Valentina Bassi habló de la salud de su hijo, de los desafíos de su trabajo y de su romance con Fabio Di Tomaso
En una charla muy sincera, la actriz dialogó con LA NACION sobre su último trabajo, la serie El hincha, pero también sobre cómo lidia con algunos temas de su maternidad y la relación con el actor de Floricienta
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Valentina Bassi dice que como actriz le gusta meterse “en lugares no recorridos” y que con el paso de los años disfruta cada vez más su trabajo. Ahora goza del estreno de El hincha, serie de 8 capítulos que puede verse por la plataforma Flow y también todos los miércoles en elnueve, donde la actriz interpreta a Nancy, una vecina del equipo ficticio Deportivo Vera, muy ligada a la barrabrava. En diálogo con LA NACION, Bassi habló de su trabajo, de la salud de su hijo Lisandro, de 14 años, que sufre un trastorno del espectro autista (TEA) y de cómo el aceite de cannabis lo ayuda a suavizar los síntomas. Además dice que con Fabio Di Tomaso, actor con quien empezó a salir hace un par de años mientras hacían una obra de teatro, les va “muy bien”.
“Cuando me convocaron para hacer El hincha y supe que el director era Alejandro Ciancio, me interesó porque me encanta El marginal y hace tiempo que quiero trabajar con él. Así que tenía muchos puntos a favor”, cuenta Bassi. “El personaje es súper atractivo porque Nancy hace las remeras de la barra. Vive en el barrio, pertenece a la barra y empieza a darse cuenta que se está manejando mucha plata, mucha más de la que ella creía, y entonces se pone de la nuca porque descubre que es el último orejón del tarro y la explotan por dos mangos. Y decide ir por todo porque ella también quiere su tajada, aunque a veces con herramientas muy poco correctas. Pero quiere una vida mejor para ella y su hija”, detalla sobre su personaje.
-¿Qué sabés de fútbol?
-Cero. No miro fútbol, no me interesa. Soy de River, pero no le doy bolilla y justamente me gustó hacer El hincha por eso porque soy curiosa y siendo actriz es lindo poder meterse en personajes alejados. Disfruté mucho las escenas de cancha, era como una niña jugando. Como actriz, me gusta meterme en lugares no recorridos.
-Pronto cumplís 30 años de profesión. Cuando empezaste, ¿te imaginabas todo lo que viviste?
-¡Ay... no hagamos números! (risas). Me acuerdo que cumplí 20 años en pleno rodaje de El caso María Soledad, que fue mi debut, en 1993. Trabajé siempre como actriz porque lamentablemente no sé hacer otra cosa. Cada vez le siento más el gustito y empieza a tener más sentido lo que hago y cada vez está más claro por qué soy actriz. También estoy más tranquila con los proyectos que elijo y generalmente, la paso muy bien porque, tenga el personaje que tenga, encuentro placer en hacerlo y eso no me pasaba tanto antes.
El teatro y la creación colectiva
-Protagonizas Los gestos bárbaros en teatro y la idea de la obra nació a partir de un documental. ¿Cómo fue el proceso creativo?
-Estamos todos los jueves, a las 20, en el Teatro Picadero hasta fines de noviembre y tenemos la intención de retomar el año que viene, con gira incluida. Fue a partir de un documental, es verdad. En el 2019 vi Más allá del espejo, de Joaquím Jordá, y es la historia de tres personas que sufrieron distintos tipos de agnosia visual, una enfermedad que les cambió la vida. Me conmovió y le mandé un mail a Cristian Drut porque quería volver a trabajar con él. Le pasé el link del documental y le pregunté si se podía hacer una obra de teatro. Me dijo que sí y enseguida empezamos a trabajar con Laura Novoa, con quien estábamos haciendo Burundanga en ese momento y con quien teníamos ganas de meternos en algo más personal, en un trabajo que nos identificara.
-Y así arrancaron...
-Sí, así que los tres, junto a Juan Ignacio Fernández, que es dramaturgo, empezamos a juntarnos y a hacer asociaciones libres de las impresiones del documental. Hablamos mucho sobre qué pasa cuando la vida te cambia de un día para el otro, de lo que sucede cuando hay ciertas alteraciones cerebrales, nos preguntamos lo difícil que debe ser llevar una vida “normal” en esas circunstancias. Pandemia de por medio, pudimos estrenarla este año. Estoy re contenta con esta obra porque pudimos transformar las cosas que me conmovieron de ese documental en Los gestos bárbaros, a través de un hermoso proceso creativo. Es algo muy diferente a la imaginado en el inicio y fruto de una creación colectiva.
