Tucu López: “Estamos muy bien con Jime y la relación crece”
Vino de su Tucumán natal para hacer un curso de doblaje y sumar una aptitud más a su profesión de locutor, pero se quedó en Buenos Aires y trabajó de todo, desde camarógrafo de Caiga quien caiga y Playboy hasta dirigir documentales y trabajar en radio con Lalo Mir. “Mi vida transcurre ese camino de diversión y curiosidad”, dice convencido el Tucu López, que se llama Luis según su documento de identidad. Hizo y hace de todo, incluso ahora es actor en Sex viví tu experiencia, en el Gorritti Art Center y se está preparando para coser diseños en Corte y confección, famosos, la nueva apuesta de eltrece, que se estrena hoy, a las 16. Y también está por volver a un antiguo amor: la radio. Y en el medio del torbellino que es su vida laboral, está su historia de amor con Jimena Barón, a quien conoció en plena pandemia. De eso y mucho más habla en esta entrevista con LA NACION.
-¿Cómo es que el Tucu López va a estar cosiendo y cortando en un programa de televisión?
-La verdad es algo que todavía hoy me pregunto y seguiré haciéndolo. Porque no sé hacer nada, jamás en mi vida agarré una máquina de coser. Apenas la veía a mi abuela con la Singer, dándole al pedal. Y más allá de la costura y confección, tampoco sé de moda. Soy muy básico para vestirme y combino mal los colores: jean cortado hecho bermuda, remera y nada más porque estoy en patas todo el tiempo si puedo. Soy lo antimoda, no me sé vestir, ni sé qué está bueno.
-Sin embargo aceptaste ser parte de Corte y confección, famosos...
-Estoy preparado para divertirme, que es lo que voy a hacer. Claramente, no pienso que tengo una posibilidad concreta de ganar y, más allá de mis imposibilidades, casi todos mis compañeros están muy metidos en la moda y todos tienen un estilo. Soy un tipo muy curioso y me atrae aprender. Por ejemplo, ahora tengo un taller de carpintería en donde hago muebles para mis amigos, familiares. Varios muebles de casa, los hice yo. Mi bisabuelo era ebanista, yo nunca trabajé la madera, pero siempre tuve curiosidad. Soy de inventar cosas y mi viejo era igual: se armaba un ventilador con un palito de helado y no sé qué porque lo vio en algún lado. En pandemia, con restricción absoluta, empecé a hacerme un mueble, lo disfruté y seguí. Aprendí a diseñar también y descubrí que, en eso, hay una parte terapéutica muy copada, así que transito la ansiedad por ese lado y encontré el disfrute. Y en Corte y confección me pasa lo mismo.
-¿Sabés coser un botón, hacer un dobladillo?
-Soy fóbico a los botones y no tengo idea de dónde viene: todavía no lo traté en terapia. Ninguno de mis diseños va a tener botones y ese será otro desafío. Tengo una coach, Teresa, que es una exparticipante del programa y me está ayudando un montón. Me animo a diseñar, a volar y crear y le pongo lo que sí sé hacer, como por ejemplo pintura y está fluyendo. Es lindo permitirse indagar otros caminos.
-Es un poco lo que hiciste a lo largo de tu vida, ¿no?
-Sí. Viajaba a Buenos Aires cada quince días para hacer un curso de doblaje en español neutro y doblé algunas cosas para Disney. Cuando me quedé, laburé grabando mensajes para contestadores telefónicos para empresas. Estudié producción de televisión en TEA, me inscribí en un concurso que hacía TNT y Cuatro Cabezas que se llamaba Proyecto 48 y dirigí un par de cortos. Entré a trabajar en Cuatro Cabezas como asistente de cámara y durante seis años fui camarógrafo de CQC, La Liga, History Channel, Discovery, de Palyboy y de Rebelde Way.
-Un buscavidas…
-Tal cual. Dirigí documentales para History. Después vino Medios locos, con Maju Lozano, Lalo por hecho en radio con Lalo Mir. Dejé la cámara y me fui del otro lado. Mi vida transcurre ese camino de diversión y curiosidad. Hice un poco de todo y de repente, soy actor en Sex, viví tu experiencia.
-¿Cómo te sentís con la exposición de tu cuerpo en Sex, seduciendo y jugando con el espectador?
-No tengo mucho mambo con la exposición del cuerpo. Afortunadamente me llevo bien con eso. Para mí el desafío de Sex pasa por otro lado, subirme a un escenario y actuar, aunque no interpreto un personaje sino que sigo siendo el Tucu atravesado por la experiencia de Sex y eso involucra que tengas que estar en una postura, con un código. Mostrarme no fue lo más difícil, sino estar a la altura de un elenco que hace teatro de toda la vida.
-¿Afinaste tu entrenamiento?
