Responde a todas las preguntas. No se niega a la charla ni se le escapa un gesto de fastidio ni, mucho menos, deja entrever el germen de divo. Tomás "Toto" Kirzner es encantador pero no por desenfado sino por su aplomo diplomático. Un joven de 22 años, todavía adolescente, con cara de nene y actitud de hombre ubicado, con los pies en la tierra y los ojos en el horizonte. El primer gesto señalaría como responsables de esa estampa a la educación brindada por sus padres, Araceli González y Adrián Suar, más los años de terapia ininterrumpida y el reciente abrazo al budismo. Pero son ingredientes en un molde propio, el de Toto y su manera de abordar el mundo, "un bicho raro", como le dicen sus amigos que lo conocen desde el jardín de infantes.
"Este 2020 nos deja bastante vapuleados, fue muy atípico, tuvimos que hacer un análisis introspectivo para poder salir adelante, salieron muchas cosas a la luz de un modo distópico porque no tiene sentido lo que estamos viviendo hoy en día. Pero estoy bien, soy afortunado", dice Kirzner, el apellido del abuelo paterno, sobre un año complicado. Empezó con la salud de su madre, internada por una bacteria que la tuvo en terapia intensiva y en vilo a la familia hasta su recuperación. Continuó con la pandemia que lo afectó directamente. Enfermo asintomático de Covid 19, tuvo que permanecer aislado al igual que su hermana, Florencia Torrente. El papá no enfermó pero el coronavirus detonó una importante crisis económica por el parate de las actividades de su productora, Polka. Y la pareja que había formado con la actriz Minerva Casero hace dos años, llegó a su fin. Pero Toto encuentra el modo de mirar cómo el río fluye y trae novedades.
"Me puse a estudiar francés. Recomencé con el psicólogo que tenía abandonado. Toda la vida fui al psicólogo, los atesoro mucho y volví. Decidí mudarme solo, ya lo sabe mi familia, estoy buscando el ideal que quizás después no resulta ser ideal pero se trata de eso. Y Juegos, que cayó del cielo, de la nada, de un portal del tiempo cayó", dice con una alegría que no quiere disimular.
Agustina Cabo, Nicolás Cúcaro, Carolina Kopelioff, Alan Madanes, Maia Reficco, Julia Tozzi y Tomás Kirzner son el elenco de Juegos, el musical dirigido por Ariel del Mastro que adaptó, junto con Marcelo Caballero, la obra Juegos a la hora de la siesta. Estrenada en 1976 y prohibida dos años después por la dictadura militar, la obra de la argentina Roma Mahieu pone al descubierto la violencia y el maltrato de los adultos, reflejado en los juegos de los chicos.
"Sobre mi personaje, Andrés, no quiero decir mucho porque espero que el público lo explore y juzgue por sí mismo. Te puedo decir que tuve que aprender a quererlo a pesar de las acciones que toma, es muy denso", dice el protagonista, entusiasmado por la puesta, un híbrido entre lo teatral y lo cinematográfico, con más cámaras (ocho) que actores (siete), planos generales, medios y detalle, que se estrena el domingo 6 a las 20, vía streaming y por única vez, por la plataforma All Arena.
-¿Te presentaste al casting?
-No, me escribió directamente Ariel del Mastro, a quien no conocía personalmente, que me quería para este proyecto. Y la leí pensando que era una obra de texto, después me di cuenta que era un musical. Juan Pablo Schapira y Katie Viqueira (los directores musical y vocal, respectivamente) me pidieron que cantara, que les mandara una canción y ahí caí. Les mandé dos, una de Charly García y otra de Sting, y quedé. Soy Andrés y tengo mi propia canción en la obra, una canción que abre la puerta a otro mundo para estos chicos.
-¿Habías cantado antes en un escenario?
-Es la primera vez que canto en escena, nunca estudié canto ni hice musicales. Pero siempre canté, por inercia te diría, porque me gusta la música y toco el bajo. Me sentí bien. Soy muy exigente conmigo mismo, soy muy terco, pero estaba bien acobijado por el equipo y los compañeros, los temas son preciosos. No hay vuelta atrás, me voy a meter más en el género.
