La gran diva argentina conversó en exclusiva con LA NACION a horas de la última función de Piel de Judas, la exitosa comedia que protagoniza en Punta del Este, y en las vísperas de su gran celebración de cumpleaños
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“Es un numerazo”, reconoce, entre risas, Susana Giménez, en el comienzo de la charla con LA NACION. Este lunes, la diva cumplirá años y, lejos de ocultar la cifra, apela al humor para gritar a los cuatro vientos, y con no poco orgullo, las ocho décadas que celebrará con una gran fiesta en la que reunirá a sus amigos más íntimos y colaboradores más estrechos. “No puedo creer que voy a cumplir 80 años, me parece mentira, pasó muy rápido”.
Acaso es la mujer más famosa del país, cuya popularidad atraviesa transversalmente grupos etarios y niveles sociales. Casi todo se sabe sobre ella. Aclaración: casi no es todo. La conversación va desgranándose con una Susana que tiene su mira puesta en el inminente descanso que la espera, luego de una temporada por demás exitosa de la comedia Piel de Judas, que protagonizará -hasta este sábado por la noche- en el Enjoy Punta del Este. A vigencia no le gana nadie. “No doy más”, dirá a horas de finalizar la exigida performance escénica.
Susana está con ganas de hablar. De hilvanar retazos de ese encaje que es la vida. Su vida, vaya si aquí vale el juego de palabras. Costuras aleatorias y azarosas que van apareciendo para pensarse en el hoy, bucear en la niña de siete años pupila en un colegio inglés que le constituyó la templanza y hasta reflexionar sobre el presente de la Argentina. “Hombres nunca más”, dijo más de una vez. Para qué insistir con esa cuestión que ella parece haber vedado para siempre. ¿Hay que creerle?
Conoció el amor de verdad. La primera vez que se casó, a sus 17 años, fue con Mario Sarrabayrouse, con quien tuvo a su hija Mercedes. La cosa duró poco. Luego llegaron otros hombres, como el campeón de boxeo Carlos Monzón. Hoy, con el único ex que guarda un vínculo de familia es con el actor Ricardo Darín.
“No he tenido todo de la vida, he tenido demasiado”, infirió su admirada Margarita Carmen Cansino, esa mujer que, enfundada en el traje de Rita Hayworth, la ha acompañado en el portarretratos que enmarcó el distintivo escritorio frente a cámaras en el que la diva local se instaló para conversar con su público desde hace más de tres décadas. Susana bien podría rubricar las palabras de aquella mujer que eligió como inspiración y faro.
Susana a los 80
Si bien los cambios de década suelen ser movilizadores, Susana prefiere pararse en otro lado. “No soy de hacer balances”, explica desde La Mary, su mansión neocolonial de Rincón del Indio, ubicada a mil metros del mar y a pocos kilómetros de la península de Punta del Este, donde La Mansa se enfurece con La Brava.
Que Susana Giménez cumpla ochenta años hace pensar también en la madurez de cada uno de aquellos fanáticos de la diva que fueron acompañando su siempre ascendente carrera y los vaivenes de su vida personal.
-Entonces, ¿no hay balances?
-Si tengo que pensar en mi vida, sólo debo agradecerle a Dios todo lo que me ha dado.
Siempre fue atemporal. Espíritu inquieto y outfit que la aparta del “deber ser” de una persona de su edad. “Gracias a Dios toda mi vida he tenido mucha energía, algo que sigo conservando”. Imparable.
Es que más allá del cansancio coyuntural de este momento de funciones teatrales diarias, luego de recargar energías la esperará un 2024 con mucha actividad televisiva y, quizás, cinematográfica. Pero esto es tema para más adelante. Ahora es prioritario seguir indagando en algunos secretos atesorados, en su modus operandi para desafiar el paso del tiempo.
“La cabeza maneja todo, es nuestra computadora, a la que uno le da órdenes. Al menos, yo le doy órdenes a la mía y me cumple”, revela.
-¿Qué tipo de órdenes?
-Puedo pedirle energía, no tener una cara arrugada, y me hace caso.
Lanza una estruendosa carcajada, esa misma que instaló en tantos años de cercanía con la gente a través de la televisión. Y uno hasta siente que esa risa de tan conocida es la de un familiar cercano. “Además, me cuido muchísimo, porque siempre fui muy fiaca para hacer gimnasia. Es que con tanto teatro de revista hice mucho movimiento con el cuerpo, así que ahora me cuido la cara, es mejor”.
-No hay frivolización en eso, tu rostro es una de tus herramientas.
-Dejé de tomar sol hace tres años, porque el sol arruga más que los años.
Luego de la gran fiesta de cumpleaños del lunes (a la que se dice que hasta podría asistir el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou), y que realizará en La Mary, la actriz se dedicará a enaltecer el ocio. Tomando términos del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, Susana hace un elogio de la “vida contemplativa”. “Siempre me gustó la naturaleza”, se justifica.
