Valeria Alonso: la actriz que interpreta a la mamá de Máxima en la serie reveló detalles del rodaje: “Fue osado”
La artista radicada en España conversó con LA NACIÓN sobre los desafíos de encarnar a María Pame; los primeros cuatro episodios de la producción sobre la vida de la reina de los Países Bajos ya están disponibles en la Argentina a través de la plataforma Max
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Rejuvenecer y envejecer en el mismo día es posible. No solo posible; fue necesario para que la actriz Valeria Alonso pudiera narrar tres décadas de historia y contar la infancia y la juventud de Máxima Zorreguieta en la nueva serie sobre su vida. “De esas experiencias maravillosas que a veces te regala esta profesión”, destacó la encargada de ponerse en la piel de María Pame, la madre de Máxima en la ficción.
Máxima, la serie explora los primeros pasos de la reina de Países Bajos y los desafíos que atravesó en su nuevo rol como miembro de la realeza. La producción, basada en el libro de la periodista neerlandesa Marcia Luyten, Máxima Zorreguieta. Madre Patria, consta de seis episodios de 50 minutos cada uno que retratan a Máxima en su camino a la adultez y en los vaivenes que sorteó a lo largo de los años previos a su ascensión al trono. Con un equipo pluricultural y el protagónico de Delfina Chaves, los directores decidieron convocar a actores argentinos para representar a la familia de la reina. Alonso conversó con LA NACIÓN y reveló detalles exclusivos del rodaje de la primera temporada de la serie –ya hay una segunda confirmada–, que el público latinoamericano ya puede ver por Max.
—¿Cuál fue el mayor desafío a la hora de ponerte en la piel de la madre de Máxima?
—Fue un gran desafío. Yo no seguía los temas de la realeza y toda la historia fue un mundo completamente nuevo para mí. Como es una persona real, hay gente que la conoce y traté de documentarme lo más que pude. Intenté comunicarme con ella, pero es un poco delicado, no lo logré. Fue osado de mi parte querer tomar un café con ella. Con la realeza pasa como con los famosos, se comentan muchas cosas alrededor de ellos y no debe tener ganas de que la molesten. Lo cierto es que mi trabajo al interpretarla va más allá de ella: hay ficción, creatividad e intuición. Hay un proceso de creación que si uno gana cierta distancia con la persona real puede tomar otros partidos. Hay cosas del chusmerío que no suman.
—¿Tuviste total libertad a la hora de construir al personaje?
—Para construir al personaje hay que cosas que pude proponer y otras no, pero siempre tuve en claro que lo importante era estar al servicio del personaje. Hubo una escena compleja: uno de los directores que es español proyectó en la TV las imágenes de un discurso de [Jorge Rafael] Videla y la idea era que nuestra reacción en la ficción fuera festejarlo. Y eso finalmente no pasó. Le pedimos que no pusiera el discurso real en la televisión porque nos costaba mucho. De todos modos la escena, por supuesto, se hizo y hubo que olvidarse de cosas que más allá de la actuación nos atraviesan en el cuerpo y que tienen que ver con la historia argentina. Hubo escenas delicadas. María Pame fue siempre muy leal a su marido y por eso se perdió también de ir a la boda de Máxima, pero yo a ella como mujer nunca la juzgué, la humanicé.
La historia de amor entre el papá y la mamá de Máxima
Jorge Zorreguieta contrajo primeras nupcias con la filósofa Marta López Gil y con ella tuvo tres hijas (Dolores, Ángeles y María). Al tiempo, se enamoró de María del Carmen Cerruti, “María Pame”, hija de un gran amigo suyo y dieciséis años menor que él, y en 1968 decidió terminar la relación con su esposa. En aquellos años el divorcio no era legal en la Argentina. Sin embargo, eso no impidió que Zorreguieta iniciara una nueva vida con Cerruti, con quien tuvo a Máxima, en 1971, y a otros tres hijos: Martín, Juan e Inés. Entre 1979 y 1981 fue subsecretario de Agricultura, un cargo de confianza del ministro de Economía Martínez de Hoz, como parte del gabinete del régimen militar de Jorge Rafael Videla.
El romance entre Máxima y el príncipe fue aprobado por la Corona, pero la argentina tuvo que tomar decisiones importantes para ganarse el beneplácito del pueblo holandés. Tras hacer oficial su compromiso, anunció que adoptaría la ciudadanía y debió esperar que se aprobara un proyecto de ley para consentir la unión del príncipe protestante con una joven católica.