-En pandemia los actores estuvieron mucho tiempo sin trabajar, ¿te las arreglaste bien o echaste mano a los ahorros?
-Fue un parate importante al principio y después me fui arreglando haciendo streaming, algunas locuciones y la filmación de la película Yo nena yo princesa, con un protocolo feroz. Estaba muy contenta de volver a trabajar, pero era tremendo sacarse el barbijo solo para actuar las escenas y enseguida volver a ponértelo. Fue duro porque además los actores siempre estamos abrazándonos (risas). Me acuerdo que todavía no había vacunas y cumplíamos el protocolo a rajatabla y estaba bien porque yo no me quería enfermar y había que terminar la película además. Era un lío, inclusive hoy porque si te hisopás y das positivo, podés perderte un trabajo. Los actores estamos muy acostumbrados a trabajar enfermos porque no se suspende una función si tenés gripe o anginas.
“El cannabis no es mágico”
-Hace muchos años contaste que cultivás cannabis para hacer aceite para tu hijo, ¿cómo está Lisandro?
-Está bien. Hace siete años que cultivo en mi casa, al principio de forma ilegal y ahora estoy en Refrocann (Registro del Programa Cannabis), mucho más tranquila. El cambio es grande, pero todavía hay mucho por hacer. Es un momento muy raro porque el cannabis esta súper legitimizado, de hecho están haciendo una industria, y al mismo tiempo sigue habiendo una especie de control social. Hay mucha desinformación y eso se tiene que mejorar. Personalmente, creo que tenemos que ir rumbo a una legalización total del cannabis para uso adulto para que ya no haya estos grises. Y por otro lado se legalizó la producción, y aunque todavía no se regularizó, va a haber una industria que va a generar trabajo y es todo positivo. Estoy muy atenta porque me parece muy importante que, para cuando se regularice, entren las cooperativas y las economías regionales porque la impronta de la solidaridad siempre estuvo de la mano del cannabis. Todavía hay pasos que tienen que cumplirse y los avances los disfrutamos un montón.
-¿El aceite de cannabis ayuda a tu hijo?
-Sí, hace casi siete años que toma aceite de cannabis. Empecé a cultivarlo tres años antes de que se legalizara, cuando escuché hablar de Mamá Cultiva. Mi hijo tenía 7 años. Primero me informé porque no había médicos capacitados en cannabis. Ahora es un poco más fácil. De hecho, cuando le pregunté a la neuróloga Natalia Taratuto, me dijo: ‘Estoy como loca con ese tema porque no sé nada, no puedo hacer recetas, pero veo pacientes que están mejor’. Ahora esta súper capacitada. Fue ella quien me conectó con una cultivadora y así arranqué. Lo recomiendo con cautela sobre todo porque hay muchas ganas de un medicamente mágico y nada es mágico, ni siquiera los psicofármacos porque algunos sirven y otros no. Nada apunta a lo esencial del autismo, que es la comunicación del lenguaje y la sociabilización. Lo único que se intenta es aliviar síntomas como irritabilidad, ansiedad. El cannabis no cura nada, pero es un gran regulador y a algunos pacientes les sirves mucho y a otros no. Lo que pasa es que tiene tan baja toxicidad que probar está bueno porque no le estás haciendo daño. En mi caso ayuda, como también ayudan las terapias. Ayuda el conjunto, es una herramienta más.
Amor y paz
-¿Cómo va la vida amorosa con Fabio Di Tomaso?
-Nos va muy bien. Hace un tiempo que estamos juntos. Nos conocemos hace mucho, de cruzarnos, y trabajamos juntos en la obra La ratonera y ahí nos enamoramos, pero no quiero hablar de eso. Qué voy a decir. Las cosas privadas son mías. No es por nada, pero no me sale. No estoy acostumbrada a hablar de mi vida, soy introvertida. Hablar de mi hijo fue un gran desafío.
-¿Volvés seguido a tu Trelew natal?
-Voy cuando puedo. Mi mamá vive acá hace muchos años y mi papá murió, pero tengo amigos y la hermosura de la península que siempre me está llamando. De hecho, hicimos una película hermosa que se llama El desierto, con dirección de Ulises Rosell (padre de su hijo Lisandro), con quien tenemos una muy buena relación porque seguimos siendo familia y Lisandro que nos requiere muchísimo tiempo. Fue re importante porque significó volver a la Patagonia como actriz. Una experiencia hermosa.
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