Vicky Miranda, la estilista de los famosos: “Hay una gran presión para que todo salga bien, no hay margen de error”
Vistió a la familia Sabatini para el casamiento de Oriana, fue la encargada de asesorar a Fátima Florez durante su romance “presidencial”, acompañó el lanzamiento de Tini Stoessel como solista y hoy prepara su propia cápsula de ropa
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“Yo no soy tanto de las modas”, asegura la asesora de imagen Vicky Miranda. Con dos décadas de experiencia, se convirtió en una figura esencial dentro del universo de la moda, donde cada detalle cuenta y cada decisión puede ser la clave del éxito o el camino hacia el olvido. A lo largo de su carrera vistió a las mujeres más famosas de la Argentina: desde sus inicios como productora en la revista Gente y el desafío de lanzar a Tini Stoessel como solista hasta su rol fundamental en definir el look de Fátima Florez, expareja del presidente Javier Milei, y su reciente trabajo durante el casamiento de Oriana Sabatini y Paulo Dybala.
Desde su departamento en Recoleta, donde vive junto con su marido Santiago Born y su hijo Santos (3), y donde también atiende a sus clientas, recibe a LA NACION con el mismo perfil bajo de siempre. Impecable, sin esfuerzo, vestida con jeans, remera blanca, zapatos bajos, pelo suelto y cara lavada, habla sobre la moda: “El buen gusto no se estudia”.
—El casamiento de Oriana Sabatini y Paulo Dybala fue el evento del año. Vestiste a los padrinos y a la dama de honor ¿Cómo definiste los looks de Catherine Fulop, Ova y Tiziana Sabatini?
—Cathy me llamó para que los asesorara. He trabajado con ella muchas veces y siempre se deja aconsejar, que es algo que no negocio. Como el casamiento fue en julio, al aire libre y hacía frío, tuvimos en cuenta todos los factores. Cathy era una de las madrinas y el vestido de terciopelo azul que diseñamos fue muy elogiado. Ella necesitaba un atuendo que reflejara elegancia y respeto por la ceremonia religiosa. Al ser el casamiento de su hija, debía cumplir ese rol, y me parece que todo salió impecable.
—¿Qué otras cosas no son negociables en tu trabajo?
—A ver, si una madrina me dice: “Quiero un vestido corto, soy joven”, eso es innegociable. Por más que le quede divino, cada evento tiene sus reglas. No se puede ir a una comunión vestida como si fueras a bailar a las 12 de la noche. Me parece que es una cuestión de respeto. En el caso del casamiento, había una ceremonia religiosa, por lo que Cathy llevaba mangas largas que luego se desmontaban. Hay aspectos que van más allá de la moda del momento, en eso soy bastante tradicional.
—Vestiste a Fátima Florez para la asunción de Javier Milei, ¿cómo fue esa experiencia?
—Fátima fue un desafío distinto. Siempre fue muy respetuosa y abierta a mis sugerencias. Ella tiene una personalidad muy fuerte y un estilo muy definido, lo cual hizo que el trabajo fuera tanto un desafío como una oportunidad para ser creativa. Para los actos de gobierno, optamos por un estilo más sobrio y elegante, mientras que para otros eventos de entretenimiento, jugamos con looks más audaces y glamorosos. Vestir a alguien que está en el ojo público de manera tan constante requiere una atención meticulosa a los detalles y una capacidad de adaptación rápida a cualquier cambio de plan.
—¿Quién te contacto para asesorar a Fátima?
—Me llamó Juliana [Awada] para pedirme si podía vestirla. No había mucho tiempo, así que trabajamos contrarreloj. Aunque no había un protocolo estricto, traté de balancear su estilo personal con la formalidad que algunos eventos requerían. También le mandé conjuntos para sus salidas en Mar del Plata durante el verano. Fue una gran experiencia para mí, no había vestido antes a una primera dama y estoy muy satisfecha con los resultados, aunque duró poco en el rol.
El gran salto: Tini Stoessel
“Desde chica supe que quería dedicarme a algo relacionado con la moda. Mi abuela y mi madre compartían esta pasión, y me llevaban a todos lados con ellas. Mamá tenía varios amigos diseñadores, íbamos a los desfiles y siempre terminaba en el backstage. Me encantaba estar detrás de escena, en la cocina, donde todo sucedía. Era fanática de todas las revistas; en la casa de mis abuelos leía Hola, el semanario español, ya que no había acceso a todo como ahora”, afirma. Aunque siempre supo que quería dedicarse a la producción de modas, sabía que no era una opción estudiar una carrera fuera de las “tradicionales”. Se recibió con honores de licenciada en Recursos Humanos, sabiendo que nunca iba a trabajar detrás de un escritorio de lunes a viernes. Y recién ahí pudo trabajar de su verdadera vocación. Empezó haciendo producciones para revistas, vestía a modelos, actrices, y otras mujeres famosas y otras “no tanto”. “Mi pasión siempre fue la moda”, reconoce.
