Son de diez: la comedia rupturista de los años 90 que le cambió la vida a Florencia Peña
Florencia Peña tenía 17 años cuando se convirtió en "Bárbara Diez", el personaje que interpretó en la comedia argentina Son de Diez, producida por eltrece y transmitida de 1992 a 1995. Fue en este auge de fama que la bautizaron como "La Pechocha", un apodo que hasta hoy en día conserva, y que significa un viaje en el tiempo hacia el costado más polémico de su personaje.
Tal como ella misma contó hace dos años en Los Ángeles de la Mañana, la época dorada de "Los Diez" significó el despegue de su carrera: a pesar de que ya había actuado en Festilindo, Clave de Sol y Los tuyos y los míos, esta era la primera vez que tantas miradas se posaban sobre ella y le resultó un tanto abrumador.
"Sufrí mucho en la etapa de ‘La Pechocha’. A pesar de que amé hacer la tira, en ese momento, a mis 17 años era una adolescente muy expuesta con un cuerpo que no podía manejar", reconoció la actriz cuando Ángel de Brito le recordó su primer sobrenombre mediático.
"Me miraban de una forma que no me gustaba, y en esa época teníamos muy naturalizadas ciertas cosas que hoy serían impensadas. Yo sufría unos dolores de espalda tremendos y usaba remeras que me achataran cada vez que tenía que salir", agregó.
La notoriedad que tomó su simpático personaje hizo que mucho de lo que sucedía en su vida real luego se trasladara a la ficción, y la pluma de Miguel Ángel Diani y Daniel Di Conza lo ponían en palabras a través de los diálogos. Durante varios capítulos la protagonista habló con su hermano mayor, Federico, (Federico Olivera), sobre la incomodidad que sentía por la voluptuosidad de sus curvas.
En la ficción intervinieron sus padres televisivos, Enrique (Claudio García Satur) y Silvina (Silvia Montanari), y decidieron apoyarla en la decisión de reducirse el busto. Así fue como se mezclaron las realidades y a los 19 años la actriz concretó la cirugía, como Flor y como Bárbara.
"Justo el mismo año que yo me operé Fede (Olivera) se cortó el pelo y abandonó esos rulos tan característicos que tenía. ¿Y podés creer que bajó el rating? Ahí decíamos ‘no puede ser por nosotros, algo más tiene que haber’", confesó Peña en la misma entrevista en LAM.
A partir del cambio físico de la actriz hubo varios guiños al respecto en la laureada comedia. En la trama su eterno enamorado era Tanino (Luis Mazzeo), un amigo de su hermano, que no pudo resistir el flechazo a primera vista, y tenía varios años más que ella. Fue este personaje quien trajo a colación la operación de Peña en una de sus participaciones: "Al final nunca me entregaron a ‘La Pechocha y encima ahora no es más ‘Pechocha’".
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Aunque bajo la lupa del siglo XXI podría generar polémica el deseo irrefrenable de Tanino hacia la adolescente, cabe agregar que en la ficción nunca concretó el romance con la protagonista. Se trataba de un amor platónico abordado desde el humor que no era motivo de cuestionamiento ni un tema central en la trama.
Vale recordar que el éxito de la ficción y la conquista de un abultado público les valió un Martín Fierro a la "mejor comedia" en su año debut. Sin dudas era el contenido que brillaba en el horario central de eltrece, al mismo tiempo que Telefe tenía sus dos tanques, ¡Grande, Pa! y Amigos son los amigos.
"Yo quiero ser como Bárbara Diez"
"Los Diez, una familia con onda", era el slogan de la publicidad que salía por eltrece en los años 90, junto a algunos adelantos de los nuevos conflictos que ocurrirían en el siguiente capítulo. A pesar de que "Don Quique", el padre de Bárbara, sentía que estaba al tanto de todo lo que pasaba y se ilusionaba con que reinara la paz en la casa, lo cierto es que los verdaderos problemas ocurrían sin que se diera cuenta y después estallaban sin aviso.
Con el espectador como cómplice, los líos de Bárbara ocupaban gran parte del argumento en los 50 minutos que duraba cada entrega diaria. En los comienzos de la novela la adolescente puso en escena una decisión que causó controversia: "Quiero dejar el colegio, ya repetí un año y no me gusta estudiar. Prefiero trabajar".
De repente, empezó a resonar fuerte la palabra "machismo" en los diálogos, y los cariñosos padres de la estudiante escuchaban atónitos los argumentos que daba su hija: "No entiendo por qué mi hermano puede trabajar y a él no le hacen ningún drama. Si tienen miedo de que me equivoque, dejen que me equivoque. ¡Quiero crecer!".
Yanina, la hermana menor de Bárbara -interpretada por Daniela Redin- puso en palabras lo que otras chicas sentían detrás de la pantalla: "Barbi quiere independizarse y hace muy bien, no quiere depender de nadie, ni siquiera de mis papás. Ella tiene personalidad, ojalá yo sea como ella cuando sea grande".
Por ese entonces un Nicolás Cabré de 11 años se ponía en la piel de Juancito, un personaje que también dio que hablar, y acotaba: "Pero qué pasa, ¿en tu casa no le dan plata? No le hace falta trabajar".
