La actriz de Euphoria y The White Lotus luchó durante años para conseguir un lugar en la industria mientras lidiaba con los problemas económicos de su familia y las peleas de sus padres
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Una de las actrices de la nueva generación más talentosa que alcanzó masividad este año fue Sydney Sweeney. La actriz de 24 años viene trabajando desde 2009 cuando, en simultáneo, formó parte de un episodio de la serie Héroes y obtuvo el rol de Lisa en la película ZMD: Zombies of Mass Destruction. Sin embargo, 2022 fue el año de su consagración, gracias a dos interpretaciones muy diferentes pero igual de notables. Por un lado, la actriz personificó a una adolescente banal en The White Lotus, la brillante sátira social de Mike White para HBO en la que logró darle humanidad a Olivia Mossbacher, un personaje con el que cuesta empatizar pero al que Sweeney le suma capa tras capa para que veamos más allá de sus caprichos y recelos.
Por otro lado, en la segunda temporada de Euphoria -un verdadero fenómeno- logró destacarse en su propio ecosistema (a fin de cuentas, es muy complejo lucirse en una serie a la que Zendaya se entrega cabalmente) a pesar de que Cassie tuvo uno microrrelato que podría, nuevamente, haberse quedado en el cliché. No fue el caso. El talento de Sweeney, desplegado en ambas ficciones, hizo que la actriz fuera doblemente nominada a los Emmy, los premios de la Academia de Artes y Ciencias Televisivas que se entregarán el 12 de septiembre. Su video de Instagram reaccionando a las candidaturas se volvió viral (”Mamá, esto es para vos, vivimos muchos altibajos”, escribió en su posteo), y ratificó la popularidad que cosechó la joven oriunda de Spokane, Washington, quien tuvo una infancia y preadolescencia muy duras, tópico sobre el que habló recientemente.
No todo lo que reluce es oro
En una entrevista con The Hollywood Reporter, Sweeney aludió a su presente profesional y a lo que tiene por delante con la anticipada película de Marvel Madame Web, pero en varios tramos de su charla decidió recordar cómo fue querer ser actriz y tener todas las probabilidades en su contra. La joven compartió que tanto su infancia como adolescencia fueron muy duras, especialmente por los problemas monetarios que monopolizaban las conversaciones de sus padres y que eventualmente los afectaron como pareja.
Asimismo, Sydney y su hermano menor, Trent, crecieron con restricciones que excedían lo económico. Sus padres no les permitían salir con frecuencia y, en consecuencia, Sweeney se dedicaba a estudiar y su naturaleza aplicada dio sus frutos cuando fue elegida valedictorian, la alumna más destacada que es elegida para dar el discurso de la división que egresa. “Ahora solo tomo agua, y cuando celebro, ocasionalmente tomo un trago, pero es algo excepcional en mí”, contó la actriz, quien no asistió a ninguna fiesta con sus compañeros, cuyas llamadas ignoraba para focalizarse en sus estudios. En esencia, Sweeney es lo opuesto a esas dos jóvenes representadas en The White Lotus y Euphoria, e incluso para mirar series teen debía hacerlo a oscuras y tratando de que sus padres no la encuentren consumiendo una de sus ficciones favoritas: The Secret Life of The American Teenager, protagonizada por Shailene Woodley.
Cuando Sweeney se mudó a Los Ángeles con su familia, con tan solo 13 años, el contraste fue notable para todos, y allí fue donde los problemas comenzaron a asomar. Aunque la mudanza se llevó a cabo para que Sydney pudiera cumplir su sueño de ser actriz (“una meta que siempre tuve en mi cabeza”), el plan tuvo efectos colaterales que a Sydney le cuesta rememorar sin quebrarse. Sus padres dejaron su casa de Spokane y, cuando notaron que no podían comprar un inmueble en Los Ángeles, decidieron vivir en un motel. En ese momento, como ya empezaba a obtener papeles en diversas producciones, la joven no estaba al tanto de la crisis familiar. Sweeney comenzó a trabajar en films de poco vuelo como Spiders 3D y Angels in Stardust, y en un episodio de 90210, serie que integra la famosa franquicia de Darren Star. Además, consiguió el papel de Izzy Fishman para la película televisiva The Bling Ring, cuya historia luego contaría, con otra mirada, la cineasta Sofia Coppola. Mientras tanto, sus padres discutían constantemente y era imposible no escucharlos.
