Silvina Luna: las pérdidas que marcaron su vida, el imparable camino a la fama y el íntimo sueño que no pudo cumplir
Llegó a Buenos Aires para hacerse un lugar en el mundo del espectáculo y lo logró; pese a que un procedimiento estético le produjo daños irreversibles en su salud, hasta el último minuto de su vida tuvo la esperanza de sanar
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Este viernes Silvina Luna festejaría 44 años, pero en poco más de dos meses se cumple el primer aniversario de su muerte. Nació el 21 de junio de 1980 en Rosario, provincia de Santa Fe, y estaba en la plenitud de su vida cuando falleció, el 31 de agosto de 2023, después de luchar durante muchos años con diversos problemas de salud provocados por una mala praxis. Ya trabajaba como modelo cuando decidió mudarse a Buenos Aires en busca de nuevas oportunidades, y la más grande la tuvo en el 2001 cuando entró a Gran Hermano. Aunque no ganó, fue semifinalista y el reality le cambió la vida para siempre.
“La tele me gusta desde que soy chica. Entré a la casa porque no sabía qué hacer de mi vida. Hacía laburitos como modelo y me estaba por ir a vivir afuera, pero se dio esta oportunidad y la aproveché. Pensaba que no iba a aguantar el encierro ni dos semanas, y me salió todo al revés porque me quedé cuatro meses y engordé 10 kilos”, reflexionaba por su paso por la “casa más famosa del país”. Y detallaba: “Siempre fui muy autosuficiente, independiente, entusiasta, con ganas de progresar, de evolucionar, de seguir adelante. Siempre tuve ese motor encendido dentro mío. Obviamente pasé por momentos de sufrimiento y soledad, pero eso también es aprendizaje y hace a la persona que soy hoy. Veo a esa chica que fui con mucho cariño, la abrazo, la integro. Me da ternura por su garra, por su entrega en todo lo que soñaba, por su coraje de venir sola a la ciudad a los 17 años, y vivir en una pensión. Creo que, en esencia, sigo siendo la misma. En cuanto a diferencias, hoy tengo más conciencia y otra mirada acerca de las cosas porque hay aprendizaje, pude sanar y estoy en un camino espiritual que tiene un lugar importante en mi vida y ocupa mucho tiempo. Eso hace que esté en eje, que viva el presente, que esté consciente”.
El reality le sirvió como trampolín y sus trabajos se multiplicaron. Su belleza y su simpatía la subieron a un escenario y desde entonces no paró de trabajar hasta que sus problemas de salud la corrieron un poco del mundo artístico y Luna buscó otros caminos: estudió instructorado de yoga, se recibió de coach ontológico, fue DJ, tuvo su propia marca de ropa.
La decisión que la llevó al trágico final
En el 2011 se sometió a una cirugía estética para aumentar el tamaño de sus glúteos y eligió ponerse en manos de Aníbal Lotocki, quien le colocó metil metacrilato junto a otras sustancias no determinadas. Al principio quedó contenta con el resultado, pero al poco tiempo tuvo los primeros problemas de salud e hizo una denuncia en la justicia por mala praxis. El juicio lo llevó el abogado Fernando Burlando hasta el final y, luego de la muerte de Luna, Lotocki fue condenado a cuatro años de prisión y la prohibición de ejercer la medicina durante cinco años.
En el 2014, Luna debió ser internada por insuficiencia renal e hipercalcemia, condiciones que desarrolló luego de la cirugía y la llevaron a la muerte. En esa oportunidad le extrajeron varias piedras de los riñones y debieron inyectarle morfina. En una entrevista con Susana Giménez contó que había tenido que lidiar con “un dolor insoportable”. “Consulté con varios médicos que me dijeron que esas microesferas de polimetil metacrilato quedan ahí para siempre y generan un exceso de Vitamina D, lo que produce que se formen piedritas en los riñones y eso daña al órgano”, detalló.
En 2015, Jorge Rial contó en Intrusos (América) que había leído el expediente en el que Luna contaba que Lotocki le había inyectado metil metacrilato en los glúteos y también en los músculos de las piernas y que al momento de dejar el consultorio apenas podía caminar. Desde ese día padeció dolores que Lotocki aseguraba que eran normales y prometió que ya iban a desaparecer. Pero los dolores no desaparecieron y las complicaciones de salud aumentaron día a día. En esa misma declaración, Luna decía que un año antes de la intervención se había hecho chequeos médicos y todo estaba perfecto, por lo que responsabilizaba a Lotocki de haber arruinado su salud.
