La bailarina y actriz se sincera: habla de los vaivenes con su novio, de su deseo de ser madre, la relación a distancia con su hermana y sus sobrinos y de su cuerpo: “Está bueno aceptarse con lo que cada uno tiene”
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Fueron años agitados para Silvina Escudero. Durante la cuarentena estricta debió cerrar su escuela de danzas, luego se separó y encima su hermana Vanina se fue a vivir a Uruguay.
Pero el sol volvió a salir para Silvina. Se reconcilió con su novio Federico, volvió a la tele con el exitoso ciclo de Jey Mammon, Los mammones y los proyectos empezaron a sucederse. Desde el 6 de enero se la podrá ver en Sex viví tu experiencia en el Gorriti Art Center. “Ya empecé a estresarme porque hay muchas entradas vendidas para el debut”, ríe Silvina, con esa carcajada contagiosa que es parte de su sello.
“Estaremos de jueves a domingos, con un total de diez funciones semanales. Es un montón, así que vamos a darlo todo”, se entusiasma esta bailarina apasionada que nunca imaginó llegar a ser vedette, actriz, conductora y empresaria. De sus anhelos, proyectos y vivencias habla con LA NACION.
-¿Estás preparada para lo que podés llegar a generar en el público de Sex?
-Me gusta ser sensual y siempre lo fui por mí y después, lo que genero en la gente es un problema de ellos. Me gusta sentirme segura, tener una actitud positiva en la vida, ser alegre, perseverante y con esa mixtura voy por la vida. Si genero morbo, excitación, alegría o rechazo, ya es una emoción del otro. Hace años que queremos trabajar juntos con José María Muscari porque tenemos amigos en común que nos han hablado muy bien del otro, pero nunca se había dado. Me llamó a mitad de año para hacer Sex y yo ya estaba con Los mammones y tenía que faltar. Ni siquiera lo planteé porque soy súper rigurosa con mi trabajo, es lo que más cuido, y no me pareció bajarme de algunos días del programa porque mi contrato era por todos los días. Entonces le dije que quizá más adelante. Me llamó para el verano y Los mammones termina en diciembre. Igual le dije: “Dejame ver la obra, porque vos me decís sex, sex... pará” (ríe con ganas).
-¿Y qué te pareció?
-Fui a ver la obra en octubre y me pareció un flash. Porque con el título, tu cabeza explota para cualquier lado, pero es un show tan espectacular... Las coreos de Mati Napp y los bailarines son un fuego. Es arte y claro que es sensual, erótica, sexual.
-Siempre te llevaste muy bien con tu cuerpo, ¿creés que vas a sentir pudor?
-En Showmatch con 40 puntos de rating bailaba con un hilo dental. Creo que hice el striptease más zarpado, y hasta Moria (Casán) me dijo que era triple X. Obvio que no es lo mismo a los veintipico que a los treintilargos.
Aceptación, la clave
-¿Te mirás los defectos en el espejo?
-Como mucho chocolate, muchas harinas, no me cuido nada, vivo la vida y la disfruto a full, pero entreno. El paso del tiempo nos sucede a todos, sabemos que es una guerra perdida y hay que aceptarlo porque si no lo padecés más. Vivimos en un mundo muy estético, muy cruel, muy apuntador en todos los sentidos y hace que te desequilibres fácilmente. Pero considero que la actitud, la energía y la potencia sobrepasa todo físico, y podes ser una bomba con piel de bebé, pero si no lo transmitís es nada. Y, en cambio, podés tener kilos de más o celulitis o estrías pero si sos un fuego, sos un fuego. De eso te das cuenta con los años. Está bueno aceptarse con lo que cada uno tiene y lo que es, y dar lo mejor siempre.
-¿Cómo fueron los primeros ensayos?
-Me duele todo (ríe con ganas). El año pasado, en cuarentena, entrené todos los días a full y este año estuve más ocupada y casi no entrené nada. Me agarró Mati Napp y estoy hecha un moño.
-En pandemia cerraste tu escuela, ¿fue difícil tomar la decisión?
-Fue muy duro, no se pudo sostener. Danzas Escudero no era un negocio, era nuestro lugar, donde enseñábamos todo lo que estudiamos desde tan pequeñas. Me gusta mucho enseñar y soy re exigente, insoportable, te saco buena sí o sí. Fue mucha inversión de sueños, de amor, de esfuerzo, de dinero. Una pérdida grande. Fue re difícil tomar la decisión pero no hubo opción. Casi que no fue una decisión sino algo que hubo que hacer.
La relación con Vanina
-Tu hermana se fue a vivir a Uruguay hace un año, ¿cómo lo viviste?
-Fue el peor golpe. No puedo creer que mi hermana viva en otro país. Todo el año me dijeron que estaba al otro lado del charco pero no pude ir por la pandemia y estuve un año sin verla. Ahora vino a visitarnos y fue mi mejor regalo de cumpleaños. Y acá le pasó de todo. Vino y explotó porque es duro irse del país donde uno vive y que tanto quiere, donde vive su familia. No debe haber sido fácil para ella tampoco. Para mí no lo fue y lo peor es que me pierdo el día a día de mis sobrinos, Benicio y Joaquina. En un momento me enojé, fue un proceso de mi duelo. Amo a mi hermana y la voy a amar siempre y doy todo por mis sobrinos pero me afectó un montón que se haya ido. Toda la vida fuimos muy simbióticas, no sé si está bien o mal pero nuestra vida fue así. Fue muy fuerte.
