A pesar de su imagen fría, la actriz siempre siguió a su corazón y enfrentó duras pérdidas
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El apellido Redgrave es lo más parecido a una dinastía real en el mundo del cine y el teatro. A sus 84 años, la actriz de mirada cristalina, pelo canoso y carácter rudo es una leyenda dentro de la actuación. Ganadora de premios Oscar, Globo de Oro, Bafta y Tony, su rostro se asocia a producciones de prestigio como Blow Up, María Estuardo, reina de Escocia; Julia; Amarás a un extraño, La mansión Howard y Señora Dalloway, entre otras.
Si bien en su currículum abundan las películas de época de vez en cuando -y casi como si se tratara de una travesura- Vanessa Redgrave ha interpretado personajes más comerciales como el de Misión Imposible o Impacto profundo. Admirada y cuestionada a la vez, la nieta de Roy Redgrave y la hija de Michael Redgrave y Rachel Kempson ha sido reconocida a lo largo de los años no sólo por su faceta interpretativa sino por su compromiso en distintas causas sociales y políticas: militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, fue candidata al parlamento británico en dos ocasiones y ha participado en todo tipo de movimientos contra la guerra de Vietnam y de Irak.
Mientras que el teatro le ha dado prestigio y regocijo intelectual, el cine le ha dado popularidad y a sus amores más importantes: el director Tony Richardson, con quien tuvo a sus dos hijas mujeres; el actor Franco Nero, con quien volvió a reencontrarse 35 años después, y el atractivo Timothy Dalton, con quien tuvo una relación de casi 15 años antes de casarse con su viejo amor. Sin embargo, y a diferencia de su vida artística, su vida familiar estuvo signada por algunos escándalos y una gran tragedia al perder a su hija Natasha Richardson y a dos de sus hermanos, Corin y Lynn, en tan sólo 14 meses.
Un amor y un escándalo
Dueña de un talento innegable y un carácter que le ha hecho una mala reputación a la hora de dar entrevistas o trabajar con algunos directores, Redgrave siempre fue vista como una figurita difícil. De hecho, su vida personal y sus relaciones amorosas no tienen nada que envidiarle a cualquier historia de Hollywood.
Su primer marido famoso fue el director de cine Tony Richardson. La actriz y el ganador del Oscar por la película Tom Jones se casaron en secreto en 1962 y rápidamente se convirtieron en padres de Natasha y Joely, reconocidas actrices en el medio. Sin embargo, el matrimonio entre ambos terminó en divorcio cuando ella descubrió el affaire que Richardson mantenía con la actriz francesa Jeanne Moreau.
A pesar de los constantes rumores de infidelidad y de que sus amigos ya la habían alertado sobre el director, Redgrave prefirió hacer oídos sordos. Pero en 1967 todo cambió cuando fue su propio marido quien le confesó que era bisexual. Este escándalo fue narrado en el libro La casa de los Redgrave: las vidas secretas de una dinastía teatral, aunque con algunos condimentos que enojaron a la familia. En esas páginas, su autor Tim Adler aseguraba que la británica había sorprendido a su marido y a su padre juntos en la cama. Tras aclarar que se trataba de una falsedad, el clan Redgrave amenazó con iniciar acciones legales contra la publicación.
En 1991, Richardson falleció en Los Ángeles, víctima del sida. Según su representante, Melanie Hodal, murió en el hospital de San Vicente acompañado por su familia. “Tony es maravilloso”, dijo por aquel entonces la madre de sus hijas, quien lo acompañó hasta último momento dando cuenta de la buena relación que los unía a pesar de las desilusiones del pasado.
Un romance de ida y vuelta
La actriz y directora superó el fracaso sentimental en 1968 cuando durante el rodaje del musical Camelot conoció al actor italiano Franco Nero, que interpretaba a Lancelot. Si bien en un principio parecían ser incompatibles, esta dupla es, fue y será protagonista de una historia de amor digna de cualquier película romántica.
“Todavía veo a esta mujer que lleva pantalones azules con agujeros, gafas y sin maquillaje. Tenía un poco de frío cuando el director [Logan] nos presentó. Más tarde le dije: ‘Josh, ¿estás seguro de que tenés a la actriz adecuada? Es fea’. Yo era un joven italiano que pensaba que las mujeres tenían que ser como Sophia Loren”, recordó tiempo después, entre risas, este galán sobre aquel primer encuentro frustrado.
Sin embargo, Redgrave -que ya había posado su atención en él- escribió una nota en italiano invitándolo a su casa para cenar, plan que surtió efecto. “Cuando la vi de cerca, supe que era una hermosa dama”, confesó quien inmediatamente se enamoró de su compañera de elenco.
Inmersos en una fogosa relación, Redgrave y Nero se convirtieron en padres de Carlo, hoy en día un reconocido guionista y director de cine internacional. Casi sorpresivamente, al cabo de dos años la pareja se separó. “Tuvimos muchas ocasiones en las que no nos hablábamos o en las que nos gritábamos. La mayoría de los peores momentos era cuando no nos hablábamos”, contó Redgrave sin saber que la vida les daría una nueva oportunidad 35 años después.