Esta nueva realidad hizo que Silvina Luna tomara la decisión de hacerse vegetariana. No podía comer carne ni tomar alcohol, estaba obligada a beber entre tres y cuatro litros de agua por día porque los médicos habían detectado que tenía sus riñones funcionando apenas al 33 por ciento de su capacidad. También sufría de dolores constantes en las articulaciones. Y según pudo saberse a través de su declaración en la justicia en el 2015, hizo un tratamiento con una droga que “es abortiva” y por eso no podía ser madre, reveló Rial en ese momento.
En el 2016, Luna viajó a Los Ángeles (Estados Unidos) para someterse a una cirugía laparoscópica específica para extraer el metil metacrilato de las zonas donde estaba alojado. Sin embargo, sus problemas de salud no terminaron y los dolores continuaron. Varias veces estuvo internada en el Hospital Italiano. La última internación fue en junio del año pasado y a pesar de los esfuerzos médicos y de su deseo de vivir, Silvina Luna falleció luego de 79 días hospitalizada. Hacía tiempo que esperaba un trasplante de riñón y estaba en la lista de espera del INCUCAI. Se sometía a diálisis tres veces por semana y se mostraba esperanzada, pero en las semanas finales ya estaba demasiado débil. Su último cumpleaños la pasó internada.
El otro gran dolor
Su hermano Ezequiel Luna contó que en los últimos días Silvina pedía por sus padres, que habían fallecido muchos años atrás. Sergio Luna murió en el 2008 de un paro cardíaco, mientras iba a su trabajo. Apenas cinco meses después murió Roxana, la mamá de Silvina, a causa de un problema gástrico.
“Tanto dolor me hizo crecer de golpe, madurar, valorar la vida. Antes vivía insatisfecha y siempre quería más y más. Ahora me siento más fuerte, más mujer, y aunque el amor de ellos va a ser irreemplazable, apuesto a la vida”, contó hace algunos años. Y cada vez que le preguntaban por sus padres, era muy clara: “Mis padres se fueron muy jóvenes, a los 50 años. Pero tengo una relación con ellos porque están siempre presentes en mí. Tuvieron un gran amor, estuvieron juntos desde los 15 años. Mi papá falleció y a los cinco meses se fue mi mamá, tras él. Tan inmenso era el amor que se tenían... Yo los honro, les tengo un profundo agradecimiento. Están presentes en mi vida todo el tiempo y conecto con ellos cuando quiero. Es un gran paso que todos deberíamos hacer: poder honrar a los padres y agradecerles desde el corazón por el simple hecho de darnos la vida. Es el primer paso para sanar muchas cosas”.
“Recuerdo que eran dos personas muy divertidas y cuando teníamos ese encuentro los cuatro, con mi hermano menor, era realmente mágico. Eran dos personajes. Muy lindo. Mi papá me trasmitió el esfuerzo, el trabajo, me enseñó a luchar y eso es parte de mi esencia. Y de mi madre heredé su gran sensibilidad y el ser muy amorosa, también. Con los años aprendí a buscar respuestas dentro de mí, en mi corazón”, relató.
La fama y una carrera ascendente
Las puertas del mundo del espectáculo se abrieron para Silvina Luna cuando Gerardo Sofovich la llamó para ser parte de la revista La noche de las pistolas frías, poco tiempo después de salir de Gran Hermano. Fue la primera de muchas: hizo Coronados de risa vivamos, Diferente, El champán las pone mimosas, Más que amigos, Delicadamente inmoral, Cirugía para 2, Algunas mujeres a las que les cagué la vida, Abracadabra, y en 2018 se subió por última vez a un escenario con Explosivos.
Decidió formarse y tomó clases de actuación, canto y baile, y tuvo su oportunidad también en las ficciones. Fue parte de Verano del ‘98, Poné Francella, La peluquería de los Mateos, No hay 2 sin 3, Los Roldán, El patrón de la vereda, Amor en custodia, Casados con hijos, Gladiadores de Pompeya, Son De Fierro, El capo, Cita a ciegas, La pelu, Señores papis, Valentino el argentino, Los Grimaldi, Las estrellas, y en 2019 hizo una participación en El host. También hizo varias temporadas del Bailando por un sueño, Tu cara me suena, Escape perfecto, Odisea, Incorrectas, Pura química, Celebrity Splash, Pampita Online, Flor de equipo. Su última aparición fue en el 2022, en El hotel de los famosos, reality que debió abandonar porque sus problemas de salud se agravaron.
