Stan Lee dejó atrás una casi infinita galería de héroes y heroínas. Grandes poderes, vistosos trajes y principalmente profundos dramas humanos fueron el cóctel con el que este guionista cambió para siempre la historia de las historietas. Por este motivo repasamos no solo cuáles fueron sus aportes sino también la innovadora forma en la que ejerció su oficio. Stan supo vender muy bien su imagen y convertirse en sinónimo de Marvel, algo que enamoró a los fans, pero que le valió no pocos conflictos profesionales.
Una polémica que lo acompañó toda su carrera
Antes de repasar su obra es obligatorio mencionar un incómodo debate que siempre lo persiguió. Muchas veces se discutió cuántos conceptos de sus personajes le correspondían a él y cuántos a sus colaboradores. En sus décadas más activas, principalmente en los sesenta, el guionista encontró en Jack Kirby a su principal ilustrador y socio, quien en más de una oportunidad reclamó ser el principal artífice de títulos que se asociaban a Lee. Por este motivo vale aclarar que si bien su talento como guionista es indiscutible, en más de una ocasión debió enfrentar polémicas sobre autorías. Aunque muchos consideraban superlativos sus guiones, otros lo consideraban un hábil empresario capaz de poner frente al tablero al dibujante correcto para el personaje ideal y mientras el ilustrador hacía el trabajo más pesado, él se llevaba los laureles.
Por otra parte, hay que destacar que su estancia en las colecciones no solía ser muy extensa. En varios casos su rol consistía en sentar las bases para que luego otro escritor (a veces su hermano Larry Lieber, pero en la mayoría de los casos su alumno más aventajado, Roy Thomas) continuara su línea editorial y propusiera algunos cambios que Lee, en su rol de coordinador general, rechazaba o no. De los títulos que figuran a continuación, él estuvo mayormente en Los 4 fantásticos y Spider-Man, sus criaturas más queridas.
Los 4 fantásticos (1961)
Stan Lee era un guionista del montón, un veterano escritor de cómics que al tener que obedecer fórmulas prefabricadas, no tenía la posibilidad de darle alas a su creatividad. Por ese motivo, su sueño más recurrente era escribir la gran novela americana y hacerse un nombre en el campo literario. Pero todo cambió cuando frente a la popularidad de la Liga de la justicia de DC, el presidente de Marvel , Martin Goodman, le propuso hacer un cómic cuyo único requisito era que debía ser protagonizado por un grupo de superhéroes. Goodman le dio libertad absoluta porque en ese punto, la editorial estaba a un paso de cerrar y en la tranquilidad de su casa, el escritor volcó muchos conceptos que hasta el momento no le eran permitidos y junto al dibujante Jack Kirby, creó a los verdaderos Fab Four.
Reed Richards es un brillante científico que viaja al espacio y para esa misión elige una tripulación integrada por su novia Sue Storm, su mejor amigo Ben Grimm, y su cuñado Johnny. En el trayecto una lluvia de rayos cósmicos les otorga distintos poderes. Reed se convierte en el Hombre elástico, Sue en la Chica invisible, Johnny en la Antorcha humana y Ben en La cosa. El cómic fue un éxito instantáneo y no solo salvó a Marvel de la quiebra, sino que fue el puntapié inicial de una década dorada para el sello en la que se convertiría en la marca de cómics más taquillera, sobrepasando por varios cuerpos a su histórica rival DC.
¿Pero cuál fue el ingrediente secreto en el éxito de Los 4 Fantásticos? Ante todo, la personalidad de sus figuras. Stan creó a una familia de superhéroes y de ese modo la dinámica entre ellos era muy particular. Partiendo de esa base, le daba mucha importancia al drama humano, a sus debilidades y fallas como personas. Lejos de la omnipotencia de Superman, Richards convivía con el error de haber llevado a sus seres queridos a un viaje que bien podría haber terminado en muerte. Y la Cosa, con su aspecto de roca, se sentía confinado en un cuerpo monstruoso que lo alejaba de sus afectos y de una mujer que lo amara. Puede ser una trama algo cursi, pero esa humanidad los convirtió en su principal atractivo. También hubo un trabajo muy preciso sobre los modismos, un rasgo pocas veces explorados en la historieta de la época. Richards, al ser científico, no hablaba como Johhny, que era un adolescente, o como la Cosa que era un ex jugador de fútbol americano. Esa cuidada construcción se distanciaba de los personajes de DC, que hablaban todos de manera idéntica.
