En una conversación con LA NACIÓN, el actor habló sobre sus primeros pasos en el medio y los desafíos que tiene por delante
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Victorio D´Alessandro se siente “un alma vieja”. Prefiere degustar las cosas despacio: sentarse a leer el diario en papel, sumergirse en largas conversaciones sobre filosofía y escuchar música en un discman, sin algoritmos. Le inquieta la velocidad del mundo que el tiempo propio del teatro equilibra, contrarresta. Por eso, dice, le gusta actuar: “Construir un personaje es un proceso que lleva su tiempo”.
El actor que fue parte de la exitosa tira juvenil Casi ángeles y que participó en decenas de otras, interpreta a Federico Robles (Pablo en la vida real), el gran amor de Cris Miró en la serie sobre la vida de la vedette. A sus 40 años, D´Alessandro conversó con LA NACIÓN sobre su recorrido con orgullo. De Cris Morena a Cris Miró, el joven que se recibió de abogado y esquivó los mandatos, hoy se anima a sumergirse en todo tipo de personajes sin etiquetas ni condicionamientos.
—Tus primeros pasos fueron de la mano de Cris Morena en novelas juveniles, ¿qué es lo que más te marcó de esa experiencia?
—Cris Morena fue una mentora en muchos sentidos. Es una escuela para una gran liga, estás en una maquinaria que involucra la música, el canto, la actuación y a nivel masivo. Aprendés la importancia de respetar a los técnicos, a ser educado en un estudio, a tener responsabilidad, esos valores que yo tenía desde mi casa, pero que ella subraya. Y, por supuesto, me abrió las puertas a otras oportunidades, acá y afuera, giras en Israel, en todo el país. Subir al escenario del Gran Rex, ante tanta gente, me emocionaba mucho. Una vez que decidís tomar el camino artístico, tenés que estar dispuesto a vivir los procesos creativos y saber que las oportunidades van cambiando. La suerte juega su papel, pero también tenés que saber que puede convertirse en un trabajo muy solitario y muchas veces tenés que sacrificar cosas.
—¿Qué cosas sentís que tuviste que sacrificar por tu vocación?
—Hay un lado B que tiene que ver con que tu tiempo y tu disponibilidad porque están concentrados en la carrera. Muchas veces no vas a poder estar donde querés porque por ahí tenés que viajar para trabajar. Hay momentos de mucha vorágine. Por ejemplo, cuando yo tenía 22 años tuve que aprender a lidiar con la efervescencia del público de un programa juvenil como Casi Ángeles. Estás todo el tiempo expuesto y es imposible no sentir presión, si no estás bien preparado o te agarra un poco débil, te puede disparar mucha ansiedad. Vivís en distintos ciclos porque el trabajo es intermitente: cuando se termina un proyecto, tenés que tener fortaleza mental y los pies en la tierra.
—Viviste un tiempo en España, ¿cómo fue esa experiencia?
—Sí, a fines de 2020 fui por trabajo a España. Como además de ser argentino tengo ciudadanía italiana, decidí probar y abrir el panorama. Trabajé en proyectos audiovisuales en Bilbao, en Madrid y en una obra de teatro en Barcelona. Después me fui a filmar una serie para Netflix en Portugal. Fue una linda experiencia trabajar ahí y tener la posibilidad de abrir nuevos horizontes de trabajo, pero sabía que iba a volver a la Argentina porque es acá donde forjé mi carrera y donde tengo a mi familia y a mis amigos. Acá tengo mi casa donde vivo solo, tranquilo, y también es acá donde tengo a mis afectos.
—Estudiaste derecho, pero nunca ejerciste...
—Sí, me recibí en la Universidad de la Policía Federal, pero nunca fui a buscar el título. La vida me llevó por otros caminos. ¡Bah, yo me generé las oportunidades! La Facultad me enseñó muchas cosas y me dio una estructura. Soy muy curioso y me gusta estudiar, me encantaría estudiar Filosofía o Diseño de Imagen y Sonido para poder darle un marco más serio a lo que me gusta leer. También me gusta mucho escribir y estoy estudiando dramaturgia con Alejandro Tantanian. Eso me entusiasma mucho.
—En la serie de Cris Miró interpretás a Federico, que trabaja de taxi boy para poder llegar a fin de mes, pero que ansía ser conocido como un actor de teatro clásico y se enamora de la vedette. ¿Cómo fue interpretar a un personaje que estaba basado en una persona real?
—Nunca había hecho un personaje que estuviese basado en la vida real. Fue un gran desafío captar su esencia, entender desde dónde se paraba él, cuando la discriminación era moneda corriente. Él quería ser lo que era Cris, y hay algo de esta admiración que le termina ganando al amor. La obnubilación termina siendo un arma de doble filo porque pone en jaque ese compañerismo. Todo eso lo fuimos construyendo juntos, con Mina [Serrano] la propuesta era crear, ficcionar. Hubo mucho trabajo de archivo, pero a la vez no quería inundarme excesivamente de datos porque quería crear a mi personaje. Fue fuerte porque la familia de Cris Miró estuvo cerca y nos contaron anécdotas y detalles. Esteban, el hermano de Cris, fue muchas veces al rodaje, para acompañar y la primera vez que me vio me dijo: “Sos Pablo. Sos igual” y fue muy lindo, muy emocionante.
—Trabajaste mucho en la televisión, pero pareciera que te gusta también mucho el teatro...
—A mí me encanta el teatro y sus tiempos. Construir un personaje de ficción es una especie de resistencia a la inmediatez: lleva su tiempo, no es un video de 30 segundos de TikTok. No es comida rápida. Es un proceso. Lo mismo para el espectador: si vas al teatro, tenés que estar dispuesto a sentarte en una butaca, entrar en un universo y formar parte de la comunión del rito único y por única vez que va a tener lugar esa noche. Esa función va a suceder una sola vez y vas a tener tu celular apagado. Eso es una resistencia lúdica a estos tiempos. No hay muchos espacios hoy en día donde puedas bajar la velocidad. ¡Hay mucha gente que lo primero que te pregunta sobre una obra de teatro es cuánto dura! No es una película que ves en tu casa y la frenás cuando querés: ir al teatro es un acto vivo y te invita a trabajar la paciencia. Si vas a ver una obra tenés que estar dispuesto a introducirte en un mundo, dejarte llevar y dejar de pensar en la inmediatez. El teatro te ancla en el presente. Es de los pocos momentos que te conectan con el aquí y el ahora.
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