En los últimos años hizo un camino espiritual profundo, y en su vocabulario cotidiano empezaron a abundar palabras como aprendizaje, agradecimiento, sanar, evolucionar. En el 2019 se fue a vivir a Bocas del Toro, en Panamá, porque allí encontró la paz que necesitaba. Había conocido esa islita unos años antes y volvía de vacaciones hasta que un día se quedó y trabajó en su propio proyecto. “Sentí que había una oportunidad de desarrollar mis proyectos personales y profesionales desde Panamá. En pandemia decidí compartir un proyecto personal que venía gestándose desde hacía tiempo. Se trata de @simpleyconsciente, un espacio holístico donde se ofrecen experiencias transformadoras para el desarrollo personal. De alguna manera, es un puente entre diferentes referentes del mundo del bienestar y personas que buscan enriquecer o mejorar su vida. Hace unos años inicié un camino de autoconocimiento, y mi mejor universidad es mi vida. Mi proceso personal comenzó hace muchos años. Siempre me definí como una buscadora y aprendiz de la vida. Desde muy chica tuve la necesidad de expandirme y trabajar en el autoconocimiento. Y siento que algunos eventos fuertes en mi vida me llevaron a profundizar sobre mi camino, y me condujeron a conocer personas que me dieron herramientas para superar, sanar, cuidarme, y tener una mejor relación conmigo y los demás”, contó hace unos años en LA NACIÓN.
Por ese entonces también se hizo budista y el Bhagavad Gita, un texto sagrado hinduista, se transformó en su libro favorito. “Es una elección de vida y una vez que tenés ciertos conocimientos, todo el enfoque cambia y te da mucha libertad. Sin duda, el conocimiento es lo más preciado. Yo vivo, siento y pienso de esta manera. Aprendí a vivir con conciencia en todo: en lo que comés, lo que escuchás, lo que pensás. Todo eso te nutre. El conocimiento tiene que ver con que somos almas espirituales en un mundo material. Podés vivir bajo las leyes del mundo material o tratar de trascender eso. Cuando mirás hacia atrás parece que las cosas encajan. Si no hubiera nacido en esa familia y no me hubiese pasado todo lo que me pasó en la vida, y probablemente no habría conseguido acercarme a este conocimiento. Aprendí a amarme, a respetarme, a tener dignidad hacia mi propia vida. Y eso tiene que ver con el amor, con cuidar nuestro vehículo, nuestro cuerpo que es nuestro templo. Me cuido en la alimentación, soy vegetariana, tampoco como lácteos. Ejercito mi cuerpo físico a través del yoga, porque me parece algo integral que implica el control de las emociones, la mente y el cuerpo. Tengo un cuidado en general, en todo sentido: con las cosas que escucho, con lo que entra por mis ojos, las cosas que pienso, las que como”, decía en los últimos años.
El amor que fue esquivo
Siempre de perfil bajo, a Silvina Luna no le gustaba hablar de su vida privada. Y mucho menos de sus amores. Sin embargo, tuvo algunas parejas mediáticas y romances fugaces. Cuando salió de la casa de Gran Hermano tuvo una relación de tres años con el jugador Matías Mantilla, que se destacó en Argentinos Juniors. Después vivió un romance con Aíto de la Rúa, hijo menor del ex presidente de la Nación Fernando de la Rúa. La misma Luna alguna vez dijo que “fue el romance más fugaz e intenso”, algo así como un amor de verano.
También fugaz fue el amor que vivió con el entonces también jugador Fernando Gago. Estuvieron a punto de blanquear la relación, pero una infidelidad de él rompió la pareja y no hubo vuelta atrás. Salió durante un tiempo corto con el músico Iván Noble, que entonces era el líder de Los caballeros de la quema; se los veía juntos en todos lados, pero la historia no prosperó. Luego estuvo en pareja unos años con el DJ Manu Desrets. Su pareja más mediática fue con El Polaco; se conocieron en el Bailando por un sueño en el 2017 y estuvieron juntos durante dos años. Fue una relación que tuvo varias idas y vueltas y cuando todo terminó, Luna reconoció que “fue una relación muy intensa pero también tóxica”.
En los últimos años decía respecto del amor: “Estoy sola hace bastante tiempo ya. En esta etapa de mi vida elijo resguardarme, respetar mi intimidad. En esta etapa de mi vida busco otro tipo de conexión, un compañero. Antes quizá buscaba relaciones más pasionales, más físicas y hoy siento que eso no me llena, o me da satisfacciones pasajeras y no a largo plazo. Hoy me gustaría construir algo a largo plazo, si aparece ese compañero de vida”. No pudo lograrlo.
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