El hombre hormiga (1962)
El suceso de Los 4 fantásticos le dio carta blanca para probar nuevos conceptos. De ese modo vio la luz Hank Pym, el hombre hormiga. Aquí la premisa era la de un científico que daba con una fórmula que le permitía achicarse y combatir el mal en tamaño micro. También en sociedad con Kirby, El hombre hormiga no tuvo demasiado éxito a priori, pero con el tiempo se convirtió en uno de los grandes personajes al ser miembro fundador de Los vengadores. Una pieza clave de esta serie fue la llegada de la Avispa, Janet Van Dyne, compañera de Hank y su eterna enamorada. Visto en la actualidad, el rol de ella es demasiado acartonado y así lo consideró en varias oportunidades Lee, que confesó su falta de visión para escribir personajes femeninos. Si bien no les negaba participación, a veces solo los mostraba yendo a la peluquería o hablando incansablemente por teléfono. Sin embargo, –y aunque Janet no escapaba a esa regla–, tuvo el privilegio de compartir protagonismo con el héroe central del título, algo poco habitual en la época.
La inspiración más directa de Hank Pym fue El increíble hombre menguante, de 1957, una película de ciencia ficción que seguía a una persona que luego de atravesar una misteriosa bruma veía como día a día su tamaño se achicaba.
El increíble Hulk (1962)
Inspirado en el clásico literario El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson, nació una de las criaturas más atormentadas del cómic. La historia de Bruce Banner y su exposición accidental a un baño de rayos gama, que lo lleva a convertirse en el monstruoso Hulk cada vez que perdía la calma, es uno de los relatos más populares del medio. El condimento clave del protagonista tuvo que ver con la dualidad de presentar a un ser irracional como Hulk –que se manejaba a través de la ira más absoluta– mientras Banner era la lógica total. El científico quería eliminar para siempre a su álter ego y su poder lejos de ser una bendición era una maldición que lo perseguía día a día. Bruce odiaba ser el monstruo verde y esa era su prisión.
Thor (1962)
El mismo año de El hombre hormiga llegó la versión Marvel de Thor. Aquí el dios del trueno era un superhéroe que en su doble identidad se refugiaba en la piel de Donald Blake, un prestigioso médico. El gran valor del cómic es que supo retratar la mitología nórdica desde una óptica de colores pop y con los impactantes dibujos de Kirby, Thor se convirtió en uno de los títulos más poderosos de los sesenta. Una vez más, el dilema estaba puesto no tanto en los planes del malvado Loki, sino en el amor entre él y Jane Foster y cómo Odín veía con malos ojos que su hijo amara a una humana. Ese sentimiento lo llevó a atravesar varios conflictos e incluso renunciar a su posición como principal defensor de Asgard.
Spider- Man (1962)
La irrupción de Spider-Man en el rubro de la historieta fue un punto de quiebre, y su creación fue en sí misma una saga quizá más compleja que la del propio Peter Parker. La historia oficial cuenta que Stan tuvo la idea de un héroe distinto, que presentara rasgos aún más atípicos que los de Reed Richards y su grupo. Para empezar, el protagonista sería un adolescente y no un adulto como era la regla. Hasta ese momento los jóvenes eran ayudantes de segunda línea como Robin, pero el autor entendía que un personaje de no más de 16 años podía enganchar con el grueso de los lectores, que como mucho, tenían esa misma edad. La idea de una araña tuvo que ver con darle dinamismo al dibujo, para así evitar a los típicos musculosos de siempre. Por este motivo, en vez de elegir a Kirby como cómplice, optó por Steve Ditko, un dibujante muy habilidoso, pero menos popular.
Spider-Man se publicó y fue un boom, convirtiéndose en una de las caras más importantes de la editorial. Se trataba de un protagonista que tenía ingredientes muy valiosos: una identidad secreta como estudiante víctima de bullying, una situación familiar dramática (su tío había muerto por su propia inacción), una vida amorosa inexistente y una realidad económica precaria. Era un joven muy sufrido, pero cuando se ponía la máscara, se convertía en el favorito de Manhattan (menos del editor Jonah J. Jameson). Una vez más el truco fue priorizar la vida civil de Parker, sus dramas personales y sus frustraciones, una decisión que le valió el cariño de muchos lectores. A diferencias de otros héroes de la historieta, Parker crecía, se graduaba, vivía tragedias enormes (la muerte de Gwen Stacy, ante todo) y hasta conocía a Mary Jane, el amor de su vida. Al día de hoy, Spider- Man es el verdadero buque insignia del sello y un embajador indudable del cómic de superhéroes.
