La ex conductora habla de cómo cambió su vida desde la llegada de Martina, la hija que tuvo con Alejandro Borensztein, y anticipa cómo será su boda
Hace poco más de cinco meses, Viviana Canosa tuvo una revelación. Después de acostar a su hija Martina en la cuna, y mientras esperaba que su pareja, el productor y arquitecto Alejandro Borensztein (53) llegara a casa, rompió en llanto. "Me di cuenta de que era de felicidad y alivio, porque supe que ‘la otra Viviana’ había partido. Lo descubrí mientras pensaba todo lo que logré: la concepción de un hijo, dar a luz, superar inseguridades…", se sincera ante ¡Hola! Argentina. A los 43, la conductora se reconoce como una mujer nueva. Después de convertirse en mamá –el 24 de mayo de 2013–, reemplazó sus minutos de aire en televisión y en radio por momentos en familia y se aventuró a vivir de una manera completamente distinta a la que jamás imaginó.
–¿Cómo fue ese cambio?
–Al principio fue extraño, porque nunca había hecho una pausa tan larga en mi trabajo y no tenía una gran vida social. Las actividades que para la mayoría eran comunes para mí resultaban excepcionales, porque me levantaba a las seis de la mañana para hacer radio y después, entre la televisión, el programa de cable, las campañas publicitarias o los eventos, no paraba hasta la medianoche. Ahora todo es distinto: me levanto con mi beba, desayuno en casa y me quedo tranquila. Estoy muy presente en la vida de mi hija, paso las veinticuatro horas del día con ella.
–Y pensar que no querías tener hijos…
–[Risas]. Es verdad. Me sentía una mujer superplena con mi libido enfocada en el trabajo. Creía que un hijo no era para mí.
–¿Por qué?
–Era miedosa e injusta conmigo. Sentía que si Dios me había dado tantas cosas no había razón para que, además, me diera un hijo. Hoy sé que a Martina me la merezco porque es fruto del amor, la pasión y del gran deseo que tuvimos con Alejandro de tenerla. Con su llegada mi vida cambió para siempre, ordené mis prioridades y nada fue igual. Ella es el premio de mi vida.
–¿En algún momento sentiste la presión social?
–Siempre me preguntaban, no sólo los medios, sino mis afectos... Yo decía que no lo imaginaba, pero si hacía el esfuerzo sentía que me iba a llegar cuando fuera lo más parecido a la mujer que quería ser: madura, con equilibrio, serena… El otro día estábamos con Alejandro mirando a Martina dormir y me preguntó: "No te lo imaginabas, ¿no?". Y la verdad es que no. Pero está claro que ser mamá es el rol que mejor me sienta.
–¿Qué fue lo que te hizo replantearte el tema?
–Creo que empecé a gestar mi deseo con Valentina, la hija de mi ex, Bruno Barbier [con quien estuvo de novia durante diez meses], que venía a casa, jugábamos mucho y pasábamos vacaciones juntas. Valentina es muy dulce, la sigo viendo y fue muy emocionante cuando la vino a conocer a Martina. Su madre, Juliana [Awada], me dejó compartir mucho tiempo con ella y por eso le voy a estar eternamente agradecida. Yo imaginaba que, como no quería tener hijos, iba a tener una pareja que ya los tuviera.
–¿No creés que, en realidad, siempre tuviste el deseo?
–Cuando le conté a Vivian Loew, mi psicóloga durante muchos años, que estaba embarazada, me respondió que eso era lo que había soñado toda la vida. Me quedé dura. Yo iba a terapia con mis perras, Negra y Thila, y ella me decía que nunca había visto a nadie que tratara así a sus perros, que sería una madre increíble. Pero para mí, mi rol maternal lo desempeñaba con mis dos chihuahuas y nada más.
–¿Cómo se llevan con Martina?
–Tienen una relación tirante, porque eran las malcriadas de la casa. Pero de a poquito se van acomodando.
