Verónica Llinás: sus obsesiones, el sueño pendiente que la vincula a su exmarido y por qué no volvería a estar en pareja
La actriz se animó a un mano a mano con LA NACIÓN y habló de su presente laboral, de sus manías, de sus amores y por qué ahora prefiere a veces no hablar de política
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Su nombre es sinónimo de risa y delirio. Sin embargo, no es algo que ella haya buscado ni elegido a lo largo de su carrera; simplemente sucedió. “Cuando soñaba con ser actriz, mi fantasía era ser actriz dramática. Sufrir, morirme en escena, llorar. Es como que la risa llegó, fue instalándose sola”, confiesa Verónica Llinás mientras intenta buscar de dónde viene este don que la convirtió en una de las grandes referentes del género en el país.
Su casa de la infancia, su padre y su hermano Sebastián tienen mucho que ver en esto. “Ellos eran muy graciosos, muy rápidos y yo era el patito feo del humor. O sea, siempre me gastaban y me llamaban “La veloz” porque de pronto yo quería contestar algún chiste malvado que me hacían y como me ponía nerviosa tardaba. Por eso me hace mucha gracia que se me identifique con el humor”, revela mientras disfruta de sus últimas funciones de Antígona en el baño en la cartelera porteña y se prepara para hacer temporada en Mar del Plata.
En esta obra, Llinás demuestra por qué nació para hacer reír. En ella interpreta a Ignacia, una estrella de otro tiempo que es invadida por un montón de miedos cuando está a punto de salir a escena después de un largo exilio en la televisión. Tras encerrarse en el baño, el hijo de su representante de siempre y un insólito “coach ontológico” harán lo que sea para convencerla. “Es una obra muy interesante en varios aspectos, creo que es muy única. No hay una obra ni que se le parezca. Realmente vale la pena que la vean”, advierte quién comparte escenario con Darío Lopilato y Héctor Díaz.
-Estás haciendo teatro con una obra que no solamente te hace brillar como actriz sino también en el texto y la dirección…
-Sí, un cargo múltiple sería. La verdad que estoy muy feliz de haberlo podido hacer porque estoy como codirectora y como coautora, o sea que me comprometí mucho en la obra y por eso estoy muy contenta de que funcione bien, de que se armó un equipo excelente de personas. Hoy con Darío Lopilato y con Héctor Díaz; antes con Esteban Lamothe. Con la codirectora Laura Paredes que, además de ser una excelente actriz y excelente directora, es mi cuñada, hay una confianza total. Todo el grupo desde el asistente de dirección, la gente que está atrás del escenario es un equipo hermoso y eso es muy importante también para que algo funcione y para pasarla bien.
-¿Y qué te pasa a vos como actriz con esta obra?
-En su momento me pasó que me involucré tanto en la escritura y en la dirección que dejé un poco de lado mi rol como actriz. Hasta que en un momento dije: “No, tengo que parar” y en eso fue espectacular tener gente de confianza en la dirección para centrarme en mi trabajo. Igual yo siempre estoy buscando, tocando y encontrando alguna cosa. Ahí es muy importante también el público porque es el que te termina de formar de algún modo el personaje y lo que vas haciendo. Yo disfruto mucho de ese estadio de la obra, en donde con el público vas entendiendo qué funciona y qué no, qué tiempo o qué ritmo es mejor, qué se entiende y qué no.
-En esto de ir con la obra por el interior, ¿se nota la diferencia de público?
-Sí, la diferencia de público es importante. En el interior pasa que la gente vive de otra manera y está muy agradecida de tu presencia, de que vayamos, entonces eso se nota en la alegría con que después te felicitan, se quieren sacar fotos, te agradecen mucho el haber ido. Es un público muy atento, muy expresivo.
- ¿Y vas a hacer temporada?
-Sí, ahora estamos en el Astral por 12 funciones hasta el 10 de noviembre y después vamos a hacer temporada en Mar del Plata. En general, yo soy muy reacia a irme de mi casa pero bueno, tuvimos una experiencia muy linda cuando fuimos con la obra. Fuimos al Roxy y la verdad que toda la gente que nos vio nos dijo que teníamos que volver, así que eso nos inclinó un poco la balanza. Me costó un poquito, pero entiendo que es la mejor opción.
-¿Y con los animales cómo vas a hacer?
