Susana Roccasalvo: su sueño pendiente, sus años de enemistad con Carlos Monti y la gran pérdida de su vida
La conductora de Implacables se animó a un mano a mano con LA NACIÓN; sus comienzos en esta profesión, el programa que la marcó para siempre y sus ganas de hacer streaming
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Su voz es su sello personal. Al escucharla, nadie puede dudar que es ella. Es que, antes de ser conductora, Susana Roccasalvo hizo la carrera de locución. “Primero, estudié periodismo de muy jovencita y, después de un par de años (porque fueron varios los intentos), entré en el ISER. Yo apunté más a la locución, pero me fue mejor con el periodismo”, confiesa una de las pioneras en el mundo de los chimentos que supo ganarse su lugar en el medio.
Si bien la periodista pasó por varios ciclos televisivos, su gran éxito le llegó de la mano de Rumores del espectáculo, programa en el que formó una dupla imbatible junto a Carlos Monti. “‘Después de Mónica y César, la pareja perfecta en televisión son ustedes dos’, nos decía Yankelevich”, cuenta quien luego, estuvo muchos años distanciada de su “compañero de ruta” como ella lo define. El tiempo (casi 10 años) los llevó a limar asperezas y a volver a reencontrarse en la pantalla. Y si bien nunca fueron amigos, en los últimos años se convirtieron en un gran apoyo cuando ambos sufrieron las pérdidas de sus respectivas parejas. “Los dos pasamos un momento horrible, él perdió a su mujer y yo a mi marido. Fue una desgracia horrorosa y él sabe muy bien que cuando quiera puedo ir a su programa y él siempre está invitado al mío”, advierte sin rencores.
Si bien no le gusta que la encasillen, Roccasalvo sigue haciendo lo que tanto le gusta al frente de Implacables, ciclo que ya lleva 12 años en la pantalla de elnueve. Sin embargo, hay algo que todavía tiene pendiente: “Me gustaría que me llamen para ser la conductora de un Martín Fierro de televisión abierta”, revela la miembro de Aptra.
-Uno piensa que naciste en la tele pero, en realidad, venís del ámbito de la salud...
-Claro, estuve 14 años trabajando en la obra social OSECAC, pero en la parte médica, en los sanatorios y hospitales. Entré a los 19 años como administrativa, pero los números no son lo mío, así que me seleccionaron para el puesto de visitadora, que era un puesto muy requerido. Por supuesto que se ven temas de salud feos, pero nuestra función era estar cerca del paciente. Fue una experiencia maravillosa.
-¿Y cuándo empezaste a estudiar locución?
-Primero estudié periodismo de muy jovencita, estaba recién casada. Y después de un par de años, porque fueron varios los intentos, entré en el ISER. Me ponían voz radiofónica no ingresante. Vamos a ser sinceros... no tenía palanca.
-Y después empezaste como cronista hasta llegar a la conducción...
-Primero, en el 90 gané un casting de locutoras con Pepe Parada y entré a un programa que hacía Hugo Sofovich y Alicia Gorbato. Estaba en off. Luego, a fines del 91, entré en América. Pero no había farándula en ese entonces. Se hablaba de espectáculos, de ballet.
-¿Y la farándula te gustaba?
-Sí, yo aprendí a leer y a escribir con la revista Radiolandia. El televisor fue mi salvación de chica. Yo hacía los deberes mirando todas las novelas de Canal Nueve, de Canal 13. Y la conducción me volvía loca. Yo siempre decía: “Yo voy a trabajar ahí”. Tenía 5, 6, 7 años, y ya sabía que iba a trabajar en televisión.

-Tu primera nota como cronista, ¿con quién fue?
-No me acuerdo [risas]. Me producía Liliana Parodi (con la cual me recibí de locutora) y como yo no tenía agenda, ella me decía: “Traé la agenda de fulana que se fue a comer y hacé fotocopia”. Además, todos los días en mi casa grababa el programa de Lucho Avilés y sacaba las notas de los eventos. Así me fui haciendo mi lugarcito como columnista dos veces por semana, contando las notas.
