La bailarina reflexiona sobre el rol de la vedette y dice por qué cree que la revista desapareció.
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Durante muchos años, Valeria Archimó fue parte del cuerpo de baile de decenas de programas de televisión y obras de teatro. La gran oportunidad de destacarse le llegó de la mano de Reina Reech y la popularidad, de Marcelo Tinelli. Hoy protagoniza El cusifai, los lunes y martes, en el Teatro Bahía de Mar de Mar del Plata y proyecta hacer espectáculos de tango y bolero. En una charla con LA NACION, Archimó habla de su etapa de vedette y de por qué cree que desapareció la revista como género teatral.
Este verano se la pasó yendo y viniendo a La Feliz, para subirse al escenario y hacer El cusifai. “Es una propuesta distinta, toda una experiencia diferente porque el lugar está armado como un café concert, tiene una terraza con una vista hermosa de la ciudad iluminada. Hay una barra, podés tomar algo, comer. Es una salida completa. El público es parte del espectáculo porque hay una escenografía armada en el medio y se siente parte del show. De alguna manera propone un viaje en el tiempo, a un cabaret de los años 50, con músicos en vivo y cuadros musicales de primer nivel”, detalla entusiasmada.
-¿Por qué El cusifai?
-Tiene tres significados distintos: uno es cuando nombrás algo sin saber exactamente qué palabra usar. Es como decir ‘el cosito’. Otro es en italiano, ‘cosa fai’ (qué estás haciendo) ; y cusifai también se le decía a un hombre. Es un título enigmático y me encanta. Me convocó la productora Luz Pugliese y todo el resto del elenco es marplatense. Es un music hall, como un cabaret en el que ocurren distintos musicales. Es familiar. Mi hija Ámbar viene conmigo y se sabe todas las canciones y los hijos de mis compañeros también. Es un elenco muy talentoso y con buena gente. Me siento muy cómoda con la onda que se vive ahí adentro.
-En los dos últimos años de pandemia cerraron muchas escuelas, ¿sobrevivió la tuya?
-Sí, con mi socio pudimos sostener Archimó Dance Studio, en La Horqueta. Y desde que abrimos, todo lo que ganamos fue para pagar deudas, porque no podías trabajar pero las cuentas te venían igual. La gente tomaba clases vía zoom pero llegó un momento en que ya nadie podía sostenerla, ni alumnos ni profesores, y cuando abrimos con protocolos, la cantidad era limitada. Pero seguimos apostando a nuestro trabajo y defendiéndolo.
-Durante muchos años hiciste revista, ¿creés que ese género desapareció o se transformó?
-Fue una época hermosa, todos los años hacía una revista diferente y me encantaba porque yo era una bailarina que le había dado una vuelta de rosca a la vedette, que solo se mostraba. Creo que la revista fue mutando y hoy ya es un music hall, un espectáculo donde se alterna humor con cuadros musicales. Pero ya no es la estructura de la revista con el cómico, el sketch, la mujer que mostraba lomo.
-¿A qué se debe esa mutación?
-Una revista como las de antes no funcionaría hoy. En la última que hice con Carmen Barbieri y Santiago y Fede Bal, Nuevamente juntos, había un sketch en el que Santiago hacia chistes fuertes y Fede le decía: ‘papá eso ya no se puede decir’. Y justamente para mostrar cómo había cambiado todo. Quizá de la revista queda la pluma, el brillo y el glamour, pero la estructura es otra. Es un género que mutó tanto que hoy ya estamos hablando de otra cosa.
-En ese momento se hablaba de la cosificación de la mujer, ¿te sentiste así alguna vez?
-No, jamás me sentí cosificada. Mostraba mi sensualidad y mi cuerpo, claro, porque ese es el lugar de la vedette, pero los sketches que hacía eran divertidos. Jamás me sentí incomoda. Y además creo que ya la agarré cuando estaba cambiando. Siempre disfruté mucho de ese espacio y los recuerdo como años hermosos. Por otra parte, fue una etapa, porque un artista también crece y en los últimos años ya hacía cuadros más grandes, con ideas diferentes, donde bailaba mucho. No era el rol de vedette sino más bien de bailarina.
-¿Por entonces se hablaba mucho de las guerras de vedettes, ¿era un mito o había competencia?
-Había competencia, claro. Y tal vez un poco de mito, un run run que tenía que ver con la mediatización. Yo nunca la pasé mal. No fui parte de peleas importantes sino más bien triviales.
-¿Alguna vez te robaron el conchero?
-(Ríe) No, nunca me robaron el conchero. Eso no lo viví.
-Bailás desde muy chica, ¿cómo se dio la oportunidad de estar en los medios?
-Empecé haciendo gimnasia rítmica en Ríver, después hice arte contemporáneo en el San Martín y mi primera incursión comercial fue con Tato Bores, en Tato de América, con Reina Reech. Luego trabajé con ella en Colores y de su mano tomé protagonismo en el medio porque le gustaba cómo bailaba y hacíamos coreografías juntas. Siempre me dio un lugar de destaque. Mi primera revista fue Irresistible, otra historia de humor, con Carmen Barbieri y Miguel Ángel Cherutti, y fue un éxito total con funciones de martes a domingos y llenas, con 1100 entradas vendidas. Era otra argentina y viví esa época, no me la contaron. Fue un furor, los teatros estaban explotados de gente.
-También fuiste parte de varios Bailando por un sueño, ¿qué recuerdos tenés de ese momento?
-Hasta ese momento había trabajado mucho pero la popularidad me la dio (Marcelo) Tinelli, que hacía 40 puntos de rating, y hoy eso tampoco sucede. Cuando me conocieron en la tele, la gente elegía ir a verme al teatro y eso fue gracias al Bailando.
-¿Por qué crees que éste año no le fue bien a Tinelli con “La academia”?
-Creo que lo mató el cambio de horario, porque lo veía con mis hijos pero cuando lo pusieron a las 23.30 ya no podía, porque era la hora que me acostaba.
-Hablemos de amor, ¿estás en pareja?
-Estuve en pareja pero me separé a principios de año. Y estoy sola.
-¿Y cómo te llevás con la soltería?
-Bien, pero me gusta la vida en pareja. Disfruto de estar acompañada. Sin embargo estoy estrenando la soltería y estoy bien.
-¿Probás conocer gente en redes sociales?
-Nada de eso. Me gusta conocer a alguien y me tomo mi tiempo. Prefiero mirar al otro a los ojos, charlar. No sé qué pasara en dos años si sigo sola (ríe), tal vez me meta en Tinder, pero esas aplicaciones no me van ni loca. En lo personal estoy muy bien, la vida dirá.
-Sos mamá de dos, de edades muy diferentes, ¿se te complica?
-Theo tiene 17 años y Ámbar 7 y no me resulta difícil. Ella es muy compañera, muy dulce, se adapta a todo porque desde que nació me acompaña a todos lados. Y Theo ya está grande, en la suya. De chico me acompañaba en las temporadas pero ya no y por eso me gustó también la propuesta de ir y venir de Mar del Plata, porque sabía que no iba a venir y no quería dejarlo tanto tiempo. Lo llevo súper bien, vivo con mis dos hijos y son hermosos.
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