"Creo que no tratar de hacerme la niña y permitirme ser una mujer me ha ayudado mucho en la vida", expresó Sharon Stone, actriz que a través de las décadas fue ubicada en un solo lugar: el de la sex symbol que lideraba thrillers eróticos como Bajos instintos y Acosada. Sin embargo, Stone siempre se ocupó de dejar en claro que, como toda mujer, en ella también residía una complejidad que trascendía una mera nomenclatura. Hoy, a sus 61 años, la actriz no tiene pruritos en contar que busca citas a través de una app, y que el concepto del amor perpetuo no es algo que la desvela como cuando era joven.
Michael Greenburg y Bob Wagner: flechazos en el set
Una de las relaciones más resonantes que tuvo la actriz fue con el productor televisivo Michael Greenburg. A comienzos de los 80, la actriz protagonizó The Vegas Strip War de George Englund y, en pleno rodaje, se enamoró de Greenburg. En 1984 se casaron pero, a pesar del ímpetu, la relación no prosperó: en 1990 firmaron los papeles de divorcio y tres años más tarde Sharon conocería a William J. MacDonald, uno de los productores de sus grandes éxitos, Acosada. De todas maneras, a medida que la carrera de Stone ascendía, su vida romántica daba tumbos. Si bien se comprometió con MacDonald en 1993, al año siguiente la actriz rompió el vínculo y le mandó el anillo de compromiso por correo. Los detalles de la ruptura nunca trascendieron dado que la actriz no solía hablar públicamente sobre sus parejas.
En 1994, Stone protagonizó junto a Gene Hackman, Russell Crowe y Leonardo DiCaprio, el western de Sam Raimi, Rápida y mortal. Su interpretación fue toda una revelación, era el rol ideal que le permitió emanciparse de la figura de femme fataleque ya no tenía intenciones de seguir replicando, aunque la industria la condujo para ese lado al poco tiempo. Asimismo, ese desafiante largometraje le trajo a su vida a uno de sus grandes amores: el asistente de dirección Bob Wagner.
Al igual que con Greenburg y MacDonald, Stone no creyó que hubiera que esperar un tiempo prudencial para casarse y el mismo año del estreno del film, se comprometió con su pareja, pero la relación tampoco prosperó. Los rumores de entonces aseguraban que la carrera de la actriz avanzaba a pasos tan agigantados, que Wagner no podía acompañarla. De hecho, cuando Stone tuvo que viajar a Miami para filmar El especialista, su prometido no estuvo a su lado, y prefirió seguir abocado a sus proyectos. Así, la distancia entre ambos se volvió inevitable, y Sharon le puso punto final a esa historia, no sin antes hacerle una advertencia a la prensa.
Creo que no tratar de hacerme la niña y permitirme ser una mujer me ha ayudado mucho en la vida
"No voy a hablar más de mi vida privada, voy a canalizar todas mis experiencias en el trabajo", aseveraba, tajante. En efecto, por cuatro años Sharon se mantuvo en silencio hasta que una noticia fue demasiado impactante como para no divulgar: el 14 de febrero de 1998, la actriz se casó con el editor ejecutivo de The San Francisco Examiner -posteriormente San Francisco Chronicle-, Phil Bronstein.
Phil Bronstein, el hombre que parecía perfecto
"Cuando lo conocí, me di cuenta de que era hora de darle un descanso a mi corazón roto", le contó Stone a The Examiner en 1998, poco antes de casarse con Bronstein, quien llegaba a su vida con dos divorcios a cuestas y con experiencia en el desamor. "Cuando se casó las otras dos veces, simplemente no estaba listo, pero con Sharon es muy protector, es muy sensible respecto a la invasión de su privacidad, de algún modo se ve como un intermediario entre ella y esos lentes largos", le contó a The Today Show Peter Greenberg, amigo del editor.
En la tapa de People que registraba la fastuosa boda "encantada" en el Día de los Enamorados, se la podía ver a la actriz vestida de rosa y con una amplia sonrisa en su rostro que denotaba paz, y la tranquilidad de saber que -como ella misma declararía posteriormente-, había encontrado a su otra mitad. Dos años después del festejo, ambos adoptaron a un niño llamado Roan Joseph, pero la felicidad se vería opacada por uno de los momentos más duros de la vida de Sharon.