Después de mucho debate familiar, los padres de la adolescente aceptaron que abandonara los estudios siempre y cuando tomara el compromiso de arreglarse con el dinero que se ganara con su propio esfuerzo. Esta fue la primera vez que el personaje de Peña se salió con la suya, y era sólo el comienzo de un ramillete de ocasiones en que dejaría en claro su punto de vista.
Fue justamente su carácter fuerte de mujer cada vez más decidida a medida que crecía a la par de la tira, sumado a su buen corazón, lo que hicieron que el público se identificara con Bárbara.
En el amor, siempre con el corazón roto
Sufrir el primer desamor, intentar recuperarse, volver a caer, y "enamorarse siempre del equivocado" fueron conceptos presentes en la vida de los jóvenes protagonistas. Por ese entonces el galán de Peña era Iván González, hijo del cantante Jairo, que interpretó a Bruno, un joven extranjero que cruzó sus ojos claros con la seductora mirada de Bárbara.
González enamoró también a la audiencia, con su acento español y su ternura, pero la realidad es que siempre hacía sufrir a la protagonista. Tuvieron capítulos enteros de noviazgo, donde el mundo parecía sonreírles, pero cada tanto surgían pistas de que el joven estaba lidiando con una crisis interna sobre qué debía hacer con su vida: buscaba trabajo en un país que no era el suyo, venía de una ruptura amorosa con una chica francesa, y aunque intentaba concentrarse en la nueva etapa, tenía otra idea distinta rondando en su cabeza.
De pronto ocurrió algo inesperado: Bruno se sintió "confundido" y decidió que quería convertirse en sacerdote. El dolor del personaje de Bárbara no tuvo precedentes, y aunque en la familia Diez la ayuda social y la iglesia eran muy importantes, nunca se imaginaron que "el novio de la nena" se convertiría en cura.
La historia de amor quedó trunca durante un tiempo, pero más tarde Bruno volvió a su vida, después de renunciar a la religión porque no la podía olvidar. Sin embargo, el joven era el mismo de antes: idas y vueltas, y una Bárbara que ya no caía tan fácil en sus redes y le decía: "Yo ya me equivoqué mucho con vos, no quiero volver a sufrir". Para ese momento la protagonista ya había tenido otros novios, y había pasado un año desde la partida de su primer amor.
Como si no fuera todo ya bastante conflictivo, Bruno terminó sintiendo el verdadero "llamado de cupido" hacia la mejor amiga de Bárbara, y tuvo un desliz con ella. Así era la vida amorosa del personaje de Peña, un mundo de emociones adolescentes que luego se transformarían en la vida de una mujer adulta con mucha determinación.
"No sé cómo voy a hacer mamá, pero yo no me vuelvo a caer por esto. Ya no tengo 17 años, y no voy a permitir que un hombre se robe todas mis lágrimas", le decía la protagonista a su madre. Todavía no eran tiempos de "empoderamiento femenino", pero Peña encajaba a la perfección con la idea de reinventarse cuando la desilusionaban.
En la vida real, la actriz también tenía un amor, que al igual que los de la novela, no se mantuvo en el tiempo: estaba de novia con Diego Olivera, el hermano de Federico, su compañero de ficción. Una vez más, televisión y vida personal se mezclaron: el actor que en la pantalla personificaba a su hermano mayor, fuera del set era su cuñado. Sin embargo, quedó como fugaz recuerdo su relación amorosa con quien hoy es el marido de Mónica Ayos.
Todos los temas sobre la mesa
La presencia de figuras históricas como García Satur, Montanari, Javier Portales y Ricardo Espalter, combinada con las jóvenes figuras recién llegadas a la industria, brindó la posibilidad de adentrarse en distintas temáticas que causaban revuelo en aquél momento.
Teniendo en cuenta que cuando se estrenó la comedia había pasado tan sólo un año de la muerte de Freddie Mercury -24 de noviembre de 1991- existían muchos interrogantes alrededor del SIDA, y hubo varios capítulos sobre el tema.
Portales personificaba al abuelo de "La Pechocha" y Federico. En una de las conversaciones le dijo a su nieto: "Vos cuidate eh, está muy brava la cosa y te podés agarrar eso que anda circulando por ahí". Poco después apareció en escena Cecilia Milone, una bella joven que tuvo un amorío con el hermano de Bárbara.
En la ficción la trama se tornó más profunda cuando después de algunos besos apasionados y la idea de oficializar la relación pronto, la muchacha se hizo un análisis de sangre y descubrió que tenía VIH. Ante esta fuerte noticia, Federico le pidió a sus padres que "no lo tocaran", por temor a contagiarlos con un simple abrazo.
Más adelante Federico comprobó que no tenía la enfermedad y hubo un mensaje de concientización hacia el público joven de la novela. El mito de que el contagio fuese a través del contacto cercano fue derribado y los personajes hicieron hincapié en que la verdadera forma de contraer VIH era mediante las relaciones sexuales sin protección.
