Tom Cruise: de Top Gun y Misión imposible a la cienciología, la estrella de Hollywood que logró escaparle a la maldición de los años 80
Recaudó 8 mil millones de dólares con todas sus películas, reinventó y convirtió en saga a Misión imposible y, entre elogios, volvió a su “primer amor”: Top Gun
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Todos conocen a Tom Cruise. Para algunos, él representa la idea del último héroe de acción que filma como si fuera Buster Keaton: sin miedo a romperse un tobillo por realizar sus propias escenas de riesgo, a contramano de una industria que prefiere grabar todo frente a una pantalla verde, en la seguridad de un estudio, para completar las escenas con efectos por computadora en post-producción.
Para otros, el significante “Tom Cruise” dispara los recuerdos de sus apariciones excesivas en televisión, de sus escandalosos y fallidos matrimonios, o de una secta que atrae a los millonarios de California. En la idea que cierne su figura convive un simulacro caótico de apariencias, pero aunque todos crean conocerlo, su figura resulta todavía enigmática. Hay una certeza: es una de las pocas personalidades de Hollywood que supo consolidar su carrera, siempre delante de la pantalla grande, más allá de la década de 1980 en la que empezó atraer a las masas. Top Gun: Maverick, que recibió una ovación de pie en el Festival de Cannes (un espacio que nunca se caracterizó por ser el lugar más receptivo para los tanques hollywoodenses), parece rectificar su poder como una de las últimas estrellas de Hollywood.
El héroe anacrónico
En El último samurái, el protagonista es un capitán de la caballería de Estados Unidos que descubre el valor de la cultura que debe conquistar. El colono aprende de los nativos y decide enfrentar algo más que el proceso de occidentalización que sufrió Japón en el siglo XIX: decide combatir el poder de máquinas de guerra mucho más avanzadas que las propias. El personaje que interpreta Cruise redescubre la importancia de conservar una tradición milenaria, el código de ética de los samurái.
Una idea similar se retoma en Top Gun: Maverick para construir al héroe como alguien que está para transmitir conocimientos, pero no ser parte de la acción, porque pronto todos los viejos (y jóvenes) pilotos serán reemplazados por sistemas automatizados. “No es el avión, es el piloto”, repiten durante la película, en distintas circunstancias que recontextualizan y resignifican esa frase. En los últimos años, Tom Cruise se construyó como más que un actor exitoso que sobrevive desde los 80 hasta la fecha. Se abanderó como uno de los espartanos que resisten frente al avance del streaming, cuando la mayoría de los estudios dudaba acerca de la continuidad del cine en la pandemia.
Cruise, el actor más allá de la pantalla, fue uno de los primeros en pisar un cine cuando, en agosto de 2020, recién empezaban a reabrir algunas salas en medio de la pandemia. El futuro de la exhibición en salas era incierto, porque los cines no solo eran un espacio cerrado repleto de desconocidos en épocas de Covid: también parecían amenazados por los estrenos simultáneos en streaming. Cruise, al filmarse yendo al estreno de Tenet, parecía estar del lado del cine como experiencia colectiva.
“Película grande, pantalla grande. Amé”, escribía el actor después de la función. “El cine es mi amor, mi pasión. Siempre voy a ver las películas cuando se estrenan. Me pongo mi gorra y me siento en el público con todo” explicaba el actor de Top Gun cuando le preguntaban por qué no había estrenado la secuela por streaming en vez de posponerla casi dos años desde la fecha prevista para el estreno, en 2020. “Eso no va a ocurrir; nunca”, afirmaba.
Cruise reinventó la saga cinematográfica de Misión Imposible tomando como referencia algo más que a las películas de 007 o Jason Bourne. Capitalizó el detrás de escena, donde tanto la estrella como los dobles ponen en riesgo sus vidas para realizar acrobacias increíbles, como una rareza exótica que va a contramarcha del avance del uso cada vez más frecuente de efectos por computadora. Filmando la séptima y octava películas sobre el agente Ethan Hunt, se filtró un audio donde el actor gritaba furioso por el descuido de uno de los trabajadores de la película sobre los protocolos para la Covid: “Estamos creando miles de puestos de trabajo. No quiero volver a verlo nunca. Si veo que lo hacés de nuevo, estás despedido. No pidas perdón. Podés decírselo a la gente que está perdiendo sus putas casas por el cierre de esta industria”. El mensaje, como si fuera el propio Maverick motivando a su tropa, parecía dirigido a una audiencia mucho mayor que el equipo de rodaje de esa película.
Cruise, el cienciólogo mediático
En 2005 Tom Cruise fue invitado al show de televisión de Oprah para promocionar su segunda colaboración con Steven Spielberg, Guerra de los mundos. Ante la pregunta de la presentadora por la relación del actor con Katie Holmes, empezó con gestos eufóricos que se viralizaron más allá del programa de TV, en épocas en las que todavía no existía el concepto de redes sociales. De Scary Movie a South Park, el mundo del espectáculo se burló del éxtasis del actor, y algunos leyeron toda esa entrevista como una sobreactuación frente a ciertas sospechas que crecían sobre la sexualidad del actor, que en 2001 había iniciado una demanda por difamaciones contra un actor porno que había dicho que el protagonista de Jerry Maguire era gay.
