Luego de concursar en MasterChef Celebrity, la actriz se sumó a la conducción de Cocineros argentinos, el histórico programa de la TV Pública
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“Para mí era un programa de referencia desde hacía muchos años”. En la aseveración de Sofía Pachano se explica la decisión de aceptar la propuesta de conducir Cocineros argentinos, el espacio de la TV Pública que nació en el 2009 y se constituyó en un clásico a la hora de pensar en contenidos gastronómicos en televisión. “Ximena era ´la´ exponente femenina, así que había un montón de dudas antes de arrancar, aunque mi rol es otro, no soy chef, solo tengo la afición de cocinar”, reconoce la actriz, quien ya demostró su cercanía con la cocina como participante de MasterChef Celebrity en Telefe. Su llegada al programa se produce luego de la partida de Ximena Sáenz, quien hoy conforma el jurado de El gran premio de la cocina en eltrece.
Junto con los chefs Juan Braceli y Juan Ferrara, históricos conductores del ciclo que lleva más de 3000 emisiones en el aire, Sofía Pachano aporta sus conocimientos frente a las hornallas, pero se da el lujo de condimentar (vale el término en este contexto) la propuesta con cierto tono de magazine. “Hice todo un trabajo para dejar las inseguridades de lado, pero el equipo me recibió súper bien y eso ayudó, aunque tampoco fue fácil para ellos. Realmente es una hermosa aventura estar en Cocineros argentinos, porque no es un formato sencillo, es todo un desafío hacer un programa diario en vivo”, reconoce Pachano.
-No es habitual que un programa de estas características salga al aire en vivo.
-Si se te quema algo, no tenés chance. Por supuesto, hay una producción gastronómica muy fuerte que da una gran mano. Desde ya, contamos con pasos adelantados porque hay recetas que podrían durar tres horas y eso no es posible en la televisión.
-¿Conversaste con Ximena Sáenz antes de ingresar al programa?
-No hablamos aún, aunque nos queremos conocer. Es un modelo para mí, la sigo desde hace mucho y tenemos amigos en común. En pandemia, trabajando en distintos programas, es complejo cruzarse, pero ya nos encontraremos.
-Todo un desafío ocupar un lugar identificado desde hace tantos años con otra persona.
-En realidad, no estoy reemplazando a Ximena, somos diferentes y, como no soy cocinera profesional, aunque sepa mucho de cocina, puedo hacer la pregunta del público.
-La audiencia siempre agradece que alguien represente sus inquietudes.
-Depende. A veces la gente es mala, te compara, han llegado a decir: “¿Por qué no dejan que haya cocineros profesionales?”. Pero también hay mucha otra que apoya, agradece que bailemos, que se haya roto cierta estructura. ¿Por qué no voy a bailar? Si en la cocina de todos se escucha música, se toma una copita de vino.
-Luego de tu participación en el ciclo anterior, ¿qué mirada tenés de la actual temporada de MasterChef Celebrity?
-Como me voy a dormir temprano, suelo seguirlo por las redes. El programa es un diez, no importa quién esté participando porque el formato es espectacular. Más allá de los condimentos artísticos que un concursante le pueda dar, las ideas de la producción son brillantes por si solas. No falla.
-¿Quién intuís que puede ganar?
-Estoy entre Cande Vetrano y Georgina Barbarossa. Me gustan.
Hacia adentro
-Debido a la pandemia, ¿los confinamientos le dieron una relevancia a lo que significa la cocina y no solo desde la alimentación, sino también de lo simbólico de ese espacio de encuentro?
-Alimentar al otro es un acto de amor, siempre fue así. Mis abuelos, antes de saludarme, me preguntaban si había comido. La pandemia hizo que nos volviéramos a encontrar en casa, porque la vorágine de la vida nos fue alejando de eso. Históricamente cocinaban las amas de casa, pero cuando la mujer salió a trabajar afuera, nadie más cocinó. Hoy, todos volvimos a conectar con eso y nos creemos Francis Mallmann. Ese fenómeno lo fue reflejando la televisión con MasterChef Celebrity, Bake off y, desde siempre, Cocineros argentinos. Por otra parte, la gente comenzó a prestar atención a qué se lleva a la boca.
-Preparar una receta también implica un recreo mental.
-Cuando cocino me olvido del celular y eso está muy bien. Nos cuesta mucho desconectar, pero meter las manos en la masa ayuda mucho.
Aníbal Pachano y Ana Sans, sus padres, establecieron un maridaje exquisito entre la danza, la música y la poética visual a través de Botton Tap, aquel recordado grupo que ofrecía espectáculos sensibles y bellos. Está claro dónde reside el germen de su pasión por el arte, oficio que lleva adelante desde la actuación, la danza, el canto. En cambio, menos conocida es esa semilla que hizo germinar su vocación por los sabores: “A mi mamá nunca le interesó la cocina. Mi papá, en cambio, metía mano. En mi infancia, como nosotros vivíamos pegados a la casa de mi abuela materna Dorita, que era como mi mamá, la alimentación tenía que ver con ella y con mi abuelo Mario, que estaban siempre preocupados por si había comido. Mis papás trabajaban, así que el amor por la comida viene de parte de los abuelos”.