“Vivíamos en una única habitación. Yo compartía la cama con mi mamá, y mi papá y mi hermano dormían en un mismo sillón”, recordó la actriz. Cuando el matrimonio de los Sweeney empezó a deteriorarse, Sydney notó las señales y no pudo evitar sentir culpa. “Empecé a aceptar cualquier papel malo que me ofrecían por poco dinero, a veces me pagaban 100 dólares el día. Creía que si hacía mucha plata iba a poder comprarles a mis papás la casa que teníamos en Washington y que ellos iban a amigarse, pero cuando cumplí 18 solo había juntado 800 dólares. Mis padres ya no estaban juntos y no había nada que pudiera hacer”, recordó la actriz.
Además, no disfrutaba del proceso de casting, no solo por lo que acontecía en su familia sino también por la forma cruel en la que la rechazaban. “Intentar descubrir quién sos en esta industria es muy difícil, es una locura cómo los adultos te perciben y yo estaba ahí sin ningún tipo de conexión. No tenía idea de cómo hacían los demás para lograr conocer gente, no tenía idea de lo complejo que iba a ser para mí”, expresó y agregó que todavía le cuesta ver cómo en las audiciones algunas figuras quedan elegidas con facilidad por los contactos que tienen en la industria. Para ella, es inevitable no volver sobre un pensamiento recurrente: “Yo trabajé muchísimo por diez años para esto y pasan estas cosas”.
Con honestidad brutal, Sydney contó que haber obtenido el rol de Cassie en Euphoria no significó haber tocado el cielo con las manos en cuanto estabilidad se refiere, y brindó una mirada genuina sobre los manejos de la industria: “A los actores ya no les pagan como antes, sí a las estrellas establecidas que tienen un nombre. Del cheque que recibo tengo que darle un porcentaje a mi abogado, otro a mis agentes, a mis publicistas, y eso cuesta mucho más que mi hipoteca”, se sinceró, respecto de la casa que se compró hace muy poco. Por lo tanto, intenta no perder sus trabajos en el mundo del modelaje y ahora es embajadora de Miu Miu y de la reciente campaña de Armani. Según la actriz, si abandonara su faceta de modelo, no podría sostener su vida en Los Ángeles. “Acepto estas ofertas porque tengo que hacerlo, no puedo vivir de la actuación”, reveló.
De The Handmaid’s Tale a Euphoria
Finalmente, llegó un momento en que la actriz pudo dejar de audicionar para esos “malos roles” a los que hizo mención y empezó a trabajar en proyectos desafiantes. Si su objetivo era el de superarse a sí misma, lo logró con creces. En The Handmaid’s Tale, por ejemplo, le puso el cuerpo a un rol desgarrador, el de Eden Spencer, cuyo trágico final está entre las mejores secuencias de la ficción que volverá con su quinta temporada el 18 de septiembre por Paramount+. Un año antes, Sweeney había interpretado un papel totalmente opuesto en la excelente serie juvenil de Netflix, Everything Sucks! y también formó parte de la perturbadora miniserie de HBO Sharp Objects. En cine, pudimos verla en la ambiciosa película de David Robert Mitchell, Under the Silver Lake, y en Había una vez... en Hollywood de Quentin Tarantino.
Cuando en 2019 llegó el rol de Cassie Howard en Euphoria de Sam Levinson, era imposible no conmoverse ante ese mundo que se inventaba la joven para poder responder a los mandatos impuestos. Si en la primera temporada ya había elevado un personaje periférico, en la segunda temporada, estrenada en enero, estuvo entre lo más destacado del brutal drama. Sweeney se puso al hombro una difícil tarea: que el cambio rotundo del arco narrativo de Cassie resulte verosímil.
La unión de la joven con Nate (Jacob Elordi) fue extremadamente arbitraria, y su personaje pasó de tener un vínculo con Christopher (Algee Smith) a entablar una relación tóxica con quien fuera el novio de su mejor amiga. Gracias a su talento, esa línea argumental tuvo momentos brillantes, todos ellos aportados por la actriz. En diálogo con LA NACION, Sydney pronosticó que Euphoria, como en su momento lo fueron Skins y Girls, se convertirá en “la” serie de esta generación. “Al menos, eso espero que suceda cuando hable de ella en el futuro y la gente la recuerde”, señaló en una charla con este medio.
De cara a la ceremonia de los Emmy y a un futuro con destino de éxito, Sweeney reflexiona sobre la soledad que a veces padece en el medio. “Con las chicas de Euphoria no hablamos de ciertos temas”, asegura. Entre ellos, las inseguridades y las presiones del ámbito en el que se mueven. “Más que crecer, mi burbuja de gente con la que puedo ser genuina se fue achicando”, añadió una actriz versátil que no teme hablar del “lado B” de la fama y que se muestra feliz con haber podido adquirir una casa, aunque esta no se encuentre en “en el lugar más lujoso” de la ciudad. “El hecho de haber podido comprarla ya es suficiente para mí”.
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