecen tan rápido. El amor no le puede hacer mal a nadie. Tenemos mucha complicidad. Yo creo que en otra vida ella fue mi mamá y yo su hija. Es muy sabia, a veces me habla en un idioma que me sorprende. Además, es muy querida entre sus amigos, es buena compañera, buena persona y eso me emociona. Me demuestra que estoy haciendo bien las cosas como madre.
–¿Y cómo es tu relación con Alejandro Borensztein? ¿Se llevan mejor separados?
–Nos vemos todo el tiempo. Me trae a la nena o me llama para ver cómo está, somos dos grandes padres. Aunque es muy doloroso tener que separarse -porque cuando uno forma una familia lo hace para siempre- hay que entender que a veces los vínculos van cambiando y lo más importante es que tu hijo esté bien. Martina es amada profundamente por nosotros y por ambas familias.
–¿Seguís teniendo contacto con la familia Borensztein?
–Sí, hablo todo el tiempo con ellos o los primos de Martina vienen a casa a hacer pijamadas. Tenemos un vínculo hermoso, somos una gran familia y los amo. Hace dos domingos la llamé a Berta (la mamá de Alejandro) para decirle que la extrañaba y fui a comer a la casa. Me encontré con Marina (Borensztein) y Oscar Martínez, con Sebastián (Borensztein), su mujer y sus hijos, con los hermanos de Martina. De hecho, pasó algo que me hizo entender que uno está haciendo bien las cosas en la vida. Ni bien llegué, Clarita, la prima hermana de mi hija, vino corriendo a abrazarme y me dijo: ‘tía Vivi, te amo. Te extrañé. Vení siempre’, y ahí entendí que yo me separé del papá de Martina, pero no de su familia.
–En este 2020 se cumplen 20 años de Intrusos y, tal como anticiparon, la idea es que pasen por el programa todos los que formaron parte de su historia. ¿Te invitaron?
–Sí, me convocaron. Me llamó Adrián Pallares hará un mes y medio y le dije que le súper agradecía la invitación, pero que no iba a ir. Quizá más adelante se dé, pero en este momento siento que no. Está todo más que bien y les deseo lo mejor pero, hoy por hoy, siento que sería algo muy forzado. Siento que no es necesario ponerme en el centro de una polémica ahora. No tengo ganas de que las miradas estén en cosas que no tienen que ver con mi trabajo.
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