La abuela Dorita falleció el pasado sábado 29 de mayo, luego de un período de convalecencia. “Tenía 89 años, se había contagiado Covid, pero estaba mal desde antes, era un proceso que ya sabíamos que iba a suceder. Falleció en su casa, que era lo que quería”.
-En tiempos pandémicos, ¿qué tenemos que tener en cuenta en torno a la alimentación?
-Hay que prestar atención en mantener en buen estado el sistema inmunológico y eso se logra con una buena rutina alimentaria, durmiendo bien, practicando deportes y encontrando los pequeños momentos de felicidad que se pueden generar con algo tan simple como ir a dar una vuelta a la manzana. De lo contrario, todos vamos a estar contagiados de cualquier cosa, porque cuando el sistema inmunológico no está bien, se puede contraer cualquier enfermedad.
-Desde hace un tiempo, existe una tendencia en torno a la alimentación con productos orgánicos y un balaceado nutricional en base a la variedad. Vos levantás esa bandera.
-Es muy importante tener en cuenta qué nos llevamos a la boca, hay que tratar de evitar lo muy procesado. Además, se ha informado mal a la gente y se le inculcó que la comida orgánica o que ser vegetariano es caro. No es así.
-En tu caso, ¿cómo fue la experiencia?
-Soy vegetariana desde hace un año y medio y mi bolsillo ha mejorado muchísimo. Comer orgánico es básico, pero las empresas han inculcado que es caro para poder seguir vendiendo sus productos procesados. Se nos ha dicho que hay que comer mucho y lo que está a la vista no es natural, sino manufacturado. Ese es el negocio. La sociedad de consumo siempre está detrás de todo, con alguien que está vendiendo algo. ¿Quién dijo que hay que ser rubio? ¿Quién dijo que hay que depilarse? Hoy ves madres que llevan a sus nenas a depilarse. ¿Por qué? No está ni bien ni mal tener pelos.
-¿Cómo te llevaste a lo largo de la vida con tu alimentación? ¿Hubo épocas de excesos o de carencias? ¿Padeciste trastornos de ese tipo?
-No tuve trastornos alimenticios. He comido de más, pero jamás llegó a convertirse en un trastorno, solo lo normal que le puede pasar a una persona en el transcurso de una vida. Si pienso en cómo me he llevado con la alimentación, debo decir que era una carnívora argenta, pero, cuando me di cuenta que la carne no me estaba cayendo bien, fui en busca de lo vegetariano. Esa es mi filosofía, la comparto, informo.
-En términos de dietas balanceadas, ¿comemos bien en nuestro país?
-Los argentinos comemos muy mal. Al ser un país ganadero, pareciera que, si no se come carne, no se está alimentado. Eso no sucede en otras culturas, donde la carne no es la base del menú. Yo no tengo autoridad para decir que comer carne hace mal, pero sí puedo hablar de mi experiencia de la mano de una nutricionista, donde hice todo un proceso y me dio muy buen resultado.
-¿Te sentís mejor?
-Por supuesto. Ahora, nunca me lleno de la manera en la que lo hacía antes, en exceso.
Hegemonías
-A pesar de transitar un tiempo donde se destierran ciertos parámetros de hegemonía corporal, belleza dictatorial y cuerpos no reales, alguna vez comentaste sobre agresiones recibidas en torno al tema.
-Me agreden siempre por mi cuerpo.
-Una locura.
-No es solo a mí, lo que sucede es que lo hago público tratando de dejar un mensaje, pero le sucede a todo el mundo. El día que conté lo que me había dicho una mujer a la salida del teatro, me escribió una cantidad impresionante de gente compartiendo las mismas experiencias. Una chica me dijo que, colocándose el vestido para ir a casarse, su tía le dijo: “Deberías haber hecho dieta porque te queda feo”. Te separás y bajás de peso por la angustia y no va a faltar quien te diga que estás espléndida. Y no es así, pero todo eso es lo más normal. Cómo puede ser que lo físico esté primero que todo lo demás.
-La experiencia con la espectadora fue en el hall del teatro donde hacías A chorus line.
-Así es. Me dijo: “¿Qué te pasó que estás así…?” y me hizo el gesto de estar morrudita. La miré y le respondí que era una desubicada, que no sabía todo lo que me había pasado en la vida. También sucede al contrario, muchas mujeres delgadas me dice que reciben comentarios despectivos y que, con cara de asco, les preguntan qué les sucede. La Argentina es un país muy estético, sería bueno que un historiador explique las razones a lo largo del tiempo.
-Una estética mal entendida.
-Se discrimina al que no entra en ese cinco por ciento que logra determinado cuerpo por genética. Pampita hay una sola. Mis amigas que son madres, no tienen el cuerpo de Pampita después de sus embarazos y se frustran. “Mi puerperio no fue así”, me dicen.
-Los parámetros de la llamada perfección física son arbitrarios, subjetivos y tienen la incidencia de cánones culturales, históricos y territoriales. Basta pensar en un artista plástico como Rubens y en su contexto.
