Violencia y bullying: la dura niñez de Ramiro Bueno, el hijo del Potro Rodrigo
Pasó de estar en el escenario en brazos de Rodrigo mientras un Luna Park repleto lo aplaudía, a sufrir una continua situación de bullying por su peso. Y encima sin un padre en el que apoyarse a la hora de llorar.
Ramiro Bueno no pidió ser quién es, ni siquiera perpetuar un apellido que hoy ya es legendario. Y mucho menos que eso, sumado al sobrepeso que experimentó en su preadolescencia, lo dejara a merced de la mirada social y de la violencia de sus compañeros.
"De la nada me metían flor de piña en el brazo o un bife -recordó en una entrevista para Radio Mitre-. Te tenías que masticar la bronca porque a esa edad lamentablemente eran dos contra uno, y no tenía forma de salvarme. Me plantaba, explotaba y nada".
En una charla donde decidió hablar de un tema que todavía hoy lo persigue, y que muy pocas veces ha querido hacer público, Ramiro abrió su corazón: "Yo la pasé muy mal y muchas veces venía llorando a casa. Había días que la pasaba muy bien en el colegio y me quedaban grabados en la mente, decía: 'Ojalá que mañana sea igual', cuando en realidad no sabía qué iba a pasar al día siguiente".
Hoy Ramiro se quiere abrir paso en el mundo de la música, pero su pasión es el rap, un ritmo alejado de los cánones cuarteteros que escucha desde hace muchos años. Aunque, claro, es impensado para él patear el tablero y enfrentarse al vértigo que significa vivir del arte. Mientras tanto, con el título de periodista deportivo bajo el brazo busca su oportunidad por ese lado. Consciente de que lo peor ya pasó, pero atento para que a nadie de su entorno le pueda ocurrir.
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