Además, Máxima tuvo que afrontar el rechazo que suscitó en el Parlamento holandés la participación de su padre en el gobierno militar, que determinó la decisión institucional de que no asistiera a la boda real. En nuestro país hubo voces que procuraron identificar a Jorge Zorreguieta con los casos de violaciones de los derechos humanos. Si bien nunca prosperaron denuncias en la Justicia, el Parlamento holandés argumentó una “responsabilidad moral” del padre de Máxima en los delitos cometidos por el gobierno de Videla. En solidaridad con su marido, la madre de la reina tampoco estuvo presente en la celebración. A pesar de las restricciones, Zorreguieta sí pudo asistir en noviembre de 2005 al bautismo de su nieta Alexia, la segunda hija de los reyes Guillermo y Máxima, en Wassenaar, un pueblo cercano a La Haya, donde la niña fue bautizada con aguas del río Jordán. Hace pocos días, María Pame cumplió 80 años y lo festejó en Buenos Aires rodeada de toda su familia, incluyendo a la soberana, que viajó a la Argentina para celebrar con ella.
“La producción no entendía que las mujeres de 60 en la Argentina son muy coquetas”
—Interpretaste a la madre de Máxima en distintas etapas de su vida y eso requirió de una gran caracterización…
—¡Sí, me pasó algo muy loco! Estuve tres meses rodando en Bilbao la serie de Disney+ Desde el mañana donde interpreté a una neuróloga lesbiana y medio loca. Terminé ese rodaje a la una de la mañana y el mismo día a las 8 empecé a rodar Máxima en Madrid. Pasé, sin escalas, de una serie de ciencia ficción a probarme las pelucas para transformarme en María Pame. Me empezaron a dibujar arrugas y tuve que entrar, de golpe, en otro mundo. Hubo mucha caracterización también desde el vestuario, los complementos cambian mucho en cada época y eso ayuda. Tardaron mucho tiempo en decidir mi peluca y mi look correcto porque me querían poner una peluca muy canosa para avejentarme, pero yo le explicaba a la producción que en la Argentina, por más que las señoras tengan 60 o 70 años, siguen siendo muy coquetas y que era raro que estuviesen tan canosas. Ahora se usa un poco más, pero en esa época no. Y con canas o sin canas las mujeres de esa edad en nuestro país siguen son muy coquetas.
Desde muy temprana edad, Alonso resolvió seguir su vocación: a los 17 años empezó a montar sus propias obras de teatro y desde aquel momento no dejó de llevar adelante distintos proyectos artísticos. En 1998 comenzó a trabajar profesionalmente con la Compañía De La Guarda, con quienes viajó a Estados Unidos para presentarse en el Daryl Roth Theater de Nueva York y realizó temporadas en el emblemático Roundhouse de Londres. En 2002 se mudó a París, donde obtuvo numerosos reconocimientos como el Primer Premio París jóvenes talentos, otorgado por el gobierno francés y luego se instaló en España, donde hoy lleva adelante su hogar y su carrera. Sin embargo, Alonso viaja mucho a Buenos Aires y le gusta empaparse del teatro porteño, ese que la vio nacer.
—Conocés muy bien los circuitos teatrales de distintas partes del mundo, ¿cómo ves el fenómeno del teatro argentino desde Europa?
—En Buenos Aires podés estar en una salita pequeña y subsistir porque el boca a boca funciona. El público acompaña. Es una ciudad donde siempre reina la curiosidad por lo nuevo, por la cultura, los libros. Hay ansias de conocer. Acá vivimos más cómodos y tranquilos, pero esa manera de vivir más reposada tiene un lado B, que es que muchas veces te achanchás. En la Argentina tenés que usar la creatividad para todos los aspectos de la vida. Y la plata no es una de las condiciones principales a la hora de hacer teatro: es el interés. Prima la pasión. Es imparable para los que se quieren expresar.
La polifacética actriz, además de prepararse para la segunda temporada de Máxima, estrenó el 15 de agosto su cortometraje Mamífera en el Festival de Tarazona (España), basado en su primera novela Las heroínas también tienen miedo, publicada en 2022, con la que ganó el Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid.
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