-Tengo a Juanita hace 38 años conmigo. Es mi pareja más extensa (risas). En algún momento fue también compañera de actuación porque hice videos con ella; le encantaba actuar. Ella se queda y cuida a los perros aunque me cuesta alejarme pero bueno, entiendo que es la mejor de las opciones.
-Esto de hacer reír todo el tiempo, ¿cómo lo vivís?
-Tengo cara de payaso, nací con la nariz puesta (risas). Es muy impresionante para mí el nivel de agradecimiento sobre todo cuando fue la pandemia. Y me cuesta creerlo en un punto porque yo hacía esas pavadas cada tanto. Pero bueno, entiendo que para mucha gente no es tan fácil reír y en ese momento creo que se sentían identificados por lo que pasaba y eso se agradece. Pero yo creo que lo de la risa fue algo casi que te diría que no elegí prácticamente, era algo que pasaba a pesar mío. Yo cuando soñaba con ser actriz, que lo empecé a soñar desde muy chica, mi fantasía era ser actriz dramática. Sufrir, morirme en escena, llorar; no era hacer reír. Es como que la risa llegó, fue instalándose sola.
-¿Y en casa como eras? ¿Eras divertida?
-Mi papá y mi hermano Sebastián, porque Mariano vino cuando yo tenía 15 años, pero entre ellos era un dúo dinámico del humor; eran muy graciosos, muy rápidos y yo era el patito feo del humor. O sea, siempre me gastaban y me llamaban “La veloz”, porque de pronto yo quería contestar algún chiste malvado que me hacían y como me ponía nerviosa tardaba, entonces me decían “La veloz”. Por eso me hace mucha gracia que se me identifiqué con el humor.
-¿Y mamá?
-Mamá no, no tenía tanto humor. De hecho mi viejo siempre decía: ”¡Qué poco humor que tiene tu mamá!” Mi mamá era otro tipo de personaje, mi vieja era una especie de torbellino de creatividad. Ella me conectó con otra cosa: con los colores, con la belleza; era más romántica.
-Dicen que el humor sana, que la risa sana... ¿te ha salvado a vos en varias oportunidades?
-Sí, yo creo que el humor salva psicológicamente y físicamente. O sea, hay algo que sucede en la circulación del cuerpo cuando la gente se ríe, pero, más allá de eso, creo que el humor salva en el sentido de cómo vos te tomás la vida. Pobres aquellos que no puedan reírse de sí mismos y de las cosas que le pasan porque a veces la vida es muy dura y si no tenemos ese escape, esa especie de pequeño planeta donde todos los horrores no están y uno puede verse, a pesar del dolor, desde lejos no sé cómo se soporta la vida.
-Sos una mujer a la que le ha pasado de todo...
-Mucho sí. En mi casa siempre era como la moneda corriente. Lo primero que se perdía era la plata y lo último, el humor.
-¿Es verdad que con tu exmarido llegaste a viajar en barco durante un año entero?
-El sueño de él era viajar y yo navegué con él en los 25 años que estuvimos juntos. En un momento, él decidió dejar de laburar (porque sus cosas andaban solas), construyó un barco y quiso que fuéramos a andar por el mundo. No llegamos a hacerlo, pero si fuimos a Colombia, a Brasil, al Caribe. Es una vida increíble. Yo nunca quise dejar mi profesión y por eso se hacía difícil porque si hubiera sido por él nos metíamos a dar la vuelta al mundo. Yo siempre necesitaba tener un período en el que se lo dedicara a mi carrera, a mi profesión, a actuar entonces logramos una especie de intermedio de decir: “Bueno, nos vamos dos, tres meses y cuando tengo un trabajo vuelvo”. Otras cosas también las perdí o las cedí para vivir esa experiencia con él. Pero no me arrepiento.
-¿Y después estuviste en pareja de vuelta con otra persona?
-Sí, pero me separé en pandemia. Ahora estoy solita con mi alma (risas).
-¿Te dan ganas de volver a estar con alguien?
- ¿Te digo la verdad? No (risas). A veces uno no quiere soñar con lo que piensa que está muy lejano, pero yo estoy muy bien. Estoy sola, no tengo que hablar con nadie cuando no tengo ganas, no tengo que decir “vuelvo a tal hora”, “hago tal cosa”. A su vez, uno a veces quiere que alguien lo apapache un poco.
-¿Pero te permitís conocer gente, tener citas?
-¿Qué aplicación te vas a bajar siendo conocida? Es un quemo.