-Entreno de toda la vida, pero no modifiqué la rutina. Es un estilo de vida. Desde chico hago artes marciales, pakua, jiu jitsu y hasta competí, pero me lesioné y no pude seguir. Tengo 40 años y una buena genética, pero también me cuido en las comidas por una cuestión de salud. Tampoco pienso que para mostrar un cuerpo tengas que estar torneado y hegemónico así que no le di mucha bola a esa parte.
-¿Qué lesión te sacó de las artes marciales?
-Estaba luchando con un pibe que hacía yudo, aflojé la cadera y él sacó el pie y me dio con todo en el ojo. Y yo lo tenía operado con laser por principio de desprendimiento de retina y fue jodido. Estuve dos meses sin poder agacharme a atarme los cordones porque esa diferencia de presión podía ser peligrosa. Un oftalmólogo me recomendó no hacer más jiu jitsu si no era mi pasión y a lo que quería dedicarme. No le hice caso, me puse antiparras protectoras y seguí entrenando, pero no fue efectivo y tuve que dejar.
-A tu buen momento laboral se suma la radio, tu primer amor.
-Sí, el 15 de febrero arrancamos Bonus track en La Metro, de 10 a 13 con Leo Montero, Malu Tedesco y Connie Ballarini. Vuelvo a mi zona de confort, a mi esencia y a lo que me dedico. Fluimos muy bien y creo que va a ser un gran programa porque hay una química natural que es magia. Tengo un 2021 a pleno: de la meseta de la pandemia paso a estar de nuevo en movimiento y eso implica sacrificios más allá de la alegría. Así que el pobre Elvis, que es mi compañero raza perro de la calle, me va a extrañar y voy a hacer lo que hacía cuando estaba con Lalo, que es dejar encendida la radio para que escuche mi voz, por lo menos. Es una súper felicidad tener tantos proyectos en este momento y sobre todo haciendo cosas que me gustan. Me considero un afortunado.
-¿Qué dice Jimena Barón? ¿Vas a tener tiempo para el amor?
-Sí, claro que me queda tiempo para el amor porque es parte constitutiva de mi felicidad. Estamos muy bien con Jime y la relación crece. Todo fluye con mucha armonía, mucho amor. Estamos pasando un lindo momento.
-¿Tanto que se presentaron a sus familias?
-Sí, nos fuimos a Tucumán a pasar las fiestas, a que conozca a los López y el cerro tucumano. Nos fuimos de vacaciones en el momento justo, vino el enano también.
-El enano es Morrison, el hijo de Jimena...
-Sí, tenemos un vínculo re sano y re lindo. Estoy muy contento.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos en pandemia. Empezamos a charlar por Instagram y cuando nos vimos personalmente en mi casa porque no se podía ir a ningún lado, fluyó todo de una manera muy espectacular. Estaba soltero y había decidido que esa vida era un lugar cómodo para mí porque me daba tiempo para un montón de cosas. Había encontrado en la soltería un lugar de felicidad que antes no había tenido nunca. Yo era muy noviero, salía de una relación y me metía en otra. Con Jime todo fluyó y lo que me sorprendió es que el día que nos conocimos no paramos de reírnos un segundo. Fue algo muy loco.
“Con Jime todo fluyó y lo que me sorprendió es que el día que nos conocimos no paramos de reírnos un segundo. Fue algo muy loco”
-El amor sucede...
-Es así. Es muy loco. Creo en el destino pre escrito y las cosas pasan de esa manera. Como dice Julio Cortázar cuando el amor llega te atraviesa como un rayo y te deja no entendiendo mucho qué pasó. Y es lo que sucedió con Jime y los dos lo vivimos de esa manera. Es muy linda la relación.
-¿Tenían referencia el uno del otro, pero nunca se habían cruzado?
-Nunca. Bueno, sí, hay algo muy loco. Fui camarógrafo de Casi ángeles así que le tiré unos planos sin saber que diez años después íbamos a estar juntos.
-¿Y cómo te llevas con la alta exposición de Jimena?
-Jimena es una especie de marciano y no puede salir a la calle sin que alguien le pida una foto, un saludo. Yendo a Tucumán en auto paramos a cargar nafta en una estación de servicio de Santiago del Estero y el playero la reconoció, aún con barbijo y anteojos. Hay algo en la exposición que hay que cuidar mucho en una relación porque todo el mundo habla y dice cualquier cosa. Por suerte, tenemos claro todo y sabemos que cualquier cosa que hagamos juntos puede estar en un portal mañana. Es un laburo también para mí porque entiendo esa movida y por otro lado, quiero tener un vínculo lo más normal posible. Es todo aprendizaje, parte de una construcción que estamos llevando con mucha armonía y satisfactoriamente.
-¿Se viene la convivencia? ¿Hijos?
-Jimena es muy ordenada y yo soy muy desordenado con lo cual la convivencia sería caótica. Pienso que probablemente sea un paso a dar en algún momento, pero ahora estamos bien como estamos y nos vemos muchísimo. Voy a dejar que la vida me sorprenda en ese sentido, también.
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