Como un homenaje por el día de la madre, una entrevista exclusiva con la cantante que dio a luz a su segunda niña hace ocho meses
La canción es la misma: "Eres". Regina la escuchó por primera vez hace ocho meses, recién nacida, en la habitación 403 del Sanatorio de la Mujer, en Rosario. La melodía, suave en la voz inconfundible de su madre, podía escucharse desde los pasillos. Ahora, en Buenos Aires, en un PH de San Telmo, Soledad Pastorutti (33) repite los mismos versos para hacer dormir a su hija menor: "Llenas el mundo, vienes y vas, dueña de toda felicidad. / Como un pequeño huracán tu vas llenándome de felicidad". Más adelante, durante la entrevista,
"La Sole" contará que estrenó la canción a principios de año, aún embarazada, y la dedicó a su primera hija, Antonia (3). Hablamos en voz baja porque Regina duerme. Soledad la mira extasiada y se ofrece para la entrevista.
–¿Cómo fue la llegada de Regina a tu vida?
–Genial, mucho más tranquila que la llegada de Antonia. Es más fácil tener dos hijos que uno. Con dos chicos, tenés la energía dividida y llegás a un punto donde dejás que las cosas fluyan… ¡Y las cosas fluyen! Con Regina no tuve ningún problema en el posparto y eso se reflejó en que pude continuar con mi trabajo. Además, me tocó una beba muy dócil: ella duerme y come, no es demandante.
–Cuando un nuevo hermanito llega al hogar, es costumbre que el bebé le traiga un regalo a su hermano mayor. ¿Qué le ofreció Regina a Antonia?
–¡Una canción! "Eres", ya se la canté varias veces. Es un regalo nuestro, de las dos, mío y de Regina. Antonia también recibió a su hermana con regalos, cumplió dándole besos y abrazos, pero enseguida se distrajo con las flores, las cartas… ¡Y la hermana ya no existió! Ahora es tan independiente que a mí también me da poca bolilla.
–¿Tuviste ese miedo de madre que, al llegar un segundo hijo, teme no satisfacer las necesidades del primero?
–Al principio, sí. Me sentía culpable. Pero después entendí cómo eran las cosas: Antonia está en una edad donde la disfruta toda la familia. Tiene mucha contención de sus abuelos, tías, tíos y primos, pero en un momento se empezó a portar mal y yo no quería retarla para que no pensara que ya no la quería o que prefería a la bebita. Pero desde que duermen juntas tienen otro tipo de conexión. Es gracioso ver cómo la más chiquita admira a su hermana: se ríe y entiende la presencia de Antonia desde el amor. Es una simbiosis muy extraña que debemos haber vivido todos los hermanos a esa edad.
–¿Cómo hiciste para volver a cantar a menos de tres semanas de haber sido madre?
–Soy muy inquieta y a eso se le suma la suerte de haber tenido un parto programado y cuidado. Nadie se imaginaba la posibilidad de que volviera a estar en el escenario tan rápido, pero cuando me sentí bien supe que era el momento de volver a cantar.
–¿Cambió el matrimonio después de la llegada de los hijos?
–No. Con Jeremías tenemos un estilo de vida muy hogareño. Mientras la mayoría de las parejas deciden fortalecer la relación con salidas "sin hijos", nosotros somos al revés: vivimos tanto tiempo fuera de la casa que el encuentro de los cuatro es lo que nos hace más fuertes. Además, vivimos en un pueblo donde la costumbre es invitar amigos a la casa. A pesar de que las nenas se duermen tarde, nosotros también tenemos nuestro punto de encuentro.
–¿Cómo es tu vida a los 33 años recién cumplidos?
–Me siento con mucha energía y con el sueño de haber formado la familia que siempre quise tener. No entiendo a aquellas personas que aún no se animan a dar este salto, pero las respeto. Esto es lo más lindo que te puede pasar. Mas allá de lo profesional… Las chicas vienen conmigo a todas partes y, si bien paso noches sin dormir por el trabajo, las veo a ellas descansar y me viene la fuerza de seguir. Ahora, desde que están, no podría imaginarme la vida de otra manera.
–¿De qué modo te definirías como mamá?
–Muy celosa. Si puedo, hago todo yo: las baño, les doy de comer, las cambio… No hay cosa más maravillosa que estar en esta etapa de su infancia. Mi trabajo es demandante pero estoy plena con mi marido y mis hijas. Cuando estoy en el escenario soy la artista, "La Sole", pero si estoy abajo no me vas a reconocer: en mi casa tengo una vida normal… ¡Limpio y lavo! No todo es el glamour de la cantante. ¡Olvidate! Lo que hace que mi casa sea un hogar es el entrar y sentir ese olorcito de la comida casera. El amor está en las pequeñas cosas.
–¿Cambió la relación con tus fans desde la llegada de tus hijas?
–No, creo que somos muy sinceros entre nosotros. Siempre bajo a saludar o estoy con ellos. Pero cuando les digo que necesito irme a cuidar a las nenas, ellos me entienden. Además, porque muchos están en la misma situación: casi que crecimos juntos. Una chica en Neuquén me decía: "Yo te sigo…, lo que pasa es que los nenes me llevan tiempo". Vivimos lo mismo, ¿cómo no nos vamos a entender?
–Este año, incluso, tuviste la posibilidad de cantarle al papa Francisco.
–Este año estuvo mucho mejor de lo que yo esperaba. Yo trabajé toda la vida, pero cantar para el Papa fue algo muy fuerte. Después, a través de la propuesta de un amigo, con Axel tuvimos la posibilidad de acercarnos a Francisco y fue maravilloso. Creo que cualquiera sueña con tener esta posibilidad. Me enorgullece muchísimo que él sea argentino, aunque hoy le pertenece a todo el mundo.
–Entiendo que atravesás un momento especial de tu carrera, donde sumás nuevas voces a tus discos y participás en trabajos de otros artistas.
–¿Viste? Carlos Santana me dio la posibilidad de cantar junto a él en su próximo disco y eso fue un enriquecimiento total. Además, en mi nuevo disco, se suma la Niña Pastori, que es una mujer muy talentosa. También fui invitada a grabar en el disco homenaje a Alejandro Sanz que Capi Arenas –productor de los grandes exitos de Sanz– hizo este año por mujeres. Nada mal, ¿no? Debe ser cierto eso de que los hijos vienen con un pan debajo del brazo…
Texto: Romina Redl
Fotos: Mariana Roveda
Producción: Georgina Colzani
Maquillaje: Gisela Parolin
Peinado: Damian Brissio
Agradecimientos: www.galatango.com , Deattar, Debbie Mac Donald, Hush Puppies, Little Akiabara, Trosman, Verónica Far y Lucía Crespi
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