Verónica Lozano, sobre los momentos más oscuros de su recuperación: “Tuve miedo de verme como mi mamá, enferma y discapacitada”
A dos años del accidente en Aspen, la conductora de Cortá por Lozano reveló cómo atravesó los momentos más complicados de su rehabilitación
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En febrero de 2022, una noticia una gran causó conmoción: Verónica Lozano había caído de una aerosilla en un centro de esquí en Aspen, donde se encontraba de vacaciones. Debido al accidente, se quebró ambos tobillos y debió someterse a varias intervenciones quirúrgicas. A poco más de dos años, la conductora de Cortá por Lozano celebró con sus seguidores que ya puede usar zapatos con tacos y en una reciente entrevista habló por primera vez de los momentos más oscuros de su recuperación.
“En las recuperaciones, cada progreso, cada pasito se celebra. Algo que en otro momento puede ser frívolo, se transforma y lo ves de otro modo”, le contó Lozano a Catalina Dlugi, en el programa radial Agarrate Catalina. Y agregó: “Claro que también hubo cosas oscuras que no mostré. No pensé tanto en ‘¿por qué a mí?’, pero sí me enojé. Tenía muchas ganas de volver a casa, claramente, porque para la recuperación era fundamental encontrarme con mis cosas, con mi casa, con mis perros... Pero cuando volví, hubo un momento en el que pensaba: ‘¡Qué mierda esto! ¡Falta un montón!’. Vi el agujero negro y ahí se volvió muy palpable la importancia de la actitud y de la decisión que idealmente uno tiene que tomar... De decir: ‘O me hundo en la mierda o le doy para adelante’. Vi el límite. Lo vi. Eso no quiere decir que después todos los días fueron buenos. Tenés momentos en los que también te tienta el enojo, de tristeza y de hartazgo”.
Dlugi recordó, entonces, que desde muy pequeña Lozano se vio obligada a hacerse cargo de situaciones complicadas. “Sí. Concretamente, mi mamá estuvo enferma desde que yo era muy chica. Desde mis 7 años. Fui una niña sobreadaptada, haciéndome cargo de cosas que no había elegido; de mi hermano, de mi hermana, de mamá... De situaciones cotidianas en las que no había una mamá. No me victimizo, pero fue así e íbamos para adelante”, explicó la conductora.
Y recordó: “Mi mamá era bailarina de danza clásica. Formaba parte del Ballet Nacional de Bahía Blanca. Me tuvo a los 20 años, así que tenía 27 años cuando se enfermó. Eso coincidió en el tiempo con el nacimiento de Paz, mi hermana. Cuando ya nos mudamos a Buenos Aires, ella vendía ropa. Ella tenía una artritis muy fuerte. Empezó a deformarse y tuvo operaciones de cadera, de rodilla... Cada uno hace lo que puede. Ella encaró la enfermedad de un lugar en el que a veces se automedicaba... Fue medio errático su tratamiento. La verdad es que la pasó muy mal. Murió a los 44 años, muy jovencita”.
En una reciente entrevista, Lozano contó que luego del accidente, cuando le pedía a su hija Antonia que le alcanzara algo, se lo “tiraba por la cabeza”, porque la enojaba tener a su madre postrada. Sin embargo, la propia experiencia de la conductora en su niñez la ayudó a comprenderla. “La verdad es que me dio susto verme como mi mamá: enferma, discapacitada... Y pensé en mi hija. Pasa mucho cuando convivís con un ser querido que está enfermo que tenés momentos de amor y odio. Muchas veces querés ayudar y la persona que está enferma se pone violenta o agresivo, porque lo transita como puede. Y lo que yo menos quería era que a ella le pasara eso”.
Dlugi recordó que en su programa Lozano confesó que apenas fue mamá, a veces se ponía a conversar con una amiga, se olvidaba de su hija y luego sentía una enorme culpa. “¡Es que nadie te enseña a ser madre! Y además, está la romantización de la maternidad: la dulce espera, el baby shower... Y a veces sentís que es un montón. ¡Hay un ser creciendo dentro tuyo! Y hay que manejar todas esas cosas. Estás embarazada 9 meses, después llegás a tu casa con un bebé al que claramente amás antes de conocerlo, que es una cosa rarísima. Yo fui mamá a los 39 años y en un momento pensé: “¡Cómo manejo todo esto!”. Te agarra el puerperio, llorás, no entendés mucho. La teta... Es un camino de bastante oscuridad, además de todo lo lindo”, explicó la conductora.
Con respecto a cómo vivió el proceso de recuperación, Lozano reveló: “Al principio no tenía la certeza de que iba a levantarme en algún momento de la silla de ruedas. Me dijeron: ‘Bueno, te explotaron los dos talones, los dos tobillos, hay que ver. Se supone que eso solidifica’. Te ponen clavos, te ponen hueso... Y más o menos sos como un Playmobil que tiene que armarse otra vez. Existía la posibilidad de que no volviera a caminar; no voy a ser omnipotente. Estadísticamente, las posibilidades de recuperación eran altas, pero era muy importante que no me parara antes de tiempo, que siguiera las indicaciones al pie de la letra”.
“Acepto lo que me pasó, pero claro que le busco una explicación, una vuelta... A lo mejor venía muy acelerada. Tal vez fue una cachetada de la vida a la omnipotencia. De un segundo a otro cambió la película. Hay que disfrutar de cada cosa, porque uno piensa que tiene toda la eternidad comprada y no es así”, reflexionó. Y recordó, a modo de ejemplo: “El día del casamiento de Lizi Tagliani no sabés como bailé. ¡Estaba chocha! No lo podía creer. Realmente lo vivo todo como un milagro. Valoro un montón de cosas que en otro momento las tenés naturalizadas”.
La exmodelo contó, además, que su fe la ayudó a transitar los malos momentos: “Creo en que hay otra vida más allá de esto que palpamos. Creo también que los seres que queremos y que pasan a otro plano nos siguen acompañando. Tengo la creencia, también, de que las mariposas o los colibríes que se acercan son parte de algún aviso de algún ser querido que ya no está. Creo que estas creencias pueden convivir armónicamente con lo racional. Lo que funciona y no hace daño, si uno lo puede mantener es una herramienta buenísima. Ahora, si eso te involucra con una secta, es otra cosa. También creo en Dios, en la Virgen... La fe ayuda mucho. Cualquier religión en la que uno crea, ayuda”.
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