En pareja desde hace algunos años con una admiradora, el conductor abrió su corazón en un mano a mano con LA NACIÓN y habló de todo: de su pasado, de los difíciles momentos que atravesó y de su presente
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Su nombre es sinónimo de tango, de poemas y de felicidad. Mientras que a los más grandes los conquistó al ritmo del 2x4 entre bandoneones y cantores, a los más jóvenes los desafió cada domingo con sus preguntas y respuestas y sus tentadores cofres bajo llave. Así fue como, a lo largo de su extensa trayectoria, Silvio Soldán llegó a todas las generaciones y, lo que es mejor, aún sigue vigente. “Hace mucho que no tengo un programa importante en el aire y sin embargo, la gente joven me conoce por la calle”, cuenta el gran conductor de la televisión argentina que no sólo se ha ganado el cariño del público sino que se ha convertido en el referente de aquellos que hoy lideran el prime time de la TV.
Esos mismos programas que fueron una bisagra en su carrera son los que hoy en día lo mantienen activo, en contacto con la gente y haciendo lo que más le gusta: entretener. “Tengo un show de Feliz domingo y voy a cumpleaños, casamientos, divorcios. Repasamos la música del programa, hago algunos juegos, otros que inventé, el cofre de la felicidad y se divierten enormemente. Mi ego sube hasta la estratosfera”, confiesa este animador que alterna estas presentaciones con su espectáculo Grandes valores del tango con el que viaja por todo el país.
Mientras que su carrera en pantalla siempre fue intachable, su vida privada lo puso en el ojo de la tormenta en más de una oportunidad. “He pasado muchas cosas, muchas más de lo que la gente supone”, advierte Soldán mientras se prepara para repasar su extensa trayectoria y abrir su corazón en un mano a mano con LA NACIÓN.
-¿Qué pasó con ese famoso libro de las memorias que prometiste hace tantos años?
-Te voy a contestar con una frase que usa el Presidente y que usó ahora también el presidente de la Feria del Libro: “No hay plata” (risas). Así que quedó postergado para más adelante.
-¿Ya está todo escrito?
-Sí, prácticamente sí.
-¿De qué se trata?
-Hablo de mi vida, que tiene muchas facetas. He pasado muchas cosas, muchas más de lo que la gente supone porque no todos saben todo.
-¿Qué no conocemos de Silvio Soldán?
-Cuando salga el libro te vas a enterar (risas). Hay un montón de cosas que son detalles, cosas que han pasado, relaciones humanas, de hombre y mujer.
-Relaciones que siempre dieron mucho que hablar...
-¡No, no siempre! Muy poquitas veces. Solamente hubo dos problemas muy complicados, pero, en realidad, tuve una vida muy placentera con mujeres que me han querido.
-¿Catorce convivencias tuviste?
-Algo así y no aprendí nada de las mujeres... (risas). Ustedes son una incógnita para mí porque son todas distintas. Entonces, ¿cómo hago para conocerlas si cada una es distinta a la otra?
-¿Y ahora estás en pareja?
-Estoy en pareja hace bastante tiempo. No digo cuánto porque la gente hace cálculos y no quiero. Se llama Susana. Es una mujer muy dulce, una mujer maravillosa.
-En algún momento dijiste que era el amor de tu vida, ¿qué tiene Susana que no han tenido las otras?
-Es cariñosa, comprensiva, amable, cordial y desinteresada. No quiere tener una clínica... (risas). No me usa porque muchas veces me sentí usado. Es un ser muy especial, casi único. Creo definitivamente en el amor con esta chica, antes no creía demasiado. Hace muchos años que estamos juntos pero no vivimos juntos; ella en su casa y yo en la mía. Eso debe ser parte del secreto. Ojo, yo creo en el matrimonio, pero hoy me dio mucho resultado esto.
-¿Cómo es el amor a esta altura de la vida?
-No salimos juntos prácticamente porque ella es totalmente desconocida y yo la preservo mucho. Pero nos llevamos muy bien.
-¿Se pusieron de acuerdo para eso?