El episodio de salud que marcó un antes y un después
El 29 de septiembre de 2001, Stone fue internada en un hospital de San Francisco, como consecuencia de unos intensos dolores de cabeza. Bronstein la llevó de urgencia y en ese mismo momento se le diagnóstico una leve hemorragia cerebral. En ese instante, la actriz se desmayó. "Cuando volví en mí, el médico estaba inclinado sobre mí. Le dije: '¿Me estoy muriendo? Y él dijo: Tu cerebro está sangrando'", le contó a la revista Harper’s Bazaar, en 2015. En ese momento tan duro, Stone quiso hablar con su madre y el profesional le comunicó una triste noticia. "Podrías perder la capacidad de hablar pronto". A las pocas horas, la mamá de la actriz viajó desde Pennsylvania para estar a su lado incondicionalmente.
Una semana más tarde, los médicos le diagnosticaron una arteria vertebral rota. "La hemorragia era tan fuerte que mi cerebro había sido empujado hacia la parte delantera de mi cara", detalló Sharon, quien añadió que los cirujanos debieron reparar dicha arteria con 22 espirales de platino. La salida del hospital fue tan difícil como se lo habían advertido los médicos: Stone apenas emitía palabra, y no podía leer. Tardó nada menos que siete años en recuperarse, y no todo su entorno la ayudó en esa mejoría.
Yo era la gran ganadora en las viejas épocas, tenía memoria fotográfica, ni siquiera debía estudiar mis líneas de diálogo, y de repente no sabía lo que estaba haciendo
"Las personas me trataron de una manera que era brutalmente cruel", manifestó. "Por eso lo hago [concientizar]: mi madre tuvo un derrame cerebral. Mi abuela tuvo un derrame cerebral. Yo tuve un derrame cerebral masivo, y una hemorragia cerebral que duró nueve días", relató durante un evento de la Iniciativa de Salud Cerebral de las Mujeres en West Hollywood. "Perdí mi memoria a largo y corto plazo. Me costó recuperarla, porque tuve que aprender a aprender. Yo era la gran ganadora en las viejas épocas, tenía memoria fotográfica, ni siquiera debía estudiar mis líneas de diálogo, y de repente no sabía lo que estaba haciendo", explicó con crudeza.
De hecho, si bien a la distancia parecía que habían construido un vínculo inquebrantable, Stone dejó entrever en esa charla que su marido -quien le solicitó el divorcio en 2003, y con quien tuvo que pelear por la custodia de su hijo- no supo acompañarla, y le soltó la mano citando "diferencias irreconciliables".
"Desde mujeres de mi propio mundo laboral hasta la jueza que llevó mi caso de custodia, no creo que nadie capte lo peligroso que es un derrame para las mujeres y lo que se tarda en recuperarse: yo, siete años". Además del trabajo que le implicaba recuperarse física y mentalmente, Sharon sufrió un revés judicial que terminó por hundirla. Un juez le negó la custodia de su hijo Roan, citando que Bronstein podía "proveerle al niño un hogar más estable en San Francisco". Stone podía visitarlo, pero no disfrutar de su cotidianidad junto al pequeño.
Como el derrame cerebral marcó un antes y un después, Stone sintió la necesidad de concentrarse en los aspectos positivos de su vida y en dar amor. De esta forma, en 2005 adoptó a otro niño, Laird; y al año siguiente volvió a adoptar: esta vez, a Quinn. "Ser madre soltera tiene un significado increíble. Te da una sensación de intimidad y de entendimiento que es difícil de explicarle a quien no tiene hijos", le contó a la revista Closer en 2015. Este año, el portal The Blast publicó unos documentos reveladores: Roan le solicitó a un juzgado de California que, dado que ya tiene 19 años, su apellido sea cambiado.
Su pedido fue aceptado y el adolescente ahora se llama Roan Joseph Bronstein Stone. "Yo quería tener el apellido de mis dos papás", contó el joven al trascender la noticia. En la actualidad, la actriz convive con los tres varones en su casa de West Hollywood, California, en una suerte de revancha que le dio la vida. "Debemos apuntar alto y decirle que sí al amor. Estoy agradecida porque mis hijos me eligieron, soy una madre con suerte. La maternidad no fue fácil, pero me vino amorosamente por los ángeles (...) Somos una familia feliz y afortunada, ese es el credo que defendemos", remarcó Stone.
Volver a las citas: una tarea complicada (incluso para Sharon Stone)
Una de las grandes cualidades de la actriz es su bienvenida sinceridad. Recientemente, en su cuenta de Twitter, se quejó de cómo la aplicación de citas Bumble le cerró el perfil.