-O algún amigo que te quiera presentar a alguien...
-Nadie me quiere presentar a nadie (risas). No sé, tendré que largar un casting... Las mujeres tenemos esa tremenda crueldad de la vida que a medida que pasa el tiempo estamos peor. En cambio, los hombres están mejor. Entonces los tipos que te pueden llegar a dar bola no me gustan porque son viejos y los que me gustan no me dan bola. Entonces me quedo con la soledad y con mis mascotas.
-¿Cuántas tenés?
-Seis perros y cuatro gatos.
-Se que tenes dos manías muy importantes. Una tiene que ver con el baño, no importa la hora que llegues tenes que bañarte.
-Sí, me hiervo. No puedo sentir que estoy sucia en la cama.
-Y la segunda es que no compartís una taza.
-Me hace gracia que esas cosas que, de pronto una dice en un momento no dándole ninguna importancia, trascienden (risas). Nosotros grabamos La mujer de los perros durante tres años y era en la zona de mi casa. Entonces muchas veces el equipo se quedaba a dormir y yo tengo una taza que me regaló Martita (la mamá de mi hermano Mariano), que es como mi madre y es la única que vos metés en el microondas y no se calienta. Entonces esa es mi taza y tengo manía con que me la usen.
-¿Tenés muchos amigos del medio?
-Tengo sí, “las chicas de las gambas al ajillo” son como hermanas mías. Pero después tengo gente con la que tuve relación laboral y quedó amiga. Tengo otro grupo que nos llamamos “Las Divinosaurias” y ahí está Ale Flechner.
-Hace unas semanas se hicieron por primera vez los Martín Fierro de Cine y la política estuvo muy presente en los discursos, sobre todo con el tema del Incaa y de las universidades públicas. ¿Cuál es tu posición?
-Y yo estoy un poco en la misma. Yo creo que hay una saña que en alguna parte se puede comprender en el sentido en que hubo a veces manejos por parte de algunas autoridades que favorecieron cierto tipo de contenido. Pero en el enorme caudal de películas y de contenido audiovisual que se generó en esos años es una proporción mínima. Entonces, castigar a todo el colectivo por eso me parece una injusticia. Y sobre todo, hacer correr la confusión de que los actores o la gente de la cultura que piden que se fomente la industria lo hacen para beneficio propio creyendo que uno se quiere hacer bancar el proyectito... No viendo que lo que se está pidiendo que se fomente es una industria como se puede fomentar una industria de cualquier otra cosa, porque hay industrias que necesitan fomento y otras que no. No por nada el cine tiene fomento en prácticamente todos los países del mundo. Se puede hacer cine sin fomento sí, yo hice una película, La mujer de los perros, con cero pesos del Incaa, pero hay proyectos más ambiciosos, más grandes que necesitan un fomento para conseguir grandes inversores. El arte no debe ser un mercado tipo lo que da plata está y lo que no, se borra de la faz de la tierra porque entonces vamos a hacer solamente Rápidos y furiosos o películas pochocleras.
-Hoy vos estás haciendo ficción (será parte de El Barro) pero no hay muchas ficciones...
-No hay y es una pena. Es una pena cómo bajó porque de verdad tenemos mucho valor, tenemos gente muy buena en muchos estamentos de la producción audiovisual. Hay técnicos buenísimos, directores buenísimos, autores buenísimos, vestuario, maquillaje, todo lo que compone una ficción es admirado por el mundo. Nuestras películas, nuestros programas ganan premios a lo largo y ancho del mundo. Entonces me cuesta mucho entender por qué eso no se valora. Y por qué hay tanta gente despotricando contra algo que nos ha aportado mucho a los argentinos.
-¿Qué le dirías al presidente Javier Milei con respecto a la cultura?
-¿Qué le voy a decir? No sé, porque se instaló una cosa horrorosa que es que si vos osas decirle algo empieza una especie de guerra. Te empiezan a bombardear un montón de trolls y de gente, que empieza a decirte cosas, a desearte la muerte.
-¿Te pasó?
-Sí, no con Milei, pero sí en un momento que dije algo a favor del Incaa, e hicieron un fake news haciéndome hablar algo a mí que yo nunca había dicho, lanzaron un tuit falso que levantaron los medios, y hasta hackearon la cuenta de Dos locas de remate, que era la obra que en ese momento estaba haciendo. Entonces hablar cuesta sangre al final. Pero a veces es imposible no hablar, sobre todo por estos malos entendidos de lo que está pasando con la cultura, con la ciencia. La gente termina creyendo que los investigadores son delincuentes.
