"Espéjate para que veas cómo eres". El proverbio maya definió la vida de una de las mayores estrellas de la industria del entretenimiento mexicano. También delineó su carrera. Algo así como un Oráculo de Delfos propio del que se apropió Verónica Castro. Aquel "conócete a ti mismo" se hizo carne en ella. Será por eso que siempre supo cuál era su norte. No le temió a las decisiones arriesgadas, ni a enfrentar, en soledad, los momentos más trascendentales de su vida. No fue, ni es, mujer de concesiones, siempre tuvo en claro quién era. El amor la atravesó en pocas ocasiones. No es de las que abren puertas fácilmente, pero sí las suficientes para dejar huella. Y para, como un sino trágico, padecer la humillación de la infidelidad y la traición.
A los 66 años, Verónica Judith Sainz Castro puede vanagloriarse de haber gozado de amores intensos y pocos escándalos. Con más de cuatro décadas de carrera, la gran diva mexicana supo, y sabe, qué contar y cuándo hacerlo. Dada la envergadura de su carrera internacional y los rotundos éxitos cosechados es inviable que no se filtren aspectos que hacen a su vida personal. Habló poco. Es más lo que se supone que lo que realmente sucedió. Seguramente quien fuera la conductora de La Movida , aquel suceso arrasador de Televisa, algo esconde. Tiene todo el derecho a hacerlo. Al fin de cuentas, la vida privada es tal aunque su trabajo sea público y estelar. A diferencia de las turbulencias que merodean la vida de Virginia de la Mora, su personaje en La Casa de las Flores, su último trabajo de ficción realizado para Netflix, la actriz tiene y tuvo un andar tranquilo, aunque no exento de algunos nubarrones que, en general, tuvieron que ver con el vínculo con sus hijos y nietos, y no con sus relaciones de pareja, a las que supo preservar y guardar bajo siete llaves.
El derecho de nacer
La mexicana que mejor solloza ante cámaras, la estrella que, en 1979, se puso al mundo en el bolsillo con su primer protagónico en el culebrón Los ricos también lloran, manejó de manera impecable tanto su carrera como los aspectos que hacen a su vida más allá de la fama. En aquella tira, Castro interpretaba a la sufrida Mariana Villarreal, la jovencita que conquistó a millones de televidentes de América y Europa, incluidos Federico Fellini y Giulietta Massina, quienes no se perdían un solo episodio. Mariana arrasó con el rating, pero, sin dudas, fue Castro la que sedujo realmente al público. ¿Quién era esa chica de ojos verdes inmensos y estatura concisa? La actriz supo cómo potenciar ese éxito y convertirlo en un suceso que sería el primero de muchos en una carrera sin altibajos notorios. Aquella temporada de 1979 en la que la contrató Don Emilio Azcárraga, el dueño de Televisa, el poderoso imperio televisivo, Castro ya era madre de Cristian, su pequeño hijo de cinco años al que jamás ocultó, aunque se excusaba de hablar de los pormenores de su maternidad. Con los años, el predilecto le trajo algunos dolores de cabeza a su madre, pero le dio la satisfacción de consagrarse, en el mundo de la música, como Cristian Castro, enalteciendo el apellido materno.
Para descifrar algunas cuestiones, hay que hacer un poco de historia. ¿Por qué tanto misterio sobre el padre de su hijo? La Chaparrita evadía a la prensa a la hora de hablar al respecto. Sabía que hacerlo implicaría mencionar a otra figura popular querida por el pueblo mexicano. Durante años, la identidad del padre de su hijo fue el secreto mejor guardado de la otrora tierra de los Mayas. ¿Qué sucedió? ¿Aquel amor prohibido habría sido el primero?
La respuesta es ambigua. En su adolescencia, la cantante había salido con un jovencito del que guarda el mejor de los recuerdos. Pero, dada la edad, se trató de un breve idilio que no pasó a mayores. Sin embargo, no tardó en conocer a quién sería su verdadero primer gran amor. Tenía 16 años, y si bien continuaba con sus estudios regulares, logró la autorización familiar para participar del programa Operación Ja Ja Ja de tono humorístico. El envío contaba con Manuel "El Loco" Valdés como uno de sus protagonistas. Él, un comediante muy querido en su país, le llevaba veintidós años. El amor no tardó en surgir entre ellos y de esa pasión nacería el 8 de diciembre de 1974 el único hijo de la pareja: Cristian. ¿Qué sucedió después? Castro se enteró que su hijo sería el número 13 de su pareja y que, además, llevaba una vida un tanto disipada. "El Loco" hacía honor a su mote. Secretos descubiertos. Vínculo terminado. "Yo no conocía su historia, sino no me hubiese enganchado con él", reconoció la diva alguna vez.
La actriz se encargó de no revelar el nombre del padre de Cristian. En el medio se conocía el secreto a voces, pero, para buena parte del público se trataba de una verdadera incógnita. Tal fue la ola de misterio que se tejió en torno a este tema tabú que no fueron pocos los que aseguraban que Cristian era hijo de Ramón Valdés, el famoso Don Ramón de la serie El Chavo. Pero lo cierto es que Ramón era hermano de Manuel, es decir, cuñado de Castro.
