Tefi Russo, sobre la maternidad junto al Pollo Álvarez: "Todavía no nos pusimos de acuerdo"
Le gusta remarcar que no es chef sino una "cocinera caradura", y que no enseña a cocinar sino que anima a la gente a que lo haga. Con esa premisa, Tefi Russo lanzó su blog hace ocho años con el sugestivo nombre de Inutilísima. Con el tiempo, su horizonte se expandió a las redes sociales, las publicidades, los programas de televisión y hasta dos libros, La cocina de Tefi y Simple, rico y casero. Y ella nunca paró de cocinar.
Este domingo, a las 00.15, estrena Los expertos, por eltrece, un formato que promete combinar entrevistas, sabores tradicionales y recetas fáciles. "Me convocaron el año pasado y empezamos a grabar antes de la cuarentena obligatoria", relata Russo a LA NACION. "Tuvimos que parar la pelota durante algunas semanas, recalcular y presentar los protocolos correspondientes para poder seguir grabando. Cuando los aprobaron, completamos los diez capítulos que tiene el programa, ajustándonos y adaptándonos a la situación con un equipo más chico y cambiando la agenda".
Y, entusiasmada por este nuevo proyecto, suma: "En un inicio iba a ser una serie digital pero algo pasó en el proceso, quizá fue la pandemia, y estamos en eltrece. Una oportunidad espectacular que me tomó por sorpresa".
-¿De qué se trata Los expertos?
-En cada capítulo visito a un experto en su lugar de trabajo. Puede ser un experto en quesos, en helado, en chocolate. Ellos me cuentan sobre su pasión, y cómo la transformaron en su manera de vivir. Después yo termino haciendo una receta en la cocina con el ingrediente protagonista de ese día. La primera parte del capítulo se hace en exteriores, visitando al experto. Si todo sale bien, nos encantaría que, pasada esta pandemia, podamos viajar por todo el país.
-Si algo tenés en común con esos expertos es que transformaste tu pasión en tu manera de ganarte la vida, ¿no?
-Sé que es muy extraño pensar en cómo pasé de Inutilísima a Los expertos, pero no soy yo la experta. Cocino desde muy chiquita. Vengo de una familia italiana en la que nadie era experto de la cocina pero se comía muy rico siempre y todo estaba muy vinculado a la comida, que fue protagonista con mis abuelas y mis padres. Como buenos italianos, la comida es una excusa para reunirnos. Y crecer en una casa donde la comida es un momento de encuentro, se mama y es difícil de sacarlo de tu ADN.
-¿Es verdad que hiciste tus primeras recetas a los seis años?
-Sí. Arranqué a cocinar desde muy chiquita, hice muchos cursos pero nunca la carrera. En un momento estuve a punto, pero me decidí por otra carrera porque quería mantener la cocina como un hobbie, como algo amateur, un lindo momento de desconexión, un cable a tierra. Sentía que si lo profesionalizaba se iba a convertir en otra cosa. Estuve viviendo fuera del país durante algunos años y al volver tenía ganas de hacer algo gastronómico, pero al no ser chef era difícil encontrar ese lugar, y sobre todo manteniendo ese concepto. El cocinero profesional es otra cosa, son personas técnicas con quienes podés aprender. Después, hay varios escalones más abajo, están quienes quieren cocinar cuando llegan a su casa, en juntadas con amigos o familia o coquetean con la cocina.
-¿Y ahí entras vos?
-Sí. Hay gente que le tiene miedo a la cocina y la idea era cubrir ese espacio. Soy fanática de grandes cocineros como Dolli Irigoyen o el británico Jamie Oliver. Ellos son el norte, pero sentía que faltaba algo en el medio, esa amiga que te pasa recetas. Yo no uso palabras técnicas, y trato de mantener la cocina como algo familiar, cálido, simple y llano. Y faltaba esa manera de comunicarlo. Por eso siempre aviso que yo no enseño a cocinar. Enseñar es una palabra inmensa. Simplemente animo a que la gente cocine. Empecé hace ocho años con un blog, después apareció Twitter, Instagram, Facebook, y con eso llegaron las posibilidades de trabajar para marcas, sumarme a El gourmet, hacer Tefi en casa con Tastemade, dos libros con el grupo editorial Penguin Random House. Todo surgió a partir de compartir las recetas de una manera simple y cercana.
-Decís que no hiciste la carrera de chef y, sin embargo, nunca dejaste de aprender.