Formado con Nora Moseinco desde chico más un breve paso por la escuela de Julio Chavez, para Toto los directores de las obras donde trabajó también han sido sus maestros. Como Carlos Rivas, el director de Lo que nos une, su debut teatral en el Nacional, y Manuel González Gil, de La naranja mecánica en la sala del off El método Kairos (nominado en ambos casos para los premios ACE). En televisión, debutó en Fanny, la fan, la comedia de Underground para Telefe, y en eltrece, en la tira Simona y en la exitosa Argentina, tierra de amor y venganza (o ATAV), donde tuvo su primer personaje con continuidad: Julián, el policía incorruptible hijo de Madame Ivonne, el papel de Andrea Frigerio. "Le tengo mucho cariño a Julián, era frío y tierno a la vez. Compartí todo el año con Andrea, una actriz maravillosa. A mi mamá le gustaba mucho. Justo cuando grababa las escenas de la muerte de Ivonne, mamá estaba muy grave. Fue un momento traumático, dormía en el hospital y me iba a grabar. Pero lo borré, mamá también, por suerte todo salió bien", dice el actor criado por genealogías del espectáculo, además de sus dos progenitores. Como dice Toto, "estoy rodeado de un círculo talentoso que me nutre".
La pareja de Araceli González desde hace trece años -y el marido desde hace siete- es el actor Fabián Mazzei (que fue operado de un tumor benigno en marzo) con quienes Toto convive hasta hoy. La hermana mayor, Florencia (32), es, según el hermano, "una artista multifacética, actúa, canta, pinta, mucho talento y a su tiempo" y la más chica, Margarita (8 años, hija de Suar y Griselda Siciliani), "aún no sabemos qué hará". Y más: la abuela Lilian Keller (murió a fines de septiembre) era actriz, si bien se había dedicado a acompañar al marido, el cantante litúrgico Yehuda Kirzner (Leibele Schwartz); la tía Sabrina Kirzner, directora de casting, es madre de su primo Aarón Palomino (hijo de Juan), de la misma edad y también actor; otros tíos, Paul Kirzner y Adrián González, son productores, y la madrina, una prima de Araceli, trabaja en casting.
"Salvo un momento en que dije que iba a ser biólogo marino, siempre quise ser actor, el bicho artístico estuvo presente toda la vida, es innato, no lo puedo evitar y desde chico sabía que me iba a dedicar a esto. Es lo que me moviliza y apasiona. No quise trabajar durante la etapa escolar, quise cumplir bien cada momento. Estudiaba actuación a la salida del colegio y lo disfrutaba, nunca fue un peso, desde los 13 hasta los 18", dice el joven solitario que no pregunta pero sí escucha: "Soy un buen recibidor de consejos".
-¿Qué te gusta ver y escuchar, qué consumís culturalmente?
-Me gustan mucho los clásicos y uno de mis actores referentes es Paul Newman, desde chico me gusta. Y Tom Hardy, esos son mis dos polos. Pero el teatro es mi pilar primordial, voy mucho, acompañado o solo. No tenemos gustos parecidos con mis padres pero, en especial, hay un abismo en la música: a mí me gusta desde la música clásica al heavy metal, desde Slipknot hasta U2. Me gusta mucho y la utilizo para lo que me dedico.
-¿De qué manera?
-Antes de ir a trabajar, un rato antes de salir, siempre me pongo música, me transporta a un lugar ajeno, me coloca. Nunca estoy sin escuchar música.
-Tu mamá es católica y tu papá, judío. ¿Viviste esa dualidad, entre arbolito navideño y Rosh Hashaná?
-Viví esa dualidad pero muy tranqui, ninguno de los dos son muy religiosos, no me obligaron a nada. A mi abuelo paterno no lo conocí, a mi abuela materna sí pero no tuve mucha relación, por nada en especial pero se dio así. Tengo a mi abuelo materno y mi otra abuela murió hace tres años, con ella sí tenía una relación increíble. Ninguno me impuso nada de modo avasallante.
-¿Seguís alguna creencia?