-¿Y ya lo aceptaste?
-Sí, pasé todos los procesos y el último es la aceptación. Lo acepté y hoy lo vivo de otra manera. No perdí el día a día con mis sobrinos, he inventado juegos online y por ahí les pedía que en 30 segundos buscaran una media de papá o un vaso de leche, y el que llegaba primero tenía un punto. Así estuve todo el año. Y para el cumpleaños de Beni me vestí de Freddy Mercury porque es muy fan y también de los Beatles: el primer tema que cantó fue “Hey Jude”. En cuarentena empecé a estudiar piano y le pedí a mi profe que me ayude a tocar “We are the Champions” y le hice un tema con esa melodía. Es difícil sostener el vínculo a distancia.
-¿Cómo estás de salud? Éste año te desvaneciste en Los mammones.
-Me desvanecí porque tengo un problema en la espalda, tengo rectificación de columna, de lumbar y cervical y pinzamientos, principios de hernia, todo por el baile. Y cuando estoy pasada y con entrenamientos fuertes, a veces me baja la presión, pero es algo con lo que vivo desde siempre. Me ha pasado otras veces en el aire y supe manejarlo pero esta vez me bajó mucho la presión.
La maternidad, un deseo
-La Mona Giménez pronosticó en Los mammones que el año que viene vas a ser mamá, ¿está en los planes?
-La Mona Giménez le dijo a una vez a Carlos Tévez, cuando jugaba en las inferiores de Boca, que al año siguiente iba a jugar en la primera y en cuatro años en la Selección. Y a mí me dijo que iba a tener un hijo en el 2022. No estoy ni buscando, por ahora. Ser tía es maravilloso y yo soy mamá de Mulata y de mis bebes hermosos (sus perros). Cuando era chica soñé un montón de cosas que se cumplieron y otras no, y una tiene que aceptar que no se puede tener todo lo que se anhela y en el tiempo que una quiere, sino cuando el universo y Dios proveen. Me encantaría ser mamá pero quizá suceda en dos, tres o cuatro años.
-Hace unos años contaste que congelaste óvulos...
-Sí, congelé óvulos hace cinco años porque en algún momento me gustaría ser madre.
-En cuarentena te separaste de tu pareja y después te reconciliaste, ¿cómo están las cosas hoy?
-Bien. Hace casi cinco años que estamos juntos con Federico, que es comerciante. Nos separamos y nos reconciliamos, es verdad. No convivimos siempre, a veces sí y otras no. Cada uno tiene su casa. No sé si le copa mucho lo que hago pero me conoció así y amo mi trabajo y esta es mi vida. En una pareja sana, cada uno tiene que ser feliz y acompañarse.
-¿Un deseo para el 2022?
-Muchos. Tengo deseos para cada día. Le agradezco a Dios la vida que tengo porque es hermosa, trabajo de lo que tanto me gusta. Cuando era chica daba clases de matemáticas, de inglés, porque siempre me fue muy bien y me encanta. Daba clases de danzas también porque hubo un momento que en casa había que ayudar.
-Siempre se creyó que naciste en cuna de oro...
-Nací cuando mi familia estaba en muy buena situación, pero mi viejo empezó a trabajar a los 7 años, limpiando vidrios en las estaciones de servicio, y mi mamá tenía tres trabajos. Se conocieron en la facultad y juntos armaron una empresa. En un momento, su mejor amigo los estafó y nos dejó casi en la calle. Ahí empecé a dar clases y ayudar, mientras estaba en la escuela secundaria. Saqué la fortaleza de mi papá, que se ha caído y levantado muchas veces. Es un ejemplo.
-¿Cómo recordás tus comienzos en el medio artístico?
-Fue en 2008 y en menos de cinco meses estaba en la casa de todo el mundo y desde el principio sentí que el público me acompañó. Trabajo desde los 13 años de bailarina y coreógrafa con mi hermana. Hicimos giras con Manuel Wirtz, La noche del diez, trabajé con Nicolás Repetto en el staff de bailarinas y debuté en Carlos Paz en temporada con Marcelo Polino y Ethel Rojo. Estaba en el ensamble de baile y mi anhelo nunca fue ser el destaque. Mis amigas me decían que si iba al “Bailando” como acompañante del famoso la rompía y entré al programa como famosa. Llevo la danza en la sangre. Cuando estaba en segundo año de la facultad de veterinaria fui a un casting y estaba Carmen Barbieri que me vio y dijo: “La chica de ropa interior azul que pase para figurita”. Quedé para Vedettisima y además de hacer la parte coreográfica, cantaba y bailaba. A los tres meses me llamó Marcelo Tinelli para ShowMatch y ese año gané y al siguiente fui finalista y al otro quedé entre los siete mejores.
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