-Totalmente. Yo planteé la situación y ella aceptó y no tenemos el más mínimo problema ni reproche de ninguna clase. Jamás tuvimos una discusión. Antes a los dos días teníamos discusiones con las otras parejas. Yo soy un poco pesado. Por ejemplo, soy totalmente cumplidor. Mi vida es un reloj. Sí es a las 3, es a las 3; no a las 3.15. Yo soy muy puntual, en cada ambiente de mi casa tengo un reloj: en la habitación, en el living, en el cuarto de vestir, en la cocina, en el baño; en todos lados porque no me gusta llegar un minuto tarde a ningún lado. Pienso que la gente que se retrasa le está haciendo daño al otro. Yo soy muy respetuoso.
-¿Y Susana es muy puntual?
-Más que puntual.
-¿Te cocina?
- Sí, hace muy ricas comidas. El guiso de lentejas es una cosa que no se puede creer.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos en la calle; ella me acosó. Era admiradora mía y me seguía a todos lados. Tanto seguirme, tanto seguirme que un día tomamos un café y después pasaron otras cosas. Han pasado muchísimos años y estamos juntos gracias a la perseverancia de Susana.
-¿Cuando decidiste darle la oportunidad de tomar un café no te dio miedo?
-Se dio naturalmente y no me arrepiento. Estoy contento de que se haya dado porque si no a lo mejor nunca hubiésemos estado juntos. Hay muchos artistas que están con fanáticas; suele ser bastante recurrente.
-¿Christian la conoce?
-Sí, somos vecinos con Christian. Vive en el mismo edificio. Él tiene su departamento obviamente, tiene su pareja, está muy feliz. En este momento, está en Londres.
-Él es gastronómico. Le va muy bien...
-Sí, bueno... esta es una época complicada, pero mal no le va. Tiene como socios a compañeros de colegio y amigos. Tiene varios restaurantes y tiene una repostería con la novia. Ella estudiaba ingeniería y un día se dedicó a estudiar pastelería, entonces decidió poner un negocio y ahora son socios. Él lo armó todo precioso, es un local hermosísimo a la vuelta de mi casa. Y ella es un amor. Se llevan muy bien, se complementan maravillosamente bien.
-¿Se ven todos los días?
-Sí, nos vemos permanentemente, especialmente cuando juega Boca que festejamos o lloramos juntos... (risas). Nos llevamos muy bien. Es un chico muy inteligente, muy trabajador y el resultado está a la vista. Ya recorrió varios países, conoce o intenta conocer todas las culturas y eso muy lindo, le abre la mente.
-¿Le gusta que su papá sea famoso?
-Nunca me lo cuestionó. Al principio, como todos los chicos decía: “¿Y por qué te saluda?”, “¿Y por qué te mira?”, “¿Y por qué te pide una foto?”, pero después se fue acostumbrando. Él es perfil bajo.
-¿Qué pasa con vos que las distintas generaciones todavía quieren una foto con Silvio?
-Es algo que me pregunto permanentemente y no encuentro respuesta. Yo hace mucho que no tengo un programa importante en el aire y sin embargo, la gente joven me conoce por la calle. Hace poco un productor me dice: “Mirá, hay una banda que el cantante cumple años y quiere que le leas un poema. Es en un teatro”. Cuando llego, eran todos pibes. Después, lo que imaginé que era una banda que hacía covers románticos era una banda de rock and roll. Estaban todos con el torso desnudo. Yo me quería ir porque tenía miedo, pero los productores me convencieron para que me quede. Cuando llegó el momento pusieron la música de Feliz domingo y cuando entré fue una cosa impresionante. Empezaron a gritar, a aplaudir. “Un programa hecho con amor”, gritaban. Fue realmente fantástico. Y ahora van a hacer un recital y se contactaron con mi hijo Christian para ver si yo los autorizaba a poner mi foto en el bombo.
-¿De qué vivís hoy?
-Tengo un show de Feliz domingo que dura aproximadamente una hora y voy a cumpleaños, casamientos, divorcios; ahora viste que se festeja todo. Es un programa que la gente lo recuerda enormemente y se divierten mucho. La exigencia es que nadie sepa que yo voy, solamente la gente que me contrata. Entonces ponen la música del programa y espero más o menos 50 segundos antes de entrar para ver la reacción de la gente. Empiezan a hacer palmas y cuando entro yo bueno... mi ego sube hasta la estratosfera (risas). Me reciben tan bien. Repasamos la música del programa, hago algunos juegos, otros que inventé, el cofre de la felicidad y se divierten enormemente.