Luego de su ruptura con Nero parecía imposible que la actriz volviera a enamorarse y si bien casi no tenía tiempo para un nuevo idilio entre la crianza de sus tres hijos y su apretada agenda laboral, la directora de Sea Sorrow volvió a darse una nueva oportunidad. Al igual que en los casos anteriores, la artista conoció a su nueva pareja en el set, ya que se trataba de su colega en el film María Estuardo, reina de Escocia de 1971.
Ahora bien, ¿quién era el nuevo galán que había logrado traspasar su coraza y la había hecho olvidar de su última pareja? El elegido era nada más y nada menos que el actor de James Bond, Timothy Dalton, con quien mantuvo una relación de 15 años. Además de convertirse en la atracción de los fotógrafos, esta dupla se dio el gusto de trabajar junta en la película El misterio de Agatha Christie, de 1979.
A pesar de que parecían el uno para el otro, Redgrave nunca pudo olvidar a su viejo amor, Franco Nero. Hecho que se confirmó tiempo después cuando los ex se reencontraron y sellaron su amor -con boda incluida- tres décadas más tarde. “La vida a veces es muy complicada. Siempre la amé”, le reveló Nero a LA Times después de dar el sí en una íntima ceremonia el 31 de diciembre de 2006. “Nos casamos frente a familiares y amigos con el mayor compromiso y amor posible. Creo que soy terriblemente afortunada”, expresó ella con un rostro que desbordaba felicidad.
Desde entonces, están juntos y forman uno de los matrimonios más estables de la escena. Hasta se dieron el lujo de volver a actuar juntos en Cartas a Julieta, la romántica historia de amor estrenada en 2010.
Un golpe difícil de asimilar
Dicen que el ser humano está preparado para la muerte de sus padres, pero nunca para la de un hijo. Y esa es la tragedia que le tocó vivir a Vanessa Redgrave cuando su hija Natasha Richardson murió, luego de sufrir un accidente mientras esquiaba junto a sus hijos en unas vacaciones en Mont Tremblant, Canadá.
La actriz de Juego de gemelas falleció en 2009 a los 45 años, tras un accidente que le causó muerte cerebral. Su marido, el actor Liam Neeson, se encontraba en Toronto filmando la película Chloe por lo que Tasha (como la llamaba su familia) viajó junto a sus hijos Michael y Daniel a Quebec, Canadá, para tomar unas vacaciones y aprender a esquiar. Fue en una de esas lecciones cuando la británica se resbaló y se golpeó fuertemente su cabeza.
Al levantarse sin inconvenientes (hasta le hizo un chiste a su instructor), Richardson fue inmovilizada y trasladada al hotel en el que se hospedaba, tras su negativa a acudir a una clínica. Sin embargo, una hora después, comenzó a sentirse mal por lo que fue llevada a un hospital en Montreal. Su esposo se hizo presente y junto a toda su familia decidieron trasladarla a Nueva York para poder estar más cerca de ella porque ya no había mucho que más hacer: la actriz llegó a la ciudad con muerte cerebral y dos días después se resolvió desconectarla de las máquinas que aún mantenían su corazón latiendo.
Su repentina muerte fue un duro golpe para Redgrave, algo muy difícil de asimilar y que la llevó a pensar en su rol como madre en más de una oportunidad. “He sido todas las madres: la mala, la loca, la buena, la protectora, la que se olvida y la que perdona. Pero, a pesar de lo hecho, de lo que falte, de lo que desearía que fuera diferente, lo maravilloso es que he gozado de unos hijos increíbles”, confesaba haciendo una especie de mea culpa y pidiendo perdón por sus errores.
A la dolorosa pérdida de su hija se sumó la muerte de dos de sus hermanos: Corin y Lynn, quienes murieron con diferencia de un año por cáncer. “Atesoro cada minuto que pasé con ellos. Los extraño tanto, pero me asombro de todo lo que los tres me dieron y también a tantos otros. Los tres estaban dedicados a sus familias y nos dieron tiempos muy felices a todos”, le confesó a la revista People mientras agradecía las cartas y plegarias del público que le sirvieron como consuelo en esos dolorosos tiempos.
Lo cierto es que en tan sólo 14 meses, la imagen de esta mujer fuerte, rígida e inquebrantable se desmoronó por completo. Solo el amor de los suyos y su entrañable pasión por contar historias pudieron sacarla adelante. “Uno siempre está acompañado del recuerdo del pasado, pero hoy es hoy y demos las gracias por ello porque donde quiera que nos encontremos, siempre hay un nuevo día y con cada uno la vida cambia. Algunos son horribles. Otros, maravillosos, pero incluso en los más terribles uno debe tener presente que siempre habrá otro día”, reflexionó esta gran sabia que supo levantarse cada vez que la vida la puso a prueba.
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