-Norman Briski en su discurso dijo: “La ficción es una radiografía de la realidad. Nos están afanando la ficción. La ficción está en la Casa Rosada”...
-Y sí, porque se instalan fábulas. No es la primera vez, no es el único gobierno. También pasó en los gobiernos anteriores, pero el nivel de virulencia con la que eso sale es lo que a mí me impresiona muchísimo. El nivel de agresión, de odio, de querer exterminar. Yo creo que sea quién sea la persona que esté en un gobierno tiene que construir, no generar odio entre los mismos pobladores. Porque el odio es peligroso y en algún momento se vuelve en contra.
-Te voy a correr del rol de actriz y te pregunto a vos como ciudadana... ¿cómo estás viendo esta Argentina?
-Y bueno, creo que se contesta un poco con lo que te estoy diciendo. O sea, yo no entiendo de números, no entiendo mucho de política, no entiendo de mercados. Entonces yo no sé qué habría que hacer con la política monetaria, pero yo sí soy una persona sensible y veo que aumenta todo, que no aumentan los sueldos, veo la gente que no llega a fin de mes, los viejos que no tienen para comprarse los remedios. Gente que se les cae los planes de salud, que se tuvo que ir de la prepaga. Y a la vez siento que esto de que lo va a pagar la casta no es cierto. O sea, la casta está metida en el gobierno. Los senadores cobran una fortuna, entonces voy perdiendo la confianza en la política. Al final por más que se peleen se terminan defendiendo unos a los otros. Por eso nadie va preso, no pasa nada. Entonces ya en este momento no le creo a nadie y eso es dolorosísimo. Eso es dolorosísimo porque es como que te mataron la esperanza.
-Recién hablábamos de Twitter, ¿te divierte mucho?
-Ya no tanto. O sea, cuando yo estaba mucho en las redes que publicaba los videos, lo hacía con una cierta inocencia de decir “bueno, claramente esto es humor y yo voy a gastar un poco a este”, pero me di cuenta que ya no se lo tomaba así. Pagué consecuencias importantes y yo no soy una militante. Yo milito la vida y si tengo que militar algo nunca va a ser nada que tenga que ver con un partido político. Entonces me di cuenta que eso se malinterpretaba y lo que volvía era odio, agresión. La gente necesita odiar porque está muy resentida, está muy dolida, necesita volcar esa frustración en algún lado y te lo tiran a vos. Las redes son como un mundo paralelo que a veces hace mucho daño porque se meten con tus familiares, con tu aspecto y depende de cómo uno esté parado ese día, lo asimilás mejor o te volvés más vulnerable.
-¿Alguna vez sentiste que eso repercutió en la venta de entradas?
-No, pero la verdad que no está bueno estar haciendo algo que pueda dar a entender que vos sos tal o cual cosa y se divida el público, porque de verdad que no es por ahí. Sí tengo una opinión, pero no soy abanderada de nada. O sea, no entiendo mucho a la gente que le dice a los demás lo que tiene que pensar o a un gobierno lo que tiene que hacer. Sinceramente no lo entiendo porque ni yo sé qué pienso profundamente. O sea, mi pensamiento es algo voluble, es algo que si me das buenos argumentos puede llegar a cambiar. Entonces, no entiendo a la gente que está tan enroscada en una forma de ver la realidad porque la verdad que la información que podemos tener está toda muy manipulada.
-Estás haciendo teatro y grabando ficción en TV, ¿qué tenés ganas de hacer en un futuro? ¿Con qué soñás?
-Bueno, me gustaría en algún futuro poder transmitir eso que yo viví navegando con mi marido en el barco durante mucho tiempo. Es una idea que tengo dando vueltas en la cabeza, pero que no termina de concretarse. También porque siempre salen otros proyectos que tapan, pero en algún momento creo que le voy a dar un lugar y voy a tratar de pensar algo.
-¿Cuando tenés un tiempito te gusta salir a navegar?
-Yo no sé navegar, no aprendí. Tal vez eso sea una materia pendiente. Soy una muy buena tripulante. Me fascina bucear, hacer snorkel, nadar. El mundo del agua me parece fascinante; creo que es mi medio.
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