–¿Qué heredó tu hija de vos y qué de su papá?
–Tiene su momento de locura, creatividad y euforia, que vienen de su lado Canosa, y otras veces se convierte en una niña serena y pensativa, que es muy Borensztein. Incluso imita a su papá y hace que lee libros. Es intensa, que es una palabra que nos va a las dos, pero ella, a pesar de su edad, estudia más la situación y después actúa.
UNA CONDUCTORA "ON DEMAND"
–El mes que viene lanzás tu segundo libro, Viva el amor. ¿Extrañabas el trabajo?
–Durante los últimos tres años, cuando me iba de vacaciones, ya no quería leer los diarios ni preocuparme por nada. Empecé un cambio espiritual desde entonces, quería estar más tiempo con la gente que amo y conmigo misma. Ahora sí tengo ganas de volver a trabajar. Por eso, a mediados de año terminé mi libro, que lo empecé cuando estaba embarazada, y además acepté hacer un programa para la web de Infobae que va a tener diez episodios donde salgo a la calle para hablar de temas sociales.
–Tuviste muchas propuestas para volver a la televisión…
–Sí, me llamaron [Adrián] Suar y [Pablo] Codevilla, y [Marcelo] Tinelli, entre otras personas. Pero busco algo que sienta que es justo para mí.
–¿Te dejó de atraer el mundo del espectáculo?
–Creo que cada uno atraviesa distintos períodos. Mis programas fueron muy exitosos y durante un tiempo los disfruté muchísimo. Después, un poco menos, porque ya no me despertaban demasiado interés ni los personajes ni las historias. Estoy muy agradecida con lo que hice, pero hoy me gustaría descubrir cosas nuevas.
–¿Volvieron a hablarse con Jorge Rial?
–Hablamos en momentos en los que estuvo bien que lo hiciéramos, sólo eso. Me considero buena alumna de la vida y ahora estoy a punto caramelo, más reflexiva y madura.
–O sea, si volvés a la televisión no serás lo impulsiva que fuiste siempre…
–Las personas no se imaginan la responsabilidad que tiene un comunicador social. Ponés la cara por cincuenta que trabajan atrás y es mucha presión el rating, el contenido, complacer a la gente, que no llegue tarde el invitado y, además, lidiar con tu vida y tus problemas. Llega un momento, después de once años seguidos al aire, que te salta la térmica. Igual, aprendí a tener cintura televisiva y evolucioné.
Y un día… ¡NUEVA VIDA!
La historia de amor entre Viviana y Alejandro empezó el 4 de octubre de 2011, cuando tuvieron su primera cita en el Lobby Bar del Alvear Palace Hotel. Ella acababa de terminar su romance con el conde belga Bruno Barbier, mientras que él, desde 2005, estaba separado de la madre de sus hijos, la abogada Merlina Licht [quien murió en 2010]. Dos amigas en común oficiaron de celestinas cuando escucharon al hijo de Tato Bores confesar abiertamente en una comida su interés por la "Canosa". Aunque la conexión fue inmediata, eligieron ir despacio y a escondidas. Apenas un mes después, Viviana conoció a Julián (25) y Manuel (18), los hijos de Alejandro. Y, poco a poco, la relación comenzó a rotularse como un auténtico noviazgo.
–Cuando conociste a Alejandro, ¿pensaste que sería el padre de tu hija?
–No, tampoco pensé que sería el hombre de mi vida. Yo venía de una transición, había decidido separarme hacía muy poco y todavía estaba soltando eso. Cuando apareció Alejandro me enamoré, pero nunca imaginé nada de lo que terminó pasando. Como él ya tenía hijos, creía que era un alivio que no me pidiera uno a mí. Al poco tiempo de relación, estábamos en el living de casa y me dijo que era la mujer de su vida y que quería tener una hija conmigo. Le pedí que me dejara pensarlo y estuve así cuatro meses.