-¿Quién dice qué es bello? Desde ya, la idea es estar saludable, porque la obesidad no es buena. Pero, también sucede que se escudan en la preocupación por tu salud para poder discriminar cuando te remarcan un sobrepeso.
Afectos
“Llevamos de novios, cuatro o cinco meses, pero nos agarró la pandemia en el medio”. A contrapelo de muchas de las actrices de su generación, Sofía Pachano prefiere no ahondar en algunos detalles de su intimidad. Cuenta y muestra lo justo y necesario, aunque no se privó de llevar a Santiago Ramundo, su novio, a Cocineros argentinos. “Le gusta mucho cocinar, compartimos esa pasión”.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocemos hace tiempo, porque él es actor, trabajó mucho acá, pero en estuvo en México durante los últimos años, así que solo fuimos amigos.
-Hasta que dejaron de serlo.
-En un momento uno se empieza a dar cuenta que sucede algo más. ¿Qué raro esto que nos pasa? Ahí comienza todo.
-¿Viven juntos?
-Sí, por suerte estamos súper bien, con las cosas normales que implica compartir todo. Nunca es todo perfecto. Me causa gracias cuando leo titulares que dicen “convivimos excelentemente”. Nunca es excelente.
-Ese también es un mandato.
-La gente convive como puede. Uno convive con cosas buenas y otras que no son tanto. Lo importante es quererse y que el vínculo sea entre gente normal.
-Tu apellido es público y has elegido una profesión pública. Entiendo que la exposición mediática, sobre todo de tu padre, no inhibió tu camino.
-Creo que se puede tener la vocación artística y no estar expuesto. Una cosa es el arte y otra pertenecer al show business o al mundo del espectáculo. Pueden ir de la mano, pero no necesariamente sucede. En lo personal, cuando entré a ShowMatch era muy chica, así que no sé si me di cuenta del nivel de exposición. Obviamente, me llamaron porque mi papá estaba en el jurado.
-¿Cómo te llevás ahora con la exposición?
-Elijo, hay cosas que no me gustan. Hay un mandato fuerte que marca que, por estar en este ambiente, se tiene que saber todo de uno. Soy una persona y no quiero mostrar todo. Hablan bien o mal, sin conocerte. Lo que yo quiera contar de mi relación de pareja, lo cuento. Pero, seguramente, hay muchos aspectos que me voy a guardar. Antes nos decían que teníamos una relación a distancia y yo respondía que no sabía, que no me parecía que había que catalogar. Ahí también aparece el mandato que dictamina que para estar en pareja hay que convivir o vivir en la misma ciudad como nuestros abuelos, pero nuestros abuelos, quizás, eran infelices. Cada uno tiene que vivir su vida como la quiera vivir.
-Alguna vez declaraste que, debido a los problemas de salud de tu padre, vivís en un estado de alerta permanente. ¿Cómo se convive con eso?
-Uno tiene la capacidad de autodestruirse y de sanarse. A Aníbal le digo Highlander porque es un poco eso. Estoy muy atenta a todo lo que le sucede. Si veo que se cae anímicamente, se lo hago notar. En lo personal, cuando no puedo ayudarlo, pido ayuda externa.
-¿Qué lo entristece particularmente?
-Los momentos en los que no trabaja. Ha sucedido que, en esas circunstancias, tuvo recaídas de su cáncer. Ahí es cuando le llamo la atención y le aconsejo que disfrute, que pasee, que haga turismo, que vaya a la casa del campo. Siempre le digo que no puede canalizar en su salud, cuando tiene todo para ser feliz. La vida del artista es dura, pero yo le sugiero que utilice los pocos ahorros viajando. Es que la vida son esos pequeños momentos de felicidad. Cada uno de esos momentos hay que guardarlos en cajitas y, cuando se es mayor, ir abriéndolas para recordar todo eso.
-Quizás por estar en el medio desde tan chica o por atravesar las dificultades de salud de tu padre, siempre se te percibió muy madura.
-Me gusta decir que soy una chica sobreadaptada, no es bueno, pero te hace madurar. Trato de ver el lado positivo y pensar en todo lo que me pasó como la forma de construir a la persona que soy hoy.
-Hace poco tiempo, y debido a la negligencia de una obra en construcción lindante, a tu madre se le desplomó el techo de su habitación. ¿En qué instancia se encuentra el litigio legal?
-Esperando que, de una vez por todas, salga la sentencia. En este país, todo eso es muy complejo.
-¿Ustedes tuvieron que arreglar los daños?
-Obviamente… Después de mucho tiempo de ahorro, mi mamá se compró la casa de sus sueños, pero se la rompió una obra y la Justicia no existe porque nadie te la arregla o te ofrecen un dinero menor a lo que sale el arreglo. Es muy complejo el tema.
-Tu madre salvó la vida de milagro.
-Ella estaba en la cama, escuchó un ruido, una especie de “crack”, se levantó, hizo tres pasos y se cayó el techo. Se salvó de milagro.
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