"Intenté entrar en la red de citas Bumble y cerraron mi perfil ¡Algunos usuarios informaron que no podría ser yo! Oye @bumble, ¿me estás excluyendo? No me excluyas de la colmena", escribió la actriz. Al poco tiempo publicó una captura de la respuesta de la app. "Su cuenta ha sido bloqueada porque hemos recibido varios informes sobre que su perfil es falso". Cuando los tuits de Stone se volvieron virales, la directora editorial de la app, Clare O'Connor, le escribió por Twitter a la actriz de Casino: "Desbloqueamos su cuenta y disculpas por el error".
I went on the @bumble dating sight and they closed my account. [R][R]Some users reported that it couldn’t possibly be me! Hey @bumble, is being me exclusionary ? ??[R]?[R]Don’t shut me out of the hive [R]&— Sharon Stone (@sharonstone) December 30, 2019
Por otro lado, los últimos romances fugaces de Stone que trascendieron fueron los que vivió con el modelo argentino Martín Mica y, hace dos años, con el agente inmobiliario italiano Angelo Boffa. "Creo que en el fondo de tu mente pensás en no ser madre soltera, pero finalmente te das cuenta: creo que es mejor. Ya no espero a alguien", había expresado en una entrevista tras la ruptura con Boffa. Ese "ya no espero a alguien" no es un mero latiguillo. Stone ha declarado en más de una oportunidad que no necesita de una relación para sentirse plena. "Nunca fui esa clase de chica que pensó que un hombre la podía definir. Me enseñaron que si quería un hombre, entonces no tenía que ser un arreglo, tenía que ser una relación de compañerismo, y esas son las más difíciles de encontrar", agregó.
Por lo tanto, si bien tiene ganas de probar con las citas -como quedó en evidencia con su paso por Bumble-, en la actualidad Stone le da valor a otras cosas. "En este punto de mi vida me brinda más satisfacción física, espiritual y emocional una mirada, una risa, una conversación cálida, o una mirada sensual, esas con las que sentís que un hombre realmente te está mirando", subrayó. Está claro: no tiene apuro en volver a casarse. Por el momento, disfruta de la maternidad y de su vuelta al trabajo (en breve la veremos en TV en las series The New Pope y Ratched), con la tranquilidad y la sabiduría de haber transitado años de muchos desafíos que la hicieron una mujer fuerte.
"Ya no soy la que era antes del derrame, y eso está bien, tuve que volver a empezar. Cada muerte es un renacimiento", le dijo en una entrevista a Oprah Winfrey, sintetizando así su postura ante la vida.
La perlita: Bob Dylan y el affaire que no fue
Todo comenzó con una escena del gran documental de Martin Scorsese para Netflix sobre Boby Dylan, Rolling Thunder Revue, que tiene elementos de no ficción que dispararon un sinfín de artículos sobre el trabajo del realizador, al que muchos compararon con las biopics de Todd Haynes, Velvet Goldmine y I'm Not There. La producción, suerte de secuela involuntaria de No Direction Home, muestra, entre otras cosas, cómo en la gira de Dylan de los 70, Stone fue a un recital del artista a los 19 años con su madre.
Como Sharon estaba enojada porque su madre se sumó a la salida con ella, en un acto de rebeldía se puso una remera de Kiss para hacerla enojar. Sin embargo, ese simple acto fue el que la terminó conectando a Dylan. "Fuimos al concierto y al intentar entrar, los tipos de la puerta revisaron mucho nuestras entradas y nos dijeron que no podíamos entrar. Y luego vino un tipo que tampoco tenía entrada, que también intentó pasar y el policía de la puerta no lo dejó. Al final un grupo de personas salió y apareció Bob. Justo antes de entrar él se dio vuelta e hizo un gesto para que nos dejaran pasar a mí y a mi madre. Yo estaba avergonzada, pero mi madre dijo: 'Vamos'. No quería hacerlo, pero mi madre me empujó y al final entramos con Bob", contó la actriz en el documental de su querido Scorsese.
"De repente, Bob se dio vuelta y vio mi camiseta. Entonces, dijo: '¿Te gustan?' Y me di cuenta de que quería hablar de Kiss", añadió. De esta forma nació la leyenda urbana de que la actriz y el músico tuvieron un affaire. "Sharon era muy joven pero parecía más adulta para su edad", contó Dylan, y aclaró que todo lo que sucedió entre ellos fue "puramente platónico". En sintonía con el estilo del documental, la foto que se muestra de ambos no es real, como tampoco la historia de que Stone se sumó a la gira como vestuarista.
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