Tom Selleck, el actor que sobrevivió al fantasma de Magnum y hoy cultiva paltas en el campo
Fue una de las caras más populares de la televisión durante los ‘80, sin embargo, nunca se obnubiló con el éxito y la fama; a diferencia de muchos colegas, supo triunfar por fuera del personaje que lo llevó al estrellato y pudo mantenerse vigente a través de los años.
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Tom Selleck fue una de las caras más populares de la televisión durante la década de los ‘80 y ‘90. Su porte masculino, su mueca socarrona y su clásico bigote (que con el tiempo se convirtió en un sello propio), lo volvieron uno de los favoritos de Hollywood a la hora de interpretar a policías, hombres rudos y galanes maduros.
Si bien el actor, guionista y productor tiene una larga trayectoria en el medio, su rol de detective en la exitosa serie Magnum P.I. fue el que lo hizo famoso y el que hace que todavía se hable de él. Sin embargo, a diferencia del resto de sus compañeros, el artista logró romper con el encasillamiento de la ficción de CBS y supo mantenerse vigente dentro de la industria a lo largo de los años. De hecho, el público más joven quizá lo recuerde más como Richard, el novio maduro de Mónica Geller (Courteney Cox) en Friends, que como el investigador privado que andaba en convertible por las calles de Hawaii.
Hoy, a sus 76 años, el intérprete sigue demostrando que no le interesa la fama y vive alejado de los lujos y las excentricidades de Hollywood. Y, mientras elige cuidadosamente los proyectos en los cuales participar, disfruta de su gran hobby: el campo.
El éxito que le impidió ser Indiana Jones
Thomas William Selleck nació el 29 de enero de 1945 en Detroit, aunque se crio en Sherman Oaks. Tras servir en la Guardia Nacional de California y en el ejército, dio sus primeros pasos en la actuación con pequeños papeles en la pantalla grande.
Tras su participación en el film Myra Breckinridge (1970), protagonizado por Rachel Welch, y Los Siete Minutos (1971), el actor fue convocado para algunas series y películas menores. Pero en 1978, su rol en el drama televisivo The Rockford Files le sirvió de vidriera para lo que vendría después: Magnum, el proyecto que puso su carrera en lo más alto y que también le hizo perder la posibilidad de ser Indiana Jones. Es que su contrato firmado con la cadena CBS no le permitió ser parte de la saga creada por Steven Spielberg y George Lucas, quedando el papel en manos de Harrison Ford.
Fue así como desde 1980 hasta 1988, Selleck se convirtió en uno de los hombres más rudos de la pantalla. En la ficción, este investigador privado -que se caracteriza por sus vistosas camisas floreadas y su gorra de los Tigres de Detroit- trabaja para Robin Masters, un rico y misterioso escritor y patrocinador, que a cambio de sus servicios, le deja disponer de su casa de Hawaii y de su coche: una Ferrari 308 GTS.
Encargado de la seguridad de la mansión, Thomas Sullivan Magnum IV comienza a tener problemas con el mayordomo, Jonathan Ouayle Higgins III; hecho que lo lleva a sospechar que Higgins y Masters son la misma persona y que éste último es el pseudónimo que utiliza como escritor. En sus andanzas, el investigador cuenta con la ayuda de dos compañeros: Rick y T.C.
A lo largo de sus 162 capítulos, este programa -que mezcla drama, acción y comedia- cautivó a la audiencia de más de 100 países, llegando a obtener varios reconocimientos. En el caso de Selleck, su trabajo fue premiado en 1985 con un Globo de Oro y un Emmy. “Si se vio en 100 países no fue porque yo sea buen mozo, sino porque era una serie basada en sus personajes y donde los problemas, serios o divertidos (y había de los dos tipos), eran los problemas de la gente real. Y estos problemas no cambian con las generaciones, por eso todavía es posible identificarse con Magnum”, advirtió el protagonista sobre la vigencia de esta trama, que en 2018 tuvo una versión moderna de la mano de Jay Hernández.
Luego de ocho temporadas ininterrumpidas al aire, el actor decidió renunciar al proyecto. Si bien la historia seguía siendo un éxito, sus motivos estaban por encima de todo: acababa de nacer su primera y única hija Hannah Margaret Selleck. Con más de 90 horas semanales de rodaje y alguna que otra película en proceso, el actor decidió tomarse un recreo de la actuación para enfocarse cien por ciento en su familia. “Renuncié a Magnum para poder tener una familia. Me llevó mucho tiempo bajarme del tren, pero hice mucho esfuerzo para encontrar el balance”, le explicó a la revista People allá por 2012.