El de Katie Holmes no era el primer matrimonio de Cruise. Había conocido a Nicole Kidman, su primera esposa, filmando Días de trueno, en 1990. Pero la relación ya estaba en su ocaso cuando filmaron Ojos bien cerrados, de Stanley Kubrick, ambos interpretando en 1999 a una pareja neoyorkina en una crisis afectiva y sexual. La relación con Kidman, con quien adoptó dos hijos, parece haber sido turbulenta. Se divorciaron por “diferencias irreconciliables” y, de acuerdo al documental sobre la Iglesia de la Cienciología, Going Clear, la actriz tenía sus líneas telefónicas intervenidas por el actor de Rain Man.
Después de unos años en pareja con Penélope Cruz, a quien conoció filmando Vanilla Sky, Cruise se casó con Katie Holmes, con quien tuvo una hija en 2006. Para 2012, ya estaban arreglando los términos del divorcio de manera privada, aunque él mismo un año después reconoció que la protagonista de Batman inicia se separó para alejar a la hija de la cienciología. En el año 2008, se viralizó en YouTube un video de varios minutos donde Tom Cruise, en un atrio frente a un salón lleno de cienciólogos, hablaba sobre las bondades de la secta. El video tuvo que ser censurado cuando la institución amenazó con juicios a YouTube.
Reconocido como uno de los embajadores más importantes de la cienciología, en los años anteriores se había juntado con varios jefes de Estado (incluyendo a George Bush y Tony Blair) para hacer lobby en favor de su iglesia. Rumores de una pelea entre Spielberg y Cruise también se fomentaron por el activismo de la estrella en contra de las drogas para tratamiento psiquiátrico y en favor de las terapias alternTom Cruiseativas que propone la cienciología. Muchos interpretaron que, en 2005, cuando Cruise dijo que iba a comer la placenta del postparto de la hija que tuvo con Katie Holmes, lo hacía como parte de algún ritual impuesto por los cienciólogos.
Paul Thomas Anderson había filmado Magnolia, en 1999, con Tom Cruise interpretando a un orador motivacional de la televisión. Pero Anderson en 2012 estrenó otra película, The Master, que retrataba una historia muy similar a la del fundador de la Iglesia de la Cienciología, rodeado de personajes dementes y matones. Lo único que dijo el director, cuando le preguntaron si Cruise había visto esa película, fue: “Sí, la vio. Tuvo algunos problemas con ella. Sí, seguimos siendo amigos. El resto queda entre él y yo”.
Una vida en películas
Más allá de todos los escándalos, la carrera de Cruise sobresale tanto por los cineastas con los que trabajó (a todos los ya mencionados se les suman Scorsese, con El color del dinero, y Mann, con Colateral, entre otros) como el corpus de su obra, en la que tuvo películas ganadoras del Oscar (Rain Man), fracasos y éxitos de taquilla, abarcó distintos géneros (en comedias como Una guerra de película o dramas como Cocktail y Entrevista con el vampiro) y supo reinventarse como un ícono del héroe norteamericano que no teme denunciar los males que aquejan a la propia nación.
Desde Cuestión de honor, pasando por Nacido el cuatro de julio, hasta en las dos películas de Top Gun (en la original, algunos leyeron una propaganda sobre la marina de Estados Unidos y otros, como Quentin Tarantino, vieron una historia sobre pilotos homosexuales) los personajes de Cruise parecen evocar el sentimiento patriótico y la lucha frente a los adversarios más poderosos.
En épocas donde el cine parece estar dominado por los superhéroes, las franquicias y las secuelas, Tom Cruise también se construye como uno de los pocos nombres que todavía movilizan a los espectadores a la pantalla grande. No es que no haya tenido fracasos: La momia, el intento de Universal por crear su propio universo de superhéroes, dilapidó en 2017 cualquier intención del estudio por lucrar con los monstruos clásicos. Al filo del mañana, la reversión del concepto de Hechizo del tiempo como película de acción, puso fin al coqueteo del actor con la ciencia ficción que había comenzado en 2002 con Minority Report.
No es que el actor no sea taquillero: es uno de los más prolíficos, con una recaudación que supera los 8 mil millones de dólares juntando todas sus películas. Alejado de la imagen que construyó él mismo en la primera década de este siglo, y después del éxito de las últimas Misión Imposible, Cruise parece probar que el star system que dominaba Hollywood en su época dorada todavía no murió.
“El final es inevitable, Maverick, tu especie se dirige a la extinción”, le advierte un almirante al capitán que interpreta en la continuación de Top Gun. La frase puede tener múltiples lecturas y entenderse como una referencia a un modo de ver (y hacer) cine, a una forma de pensar y encarar la vida (la clásica tensión entre los que actúan “según el manual” y los que siguen su instinto”), la forma de construir la idea sobre las estrellas (involucrando escándalos mediáticos para atraer el interés, aunque sea morboso, de los espectadores, y afianzando a un actor con un estilo de películas en particular), o pensar al paso del tiempo como el verdadero enemigo a derrotar. Con 59 años, Tom Cruise, toda una anomalía en el panorama cinematográfico contemporáneo, parece lejos de querer retirarse de la acción.
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