-También hacés un show de tango...
-Grandes valores del tango que viajo por todo el país. Voy con dos cantores y un bandoneón grande. Este sábado a la noche tengo un show en un teatro de Luján. Ahí sí hago mucho humor. Cuento chistes, cosas relacionadas con los cantantes y la gente se divierte mucho. Yo le busco siempre el lado humorístico a cada cosa que hago. Me gusta reírme, me gusta disfrutar, no hay cosa más hermosa que la gente se divierta con vos, más en estos momentos tan apremiantes. La gente necesita encontrar un motivo para reírse.
-Te tocaron dos formatos que fueron un éxito y siguen muy vigentes, ¿te ofrecieron otro tipo de programas y dijiste que no?
-Sí, muchas veces; especialmente en los últimos tiempos. Me ofrecen cosas que no las veo para mí. Por ejemplo, un programa que era para arreglar una mesa, una silla y no me gustó. Otra cosa para la que me llaman siempre es para jurado, pero no me gusta opinar, solo opino de lo que conozco. A veces suelo ir de jurado invitado a Los ocho escalones. Guido Kaczka es un gran conductor. Y mi amigo Santiago del Moro ni te cuento.
-¿Quiénes te gustan?
-Santiago del Moro, Guido Kaczka, Darío Barassi, es un fenómeno ese muchacho. Lo conozco de cuando era actor.
-Hace pocos días Santiago del Moro te nombró en Gran Hermano y te mandó un beso, ¿cómo nació esa relación?
-Sí, lo hizo en muchas oportunidades. Cuando le entregaron el último Martín Fierro (que yo lo estaba viendo desde casa) después de dedicárselo a mucha gente, dijo: “Especialmente a Silvio Soldán, que me marcó el camino”. Eso para mí fue algo maravilloso porque es muy lindo que te reconozcan así. No sé si lo merezco o no, pero él lo dijo y yo lo acepté y lo agradecí; lo llamé enseguida.
-¿Hablás con él?
-De vez en cuando por WhatsApp. Le agradezco cada vez que me nombra porque es muy generoso. No cualquiera lo hace. Una gran generosidad que es muy difícil de obtener en este medio.
-¿Sentís que el medio fue generoso con vos o muchas veces te golpeó fuerte?
-El medio me pegó muchísimo cuando fui a parar dos meses al country de Devoto (así le dice a la cárcel). Pero yo lo entendí, todo el mundo está detrás del puntito de rating. Me pasaron cosas que la gente o los mismos colegas no tienen por qué saber cómo son.
-Ya pasaron 20 años de ese hecho, ¿fue lo más complicado que te pasó en la vida?
-¿Y qué te parece? Peor que eso no existe. Es espantoso. Si a mí una gitana me decía: “Vas a ir a parar a Devoto”, yo le decía que estaba loca. Algo que no tenía nada que ver conmigo. Incluso el trato de la gente que estaba ahí adentro fue fantástico porque me decían que yo no era del palo. Me han tratado muy bien, jamás tuve el más mínimo inconveniente, aunque en algunos programas decían mentiras.
-¿Nunca te pasó nada?
-No, absolutamente. En un programa que estaba en América al mediodía recuerdo que dijeron: “Anoche lo violaron a Soldán”. Muchos dijeron cosas así.
-Hoy te podés reír, pero en su momento sufriste...
-Sí, pero lo tomé con resignación. Yo creo que las cosas pasan porque tienen que pasar.
-¿Pero por qué te pasó? ¿Por amor?
-Sí, sí, tiene que ver con el amor. Con esta chica (en referencia a Giselle Rímolo) que no era médica. Ojo, a mí nunca me dijo que era médica, ella decía que era doctora en psicología. Yo confié porque era muy exitosa. Yo no tenía nada que ver con su negocio. Yo tenía mi negocio que era la televisión, la radio, el espectáculo. Yo iba a la puerta de la clínica “del terror” (como le pusieron después) y la esperaba para ir a comer. Hasta que un día, una persona muy allegada empezó a decir que yo tenía algo que ver (por poco decía que yo operaba o que era el que daba las pastillas) pero nada que ver, te lo juro por mis hijos. Eso quedó demostrado, por supuesto. Los abogados querellantes decían: “Ataquen a Soldán que es el que tiene la plata”. Y todos me atacaban a mí, así fue como fui a parar al country 61 días.
