Muchos imaginan que las trillizas Fernández Rousse son iguales. Pero basta con pasar un rato con ellas para descifrar que sus personalidades son bien distintas. María Emilia maneja bien la ironía, se la pasa haciendo bromas, su mayor cómplice en ese aspecto es María Laura, aunque tiene un costado más estructurado y presta por demás atención a los movimientos de quienes la rodean, como si intentara hacer partícipes a todos. María Eugenia es la más calma de las tres. Observadora, pensativa, tiene la palabra justa.
Coinciden en que las tres son transparentes, sin vueltas. Acompañada por sus hermanas, Eugenia aceptó recibir a ¡Hola! Argentina en la casa de José Ignacio donde se hospedó Emilia con su marido Clemente Zavaleta, a sabiendas de que hablaría, por primera vez en un reportaje, de la pérdida de su hija Geni, que el 25 de junio, y con 34 años, murió tras batallar dos años contra un cáncer de mama. El 1 de enero estuvo preparada para abrir su corazón y relatar cómo atravesó el momento más doloroso.
Lo que pasé y lo que estoy atravesando con mi marido está lleno de amor. Sigue siendo durísimo, pero empezamos el año muy unidos. No digo feliz, porque la palabra no describe este momento
–Después de pasar un 2018 tan duro, tan triste, ¿cómo cerraron el año?
Emilia: Nosotras no somos de pasar Año Nuevo juntas, hasta ahora siempre festejábamos Nochebuena y Navidad, y esta vez fue lo contrario.
Laura: Yo, en Año Nuevo, estuve en Punta del Este, invitada en lo de Ramón Leiguarda (el conocido neurólogo) y su mujer María Marta. Éramos seis matrimonios sin hijos ni nietos. Estaba esperando el primero de año, que era el día que me iba a encontrar con Emilia y Eugenia.
Eugenia: Pasé Navidad en José Ignacio con todos mis chicos, "Nano", Laura y Pilar. Alquilamos una casa desde el 20 de diciembre. Vino César [Bustos, su yerno viudo] con mis dos nietos, César (11) y Cala (6). Decidimos pasarlo de una manera especial. Las fiestas, en nuestro caso, son difíciles. Decidimoscambiar la escenografía del lugar, pero pasarlo unidos. Y el 31, que mis chicos se fueron, mi marido y yo nos mudamos con Emilia, Clemente y mamá, por unos días.
–¿Cuál fue la sensación que les dejó el primer día de 2019?
Eugenia: Todo lo que pasé y lo que estoy atravesando con mi marido está lleno de amor. Un amor familiar incalculable. Y estoy redescubriendo cosas. Como siempre, al hombre tienen que pasarle cosas para darse cuenta de otras. No te digo que fue fácil, sigue siendo durísimo, pero empezamos el año con mucho amor. Estar acá con Emilia, saber que Laura iba a venir, estar con mamá… Mis hijos, ¡ni hablar! Mi marido es incondicional. Por los nietos hay que tratar de seguir adelante. Ellos ya volvieron con su papá a Buenos Aires, pero pasamos una semana muy linda. No te digo feliz, porque la palabra no es para este momento, pero distinta, rodeados de mucho amor.
–¿Cómo te acompañaron tus hijos en este momento?
Eugenia: Fue un shock para Laura, Pilar y Nano, muy duro. Aparte, nunca sé si la situación con mis nietos me hace bien o mal. Me hace bien por ellos, pero por otro lado no dejo de estar recordando y extrañando a Geni. Es como un puñal, un cincuenta y un cincuenta. Y a ellos les pasa lo mismo. Por eso es bueno compartirlo con mi familia. Mis hermanas me entienden, pero lo que yo estoy pasando sólo lo comparto con mi familia, tenemos el mismo sentimiento. Ya nos miramos y sabemos el momento que atravesamos, cómo es el dolor, cómo es la tristeza.
Emilia: Hay una cosa que yo sentí ahora, en esta corta convivencia, que es lo pendiente que está uno del otro. Uno se emociona. El Año Nuevo fue muy duro con Eugenia porque, si bien no tenía que actuar, me encontré viviendo situaciones fuertes, como mis sobrinos emocionándose de repente. Y no era porque el ángel que tenemos en el cielo se extraña, eso ya lo vivimos cada día; el gesto de mis sobrinos era porque no quieren que sus papás sufran. Es una situación tan simbiótica entre ellos que, en el fondo, es maravillosa.
Eugenia: Por eso, tenemos que estar bien. Mis hijos con un ojo me miran a mí, con el otro a Horacio [Laprida, su marido]. Y se preocupan y yo no quiero que pase eso. Pero sé que es amor y eso me salva.
Emilia: Una vez Laura dijo: "Inviertan en familia". Y eso no sólo ayudó a Eugenia, más bien a todos. La pérdida fue para todos, aunque puede que no suframos igual, como estamos tan unidos, compartimos el dolor. La tristeza se comparte.