Al año siguiente la misma dupla inventó Doctor Strange, un título impregnado de cultura psicodélica y el tapiz ideal para que el dibujante hiciera los experimentos formales que tanto lo apasionaban. Pero luego de varios cruces con Lee, Ditko abandonó ambas colecciones para refugiarse en DC. Con el correr de los años, el ilustrador aseguró que Lee solo había agregado detalles mientras que esas creaciones le correspondían exclusivamente a él. A esa polémica se sumó Kirby, que aseguró ser el primero en idear los rasgos de Spider-Man. Cómo fue la verdadera historia, es un secreto que los tres se llevaron a la tumba...
Iron Man (1963)
Iron Man fue un homenaje a los grandes inventores norteamericanos en la línea de Howard Hughes, a esos megalomaníacos que podían cambiar el curso natural de la historia gracias a sus creaciones. De esta manera apareció Tony Stark, un genio envilecido, que luego de un atentado debe fabricar un dispositivo que le permita latir a su corazón. Siguiendo esa línea, en un primer momento los villanos fueron los comunistas y amenazas similares, mientras él defendía un modelo muy distinto al de esas ideologías. Iron Man no fue un personaje que tuviera guiones demasiado trabajados y en muchos casos sus aventuras eran poco interesantes, sin embargo su participación en Los vengadores lo convirtió en otro de los grandes tanques de Marvel.
Los vengadores (1963)
Con varios héroes merodeando por el universo Marvel, Stan resolvió que era el momento de reunirlos bajo una misma colección. Así nacieron Los vengadores, los defensores más grandes de la Tierra. En esa época la Liga de la justicia presentaba una estructura que se repetía demasiado –distintas facciones del equipo peleando en varios frentes, sin cruzar demasiado sus caminos. Lee prefirió conservar al grupo unido, pero se enfrentó a un problema que lo agotó: los personajes que aparecían allí debían arrastrar las consecuencias de lo que sucedía en sus series solistas. Al comprender que mantener esa continuidad era un dolor de cabeza, apostó por cambiar la formación y darle lugar a protagonistas menos conocidos e incluso a exvillanos reformados y así el título cobró un vuelo impensado. Con el tiempo, y en más de una ocasión, la extensa rotación de caras sería otra de las características del equipo.
Capitán América (1963)
Ante todo una aclaración: Stan no inventó al Capitán América. Sus creadores fueron Joe Simon y Kirby en los cuarenta, cuando los cómics eran trinchera ideológica contra el nazismo. Pero la editorial lo cajoneó y ahí entró Lee a reinventarlo veinte años después. Con la excusa del hombre congelado en un témpano, lo trajo a la actualidad de los sesenta y le dio un sentido renovado, enfrentándolo muchas veces no solo contra células nazis que luchaban por el regreso de ese régimen sino también contra el lado más oscuro del sueño americano. En más de una oportunidad, Steve Rogers fue muy crítico de su gobierno e incluso no dudó en colgar el traje cuando se sintió defraudado por los políticos de turno (algo similar a lo que se vio en Infinity War).
X- Men (1963)
Según contó en varias entrevistas, a Stan lo desgastaba mucho el pensar el origen de sus héroes. Un accidente de tráfico, la picadura de una araña, rayos cósmicos, en dos años había encontrado todas las explicaciones posibles para poderes sobrenaturales. Por eso cuando escribió las aventuras de un nuevo grupo pensó en qué sucedería si el origen de las habilidades era algo de nacimiento y así justificó a los X- Men. Los denominados mutantes eran personas comunes pero que en su pubertad, y debido a una anomalía genética, obtenían todo tipo de poderes. Una excusa perfecta que le permitió concentrarse más en las aventuras y menos en el porqué una persona podía "ver" aunque fuera ciega. Esa pereza creativa inesperadamente derivó en historias centradas en la intolerancia hacia el distinto, en el rencor humano frente a personas que no responden al canon de lo que se supone "es normal". Así nacieron Cíclope, el hombre de hielo, Ángel y las decenas de mutantes que llegaron en las décadas posteriores y que tuvieron que enfrentar no solo a Magneto y sus aliados, sino incluso a una sociedad que como no los entendía, les temía y los atacaba.