En La Mary convive con varios perros -una manada de weimaraners y un vizsla- y hasta con una muy buena variedad de ejemplares de carpa que surcan el lago que enmarca el predio de 17 hectáreas. Luego de desayunar -cerca del mediodía-, la propia Susana se encarga de la alimentación de los peces.
Lecturas y el arcaico petit point son algunos de sus otros pasatiempos cuando no hay agenda con urgencias y puede maratonear series hasta el amanecer. Ese es su mundo construido. Aunque no se trata del descanso del guerrero -la guerrera, en este caso- sino de los paréntesis de una mujer que sigue muy activa. “Me cuido la cabeza, que es lo que más me importa, mucho más que el cuerpo”, afirma.
-¿En qué te apoyás para eso?
-Me ejercito con mucha lectura, hago palabras cruzadas y juegos para agilizar la mente. Si se puede trabajar mejor, el trabajo siempre te mantiene joven, te da energía.
En algún pasaje de la charla con LA NACION, apelará al “my god”, ante algún dato sorpresivo. Susana también posee un rancho marítimo en Miami -La Florida- y su vida en Estados Unidos la juega como una local más. Incluso cuenta con un público de todo el continente que la conoce a través de la difusión de su programa por cadenas como Telefe Internacional o, en su momento, Gems Television.
Cuando esa trascendencia aconteció, habían pasado varias décadas desde que se había hecho famosa en nuestro país como modelo -el grito de “shock” en una publicidad del jabón Cadum la catapultó al estrellato- y como una consagrada vedette nada vulgar.
Su niña
En su documento figura María Susana Giménez Aubert, así la inscribieron sus padres, Lucy y Johnny. Aquel 29 de enero de 1944 nacía una de las estrellas más importantes -¿la más importante?- que haya generado la industria del entretenimiento de nuestro país.
Desde ya, sus padres la educaron para otras actividades, pero lo suyo nunca fue ejercer como maestra normal nacional, tal el título que obtuvo al salir del secundario, aunque sí lograron que hablara un perfecto inglés.
“Cuando era chica decidí ser feliz y, por más que he sufrido por varias cosas, siempre la felicidad primaba, me armaba mis propios juegos”, reconoce la estrella, quien desde pequeña conoció el sufrimiento al ver el esfuerzo desvelado de su madre -atribulada por un mal matrimonio con su esposo y ante la crianza de un hijo varón con problemas de salud mental.
Cuando Susana nació, Argentina estaba inmersa en los dictámenes de la Revolución del 43, con Pedro Ramírez y Edelmiro J. Farrell sucediéndose en el Poder Ejecutivo. Un militar llamado Juan Domingo Perón detentaba tres cargos en el gobierno y comenzaba a gestar su vínculo con los sindicatos y las masas trabajadoras.
Susana llegaba a un mundo donde faltaban algunos meses para la concreción de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y la consecuente finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Esa beba, que se convertiría en una mujer emancipada desde muy jovencita, nacía en un país donde aún las mujeres no tenían derecho al voto, que luego impulsaría Eva Perón, tomando la posta de las luchas previas del Socialismo. Cuando Susana dio su primer berrinche ante las parteras, hacía catorce días que un terremoto había diezmado a la provincia de San Juan y Mirtha Legrand ya era una estrella consagrada: hacía tres años se había estrenado Los martes, orquídeas, su primer protagónico en cine.
Susana se educó en el Quilmes High School, en el sur del Conurbano, institución donde también pernoctaba, y en el colegio La Anunciata de Barrio Norte. “Estuve pupila en un colegio inglés, al que, al principio, odié, porque tenía siete años cuando me metieron ahí, era muy chiquita. Sufrí, pero me hizo fuerte. Había que defenderse de todo, aunque no existían ni la violencia ni el bullying. No éramos todas amigas, pero había un respeto increíble. En mi cuarto dormíamos cuatro o cinco chicas, era una casa inglesa antigua muy grande, con cuartos inmensos”, recuerda.
-¿Era dura la vida allí?
-Llegaba la noche y extrañaba el beso de mi mamá, quería ver a mi abuela.
-¿Cuánto tiempo viviste en ese lugar?
-A los tres años de estar pupila me sacaron, porque el colegio quedaba muy cerca del río y el clima no me sentaba bien, siempre sufría de resfríos y tenía problemas en los pulmones.
-¿Regresás con tus pensamientos a esa niña?
-Sí, suelo volver mucho. Me acuerdo de cosas increíbles; quizás no me acuerdo qué hice ayer, pero de mi niñez me acuerdo todo, absolutamente de todo.