–Sin embargo, siempre se las ve alegres, ¿cómo se enfrentan a las situaciones adversas?
Eugenia: Lo que pasa es que cuando me ven en televisión no quiero compartir la tristeza y verme tan caída. Pero no lo hago por el público, lo hago por mí. Yo me permito estar triste pero no que ese llanto dure para siempre.
Laura: Tampoco hay que guardarse esa tristeza porque después se te hace un globo adentro.
Eugenia: No la guardo, pero trato que no dure por el entorno, por los hijos y nietos. Pero eso no quiere decir que me lo aguante. Tampoco quiero ser la víctima de esta situación cuando pasó una cosa durísima y no hay víctimas acá.
–Con una pérdida semejante, ¿cómo se enfrentan al futuro?
Laura: Yo quiero seguir construyendo la familia. Eso es el futuro para mí. Estoy feliz porque voy a recibir a Aurora Trotz. Mi hijo Ernesto va a ser papá de una mujer en mayo. Deseo que todos los días haya una buena noticia. Y que, si hay una mala, se comparta con amigos y familia, que transmiten amor.
Emilia: Yo tengo una nieta que viene en camino en febrero, una segunda hija para Clemente e Isabelle [Strom]. Hay tres posibles nombres: Nikita, Allegra o Atena. Y Mili [su hija mayor, Emilia] tuvo a Augusta hace tres meses y es mi ahijada también. Mi única ahijada es Geni, que está en el cielo. Entonces Mili me propuso serlo de su hija. Seré una abuela madrina. Antes se usaba. De hecho, mi abuela materna Meme era mi madrina y la de Eugenia era nuestra abuela paterna.
Eugenia: Mis hijos tienen ganas, pero ahora están muy abocados a sus sobrinos. Es su misión y así la sienten ahora.
Una vez Laura dijo: ‘Inviertan en familia’. Y eso nos ayudó. La pérdida fue para todos, aunque puede que no suframos igual, compartimos el dolor
–¿Cómo es la relación con sus parejas?
Eugenia: Cuando te tocan situaciones límite, si no tenés una buena base, se va todo un poco a la m… Conozco muchos casos de matrimonios que perdieron hijos y no lo han podido superar. Nosotros, gracias a Dios, tenemos muy buena base, aunque no puedo explicar cuál es la fórmula.
Laura: Ellos hicieron una fundación de noviazgo maravillosa. Ya de novios sabías que iban a ser un éxito. Armaron una familia divina pero siempre tuvieron ese lugarcito para ellos, es admirable.
–¿Y el resto?
Laura: ¿En serio querés saber? Es difícil. [Risas]. Lo que pasa es que a veces hay etapas en la vida en las que uno tiene que rever y volver a construir. Por la realidad de mi situación y el trabajo de mi marido, tuve que armar una familia priorizando a mis hijos, después mi matrimonio. Cuando los chicos volaron, me quedé con Trotz preguntándome "¿quién es el que tengo al lado?". [Se ríe]. No tenía tiempo para la pareja y a veces tampoco lo encontrábamos. Y por situaciones, a veces le escapás, porque ya estás acostumbrado a otra cosa. Pero nos hace muy bien viajar juntos, como esta vez, y reencontrarnos. Es una nueva etapa.
Emilia: Yo estuve poco tiempo de novia: ocho meses. Y cuando me casé, a los cinco meses quedé embarazada. Estuve diez años pariendo y educando. Se me fueron rápido mis hijos, fueron los primeros que volaron, sin estar casados. Hace mucho tiempo que estoy sola con mi marido. En casa, tiré todas las paredes, tengo un loft arriba que puedo correr sin ropa y no me importa nada. Yo redescubrí a mi marido como pareja mucho tiempo después de habernos elegido. Cuando los chicos se fueron, no me pasó como a Laura, yo lo disfruté. Y estoy feliz.
–¿Cuál es su deseo para este 2019?
Emilia: Quiero que este año tengamos mucha energía positiva. Hay que construir la felicidad, que es muy corta. Hay que juntarse sin parar. Ni hablar que deseo seguir junto a mis hermanas, armando todo lo que se viene, que espero sea muy bueno.
Laura: Mi deseo es ser feliz.
Eugenia: No sé qué pedir... No puedo pedir un año como el que pasó. Tal vez es ir día a día. Yo siempre tuve y tengo una muy buena relación con mis hijos. Quiero que mis hijos y nietos sean felices. Pero hoy no puedo pensar a futuro. Y podría agradecer porque hay gente que pasa lo mismo y recién ahí se dan cuenta de cosas que no habían valorado. Pero no fue mi caso.
Cuando me ven en televisión no quiero compartir la tristeza y verme tan caída. Pero no lo hago por el público, lo hago por mí. Yo me permito estar triste pero no que dure para siempre
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