Daredevil (1964)
Si bien el abogado no vidente hoy goza de mucha popularidad por su serie en Netflix, lo cierto es que Matt Murdock no fue un personaje de los más exitosos en la Marvel de los sesenta. Sus aventuras iniciales eran algo mediocres, pero el paso del tiempo y la llegada de otros autores lo elevaron a la primera plana de la editorial.
Silver Surfer y Pantera negra (1966)
Aunque nació como un personaje secundario en Los 4 Fantásticos, Silver Surfer es uno de los favoritos de Stan Lee. Su origen es el de un alienígena que para salvar a su planeta de un destino trágico, acepta convertirse en el heraldo de un poderoso ser llamado Galactus. Con el tiempo se libró de ese yugo y confinado a la Tierra, recorrió y conoció a gente de este mundo. En 1968 escribió 18 números de la serie solista de Surfer, y para ella convocó al dibujante John Buscema. Los extensos monólogos del héroe le permitieron explorar una faceta entre shakespereana y filosófica y seguramente este es uno de los trabajos más lúcidos en la extensa trayectoria del autor.
También en las páginas de Los 4 fantásticos debutó Pantera negra, monarca de Wakanda y una verdadera declaración de principios. Decidido a darle la espalda a los estereotipos raciales de la época, surgió un inteligente rey africano que comandaba una nación con tecnología de punta. T´Challa era astuto y un formidable luchador, y su popularidad llegó incluso a la actualidad gracias a su exitosa adaptación al cine.
El método Marvel
La última gran creación que vale la pena destacar no fue un personaje, sino un método de trabajo. La denominada forma Marvel de hacer cómics, una logística que Stan ideó para dinamizar la fábrica de historietas. Teniendo en cuenta que en su momento de mayor producción, él escribía más de una decena de cómics por mes, sabía que necesitaba exprimir el tiempo y junto a Kirby ideó un sistema muy novedoso. El método Marvel consistía primero en desarrollar la trama a grandes rasgos. Luego el dibujante, sin el guion en su poder, realizaba todas las páginas según lo pautado previamente. Con la historieta íntegramente ilustrada, ahí sí llegaba la instancia de escribir todos los diálogos en función a lo dibujado. Como si fuera la Ford de Henry, se trató de un método totalmente atípico para la época, pero que le permitió al autor optimizar ampliamente el trabajo de sus colaboradores.
Sus cameos y su construcción pública
El mayor orgullo de Stan era que sus cómics no lo consumían solo los niños. Adolescentes y jóvenes universitarios también leían con pasión sus aventuras, una conquista que le significó una posición de prestigio. En los setenta, él comenzó una interminable serie de charlas en prestigiosas universidades y abandonó en gran medida su trabajo diario. Desde ese momento comenzó a autoconstruirse como un referente del medio, un escritor sofisticado capaz de idear un lenguaje pop y una mitología moderna de dioses con capa. Esa exposición le valió los celos profesionales de muchos colegas, que se sentían vampirizados por una editorial que los exprimía, solo para que Lee se llevara los laureles.
El guionista también apostó muy fuerte por ser una cara conocida. Así como Alfred Hitchcock era un rostro familiar para los espectadores de cine, él trabajó de forma similar para convertirse en una marca comercial. En los correos de lectores de sus cómics, escribía sobre lo divertido que era trabajar en el Bullpen, la manera a la que llamaba a las oficinas de la editorial. Y si bien lo cierto era que la mayoría de los empleados trabajaban desde sus casas, eso no impidió que Stan creara en sus fans la fantasía de una oficina donde siempre había lugar para la diversión.
Por otra parte, en los noventas comenzó a desfilar tímidamente en el cine. En Mallrats, de Kevin Smith, tuvo una aplaudida participación que pronto derivó en sus famosos cameos. Con el tiempo sus breves intervenciones fueron citas obligatorias que no solo se limitaron al cine, sino también a los cómics en incluso a algunos dibujos animados. En el futuro, las películas de Marvel no serán lo mismo y Spider-Man 2 –que llegará en julio del próximo año– será el primer film que tendrá el triste honor de no contar con el mítico cameo de Stan Lee.
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