Luego de perder un embarazo natural y de varios intentos fallidos de fertilización, la periodista de América transita la semana 15 de gestación: será mamá de un varón que nacerá en noviembre
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Soledad Larghi está radiante, y aunque su pancita es apenas incipiente, ella posa su mano y la acaricia con infinita ternura. Por fin se está cumpliendo el sueño tantas veces soñado: está embarazada de casi 15 semanas. Es varón y nacerá a mediados de noviembre. Será un regalo de cumpleaños. “Todavía no lo puedo creer. A veces me acuerdo y me pongo contenta. Lo estoy viviendo con una emoción enorme”, dice con los ojos llenos de lágrimas.
En una charla íntima con LA NACIÓN, la conductora de América Noticias vuelve a recorrer el camino que la trajo hasta este momento, luego de cuatro tratamientos de fertilidad fallidos. La periodista abre su corazón y relata sus sentimientos, cuenta por qué siguió adelante y habla de su historia con Luciano Vitullo, un amor de la adolescencia con el que se reencontró hace seis años.
-Es un bebé muy buscado...
-Mucho. Lo buscamos durante más de tres años y nos metimos en un camino que desconocíamos, a pesar de que los periodistas tantas veces hablamos de tantos temas, pero hay cosas que hasta que no las vivís, no las conocés realmente. Y un poco pasó eso. Perdí un embarazo natural apenas empezaba la pandemia y después, por una cuestión de edad, empezamos un tratamiento y pensábamos, desde la ignorancia, que era un tiro seguro. Nos encontramos con un montón de cosas que lo hicieron más complejo de lo que pensábamos. Uno tiene la fantasía de empezar el tratamiento de fertilidad y quedar embarazada enseguida y no es tan así.
-¿Cuántas veces probaron?
-Quedé embarazada en el quinto tratamiento, en tres años y medio. Por más que el mundo cambió y uno piense que los 40 son los nuevos 20, en materia de fertilidad esto no es así. Los 40 son los 40 y la edad para formar una familia o congelar óvulos es entre los 25 y 35 años, y hay que tomarlo en cuenta. Estuve años absorbida por el trabajo y eso les pasa a muchas mujeres.
-¿Nunca pensaste en congelar óvulos?
-No, porque en mi generación esto no era habitual. Hice todo junto ahora y el camino es muy difícil.
-¿Cómo fueron esos tratamientos?
-Hice tres tratamientos tradicionales en un centro y luego me pasé a Procrearte y logré el embarazo. En este nuevo lugar le prestaron atención a otros temas, como por ejemplo mi sistema inmune, cómo estaba mi intestino, la alergia que tenía. Todo un campo inexplorado para mí. Fue un proyecto largo en el que se abarcaron muchas cosas. No es todo tan lineal, sino que se abren ventanas que no tenías en cuenta y la ansiedad juega un papel tremendo porque se te despierta el deseo de ser mamá o papá y querés que eso pase. Y puede que no ocurra. Es una carrera con muchos obstáculos.
-¿Qué pasaba cuando no quedabas embarazada y tenías que volver a iniciar otro tratamiento?
-Cada vez que me hacía el análisis y me daba negativo, sentía una tristeza inmensa. Porque en esos días de espera te llenás de expectativas. En mi caso fue un proceso y al principio me enojaba, me angustiaba, me deprimía. Después aprendí y entendí que no tengo el control de todo y que hay cosas que no suceden a pesar de que yo haga todo lo posible. Por ahí vino mi paz mental. Sabía que daba todo.
-Entonces te enteraste que estabas embarazada con ese análisis. ¿Estabas sola en ese momento?
-Estaba con Luciano. Fuimos una mañana a sacarme sangre, sabíamos que alrededor de las 15 estaba el resultado y es la hora en la que entro al canal. Así que nos quedamos un ratito en los Bosques de Palermo. Me llegó el resultado por mail y no lo podíamos creer. Mi novio descomprimió y lloró mucho, y yo me quedé sorprendida. Fui más cauta porque había que esperar 48 horas para hacerme un nuevo análisis y saber si el embarazo tiene progreso. La felicidad fue total. Sentís que todo lo que hiciste valió el esfuerzo, el intento. Mucha gente me escribió y hubo una mujer que me dijo algo muy significativo, que cuando quedara embarazada me iba a olvidar de todo lo que había sufrido para lograrlo. Y es verdad porque el camino es súper duro y difícil, pero si lo lográs desaparece lo malo, lo triste y agradecés haber tenido la fuerza para seguir.
-¿Alguna vez pensaste en abandonar?
-Si, pero fui corriendo esos límites. Muchas veces dije “hasta acá”. Llegué dudar y a creer que quizá nunca iba a quedar embarazada y hasta pensé en cómo armar mi vida sin esta posibilidad. Después buscaba una nueva opinión o encontraba un poquito más de fuerza que aparecía de un lugar que desconocía. Y menos mal que lo intenté. No es fácil porque tenés una carga hormonal, mucha medicación, tu carácter ya no es tu carácter y cuando trabajás de una manera expuesta como la mía, a veces se complica porque te inflamás y tenés efectos colaterales. Mirándolo en perspectiva, son detalles comparados con el logro.
-¿Ya tienen el nombre?
-Tenemos algunos, pero no está decidido. Va a ser varón y nacerá en noviembre.
-¿Cómo fueron estos primeros tres meses?