-¿Cómo hacías para combinar trabajo con maternidad?
-Yo llegaba 4 o 5 de la mañana a mi casa. En ese momento, estaba casada y me arreglaba, pero al poco tiempo me separé y ahí vino mi complicación. Hubo gente que me ayudó para cuidar a Belén que tenía 7, 8 años. Había días que estaba con su papá entonces ahí me encargaba de hacer más notas y eventos. Me iba a las 6 de la tarde de mi casa y volvía a las cuatro de la mañana con 30 notas. Yo soy una bestia del trabajo y tenía que hacerme lugar.
-¿Belén te reclamó en algún momento esto de trabajar tanto?
-¡Sí, claro! Los chicos siempre reclaman porque quieren a su mamá. No entienden mucho que a veces los tiempos son más largos que los de la mamá que trabaja en una oficina. La televisión tiene horarios distintos.
-¿Con qué programa dijiste: “Bueno, ya llegué”?
-Con Rumores. Carlos Monti ya se había ido, lo habían llamado de América, y tengo la primicia del nacimiento de Francisco Tinelli. Yo salía a la una del mediodía en Canal Siete y marqué 6,9 de rating. Mauro Viale había marcado 7 en América. Cuando lo ve Eurnekián, dice: “¿Qué es esta mierda?”. Le cuentan que era un programa de espectáculos que venía muy bien y él dijo: “Compren el programa”. Como el nombre era mío, dice: “Compren a la chica, el programa, el nombre, compren todo”. En 15 días, pasé a América, nos unimos de nuevo con Monti y debutamos con 8,6.
-¿Compraste el nombre?
-El nombre Rumores es mío. Había que ponerle nombre entonces como no nos poníamos de acuerdo con Carlos, cada uno puso un nombre en un papelito. Y quedó el mío. Nunca se lo vendí a América ni a nadie.

-Entonces llegaste a América y te volviste a juntar con Carlos...
-¡Sí y fue fuego! Lucho (Avilés) ya se había ido de la televisión, así que éramos el único programa de espectáculos. Carlos Monti fue un gran compañero de ruta. Éramos la mezcla justa como siempre dijo Yankelevich. “Después de Mónica y César, la pareja perfecta en televisión son ustedes dos”, decía.
-¿Supieron ser amigos?
-No. Cuando hacíamos temporada en Mar del Plata vivíamos en Manantiales, él con su familia y yo con la mía, y salíamos a la noche a comer pero amistad, amistad no.
-¿Se pelearon en algún momento?
-Y... yo lo retaba un poco [risas]. Cuando fue el quiebre en Canal Nueve, sí me enojé mucho. No habíamos pedido ningún nuevo contrato y quedé yo afuera porque se ofendió el dueño del canal. Él en vez de decir que era una equivocación, un teléfono descompuesto, se calló.
-¿Cuánto tiempo estuvieron sin hablarse?
-10 años. Hasta que un día sonó el teléfono y una persona que venía de parte del directorio de Canal Nueve me pregunta: “¿Estás en la Argentina o en qué lugar del mundo? (porque yo viajaba mucho) y entonces digo: “En el living de mi casa a punto de ir al club”. “Bueno, te encuentro en el club en media hora, ¿puede ser?”. Cuando me encuentro, me dice: “Tenés las puertas abiertas, vos y Monti. Si vos no querés, Monti no entra. Si Monti no quiere, vos no entrás. Tiene que ser la dupla”. Eso fue un jueves, debutamos un lunes.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-Yo soy una persona que cuando me pongo algo en la cabeza corro todo lo que no me conviene, lo que me hizo mal. Lo corro y voy por ese objetivo. Arrancamos a las 5 de la tarde en el lugar que había dejado vacante Viviana Canosa y el canal consideró, diez meses después, que 4,9 de rating era poco. Entonces se levantó el programa y se armó para el fin de semana. Carlos no pudo porque trabajaba de lunes a lunes y el domingo necesitaba estar con su familia.