-¿Cuánto tiempo te costó recuperarte?
-Nada, al día siguiente. Mi abogado era Miguel Ángel Pierri que trabajó mucho por mí, además de que yo era inocente, pero no fue fácil. Demostrar que sos inocente es más difícil que demostrar que sos culpable. “Usted es socio”, me dijo el juez, por ejemplo. Yo no soy socio. En una sociedad puede haber un talonario de recibos, puede haber algo que justifique ese vínculo, pero es muy difícil demostrar que uno no es socio. Finalmente, lo pude demostrar. Después decían que yo tenía vínculo con los farmacéuticos que le vendían las drogas, que le financiaba los avisos en las revistas barriales, que le alquilé el edificio para poner la clínica. Llamaban y todos decían: “Nosotros no lo conocemos, lo conocemos por televisión, pero nunca lo hemos visto”. Así quedó demostrado que yo no tenía nada que ver y que era totalmente inocente.
-¿Sufriste algún escrache por parte del público?
-Nunca. Cuando me dieron la libertad, le dije a Pierri: “Vamos al teatro mañana”. Fuimos a ver a Nito Artaza, que es muy amigo mío. Tenía un micrófono entre bambalinas y mencionaba a la gente que estaba en la sala. Cuando me nombró a mí, toda la sala aplaudió. Al otro día, fuimos a ver a Guinzburg en otro teatro de la calle Corrientes. Cuando me nombró, se vino abajo la sala. Nunca pero nunca alguien me dijo algo. Podían mirar para otro lado, darme vuelta la cara, pero alguien que me haya dicho algo, alguna agresión, nunca jamás.
-¿Tu mamá sufrió mucho?
-La vieja fue la que más sufrió. Y también Christian y Silvito, mi hijo adoptivo.
-¿Cómo está Silvito?
-Luchando. Cumplió 55 años antes de ayer. Está bien, está tranquilo, pero tiene una enfermedad mental y es muy difícil. Eso no tiene cura desgraciadamente. Se puede mejorar, pero curarse es imposible. Vive con la mamá, que fue una de las más famosas locutoras que tuvo la televisión, allá por los años 60. Una mujer hermosísima y muy consagrada.
-¿Se ven seguido?
-Dos o tres veces por semana. Me veo más con él que con Christian porque él me necesita más.
-¿Siempre fuiste un hombre tan activo?
-Sí, porque si no trabajo me voy de gira (risas). Yo me siento muy feliz trabajando. Además, lo único que sé hacer es trabajar; nunca hice otra cosa. Mis comienzos se remontan allá por el año 1957, en donde trabajaba como actor en radioteatro. A partir de ahí, nunca he hecho otra cosa más que esto. Trabajar, tratar de entretener, divertir, que la gente lo pase bien.
-¿Qué más te gustaría hacer?
-Y quedan cuentas pendientes. Me gustaría hacer un gran programa de televisión. Volver Pregunta me gustaba mucho. Eso lo hice durante cinco años y los cinco años estuvimos ternados para el Martín Fierro, pero tenía un rating muy bajo.
-Repasando tu carrera nunca te salpicó la política...
-Porque no hablo de política. Hoy en día está muy dividida la gente por política. Hay muchas familias peleadas, amigos que dejaron de verse. Con mis amigos sí me manifiesto. Tenemos discusiones tremendas, a veces no coincidimos en nada, pero acepto a los que tienen otro pensamiento político.
-¿Decís tu edad?
-¡Totalmente! Tengo más de 60 y apenas 89, que los cumplí el 26 de marzo. No hago gimnasia, no me cuido en las comidas, estoy feliz. Hasta que San Pedro se dé cuenta que no estoy y diga: “Andá a buscarlo” (risas).
-¿Qué querés contarnos que no sepamos de vos?
-Que nunca en mi vida jorobé a nadie y que si alguna vez lo hice fue sin darme cuenta.
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