Susana se deja llevar ensimismada por sus pensamientos. Seguramente, aquella foto de la infancia se le revela muy nítida. “Veraneábamos siempre en Alta Gracia, Córdoba, lugar que amo. Cuando todos se iban a dormir la siesta, yo me quedaba despierta, me armaba mis propios juegos o me subía a la casita en el árbol”.
-¿Qué otros juegos te acompañaban?
-Recuerdo que jugué a las muñecas como hasta los doce o trece años. Era muy feliz.
En ese tiempo también se gestó un gran “amor” que la acompaña hasta hoy: “Siempre me gustaron los animales, tenía un mono ´tití´ que me terminaron robando. La policía encontró a los ladrones, vivían por Tigre. Por eso, luego supimos que el mono, por la tristeza de no estar con mi familia, no comió nunca más y se murió. Era una parte nuestra, hasta se sentaba a tomar el té con nosotros”.
-¿El mono?
-Sí, se sentaba en la mesa y tomaba el té.
Su país
-¿Te considerás una referente?
-No lo sé. Mucha gente me quiere, me sigue y me imita; eso es conmovedor, nunca me lo he imaginado.
-Sabés que tiene peso tu palabra...
-Nunca me doy cuenta que algo que yo diga pueda tener tanta importancia, eso lo maneja la prensa, no yo. Digo lo que siento y, casi siempre, digo la verdad, algo que, a veces, sorprende mucho. Por eso la gente me dice: “yo pienso como vos, gracias por decirlo”. Nunca mentiría, no puedo. Sobre todo en lo que respecta a los años políticos horrorosos que hemos pasado, que llevaron a la ruina a un país tan fabuloso, tan grande y poderoso como el nuestro. Fueron años difíciles. ¡Bah! Para ellos no fue tan difícil, creo que lo arruinaron fácilmente. Fue espantoso.
Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y, sobre todo, de Cristina Kirchner, Susana Giménez mantuvo una mirada muy crítica. En cambio, le dio su apoyo a Mauricio Macri, con quien siempre mantuvo un vínculo cordial. Durante la pandemia y sin su ciclo televisivo al aire, la conductora se instaló definitivamente en Uruguay y su voz crítica se potenció hacia el gobierno de Alberto Fernández. El año pasado apoyó explícitamente a Patricia Bullrich en su precandidatura a la presidencia de la Nación y luego volcó su aliento al actual mandatario, Javier Milei.
-¿Cómo ves al país?
-Tengo mucha esperanza, leo todo el tiempo, todo lo que puedo, sobre lo que pasa en Argentina. Tengo mucha fe, creo que, después de lo que hemos pasado, tenemos gobernantes totalmente opuestos a los que se fueron. Confío en (Javier) Milei y en la sabiduría que tiene para los números, para las finanzas, que es lo que más necesitamos arreglar. Veo que toma decisiones.
A la hora de reflexionar sobre la realidad nacional, se detiene especialmente en pensar en cuestiones de seguridad: “Creo en Patricia (Bullrich), creo que va a cambiar todo lo referido a seguridad, confío plenamente en ella. Sé qué hará todo lo posible para que se termine este horror, no puedo creer las cosas que pasan en Argentina, como matan sin piedad, eso se tiene que terminar de alguna manera; estoy segura que ella lo va a hacer”.
Su vigencia
“El tiempo pasa muy rápido. Quizás sienta eso porque me he pasado treinta y cinco años de mi vida sentada en el sillón de mi programa. Nunca he parado de trabajar, ni un minuto, pero siempre con mucho placer, con ganas y hasta sin necesidad, pero siempre teniendo el reconocimiento de la gente diciéndome cosas divinas, esperándome para hablarme con cariño”.
¡Hola Susana! -devenido en Susana Giménez- se estrenó en 1987 en la pantalla de Argentina Televisora Color (ATC). Luego, el programa fue convocado por Alejandro Romay, quien le dio rango nocturno en su Canal 9 Libertad. Finalmente, a comienzos de la década del noventa, el ciclo se mudó a Telefe, ya gerenciado por Gustavo Yankelevich, donde cosechó su rango estelar y sus mayores niveles de producción. En esta señal comenzó como un formato de la primera tarde, pero, en pocos meses, pasó a ocupar el prime time nocturno logrando picos de audiencia muy altos.
En las últimas dos décadas, la frecuencia semanal -a pedido de la conductora- transformó al show en una gala con grandes atractivos en sus contenidos y una puesta en escena magnífica.
“Muchos me esperan a la salida del teatro y me dicen que me veían de chicos, junto a sus padres o abuelos y que, durante el momento del programa, nadie podía usar el teléfono”, explica la conductora y agrega: “Todo es alegría en el programa, mi equipo y yo nos reímos mucho trabajando; en la producción todos tienen un humor fabuloso y un carácter fantástico. Todo es lindo, suave, no hay peleas. Mi equipo es como yo, pacífico y alegre”.