Así la novela se sumó como un medio más de difusión para dejar en claro que el preservativo no era sólo un método de anticoncepción, sino también una barrera contra las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Esa no fue la única vez que un tema que generaba controversia llegó a la casa de la famosa familia. También hablaron sobre homosexualidad: un amigo de Federico le confesó a los muchachos que era homosexual, y aunque los jóvenes lo aceptaron sin ningún problema, el verdadero inconveniente era cómo lo tomarían sus papás.
En la ficción Ruben Green interpretó al padre del joven, y en uno de los capítulos enfrentó a Don Quique: "Para mí su hijo y mi hijo son pareja en secreto, porque ustedes sabían que es...eso, ¿ya saben?". Impactado, el padre de familia llamó a su hijo para que aclarara la situación.
El mayor de los Diez reconoció que sabía que su amigo era homosexual, pero aseguró que no eran más que mejores amigos. "Bueno, pero quizás conocen algún tratamiento para curarlo", comentó el padre del joven, y Bárbara intervino: "Pero señor, la homosexualidad no es una enfermedad".
La madre de los Diez también dio su parecer: "Él necesita que usted lo acepte tal cual es, necesita de su comprensión". Aquél padre que representaba un tipo de pensamiento sobre lo que hoy se conoce como comunidad LGBTIQ+, retrucaba: "Es muy fácil para ustedes porque no están en mi problema. Digánme la verdad, ustedes no tendrían vergüenza si tuvieran un hijo homosexual?".
Quique hizo un silencio y respondió: "No, seguramente nos afectaría mucho, pero buscaríamos la forma de acercarnos para tratar de comprenderlo. Pero vergüenza jamás". Otra vez, la comedia enviaba un mensaje social detrás de sus diálogos, y tomaba postura cuando era necesario.
El abuso: una realidad sin época
En tres años fueron pocos los temas que no abordaron en la novela. A pesar de que el género era la comedia, y el humor estaba siempre presente, también hubo momentos de tensión. Una dramática escena donde el personaje de Peña asiste a una sesión de fotos y es estafada por sus agentes de prensa, da cuenta de que la trama muchas veces buscaba concientizar.
Bárbara era una adolescente cuando fue tentada por dos productores para lanzarse al modelaje por su belleza natural. Después de un análisis de sus padres sobre si era conveniente o no, y ante el deseo de su hija de "ser famosa", y las promesas de los hombres que ya habían representado a figuras conocidas, accedieron.
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La escena ocurrió durante la sesión de fotos para el book profesional de la futura estrella del modelaje: todo se tornó oscuro cuando le pusieron una droga en la bebida, Bárbara perdió el conocimiento y quedó desmayada. Un muchacho entró al lugar y la desnudó ante la cámara mientras ella estaba totalmente fuera de sí. El joven tenía puesto solamente un boxer y simuló fotos subidas de tono alentado por los productores.
Cuando la protagonista se despertó no entendía muy bien que había sucedido, pero sentía que algo malo había pasado. Aunque quedó sobrevolando cierto halo de misterio sobre lo que realmente ocurrió en la habitación mientras ella estaba inconsciente, la adolescente sintió en primera persona lo que significaba el abuso.
Sus padres sintieron una gran impotencia cuando supieron lo que había vivido su hija y volvieron a recalcar la importancia de no confiar en oportunidades laborales que quizás brillan como oro, pero pueden esconder otras intenciones.
En cada diálogo, la madre de Bárbara le dejaba en claro que ella no había hecho nada malo: "¿Pero cómo vas a pensar que es tu culpa por tener una buena delantera, hija? Fueron esos tipos los que tenían el problema en la cabeza, no dudes eso".
Unos 27 años después de aquella escena, Peña confesó en Podemos Hablar (Telefe), el programa de Andy Kusnetzoff que a sus 18 años sufrió acoso en la vida real: "Tenía un compañero del que no voy a dar el nombre y que en ese momento ya era un actor grande, que me tocaba. Con mi personalidad, yo le decía: 'No me toques, no me hagas esto'".
Al igual que su personaje, la actriz sentía una gran culpa interna por ingenuidad: "Me hacían pensar que era responsabilidad mía por mis curvas, que quizás estaba bien que me las quisieran tocar. Y no nombro a este actor porque me parece que nunca lo entendería; creo que hay algo del machismo y del patriarcado que en ciertos hombres no va a cambiar nunca".
Aquella madre empática de ficción que le dio apoyo en el set también lo hizo fuera de la pantalla. Silvia Montanari falleció en octubre de 2019 tras una lucha contra el cáncer y Peña la despidió en su Twitter con un sentido mensaje: "Fuiste una mamá para mí durante muchos años, compartimos la vida y el trabajo. Me adoptaste y me diste todo tu amor siempre".
En este viaje en el tiempo a Son de Diez donde la línea entre la ficción y la realidad fue muy delgada por momentos, queda en claro que para Peña y muchos de los protagonistas de la comedia, la experiencia de compartir tres años de sus vidas juntos, quedó en el recuerdo como una etapa trascendental de sus carreras, pero también, como una huella de su crecimiento personal.
- Son de Diez actualmente se transmite de lunes a viernes a las 16 por Volver.
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