Hace 15 años sufrió un ACV y pudo revertir los muchos “no” que le dijeron y también fue mamá, a pesar de los malos pronósticos
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Estaba trabajando en teatro, cine y televisión cuando sufrió un ACV. La desahuciaron, pero la peleó y salió adelante. Tuvo que aprender a hablar, a caminar, a comer y a rebatir los muchos “no” que le dijeron, entre ellos que no iba a poder ser mamá. Hoy Verónica Perdomo es mamá de gemelos que nacieron gracias a la fertilización in vitro de un solo óvulo. Iñaki y Felipe tienen dos años y son su felicidad. En una charla íntima con LA NACIÓN, cuenta cómo era su vida antes de sufrir el accidente cerebro vascular y cómo luchó para salir adelante y tener la vida que deseaba. Tiene 47 años, pero en estos días festeja los 15 porque ella misma se vio muerta en una camilla en 2009. En el largo proceso de recuperación perdió a su papá y a su hermano, los dos en menos de un año, pero su fuerza de voluntad y su convicción la impulsaron a seguir adelante. También se enamoró de Adrián, el papá de sus hijos, y hace 11 años que se acompañan. Desde la cuarentena vive entre Buenos Aires y Punta del Este, y es tan inquieta y alegre como siempre. De sonrisa fácil, Perdomo se disculpa cuando hay alguna palabra que no le sale bien y aclara que la afasia es la única secuela que le dejó el ACV. También le dejó aprendizajes y resiliencia.
-¿Cómo estás hoy?
-Estoy feliz. Hacer y criar a dos no es fácil, pero me encanta. Me di cuenta de que la maternidad es la mejor versión de mí. Me canso muchas veces, sobre todo cuando están enfermos porque se enferman los dos. La última vez que bajé tres kilos fue porque no podía ni comer. Disfruto cada paso que doy y no voy por la vida porque sí. Y logré todo con mucho trabajo espiritual. No fue fácil transitar lo que me sucedió hasta llegar a ser mamá.
-¿Y cuál es el próximo desafío?
-Quiero volver a trabajar. Por ahora, lo estoy haciendo en las redes y está bueno porque cuando uno empieza a moverse, se mueve todo. Antes del ACV yo estaba estudiando locución y casualmente en Punta del Este, donde vivo parte del año, me encontré con una excompañera y vamos a hacer juntas un programa de radio. Ya estamos creándolo y va a tener que ver con bienestar, salud, maternidad. Hace unos años edité el libro Otra oportunidad de ser feliz y ahora se viene el segundo. Quiero seguir ayudando a la gente. Tengo la capacidad de resiliencia y no es que las cosas no me cuestan porque me cuestan un montón, pero sigo adelante. Es lo que aprendí en la vida, que tenés que salir a buscar lo que querés para hacer realidad tu deseo porque si te quedás en casa nadie va a venir a buscarte. Tantas veces me dijeron que no, que aprendí que el “sí” o el “no” no tiene que ver conmigo sino con los demás. No hay que quedarse en la queja, en el no poder.
-¿Te dijeron que no ibas a poder ser mamá?
-Sí. La maternidad era un deseo, pero si no sucedía no iba a estar incompleta porque antes que nada soy mujer. Nunca era el momento de ser mamá porque me gustaba viajar y la libertad. Cuando me casé a los 24 años con mi primer marido, Gustavo, no pensaba en ser mamá porque tenía toda la vida por delante. Cuando conocí a Adrián, hace 11 años, tampoco pensé en ser mamá. No era mi prioridad. La cuarentena me sorprendió en Uruguay y pensé que si no probaba ser mamá en ese momento, no iba a suceder nunca. Los médicos me dijeron que no iba a poder por una cuestión hormonal relacionada con el ACV que sufrí hace 15 años por tomar pastillas anticonceptivas y no podía tomar hormonas. Además, tengo púrpura trombocitopénica. Mi hematólogo me decía que no intentara porque podía morirme. Entonces pensé que siempre hice lo que quise, que amé a quien quise y mi deseo era ser mamá e iba a intentarlo. Los médicos y la medicina tienen un límite y después el cuerpo hace lo que puede. También me decían que no iba a poder volver a caminar, ni a hablar, y acá estoy. Trato de ir hasta donde puedo, si después no se puede, está bien. Pero lo intenté. Hice un tratamiento de fertilidad in vitro, y de un solo embrión nacieron gemelos.
-Tus hijos son un milagro...
-No sé si decirlo de esa manera. Por capricho creo que intenté ser mamá porque me decían que no. Hice un curso de coach ontológico y me ayudó saber que podía diseñar un plan, entonces tenía el detalle de lo que podía hacer si quería ser mamá y otra lista con las cosas que podían pasar si no era mamá. Tenía planeada mi vida y no me iba a frustrar por no ser madre.
-Y te cambió la vida, una vez más...
-Sí. Muchas vidas, muchos maestros, como el libro de Brian Weis que leí a los 20 años y creí que era un cuento.