En marzo de 2015 y luego de veinticuatro años de no subirse a un escenario, Susana regresó al teatro protagonizando Piel de Judas, una comedia que, en 1977, había hecho su admirada amiga Ana María Campoy, uno de los grandes nombres del género. Antes, Susana había descollado con los musicales La mujer del año, Sugar y La Inhundible Molly Brown.
Escrita por los franceses Pierre Barileet y Jean-Pierre Grédy, Piel de Judas se estrenó en París en el Teatro de la Madeleine. El personaje central es Marion Bruker, una mujer incisiva, de un gran sentido del humor, rápida y mordaz, que buscará por todos los medios conservar el amor de su infiel marido violinista. Se trata de un vodevil icónico de la dramaturgia francesa y que parece haber sido creado a la medida de la gran diva de divas de nuestro país, donde apela a los modismos que todos esperan de ella y a un lujoso vestuario con varios cambios.
“Hacer una temporada de teatro, estar atenta a la letra y cambiarse varias veces de ropa es divino, maravilloso, pero muy fuerte, cansador”, reflexiona.
La pieza estuvo varios meses en cartel en Calle Corrientes, siempre con funciones con localidades agotadas, hasta que Susana le puso un freno a esa rutina agobiante de hacer teatro de miércoles a domingo y con dos presentaciones los sábados.
Hace dos años, el productor Gustavo Yankelevich, con gran olfato, le propuso hacer una inusual temporada de invierno en el Enjoy Punta del Este. Resultó un suceso. Aquel éxito devino en el actual ciclo de funciones que comenzó el 22 de diciembre pasado y que finalizará esta sábado por la noche.
“Le agradezco al público que me ha seguido desde hace tantos años y que me acompañó en Piel de Judas, llenando el teatro y parándose en el final. Fue muy conmovedor todo lo que pasó con la obra. Y también fue muy emocionante para la gente, ya que, en general, me puede ver solo por televisión, pero no personalmente”.
-Luego de La inhundible Molly Brown, también en el Lola Membrives, había mucha expectativa por tu regreso a un escenario. Había olfato de éxito de antemano, aunque siempre hay que revalidar los lauros.
-Piel de Judas la estrenamos en un momento donde la gente necesitaba divertirse mucho y así siguió. Esta obra me ha llenado de energía, me he divertido mucho y a la gente también. Me encanta hacerlos reír.
Vale reconocer que no sería del todo lógico que Susana Giménez no se despidiera definitivamente del teatro en su propio país. Si bien es cierto que la próxima temporada invernal la tendrá abocada a otros compromisos, no se descarta que, más adelante, pueda realizar algunas presentaciones de Piel de Judas en un espacio multitudinario y, de esta forma, satisfacer la demanda del público y no extenderse durante demasiadas funciones, algo que la diva ya descartó de plano. Será cuestión del poder de convencimiento de Gustavo Yankelevich para que su compañía RGB organice la gran despedida teatral de su máxima estrella en Argentina.
“No sé si habrá despedida de Piel de Judas en Buenos Aires, sobre todo si tengo el programa en el aire; no podría. Además, tengo que viajar a México a hacer otro programa. Será un año donde deberé viajar bastante”, se ataja. Se espera que en el país azteca grabe la segunda temporada de Last One Laughing (LOL), el reality con la participación de comediantes que exhibió la plataforma Prime Video.
-Este año, ¿vuelve tu programa a Telefe?
-Hace tres años que está confirmada mi vuelta, pero el primer año me enfermé de Covid y, al año siguiente, preferí quedarme acá, porque te acostumbrás mucho a no trabajar. Me fascina estar con mis perros, cerca de la naturaleza, algo que siempre me gustó mucho. Soy muy feliz acá.
En la celebración del lunes estarán presentes las máximas autoridades de Telefe con Darío Turovelzky y Guillermo Pendino a la cabeza y con Federico Levrino, el productor del formato de la diva y en quien ella confía para acompañarla de cerca en el día a día. Además, Susana confiesa a LA NACION que está leyendo “un libro de cine muy divertido. Esta semana tengo que contestar si lo hago, es buenísimo, pero no sé si me gusta tanto mi papel”.
En el mientras tanto, Susana suele estar acompañada por su hija Mercedes Sarrabayrouse y su hermano Patricio. Además de amigos como Teté Coustarot, quienes suelen visitarla en su chacra de Uruguay.
-¿Qué considerás que tus seguidores más rescatan de vos?
-Me dicen que soy la alegría, que les saco una sonrisa, que siempre hay un chiste y que eso les hace muy bien.
-¿Sos consciente de quién es Susana Giménez?
-Soy consciente del lugar que ocupo, pero me sigo sorprendiendo con lo que me dice la gente. Son muy amorosos conmigo.
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