–¿Qué te hizo decirle que sí?
–Un día me llamó la maquilladora Regina Kuligovsky, a quien no conocía, para proponerme hacer una campaña. Nos juntamos y por algún motivo, en vez de hablar de trabajo, la charla giró en torno a la maternidad. Me contó que había sido mamá después de los 40 y lo hizo desde un lugar tan amoroso y de tanta felicidad que me convenció sin siquiera saber que yo estaba con ese tema en mi cabeza. Fue como si algo divino me la hubiese enviado. Al día siguiente me hice los estudios de sangre para ver si estaba bien y empecé a tomar ácido fólico. Al mes, quedé embarazada y desde un principio intuimos que sería mujer y decidimos llamarla Martina.
–Al poco tiempo de relación, incluso antes de la llegada de Martina, Alejandro te propuso matrimonio. ¿Cómo fue?
–En otras relaciones había tenido propuestas de casamiento y de formar una familia, pero a todos les decía que no. Con él fue diferente, porque fue el primer hombre que lo hizo con entrega total. Por eso, quiero todo con Alejandro y me gusta darle a nuestra relación esa exclusividad del matrimonio. Nunca creí en esa institución y hoy sí. Además, después de tener un hijo, animarte a casarte es fácil. [Se ríe].
–¿Cuándo darán el sí?
–Antes de fin de año, y quiero que Martina sea testigo privilegiada de lo que siento por su papá. Sueño con que estemos los tres, algo muy íntimo. Y después, cuando nuestra hija sea más grande, hacer una gran fiesta y tirar la casa por la ventana. Y que una vez que firmemos nuestros papeles, con Martina delante, tengamos un momento muy nuestro. Después decidiremos si vamos a hacer un ceremonia religiosa, que seguramente tendría que ser mixta, ya que Alejandro es judío y yo, católica.
–¿Cómo es tu relación con los hijos de Alejandro?
–En cuanto nos conocimos nos caímos súper. Los dos son chicos hermosos y grandes personas. Cuando a la "China" le nombrás a sus hermanos se vuelve loca de amor. Y ellos están felices porque llegó una princesa a la casa. Me emociona mucho porque la protegen, es una beba muy amada. Con Alejandro formamos una familia muy linda.
–Cuando viajaste de Haití, a comienzos de 2010, quisiste adoptar. ¿Sigue en pie tu intención?
–Cuando alguien me quiere "pegar", siempre lo hace por ese lado… Yo nunca me quise hacer la Angelina Jolie ni quería adoptar cualquier niño haitiano, me enamoré de un chico que estaba en un orfanato donde había otros ochenta y él era el más chiquito. Todo se iba dando bien hasta que me junté con otras argentinas que habían adoptado en ese país y me dijeron que en ese orfanato las adopciones eran ilegales. Yo estaba recién separada de mi pareja anterior (el productor Daniel Tobal) y mi vida estaba tan mal como Haití en ese momento. Pero me enamoré de ese chiquito e hice todos los trámites hasta que me enteré que era ilegal.
–Entonces, ¿querés tener más hijos?
–Alejandro quiere y yo creo que si nos hubiésemos conocido antes tendríamos una familia numerosa, pero soy consciente de que es intenso. Aunque siento que por ahora con Martina está bien, aprendí a decir: "Nunca digas nunca".
Texto: Paula Galloni
Fotos: Soledad Rubio
Asistente de fotografía: Patricio Campini
Producción: Sonia Lifchitz
Maquillaje: Claudia Elizalde
Peinado: Gustavo Resquin
Agradecimientos: Alvear Palace Hotel, Manifesto (www.manifesto.com), Paula Cahen d’Anvers, Little Akiabara, Graciela Naum, Awada, Clara Ibarguren x Julieta, Naíma, Peter Kent, Aretha, Jorge Ibañez, Ricky Sarkany, La Florería y Quinny Argentina (www.maternelleonline.com)
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