-Al tener esa libertad fui implementando la filosofía de vida que se me presentaba según cada momento. Hoy estoy muy ligado al budismo. Minerva y su familia son budistas y cuando me puse de novio con ella empecé a descubrir ese mundo, esa forma racional de vivir la vida, sin venerar a otro sino a uno mismo y lo tomé, sentí que me representaba, me puse a investigar y lo tengo muy presente.
-¿Sos vegano?
-No, pero como comida vegana. No como mucha carne, solo pescado. Es un proceso, todo va cambiando y decanta, toda la naturaleza está cambiando y vamos descubriendo otras formas de alimentarnos. En mi casa cambió mucho por problemas en el estómago de mi mamá, que son crónicos, y una médica china le dijo que quitara las gaseosas, más agua, más té verde, menos lácteos, cambiar por leche de coco y almendras, es un proceso que sigo de a poco, sin apurarme, aunque eso va en contra de mi ser porque soy bastante impulsivo y ansioso.
-¿Cómo la pasaste en la escuela como hijo de famosos?
-Muy bien. Toda la vida, desde los 4 años, fui al mismo colegio. A esa edad nadie sabe si sos famoso o quiénes son tus padres. Mis amistades perduran desde entonces, ya me conocen. Yo soy un bicho raro y mis amigos lo saben (sonríe). Es una humorada, fui muy afortunado en ese sentido por los amigos y la escuela.
-Sos de Boca como tu papá. ¿Cómo viviste la muerte de Diego Maradona?
-Lo conocí cuando hizo La noche del 10 (eltrece, 2005), lo vi en dos oportunidades, un saludo y un abrazo y eso basta para acordarme. Lo que pega cuando lo pienso es que es un símbolo cultural para todos los argentinos, un mito que ya es una leyenda, por todo lo que hizo.
-¿Cómo te ubicás en las discusiones políticas y con respecto a la llamada "grieta" que separa al gremio de actores?
-De política públicamente no hablo. Tengo mi opinión pero es muy "ciudadana", no tengo conocimientos políticos ni económicos para divulgar nada, la guardo para el círculo de familiares y conocidos.
-En la balanza, ¿qué pesa más o menos, la facilidad de oportunidades por tener padres conocidos o los ojos de todo el mundo encima, exactamente por la misma razón?
-No tengo mochilas que me pesen ni molesten. Esa mochila te la producen tus papás y ellos no lo hicieron. O te boicoteás o tenés ayuda consciente o inconsciente de tus papás. En este caso, nunca me sucedió. Quizás al principio, cuando debuté en la televisión, era muy chico, tenía miedo de que saliera mal. Pero no trascendió, fue algo orgánico. Después pasó. Por supuesto que estoy más expuesto que otros, sin duda, pero sigo yendo a castings y no quedo siempre. Voy a casting desde antes de terminar el colegio, a miles de millones, y no quedé en los miles de millones. Hay un pensamiento bastante chato, del inconsciente colectivo de la gente, de que porque sos "hijo de", sí o sí vas a estar. Muchas cosas no salieron. Y me parece bien, es lo mejor, la forma más educativa. Mis dos papás no me regalarían nada, ambos tienen cultura de trabajo. Me resbala quien pueda decir algo sobre ese tema, no me afecta algo tan insulso como eso. Otra cuestión sería si me lo dice alguien que me conoce bien. Hablar es gratis, que cada uno lo haga si quiere, pero no me afectan esos comentarios, ya tengo los anticuerpos antipelotudos.
-¿Como está tu papá por la situación de Polka?
-No trabajo a la par con él, no puedo responder cuestiones laborales. Miro el tema como hijo, le doy mi apoyo, es lo que asumo y me corresponde. Mis dos papás son muy flexibles con las adversidades, podrá resurgir de alguna forma, algo va a surgir pero es algo muy de él y creo que lo está manejando bien.
-¿En qué momento dejaste de verlo como Superman?
-Siempre a tus papás los vas a ver así, ¿no? Quizás, sí, va cambiando la mirada pero creo que hay que sacar lo de superhéroe y verlo desde un lado más sabio.
-Estás muy budista
-Estoy rebudista.
-¿En qué roles del cine y la tele te gustaron más, Araceli y Adrián?