-Estudié Organización de eventos y eso me aporta también. De todas maneras, aclaro que cuando digo que no elegí profesionalizar la cocina no quiero decir que no haga falta estudiar. Por alguna razón no encontré mi lugar siendo chef, pero estudiar siempre suma. Cuando volví a vivir a la Argentina estuve a punto de anotarme para ser chef, pero miraba las materias y sentía que no quería que mi cocina se transformara en eso. Así que tomé otro camino.
-¿Y ese camino te llevó a otras cocinas?
-Mi familia conocía a una señora ama de casa que cocinaba y vendía comida. Un día la llamé por teléfono y le dije: "Rosita, quiero que me enseñes a cocinar". Ella se moría de vergüenza. Pensá que tenía sus recetas en su cuaderno, escritas a mano alzada. Le dije que quería aprender eso y durante mucho tiempo fui una o dos veces por semana a su casa para cocinar, inventar recetas nuevas. Pero mis primeros pasos fueron a los seis años, con mis abuelas.
-Viviste muchos años fuera del país, ¿también capitalizaste esa experiencia en la cocina?
-Viajé mucho con mi exmarido, porque tuve una vida anterior: me casé a los 21 años y tuvimos a la Mimi, mi hija, que tiene 10 años. Por su carrera nos tocó vivir en distintos países y aproveché para seguir aprendiendo recetas nuevas.
-Te casaste el año pasado con Joaquín "el Pollo" Álvarez, ¿cómo es la convivencia en cuarentena?
-Hace tres años que estamos juntos, y nos casamos el año pasado, pero a veces le digo que parecemos una pareja de veinte años de matrimonio con tantas horas compartidas en pandemia. Creo que la cuarentena es difícil para todos. No por la convivencia o por los roces que pueden surgir sino por la angustia, la incertidumbre, la ansiedad. Eso influye mucho, además de la cantidad de tiempo que compartís y el no tener otros ratitos para tomarte algún recreo y distenderte. Desde el primer día de cuarentena siguió trabajando en Nosotros a la mañana, pero su vida es ir de casa al laburo y otra vez a casa. Yo también trabajo casi siempre en casa, y si me toca salir a grabar, vuelvo apenas termino. Hay días mejores y días peores, pero tenemos laburo, salud, la heladera llena y, frente a la situación general, eso es un montón.
-¿Les gustaría ser padres?
-El Pollo quiere ser papá pero yo no quiero tener otro hijo. Estamos en un problemita porque él tiene muchas ganas y yo no quiero saber nada. Todavía no nos ponemos de acuerdo. Estamos viendo quién de los dos cede porque no hay un punto medio, no es algo que podamos negociar: lo tenés o no lo tenés.
-¿Por qué no querés ser mamá otra vez?
-Me puse de novia a los 17 años, me casé a los 21, tuve a mi hija a los 23, viví fuera del país. Mi hija ya tiene 10 años, surgieron oportunidades laborales y me pasaron muchas cosas en estos ocho años de Inutilísimas. Ahora es difícil pensar en volver a empezar con un bebé, los pañales, levantarse de noche... Quiero tener realmente ganas de ser mamá y no negociarlo porque él quiere ser papá. Cada mañana me levanto buscando esas ganas y todavía no llegan [ríe]. Mimi no quiere saber nada con tener un hermanito porque, además ya tiene dos de parte de su papá. Y me dice: "Papá puede, vos no". Es un tema que lo charlamos mucho con el Pollo. Me confesó, con el tiempo, que él pensaba que yo iba a cambiar de parecer, que me iba a convencer. Nunca se sabe, quizá una mañana me levanto con la maternidad a flor de piel.
-¿Conseguirá hacerte cambiar de parecer?
-Es que yo también quiero que él viva esa experiencia, y no quitarle ese deseo. Así que no sé cuál es la solución. Creo que en pandemia la gente no planifica traer bebés al mundo; no sé si a alguien le inspira. Si los bebés llegan, creería que es por accidente. Así que seguimos y veremos qué sucede más adelante. En esta cuarentena se me suspendieron varios trabajos y algunos viajes. Y al mismo tiempo me vuelve loca el nivel de creatividad y adaptación de la gente. En mi caso, trabajo produciendo contenidos en redes sociales y me adapté a hacerlo sola, que también tiene su encanto. Me paso horas en la cocina y cuando termino tengo que cocinar para la familia, hacer de maestra y ayudar y contener a mi hija.
-¿Te dan ganas de cocinar para la cena o piden delivery?
-Cocino. Con el Pollo nos repartimos bastante bien el trabajo de la casa, pero la cocina no es lo suyo. No sabe hacer nada. A veces fantasea con la idea de cocinar y me dice: "Pongo música y me abro un vino". Pero no es como en las películas. Eso no es la cocina.
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