-Ahí nace tu programa que ¿hace cuántos años está?
-12 años. 12 años de Roccasalvo poniendo el pecho porque mirá que me han tiroteado, eh… de todos los canales. Yo hice un producto diferente. Si de lunes a viernes hay un montón de información, escándalos, primicias, yo no puedo hacer el sábado y domingo lo mismo. Entonces lo cambié en 2020.

-¿Con Carlos ahora se hablan?
-Sí, obviamente. Los dos pasamos un momento horrible, él perdió a su mujer y yo a mi marido. Fue una desgracia horrorosa y él sabe muy bien que cuando quiera puedo ir a su programa y él siempre está invitado al mío.
-¿Cómo fue ese proceso de acompañar a tu marido con una enfermedad tan dura?
-Fue durísimo. Creo que una de las cosas más horrorosas que me pasaron en la vida porque fue una enfermedad que fue muy rápido su desarrollo y muy largo el padecimiento. Entonces, acompañar a un enfermo es una cosa y acompañar a un enfermo que es médico es otra cosa. Sea la profesión que sea, vos podés mentir, disimular. A un médico, y en el caso de mi marido que era un anestesiólogo que sabía mucho de clínica y que hacía bloqueos de dolor en pacientes terminales, andá a mentirle sobre sus resonancias. Fue brutal. El proceso fue desgarrador, demoledor.
-¿En qué te apoyaste?
-En mi fe y en esa misma fuerza que tuve para entrar en este medio sin ninguna recomendación. A los diez días, volví a trabajar. Una locura total, no lo aconsejo. Pero yo sentía que al estar en el canal y frente a una cámara iba a estar acompañada. El desgaste físico de esos 13 meses fue muy grande. Nunca más pude recuperar el sueño de ocho horas porque fueron muchas internaciones de madrugada. A veces me miro en las fotos de 2015 y tengo una delgadez extrema.
-Dicen que el dolor se transforma, ¿Cómo estás hoy, nueve años después?
-Hay lugares donde paso y digo: “está”. Sanatorios donde él trabajaba. Todavía me siguen parando pacientes de él, agradeciéndome. A veces me emociono y me voy llorando. Charly formó parte de un momento de mi vida maravilloso.
-¿Fue tu gran amor?
-Y sí, éramos el uno para el otro. Éramos el yin y el yang. Los dos con una personalidad muy fuerte. Nos gustaba mucho viajar.
-Algo que seguís haciendo...
-Sí, son 25 días en el año donde soy libre y feliz. Me olvido de todo, mi celular tiene un horario. Me enriquece viajar y lo hago sola.
-¿Te gustaría volver a enamorarte?
-Sí, tuve un par de intentos últimamente. No por Apps, me da mucho pudor. Voy conociendo en el camino pero nunca nadie tuvo la oportunidad de ganar mi corazón. Siempre estoy sentándome a comer, pero hasta ahí.
-¿Te gusta invitar a tu casa y armar una rica cena?
-A mi casa no entra nadie. A veces invito a matrimonios amigos a comer afuera. No tengo más ganas de cocinar. Qué señor invite y pague [risas].
-Contame de Belén... De alguna forma a ella le gusta este mundo del espectáculo
-En realidad a Belén nunca le gustó. Justamente el día que muere Charly, lo estábamos velando, y había tres móviles en la puerta. Yo no podía salir a hablar entonces salió ella. Se expresó tan bien, gustó tanto que después le empezaron a llamar y ella estaba sin trabajo. Entonces yo le dije: “Cuidado Belén porque vos sabés lo que es este ambiente”. Se dio una oportunidad y se dio cuenta que no era para ella. Hoy es una señora casada, trabaja, tiene a sus dos salchichas y hace una vida común. Y no le gusta que hable de ella.