Hasta que el 2016 asumió un nuevo desafío en su carrera: la transformación de Tini Stoessel, que dejaba atrás a la chica Disney. Desde los looks personales de Tini hasta sus atuendos en el escenario y los de sus bailarines, todo quedó bajo su responsabilidad y su nombre comenzó a sonar con más fuerza dentro del backstage del mundo del espectáculo. Tras casi una década de giras por el mundo acompañando a Tini, Vicky decidió instalarse en Buenos Aires para formar su propia familia. Sin embargo, no dejó atrás su pasión; hoy colabora con la uruguaya Meri Deal, exvocalista de la banda “Toco Para Vos”.-en que compartía dúo con su primo y ganador de Gran Hermano: Bautista Mascia-.
—¿Cómo entraste al mundo de la moda?
—Después de recibirme, hice cursos de maquillaje con Sebas Correa. Trabajaba en Relaciones Públicas para Emporio Armani, donde organizaba todos los eventos del café. Esa experiencia me abrió muchas puertas, hacía producciones para revistas y un día trabajando con Andrea Frigerio para una producción de la revista Gente, me ofrecieron quedarme a trabajar ahí. Ahí empecé a hacer todas las tapas y producciones importantes. La revista me enseñó mucho sobre el mundo editorial y de la moda. Fue increíble terminar trabajando ahí, cuando todavía iba al colegio fui a dejar mi currículum con uniforme de colegio, se lo dejé a un guardia de seguridad, y cuando finalmente entré a trabajar, muchos años después, se acordaban de esa anécdota.
—Pasaste de trabajar para editoriales a asesorar a celebrities ¿Cuál es la diferencia?
—Son mundos muy distintos. En las editoriales, el enfoque es más estético y artístico y hay un tiempo de preparación y conceptualización más largo: se trata de crear una visión artística y trabajar en colaboración con fotógrafos, maquilladores y modelos para lograr la imagen perfecta. En cambio, asesorar a celebridades es más dinámico y requiere estar disponible para resolver cualquier imprevisto rápidamente, es más inmediato y personal. Cada celebridad tiene su propio estilo y necesidades, y es fundamental entender eso para poder asesorarlas de manera efectiva. Además, hay una gran presión para que todo salga bien en eventos en vivo y alfombras rojas, donde no hay margen de error. Ambas tienen su encanto y disfruto el desafío de adaptarme a cada situación.
—Tini Stoessel se convirtió en una estrella del pop de la noche a la mañana ¿Ese fue el trabajo que marcó el punto de inflexión en tu carrera?
—Sí, fue un desafío porque implicaba un cambio de imagen significativo. La mamá de Tini me conoció y me dijo que necesitaban a alguien que se ocupara de su hija porque estaba terminando Violetta y la iban a lanzar como solista. Eso me dio mucha visibilidad, y todas las marcas se volvieron locas por vestirla. Fue un trabajo integral: no solo diseñé vestuarios para sus shows y videoclips, sino que también la asesoré en su día a día y en sus estilos para la alfombra roja. Tini tenía que evolucionar de chica Disney a figura del pop, lo cual requería una transformación completa pero cuidadosa. Trabajar con ella fue genial, tenía que estar al tanto de las últimas tendencias, adaptarlas a su personalidad y estilo único. Para mí fue increíble ver cómo Tini se veía radiante y segura en ese proceso.
—¿Tenías referentes cuando empezaste?
—Siempre admiré a las top models de los 90 como Valeria Mazza, Claudia Schiffer y Cindy Crawford. Me fascinaban los diseñadores internacionales. Me acuerdo de un desfile en la facultad de Derecho de la UBA al que vino Kate Moss y la vistió Gino Bogani. Ver ese desfile en vivo fue como entrar en un sueño. En esa época no había acceso ilimitado como ahora con Internet y las redes sociales. También aprendí muchísimo de nuestros diseñadores; cada uno me enseñó algo valioso sobre la importancia de la calidad, el detalle y la innovación en el diseño. Siempre nombro a Bogani porque tengo una relación especial. Trabajamos juntos en momentos muy significativos de mi vida personal y profesional. Él hizo el vestido de novia de mi mamá y el mío. Admiro cómo diseña sobre el cuerpo de la mujer sin hacer bocetos; entiende a la perfección la figura femenina y resalta lo mejor. Aprendo algo nuevo en cada colaboración y eso me ayuda por seguir creciendo.
—¿En qué te inspirás para crear un look?
—Me gusta que cada look refleje su propia identidad. No se trata solo de seguir tendencias, sino de encontrar lo que realmente le queda bien a cada una. Me gusta jugar con los estilos y ver cómo algo que diseñamos juntas puede marcar tendencia. La inspiración puede venir de muchas fuentes: una conversación, un lugar, una obra de arte. Pero siempre busco que el look final sea un reflejo auténtico de la persona. Además, me fijo mucho en los detalles, desde los accesorios hasta el maquillaje y el peinado, para asegurarme de que todo esté en armonía. Ver la reacción positiva de mis clientes y cómo se sienten seguros y radiantes con lo que llevan puesto es lo que más disfruto.
—¿Algún proyecto futuro que nos puedas adelantar?
—Estoy trabajando en una cápsula de ropa de cóctel y noche. Es algo que siempre quise hacer y creo que es el momento perfecto. Es un proyecto muy personal y estoy poniendo mucho de mí en cada pieza. Quiero que sea algo especial, que refleje mi estilo y mi visión de la moda.
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