La modelo fue recibida por el Sumo Pontífice junto a su marido, Alejandro Gravier
Ese día se levantó bien temprano , se vistió con un impecable chemise negro y, desde un principio reconoció que la emoción le estaba ganando. En pocas horas, Valeria Mazza (41) tendría frente a ella al papa Francisco, de quien es una ferviente admiradora y a quien soñaba poder felicitar personalmente desde el mismo día que fue nombrado como el sucesor de Pedro. En medio de un viaje en el que la acompañó su marido, el empresario Alejandro Gravier (50), y donde combinó business con placer, Valeria habló telefónicamente con ¡Hola! Argentina desde Venecia, la parada siguiente del trip que concluirá este domingo en las playas del Mediterráneo.
–¿Viajaste especialmente para ver al Papa?
–En realidad, habíamos organizado el viaje a Roma hace un tiempo porque tenía que cumplir con un compromiso laboral vinculado a una marca de productos de belleza femenina. Entonces me pareció una linda oportunidad aprovechar mi estadía para saludarlo y felicitarlo personalmente por todo lo que hizo y está haciendo. Le escribí un mail personal y Alejandro, por su lado, también llamó por teléfono. Finalmente, coordinamos para vernos en su audiencia general en la plaza de San Pedro.
–¿Lo conocías de antes?
–Sí. La primera vez que nos vimos fue cuando se cumplieron 25 años del pontificado de Juan Pablo II y la UCA organizó un encuentro en el que ambos participamos. Un tiempo después, coincidimos en un avión y eso fue, justamente, lo primero que nos recordó Francisco esta vez, apenas nos vimos.
–¿Cómo viviste la previa?
–Esa mañana nos levantamos muy temprano y salimos hacia el Vaticano, que recorrimos con mucha tranquilidad. Allí, la gente nos contaba que estaba sorprendida con la cantidad de personas que buscan encontrarse con el Papa, conocerlo, escucharlo. Este encuentro no fue privado, como ocurrió con Juan Pablo II o con Benedicto XVI, sino que se dio durante la audiencia pública de todos los miércoles. Y justamente por eso fue muy especial.
–¿En qué sentido?
–La plaza estaba absolutamente llena (más de 70 mil personas) y Francisco salió en el Papamóvil cuarenta y cinco minutos antes de empezar a hablar para saludar a la multitud y darles la mano. Como argentinos, nos emocionó muchísimo ver cómo la gente lo valora, lo quiere, lo admira. Después habló de la unión en la familia, en la Iglesia y en la comunidad. También de aprender a respetar las diferencias y de que el amor nos une. Sus palabras, en medio de los tiempos difíciles que estamos viviendo, con tanta violencia y agresión, fueron como una caricia para el alma.
–¿Qué fue lo que más te impactó?
–La humildad con la que se presenta. Es único. También que cuando habla, dice, porque hay mucha gente que habla sin parar pero sus palabras carecen de contenido. Para mí fue un privilegio único estar con el, no sé cómo explicarlo, pero el Papa es Dios en la Tierra, su mensajero número uno. Poder saludarlo, agradecerle todo su trabajo y transmitirle inquietudes mías o de mis seres queridos convirtió al encuentro en uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Por supuesto, el próximo domingo, que volvemos a Buenos Aires, llevaremos rosarios bendecidos para toda la familia.
–Además de recordar aquel encuentro en el avión, ¿qué te dijo cuando te vio?
–Fue muy cálido. Nos preguntó especialmente por nuestros hijos, que se quedaron en Buenos Aires para no perder clases, y nos pidió que la próxima los llevemos. Uno de mis hijos, Benicio, está haciendo catequesis. Así que su maestra tuvo una idea genial, que fue llevarle cartas de todos los chicos de 8 años con mensajes de felicitaciones. A la suya, Benicio le agregó la bandera de San Lorenzo, ya que somos hinchas del mismo equipo y, por supuesto, no faltó algún comentario al respecto.
–Tuviste la oportunidad de estar cara a cara con los últimos tres papas. ¿Cómo diferenciás este encuentro?
–Juan Pablo era supercarismático, una persona inolvidable. Francisco, además de todas sus virtudes, tiene la cuota extra de que es argentino, eso hace que sientas una cercanía instantánea no bien lo ves.
–Si bien tu trabajo tiene que ver con lo superfluo, siempre estás intentando aprovechar tu nombre para dar mensajes a favor de la familia, unirte a acciones solidarias…
–Es un camino, una elección de cómo afrontar la vida. Soy católica, creo en Dios y me casé por Iglesia. La familia para mí es la prioridad máxima y lo promuevo. Me gusta transmitir ese mensaje. En este momento estamos alojados en el mismo hotel donde pasé mi cumpleaños número 19 con Alejandro, que como yo estaba trabajando viajó para darme una sorpresa. Jamás habíamos vuelto. Y les acabo de escribir en el libro de visitas que el hotel está más lindo que entonces, ¡y nosotros, más enamorados!
–En el Vaticano los acompañaron unos amigos, ¿no?
–Sí, aunque con Ale viajamos solos a Roma, allá nos encontramos con ellos y fue muy lindo compartir un momento tan único. Yo les decía que, así como mucha gente me pide sacarse fotos conmigo, yo quería sacarme una foto con Francisco. ¡Soy cholula del Papa!
Texto: Lucila Olivera
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