En busca de un poco de paz, Tom vendió su residencia de Los Ángeles y se mudó al campo, a un rancho en Ventura County, California. Allí no solo tiene grandes plantaciones de palta, sino un gran establo para caballos, la gran pasión de Hannah, quien hoy es una reconocida jinete de competencia. “Pensamos que este era un gran lugar para que nuestra hija creciera”, aseguró quien desde hace más de 30 años está casado con la actriz Jillie Mack.
Cambiar de aire
A diferencia de lo que pasó con la mayoría de los actores de su época (que después de protagonizar un éxito suelen desaparecer del medio), Selleck no sufrió el encasillamiento de este rol que lo llevó al estrellato y se lució en otros papeles, también muy recordados hasta el día de hoy. Tal es el caso de la comedia Tres hombres y un biberón en cine o su posterior participación en la exitosa serie Friends.
Mientras que en la adaptación de la película francesa de 1985, Tom interpreta a uno de los tres amigos solteros que comparten un departamento en Nueva York y deben lidiar con la inesperada llegada de un bebé, en la icónica sitcom de NBC encarnó a Richard Burke, el novio maduro de Mónica Geller, interpretada por Courteney Cox.
A pesar de solo participar de 10 capítulos, este oftalmólogo -que lucha por el amor de esta mujer 25 años menor hasta el final de la sexta temporada- caló hondo en el corazón del público, ganando otro tipo de audiencia que quizás no estaba tan familiarizada con sus trabajos anteriores. “Cuando terminé Magnum sabía que el espacio donde iba a ser considerado como actor iba a ser pequeño, pero hice un esfuerzo enorme por no repetirme. Traté de correr riesgos. Muchos me dijeron en su momento que no debía estar en Friends. Me decían: ‘La gente va a pensar que te estás arrastrando para volver a la televisión. Vos no deberías ser estrella invitada de nadie’. Y yo me dije: ‘¿Por qué no? Me cae bien Courteney y el proyecto también me asusta un poco, porque no hago una sitcom desde Taxi en 1978′. Al final me ayudó mucho”, confesó el actor en 2012.
“La gente se había olvidado de que podía hacer comedia. Después se olvidaron de que también podía hacer drama, y se olvidaron de que Magnum tenía un costado muy serio y muy oscuro. También cambié, me hice más viejo. ¡Ahora hago de padre con hijos adultos! Eso no habría funcionado en Tres hombres y un biberón pero funciona ahora. Uno tiene que sentirse cómodo con quien es”, agregó.
En 2010, su protagónico en la serie Blue Bloods, un drama policial en el que encarna a un jefe de policía, volvió a instalarlo en el centro de la escena. Eso sí, Frank Reagan es muy diferente a Thomas Sullivan Magnum IV. Sonríe poco y no hace muecas de ningún tipo. Su papel, como comisario general de la policía en Nueva York, no le permite ironías ni frivolidades. Y como jefe del clan Reagan (alrededor del cual está construida la acción de la serie) no es un abuelo juguetón o canchero, sino el centro moral y afectivo de una familia de policías. Lo único que sigue intacto es su bigote, su sello propio durante todos estos años. “Desde que tengo la posibilidad de elegir lo que hago, me he inclinado a elegir historias con buenos personajes. Creo que esta serie, aunque muestra mucho trabajo policial, también muestra el impacto de ese trabajo en estos personajes y sus familias”, advirtió Selleck sobre este proyecto que volvió a mantenerlo ocupado.
De actor a agricultor
A pesar de sus éxitos, Selleck siempre ha sido un hombre de muy bajo perfil. Lejos de las alfombras rojas y los flashes de Hollywood, el actor vive alejado del lujo y las excentricidades de la industria y cuando no está trabajando se refugia en su otra faceta: la de agricultor. “Siempre me costó mucho exponer mi privacidad, y cuando lo hago me quedo pensando un tiempo en eso”, confiesa.
De hecho, fue cuando nació su hija que decidió alejarse de la ciudad e instalarse en el campo. Allí, comenzó a incursionar en las actividades campestres, dedicándose al cultivo de paltas. Esta afición también le ha traído algunos problemas con la ley luego de que él y su esposa fueran demandados por robar agua de la red pública con un camión para poder regar sus cultivos (cosa que se encargó de desmentir y explicar en su propia cuenta de Instagram). Hasta se rumorea que tuvo que pagar una multa de 20 mil dólares para cubrir la investigación del caso.
Hoy, a sus 76 años, este actor, guionista y productor alterna sus días entre su familia, sus cultivos y los sets. Muy lejos de jubilarse, Selleck elige cuidadosamente los proyectos que llegan a su mano y no duda en decir que no cuando algo no le gusta. “No tengo quejas con respecto a mi carrera. Podría haber hecho más películas, pero muchos de los papeles que me ofrecen no me interesan. Unos parecen personajes de historieta; otros son tan secundarios que parece que sólo quisieran usar mi nombre para la cartelera”, expresó haciendo valer sus más de 50 años de trayectoria.
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