-Me siento muy bien y el único síntoma es cansancio. Y hago micro siestas de diez minutos, por ejemplo. Pero no tuve náuseas y solo un día vomité mucho y fue después de tomar mate. Así que no pude volver a probar el mate. Voy a volver a intentarlo porque es mi compañero, pero no pude todavía.
-¿Siempre quisiste ser mamá o el deseo apareció con los años?
-Siempre supe que quería ser mamá, pero de alguna manera pasó el tiempo. Y la vida. Tuve parejas largas y muy buenas, hermosas, y al mismo tiempo el trabajo fue el eje de mi vida. El del periodista es un trabajo muy particular, absorbente, de muchas horas, de viajes. Me concentré mucho en la carrera y los años pasaron. Yo quería ser mamá, pero no me ocupé seriamente del tema hasta hace unos años.
-¿Cuando te corrió el reloj biológico?
-Sí. Perdí el embarazo natural a los 39 años y ahora voy a ser mamá con 43. El primer embarazo fue una sorpresa y sentí tanta felicidad en ese momento que me di cuenta de ese deseo. Quería ser mamá, pero no tomaba el tema seriamente. Y para sobrellevar todo lo que vino después, me conecté con esa alegría enorme que sentí cuando me embaracé esa primera vez. Fue única y ahora vuelvo a sentirla.
-¿Cómo es tu historia de amor con Luciano?
-Hace seis años que estamos juntos con Luciano. Fuimos novios en la adolescencia, cuando teníamos 19 años. Nos habíamos conocido porque su mejor amigo y mi mejor amiga eran novios. Durante veinte años no tuvimos ningún contacto. Fue tenista y viajaba mucho y ahora trabaja por su cuenta. Al año de estar soltera, me escribió por Instagram, fuimos a cenar y no paramos de hablar. Todo fluyó y volvimos a estar juntos. Fue increíble. Él tenía mucho más claro el deseo de formar una familia y fue un gran motor para este proyecto. Quizá no me hubiese animado si no lo tenía a Luciano.
-¿Te imaginás tomando una licencia larga o los tres meses que permite la ley?
-Con mi cabeza de hoy diría tres meses y vuelvo, pero no sé qué va a pasar. Voy a escucharme y saber si me siento lista o no. Por otra parte, mi trabajo me va a permitir bastante con el bebé. Y sé que quiero trabajar porque buena parte de mi felicidad pasa por lo que hago y quisiera que todo comulgue. También quiero ser una mamá muy presente. Ahora nos vamos de viaje. Va a ser el último de a dos. Teníamos un viaje planeado a los Estados Unidos para mitad de año y tuvimos que adelantar todo. Iba a ser un viaje de playa y ahora para comprar cosas para el bebé.
-¿Y sos una futura mamá ansiosa que lee todo lo que llega a sus manos?
-Todo (risas). Algunos capítulos los dejé para más adelante. Estoy muy googleadora. Tengo pensamientos de mucha felicidad, y que esto me suceda a los 40 tiene su encanto, porque hay tantas preocupaciones que ya no tengo, tantas cosas que ya conseguí. Estoy saldada con mi trabajo, conseguí y disfruté más de lo que me imaginé y estoy en un momento ideal para patear el tablero de mi vida y ver cómo me reacomodo de acá en más. Mi último tratamiento fue muy especial para mí porque me lo planteé desde otro lugar, solté el control. Y esa vez, tomar toda la medicación no me generó migrañas, por ejemplo, cosa que siempre me sucedía. Lo transité más liviana y terminó ocurriendo. No soy la misma que cuando empecé, entendí que no puedo cambiar un montón de cosas, que no todo es como yo quiero, que el resultado de A más B no siempre es C. Cambié muchas cosas. El proceso fue parte de un aprendizaje personal.
-¿Qué hábitos cambiaste?
-El gran cambio de todo este proceso fue la alimentación. Ya no como harinas, por ejemplo. La inflamación es una gran enemiga de la fertilidad y muchos alimentos me inflamaban. Corregí hábitos, empecé a caminar más, bajé diez cambios, medito. Todo para encontrar una mejor versión de mí, y con eso vino esta noticia espectacular. Tengo mucho que agradecer al equipo médico y en especial a las doctoras Celia Gómez Salas y Laura Kansepolsky.
-¿Siempre quisiste ser periodista?
-Siempre. De chica miraba América noticias y quería ser como Mónica Gutiérrez. Me encantaba su estilo porque conducía en el piso, pero también trabajaba mucho en la calle y confluían las dos cosas. También yo soy así. Me tocó ser productora de ella en radio La Red y también produje muchos de sus viajes en América. Fue súper generosa conmigo, me enseñó mucho. Y es mi modelo. Me gusta conducir y cuando pasa algo, también quiero estar en el lugar. Por suerte podemos combinar eso porque mi compañero, Rolando Graña, es igual.
-¿Cómo empezaste?
-Trabajo desde los 19 años porque empecé a producir en Radio Splendid cuando estaba en primer año de la facultad. Y desde entonces trabajo ininterrumpidamente. Hice mucha radio y después programas de investigación en televisión con Daniel Tognetti; estuve en Cámara testigo. Y hace 18 años que estoy en el noticiero de América, primero como productora, después me dieron los informes especiales, fui movilera, columnista y conduzco desde hace cinco años. Antes conduje en A24 durante 12 años. Ahora también estoy en Radio con Vos, los domingos.
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