Madre soltera y aguerrida, la joven actriz llevó adelante sola la crianza del niño. Los primeros años fueron muy difíciles. Para poder mantener a la criatura, la actriz debió empeñar su único auto. Fue su madre, Socorro, quien la impulsó a tenerlo a pesar de la soledad, la falta de recursos, y el sacrificio que implicaba continuar estudiando en la universidad: "Donde comen dos, comen tres", le dijo a su hija. Así fue. Desvelos, carencias y sacrificios hasta 1979, año que Castro protagonizó su primer suceso. La fe en la Virgen de Guadalupe la ayudó a no bajar los brazos jamás. Cuando pensó que no iba a poder, se encomendó a esa Virgen venerada en el cerro del Tepeyac.
¿Quién era verdaderamente el "Loco" Valdés? Un tiro al aire, diría el argot popular. Un buen tipo, muy querido en su país, pero desprolijo en su vida personal. De deslices amorosos y financieros. Todo lo contrario a ella, una mujer comprometida con su trabajo, fiel en el amor, y una inteligente inversionista de sus ganancias. El agua y el aceite. Con los años, se corrió el telón del misterio y hasta la propia diva confesó que "el tiempo que estuvimos juntos fue maravilloso". Cuando Cristian cumplió sus 31 años, decidió vincularse con su padre. Y no dudó en ayudarlo económicamente, al igual que su madre, cuando el comediante quedó en la bancarrota y sin asistencia social.
El rostro del amor
En la década del ´70, el corazón de la heroína de Televisa habría sufrido varios cimbronazos más. Quizás como consecuencia de la decepción sufrida por los secretos del padre de su hijo y las infidelidades, Castro se habría refugiado en otros hombres que tampoco la correspondieron como se merecía: el nombre del locutor Juan Alberto Riancho y el del cantante Víctor Yturbe "El Pirulí" sonaron fuerte. El intérprete grabó un tema titulado "Verónica" y se especuló con estaba dedicado a ella.
Lo cierto es que 1979 no fue un año más para la intérprete de "Una miradita". Junto con el boom de su novela Los ricos también lloran apareció un verdadero nuevo amor: Enrique Niembro, empresario bodeguero. Juntos tuvieron a Michel, el segundo hijo de ella. El amor de la pareja fue intenso, pero no duró demasiado. Él tenía un historial con otras mujeres y más hijos. ¿Infidelidades? La diva jamás habló de eso, pero lo cierto es que el vínculo terminó muy mal.
En 1982, Verónica Castro era una figura consagrada y con una cuenta bancaria importante. Su fama trascendía fronteras en toda América y Europa. En la Argentina, sus tiras medían más que las protagonizadas por actrices locales. Ante eso, fue tentada para protagonizar Verónica, el rostro del amor, junto a Jorge Martínez y Germán Kraus. Se emitió por Canal 11 y arrasó con las mediciones de rating. En los sets de la emisora nació el idilio con Martínez. Un flechazo. Él era un galán apuesto y atlético. Y ella, la figura del momento. Aprovechando la buena repercusión televisiva, juntos protagonizaron Los amores de Verónica en el Teatro Opera de Mar del Plata. Aquella temporada de 1983 fue un fracaso. Antes, en 1982, la Chaparrita de Oro ya había protagonizado Un día con Charlie. No siempre el éxito de la tele se traspola a la escena. Aquel verano del ´83, se coronaron como la pareja del momento más allá de la ficción. El romance duró un suspiro. Convivieron en una casa del barrio Constitución, pero todo se disolvió rápidamente. "Si la veo, no la saludo", dijo él, en diciembre pasado. Ella, antes, había dicho que esa pareja le traía pésimos recuerdos. "Fue un espejismo. Estaba muy sola en Buenos Aires y me aferré a él", confesó la actriz. Lo cierto es que ella se enojó mucho cuando lo vio a él con su ex y su hijo en un restaurante de Mar del Plata. Otras versiones indican que la furia de la actriz surgió cuando se enteró que él protagonizaría una telenovela con su archirrival Lucía Méndez. ¿Jorge Martínez y Lucía Méndez habían tenido un romance previo?
Mi pequeña soledad
La década del ´90 fue un punto de inflexión en la carrera de la Castro. Y también en lo que a su vida personal refiere. Omar fierro era el galán del momento. Todas suspiraban por esta nueva figura de la televisión mexicana. Por eso, los productores decidieron conformar una pareja que vinculara a Castro con Omar. Mi pequeña Soledad fue un gran éxito que la mostró en el doble rol de madre e hija. El amor con Fierro duró tres años. Y se habría terminado cuando ella, una vez más, habría descubierto que era engañada. Adolfo Angel Alba, líder de la banda musical Los Temerarios, también habría robado el corazón de la actriz, pero la cosa no pasó a mayores.
Con la madurez, Verónica decidió no volver a enamorarse. "No me gustan los contratos, por eso nunca me casé", le confesó a Ismael Cala en el programa que el periodista cubano tiene en la señal CNN.
Hoy, la diva apuesta al vínculo con sus hijos y nietos. A disfrutar de sus amistades dispersas por el mundo, como lo hizo con Susana Giménez. Cada tanto, viaja a la Argentina para visitar a su amiga y someterse a alguna refrescada estética. En su México natal, leer, mirar películas y contemplar el mar desde su casa de Acapulco son parte de su rutina. Lo cierto es que es fiel a ese conocimiento interior que tanto cultiva. "Estoy retirada del amor", confesó. Un atajo para no sufrir más. Para que no la vuelvan a traicionar.
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