-¿Qué pensás cuando mirás a tus hijos?
-Los miro y me muero de amor. Quiero dormir todas las noches con cada uno de mis hijos abrazados a un costado; no hay nada más lindo en el mundo. Me emociona tanto, pero quiero hacer foco en que si tenés un deseo, intentes hacerlo realidad. Y hay que disfrutar el momento.
Volver a empezar
-Cuando sufriste el ACV decían que ibas a morir, ¿creíste que tu vida se terminaba ahí?
-Sí, yo pensé que me había muerto porque me vi desde arriba en la cama, tal y como lo cuentan. También vi un túnel y una luz al final, y vi a mi lado a un tío que se había muerto y me decía: “Tranquila... tranquila”. Tuve un ACV y una trombosis en los pulmones y me volvieron a la vida a las trompadas. Me acuerdo que sentía que estaba bien, que quería descansar. Y también pensaba que no era una persona de fe y me preguntaba por qué había tenido esa experiencia. Estoy viva porque conmigo probaron una droga que no se podía probar en alguien con esperanza de vida, sino en un desahuciado. El doctor Ignacio Previgliano estaba haciendo un estudio y todavía no tenía conclusiones. Ya no había nada más que hacer y alguien conocía a este médico que estaba interesado en probar esa droga. Mi caso se comentó mucho porque era muy raro en una persona sana como era yo. Estuve un mes en coma y tuve que volver a aprender a caminar, a hablar, usaba pañales. Me dormí modelo y me levanté rapada, en pañales, no sabía hablar ni caminar. No entendía qué me pasaba.
-¿Qué recordás?
-Yo pensaba que hablaba, pero no hablaba porque tenía una traqueotomía. Cuando me sucedió yo estaba haciendo Impacto 9 con Chiche Gelblung y trabajaba en Chile, estudiaba locución. Pero estaba triste, separándome de mi marido. Me llenaba de trabajo para tapar mi angustia, pero no podía darme cuenta de eso. Pensaba que el trabajo era salud y que no me iba a pasar nada porque trabajaba un montón. Un día, en Chile, me sentí muy mal, tenía fiebre y decidí volver a la Argentina porque me sentía morir. Me subí al avión y no me acuerdo de nada más.
-Y te despertaste un mes después...
-Sí, en el Fleni a punto de empezar la rehabilitación y fue pasito a paso. Pensaba: “Esto me pasa, tengo que ir para adelante”. Cuando entendí que no podía hablar, pedí un papel y un lápiz, y tampoco me salía escribir.
-Ya recuperada, conociste al papá de tus hijos, ¿cómo fue el encuentro?
-En un evento del Hospital Garrahan. Yo estaba de gira, haciendo teatro, ya había estado en Bailando por un sueño. Tuve que aprender todo de nuevo y necesitaba trabajar. Pensé en todo lo que podía hacer; por ejemplo, podía estar en ventas, pero los números nunca fueron lo mío; trabajé en una feria en Palermo. Podía limpiar también y a pesar de que soy profesora de educación especial y trabajé con niños sordos, no podía volver a la docencia. Pero podía bailar. Ahí se me ocurrió ir al Bailando... y le pedí a un amigo que me contactara con los hermanos García Navarro porque pensé que a través de ellos podía estar en el programa de Marcelo Tinelli. Cuando tuvimos la entrevista les dije que tenían a las chicas más lindas del mundo, a las mejores actrices, pero no tenían a nadie que hubiera sufrido un ACV. Y así entré.
-¿Tenés un buen recuerdo del Bailando...?
-Fue hermoso volver a la tele otra vez. Hubo quien dijo que yo fingía hablar mal, pero todavía hoy me sucede que no me salen algunas palabras o conjugo mal los verbos. Fue feo que me hicieran sentir que era una mentirosa. No tenía mucho vocabulario porque estaba en recuperación. Tengo afasia y hay palabras que no digo bien, ni conjugo bien los verbos.
-Hiciste dos películas, fuiste bailarina de Nicolás Repetto en Dominico, hiciste un programa de trasnoche que se llamaba En vela, ¿por qué te alejaste del medio?
-Los tiempos cambiaron y nada es lo mismo. Después me mudé a Tigre y me costaba venir a Capital. Lo último que hice fue un programa de radio que se llamaba Tiempos de salud y duró siete años. Tengo que sacarme un poco los miedos porque me equivocó un montón. Igual aprendí que si me confundo, no importa. Pero tengo miedo, me da vergüenza y, a veces, me cierro.
-¿Hoy sos creyente?
-Sí, mucho más que antes. Creo en Dios, el universo, la vida y en que la gente pueda estar bien y cumplir sus sueños, pero para eso hay que hacerse cargo y luchar.
Agradecimientos: Lola Gattinoni (producción), Sole Castro (maquillaje) y en el look colaboraron Valenza, Isabelo y Mechi Garay.
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