-¿Es fan de mamá?
-Los hijos de quienes trabajamos en televisión ya están hartos de nosotros [risas]. De pronto hace zapping, me ve, le interesa la nota pero yo soy “mamá” para ella.
-¿Cómo sos como mamá?
-Trato de ser lo mejor posible. Creo que ahora estoy con otros tiempos. Ella pagó los platos rotos del comienzo de mi carrera. A los 19 años, le dije: “Te invito a conocer Nueva York y Miami”. Cuando estábamos en el avión, le dije: “bueno, esto es en pago por todos los días que no te pude ir a buscar el colegio”. A mí eso no se me olvida. A los actos iba porque eran al mediodía y yo arrancaba más tarde entonces siempre estuve con sus vestidos, con lo que tenía que llevar, pero eso de la salida del colegio nunca pude.
-¿Cómo ves el medio hoy?
-Raro. Lo veo con muy pocos profesionales, con muy poca gente formada. Hoy es un desmadre total. Todo el mundo putea al otro. Esa forma de comunicar, la vulgaridad, no va conmigo.
-De la nueva generación, ¿quién considerás que viene para quedarse?
-Yo sigo reivindicando a una conductora que me gusta escucharla, la sigo votando, me parece la más capacitada, la más simpática y esa es Mariana Fabbiani. Me parece la más completa. Después viene la Lozano y no es que una es mejor que la otra. Verónica es excelente. Es graciosa y divertida, pero hoy me quedo con Mariana. Me gusta su porte, su léxico, su risa que a veces es contagiosa; me parece que está a punto caramelo.
-Volvió Viviana Canosa a la tele, ¿la viste?
-Sí, volvió Vivi. Espero que le vaya bien porque yo quiero que le vaya bien a la televisión. Es una chica que hizo varias cosas, en algunas le fue bien, en otras mal, en otras regular, pero es alguien que tiene que estar. Nosotros tenemos un solo dueño que es el público; el público es el amo y señor de nosotros.
-¿Harías streaming?
- Sí, claro. Me encantaría. Es una nueva forma. La primera vez que fui a un streaming fue con Ángel de Brito y me gustó. Pero me gustaría también estar bien acompañada porque en mi programa yo dejo que mis columnistas hablen, se luzcan. Igual me parece que está totalmente desperdiciado el streaming. Cada dos por tres estos gansos tienen que salir a pedir perdón porque hay un libre albedrío desmadrado. No es maldad; puede ser ignorancia, puede ser falta de formación, puede ser falta experiencia. Pero detrás tiene que haber productores con mucha trayectoria que digan: “Ojo con esto. Sean modernos, simpáticos, pero no se vayan de la raya”. No tienen por qué ofender.
-¿Qué cosas te quedan pendientes en la profesión?
-Bueno, me faltaría un programa de entretenimientos, de preguntas y respuestas, o un magazine. Me parece que estoy medio encasillada. Y algo que me gustaría, pero debería ser consensuado, es que me llamen para ser la conductora de un Martín Fierro de televisión abierta. Monti y yo íbamos a ser los conductores del primer Martín Fierro de América y me bajaron el mismo día. Cuando me estaba maquillando, entró en mi camarín el “Tano” Albamonte (productor histórico de Rumores) y me dijo: “La gente de Aptra te bajó porque dicen que ustedes son parte de Aptra”. Hoy los sigo viendo a muchos de ellos, pero nadie se hizo cargo.

-¿Te gustaría ser presidenta de Aptra?
-No, porque para que yo sea presidenta de Aptra tienen que cambiar muchas cosas. Para mejor, nadie va a ser perjudicado. La gestión de Luis Ventura me parece correctísima. Hizo cosas maravillosas, pero nosotros tenemos perfiles diferentes. Quizás no me querrían tanto porque marcaría un poco más de orden y de disciplina de adentro hacia afuera.
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