-Mamá en Mujeres asesinas, en Amas de casa desesperadas, en El hombre de tu vida, que ella tenía cáncer de mamas, estuvo espectacular. Y mi papá, la película que hizo con Leticia Brédice (El día que me amen, 2003), mi preferida por escándalo. A él no le gusta tanto pero a mí, sí, lo vi diferente. Un novio para mi mujer, también. Es un comediante extraordinario.
-¿Le pesa no ser reconocido como actor por la crítica?
-No lo sé... Por lo menos, no lo demuestra, quizás se lo guarda para él, yo lo veo conforme con lo que genera socialmente y bien merecido lo tiene, al igual que mamá. Pero puede ser, nunca hablé de eso con él. Quizás él toma lo actoral como su momento para jugar y lo apasiona más la producción, lo creativo.
-Dijiste lo que te gustó. ¿Qué no te gustó de lo que hicieron?
-No sé... No sirve de nada decirse eso, es muy difícil decirle a tus papás que esto no te gustó, primero porque los admirás, y además porque es contraproducente.
-Sos muy bueno, te adopto. ¿Nunca se te escapa algo, un "por qué hiciste esto" o algo así?
-Jamás, con ellos no. Lo tengo incorporado.
-¿Qué esperás del año que viene?
-Que sea un poquito más leve que este, que tengamos trabajo. En mi caso, además de Juegos que espero pueda hacerse presencial el año próximo, vamos a retomar las grabaciones de la segunda temporada de El mundo de Mateo (por TV Pública y Flow), que se tuvo que pausar este año como pasó con otras producciones.
-Trabajaste en el teatro off. ¿Llevarías adelante un proyecto personal de autogestión?
-Me encantaría, lo estoy pensando, buscar la obra o comprar los derechos y juntarse con amigos para hacerlo. Me encantaría un unipersonal.
-¿Harías un unipersonal?
-Re, re. Hay que buscar obras, me gustaría.
-Te separaste de Minerva Casero. ¿Te enamoraste de otra chica?
-No. No, es la realidad. Y ese rumor con Maite Lanata es pedorro, lo hablé con ella, ni sabemos de dónde salió. De algún comentario en redes, no sé, nos reímos mucho. Laburé bárbaro con Maite, gran actriz y compañera fenomenal.
-¿Minerva se enamoró de otro?
-No, no que yo sepa. Nadie sabe.
-La convivencia en cuarentena destruyó...
-No, nada "destruyó", no nos dejamos de querer, nos conocemos hace mucho, es un cariño genuinamente incondicional y eso no va a cambiar, no puede, nos queremos mucho pero nuestro vínculo cambió, no somos más pareja por temas personales que no se pueden explicar, porque lo que pasa entre las parejas es difícil de explicar.
-¿Cuándo te mudes solo vas a adoptar otro gato como el que tenían juntos en casa de Minerva?
-Loto se quedó con Minerva. Cuando me mude, primero quiero estar solo y si necesito compañía, adoptaré. Esos meses que viví con ella, que tomé distancia de mi casa, me di cuenta que estoy preparado para vivir solo.
-¿Tu mamá es sobreprotectora?
-Sí, lo es. Pero no tiene una connotación negativa, en mí al menos. Después se extrañan esas cosas, esos cuidados.
-¿Independientemente de tus padres, ser una cara conocida te volvió más seductor o atractivo para el afuera?
-Ni en pedo. No.
-¿Qué es lo más importante?
-Lo más importante son los vínculos afectivos y estar bien conmigo mismo porque si no, se desmorona todo. Para poder disfrutar de esos vínculos tengo que estar bien conmigo, eso es primordial porque aunque siempre están ahí y son una red, no pueden rescatarte todo el tiempo.
-¿Y el trabajo qué lugar ocupa?
-El trabajo me pone en eje. Si no tengo, no sé qué hacer, camino por los techos.
-¿Te irías afuera a trabajar, pensás en esa posibilidad?
-Sí, tengo fantasías pero prefiero que las cosas se decanten, ser fiel a mi carrera, disfrutar cada etapa, las cosas que aparecen, las cajitas que voy abriendo. No voy en busca de nada, dejo que suceda como tiene que suceder.
PARA AGENDAR. Juegos, dirigido por Ariel del Mastro. Domingo 6, a las 20. Por
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